La leña y su potencial de aprendizaje en la Comuna de Hualaihué

Los socios de la cooperativa campesina silvoagropecuaria «Los Colonos El Manzano» saben que la unión es clave para alcanzar el progreso

Los socios de la cooperativa campesina silvoagropecuaria «Los Colonos El Manzano» saben que la unión es clave para alcanzar el progreso. Es así como se han transformado en líderes locales, ejemplos de superación y compromiso social.

El plan “Fortalecimiento y replicación de modelos de organización de pequeños productores para la comercialización de leña certificada y otros productos en el sur de Chile” cumplió una etapa que marcó profundamente las aspiraciones de desarrollo de los socios de esta cooperativa, sentando las bases que impulsarán su crecimiento futuro.

Así lo explicó Cristián Sotomayor, coordinador Local Puerto Montt de un innovador proyecto de asociatividad respaldado por FOMIN BID, AVINA y la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN).

Esta iniciativa consistió en brindar asistencia técnica, fortalecimiento organizacional, mirada comercial y gestión de recursos a los pequeños propietarios que en conjunto venden leña en la Región de los Lagos. En esta línea, el profesional destacó que las ventas de 2010 superaron con creces a las del año anterior, especialmente entre junio y octubre, abasteciendo a organismos locales y empresas de combustibles que operan en la zona. Ello, desde el centro de acopio ubicado en el Km. 80 de la Carretera Austral.

Por eso, aseguró Sotomayor, los desafíos 2011-2012 son cada vez mayores: “Generación de fuentes de financiamiento públicas y privadas; planificación de stock de entrega de leña por socios; consolidación en el mercado, con clientes objetivos”. Enfatizó también la importancia de “mantener incidencia política como cooperativa para apoyar a los socios; identificar organismos capaces de asesorar y velar por el manejo forestal; y realizar capacitaciones contables, tributarias, comerciales y forestales”.

En Chile hay alrededor de 800 cooperativas que agrupan a más de 1.300.000 personas. Sus objetivos consisten en compartir beneficios, mediante una gestión de recursos relacionada directamente con las principales necesidades de los socios que las integran. Son, por tanto, economías de escala que sorprenden por su buena capacidad de adaptación, su alto compromiso social y su rentabilidad en franco crecimiento.

Esta cooperativa en particular, conformada por 20 socios activos, se formalizó en diciembre de 2007 y se inscribió dos meses después en el registro de comercio, pasando a ser una empresa asociativa sustentada en la autogestión democrática. Su actividad más importante es la extracción de leña (80%). Se plantea, por tanto, la meta de vender leña certificada directamente a los consumidores finales, para lograr mejores precios y también para acceder a una producción mayor.

Las ventas generadas dentro del proyecto desde el 01/02/2010 al 01/12/2010 fueron de 1.511 varas, correspondientes a 378 m3. En 2009 no se registró venta de leña certificada, pues no contaban con ese sello. De todas maneras –pues no es posible una comparación en este sentido- la venta fue de 256 varas, correspondientes a 64 m3.

Más que una inversión, una herencia

El presidente de la cooperativa, José Miguel Alvear, colocó el acento en que «el compañerismo y lo comercial pueden ir de la mano sin problemas». Desde que comenzó el proyecto que los guió durante el último período «hubo un mayor realce de las actividades que veníamos desarrollando. Se generaron más ventas, más ganancias para los 20 socios».

«Nuestros hijos van a ser los herederos de este legado, es por ello por quienes estamos trabajando unidos». Y con bastante esfuerzo, pues las condiciones rurales en la zona distan de ser óptimas. «Cuando queremos organizarnos nos movemos por las casas, porque no hay teléfono. Hay que buscarse y programarse para juntarnos», dijo, conforme de que han logrado potenciar su propio sistema de comunicación.

«Nos ha ido bien»

Las mujeres de la cooperativa aportan trabajo y una buena dosis de ingenio, para manejar bien los nuevos recursos que están llegando a sus hogares. Elisita Huaite y Luisa Maldonado han notado los progresos en sus economías domésticas.

«Las cosas se han hecho bien», expresó con voz firme -pero risueña- Elisita, asegurando que «hemos aprendido a valorar más nuestro propio trabajo al ver reflejado el esfuerzo de los socios, de los vecinos».

Ella se dedica a hacer astillas. «He vendido sacos y me ha ido bien», contó, afirmando que son un ingreso extra que su familia agradece. En general «ha sido muy bueno ir aprendiendo a manejar mejor la leña del canelo, el coigüe y la tepa. Antes no ganábamos plata y ahora sí».

Teresa, en tanto, le ayuda a su esposo en las labores productivas. Comentó que ha notado un cambio positivo desde que empezó el proyecto: «Ahora es más rentable, pese a las dificultades que tenemos. Donde vivimos no hay buenos caminos y debemos trasladar las maderas en bote». Por eso, releva que «antes no vendíamos ni un palo y ahora estamos vendiendo leña».

De comité a cooperativa, el gran paso

Todo forma parte de un proceso de aprendizaje, bien lo sabe José Morales. Desde 1976 vive en Hualaihué y de esa zona «nadie» lo moverá. Así lo expresó orgulloso… sonriendo. Y es que así es él: conversador, activo, inquieto, simplemente se mueve por los terrenos con soltura.

«Estoy en esta comuna desde hace muchos años, vi cuando comenzaron a construir la carretera y con ella la oportunidad de radicarme con mi esposa. Queríamos un fundo, no muy grande, pero nuestro. Eso sí la condición que me puso mi señora es que la tierra se ubicara cerca del mar», recordó.

El objetivo, en ese sentido era, «no envejecer en un campo ajeno». Por eso, hoy mira hacia atrás y siente que pudo cumplir esa promesa. Un desafío personal que nació junto con la idea de organizarse con otros colonos en un comité, concretándose a comienzos de los años 80. José ya había participado en uno cuando era más joven así que conocía el sistema y no dudó en aportar para su aplicación en la comuna ubicada en la provincia de Palena.

«Llegamos a ser más de 100 socios en temas relacionados con la tenencia de los fundos, pero poco a poco se fueron yendo», detalló, aclarando que quienes actualmente integran la cooperativa llegaron desde otras partes del país o crecieron y formaron sus familias en los predios aledaños.

Crecimiento a escala humana

Luis Baes, por su parte, siente gratitud, porque ha crecido en el plano personal con cada nueva oportunidad de desarrollo derivada del trabajo en la cooperativa. «Para nosotros ha sido muy bueno, porque antes no se vendía leña de ningún tipo. Ahora estamos produciendo una buena cantidad, lo que ha beneficiado a mi familia y a las de los socios».

Actualmente «vivo sólo de la leña, aprovecho bien una gran cantidad de especies de árboles del sector costero», aseveró, en el marco de una realidad favorable que no siempre fue igual debido a las características del paisaje.

«En el lugar donde vivo antes no había acceso a muchas cosas, menos para generar negocios. La falta de caminos marcó mucho mi economía familiar. Nos costó harto tiempo conseguir un campo y nuestros hijos -seis- fueron testigos de esa lucha», manifestó. Sin embargo, remarcó que pese al esfuerzo «no era bonito tener un campo y no sacarle provecho» por lo que hoy en día está más que contento con los cambios.

«Años atrás no tenía un plan de manejo. Por eso estoy seguro de que con los Colonos voy a seguir aprendiendo más». Finalmente dijo que entre sus logros está el «haber podido vender mi leña, la posibilidad de haber viajado a Aysén y, principalmente, de conocer a gente valiosa, dejando a un lado el aislamiento. He crecido como persona».

Grandes expectativas

Para el gerente de la cooperativa, Juan Navarro, la situación actual del equipo refleja en gran medida el logro de los objetivos planteados al momento de iniciar el proyecto, pero también el inicio de una fuente inagotable de nuevas ideas.

En lo personal se siente bien con las habilidades que ha ido adquiriendo. “No sabía nada de negocios y hoy estoy mucho más seguro”, comenta, destacando que el esfuerzo conjunto de los socios ha posibilitado conocer nuevos mercados. “Las cooperativas antes tenían mala fama en la zona porque los representantes de las mismas se llevaban los beneficios, siendo que el objetivo consiste en ayudarse entre todos. Y eso es lo que hacemos”, aseguró.

Este tipo de trabajo asociativo “nos ha abierto varias puertas” en el plano comercial y político. “Hemos llegado a reunirnos con el intendente, incluso” y “de a poco vamos a ir superando las metas que nos quedan por cumplir”.

En este sentido Juan explica que es difícil vender varas de forma aislada: “En mi caso personal creo que es mucho mejor trabajar con otras personas. Alivia, porque entre varios podemos juntar una mayor cantidad de productos en menos tiempo. Esa es una tremenda ventaja a la hora de generar más recursos”.

También revela que “como cooperativa ya nos miran con otros ojos en instituciones públicas, privadas y bancarias”. Ello, ha permitido “gestionar recursos, pues nuestras expectativas de negocio son grandes”. De hecho, para este año 2011 el objetivo en ventas son “5 mil varas y el próximo duplicar esa cifra”.

Esto constituye una base importante, pues la idea de la cooperativa es apoyar a los socios que se encuentran en condiciones desfavorables. “Hay algunos vecinos que todavía no tienen luz, que tienen malos caminos”, advirtió.

“Creo que el principal logro ha sido vender la leña seca, porque le hemos sacado valor al bosque nativo, limpiando hectáreas que estaban perdiéndose y que ahora tendrán la oportunidad de regenerarse”. Además el estar certificados “ha significado un empujón para la venta, bajo estándares de calidad que son estrictos. En los sacos va marcado el porcentaje de humedad y los kilos de leña, y eso se expresa en mejores ingresos”.

Varios de los socios lo han notado. Han podido comprar vehículos y dar trabajo a otras personas. Por eso, lo que viene es mejor: “Queremos concretar sucursales en el centro de la comuna y en Puerto Montt; seguir ampliándonos gracias a que contamos con un sitio y aserraderos; generar proyectos educativos y turísticos para que, especialmente los niños, conozcan bien el potencial natural que los rodea; levantar invernaderos y comercializar otros productos no maderables”.

Carolina Montiel

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