Movilizados de norte a sur

Testimonios de organización y lucha, y denuncias de represión En el futuro, ningún análisis sobre el 2011 de Chile podrá omitir el estruendoso clamor de la movilización estudiantil

Testimonios de organización y lucha, y denuncias de represión

En el futuro, ningún análisis sobre el 2011 de Chile podrá omitir el estruendoso clamor de la movilización estudiantil. Un grito que traspasó las barreras del valle del Mapocho para estremecer el caluroso desierto y los fríos territorios del Sur chileno. Durante los últimos meses, estudiantes y ciudadanos demostraron que no hay centralismo que valga cuando se trata de derribar la injusticia del legado pinochetista.

NORTE

Con menos cobertura periodística que el Sur del país, el Norte chileno vivió un prolongado estado de movilización desde las aulas de los colegios hasta los salones universitarios. Una protesta que tomó fuerza ante la indiferencia de las autoridades que, a kilómetros de distancia, no se dieron por enteradas de los gritos y demandas de quienes se manifestaron.

“Como región extrema, separada del centralismo político, nos sentirnos excluidos de las decisiones políticas-administrativas, lo que genera un despertar más amplio, más fuerte y con una visión más crítica ante el sistema”, aseguró Camila Navarro, estudiante de la Universidad de Tarapacá.

El movimiento resurgido en abril de este año significó el despertar local de muchas ciudades nortinas que habían olvidado fiscalizar sus propios asuntos. Un ejemplo de ello fue el bullicioso paro comunal levantado en Calama, destinado a devolver a sus habitantes el 5% de las utilidades de Codelco que fueron despojadas al municipio durante la dictadura. La movilización logró el apoyo transversal de trabajadores, profesores y estudiantes, con una convocatoria de 15 mil personas.

“La experiencia de movilización acá dio paso a que nos cuestionemos nuestra organización estudiantil y el rol con la sociedad en el ámbito local. Tenemos problemas locales con la minería, con el plomo, entre otras cosas, y como estudiantes nos hemos dado cuenta que la articulación con otros actores va en ese sentido: Intentamos sobrepasar la coyuntura, para que existan reales acercamientos en las problemáticas locales, pero envueltos en las demandas nacionales”, sostuvo Lorena Mussa, estudiante secundaria que fue expulsada del Colegio Alemán de Arica por convocar a una asamblea a través de Facebook, pero luego ganó una demanda en contra del colegio.

El atrevimiento concreto de escolares como Lorena fue parte del continuo despertar de la sociedad chilena. Los jóvenes salieron a las calles para protagonizar un movimiento social que se atrevía a exigir un cambio radical desde colegios y universidades. A mediados de junio, siete liceos de Arica bautizaron sus tomas y un grupo de establecimientos particulares se organizó para apoyar las movilizaciones. En sus primeros pasos, los “pingüinos” nortinos exigieron la estatización de la educación y dejaron atrás las demandas más puntuales, como la de la Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE), y pedir un cambio estructural.

Según afirmó Pablo Godoy, estudiante de derecho de la Universidad de Antofagasta, “los jóvenes se dieron cuenta que tenían que buscar una alternativa a la institucionalidad, que había que superar el descontento político para ejercer nuevos liderazgos. Esta región se politizó”.

“LOGRAMOS QUE EL PUEBLO ABRIERA LOS OJOS”

A medida que la organización comenzó a articularse en el Norte, bajo la observación de las demandas locales sobre educación, surgieron de forma espontánea las voces que comenzaron a liderar nuevas exigencias. Tal como reconoce gran parte de los estudiantes de Santiago y las demás regiones del país, fue desde afuera de la capital desde donde se impulsaron las peticiones más radicales que hoy marcan la pelea por la gratuidad.

“En lo local y lo nacional se vivió un proceso de concienciación, en donde como estudiantes logramos que el pueblo abriera los ojos ante un sistema neoliberal que en nada beneficia a quienes con o sin querer lo mantenemos por medio de los impuestos, un sistema que no otorga una vida digna para todos”, manifestó Camila Navarro, lo que compartió Patricia Villalobos, de La Serena: “Dimos a entender a los gobernantes que ya no están ante estudiantes de los años 80´s, sino que ésta es una nueva generación con más brío y más fuerza”.

La tenacidad de las demandas nortinas se vio fortalecida por uno de los rasgos que muchas de las universidades del Sur también comparten, la precariedad y el abandono de sus instituciones. “En la U de Antofagasta, por ejemplo, el 87% de los aranceles son pagados por las familias”, explicó Godoy.

Para Marisol Navea, estudiante de La Serena, “estos no son cambios instantáneos, sino que devienen de un complejo proceso de concienciación, autoeducación y acción -que debiese naturalmente concluir con la Asamblea Constituyente-. Sabemos que es un proceso largo, pero seguro y necesario”.

“LA MANO DE HINZPETER SE SINTIÓ EN TODO CHILE”

Con el avance del estado de movilización en la zona, la represión académica y policial cayó con mano dura sobre los estudiantes. Fue así como el 21 de octubre se registraron violentos desalojos en la Universidad Católica del Norte (UCN) y en Universidad Tarapacá, ambas allanadas mientras los jóvenes dormían.

José Valdivieso, Rector de la UCN planteó que “la medida adoptada es dolorosa como comunidad, pero existe la convicción que el escenario establecido hoy por los dirigentes estudiantiles ya no se basa sólo en las demandas educativas sino que obedecen a un modelo de violencia que no aceptamos”. En ese allanamiento más de 30 alumnos fueron detenidos.

En la Universidad de Tarapacá, Rectoría y el Consejo Académico amenazó a los estudiantes con recesos universitarios, sumarios y pérdida de beneficios si insistían en las movilizaciones. Las advertencias se extendieron incluso al equipo docente. “Los profesores fueron amenazados con el DFL 2, Art° 150, el cual decía que si no asistían a realizar sus clases, serían despedidos de forma inmediata y/o con sumarios de por medio”, indicó Camila Navarro.

En tanto, la fuerza de las órdenes represivas del Gobierno no tendría problemas de comunicación para llegar al Norte con eficiencia. “Los cabros no solían salir a la calle a protestar y los que salieron la vieron dura”, planteó Pablo Godoy, quien cree que “la mano de (Rodrigo) Hinzpeter se sintió por igual en todo Chile”.

SUR

Del otro lado de Chile, dividido por la capital, la resistencia de los jóvenes marcó momentos en la historia de este y otros alzamientos sociales. Esta vez, el movimiento concentró su potencia en la mítica ciudad de Concepción. El vocero de Ciudadanos Independientes Democráticos, Francisco Córdova, indicó que “esta es una ciudad con su población adulta conservadora, pero con una juventud históricamente rebelde. No hay que olvidar que aquí se fundó el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria)”.

Según Córdova, “Conce tomó mucha vida durante las movilizaciones”. Un diagnóstico al que se sumó Tamara Pastén, estudiante de la Universidad Austral, a la hora de definir lo que sucedió en su ciudad. “Valdivia se hizo chico, en las marchas participaban desde bebés hasta abuelitos; la gente comentaba que nunca había visto tanta gente junta”.

En Puerto Montt, durante el paro convocado por la CUT, una inédita convocatoria de 25 mil personas impresionaría a sus propios habitantes. “En la región de Los Lagos las movilizaciones fueron especialmente intensas”, confirmó Gonzalo Barría, estudiante recién egresado de 4º Medio del colegio particular-subvencionado Arriarán Barros.

Pero no sólo históricas convocatorias vivió el Sur de Chile. También el surgimiento de diversas organizaciones que ya toman vida propia, como destacó Ignacio Quiroga, alumno del Inacap de Chillán: “La unión entre estudiantes dio paso a la creación de diversos colectivos políticos y libertarios en los diferentes establecimientos”. En tanto, Álvaro Bustamante sostuvo que “en las regiones se da la crítica constructiva, la lucha combativa y la inserción en los contextos de cada zona”.

Otros jóvenes destacaron que la articulación con los demás actores sociales es un plano ya avanzado por las diversas zonas del país. “Fueron éstas las que generaron un lazo real y muchas veces trascendental con los distintos entes de la sociedad, como trabajadores y pobladores”, expresó Carlos Alcántara, de la Universidad del Bío Bío. En ese plano destacó la “solidaria ayuda que dio la Unión Portuaria de Bío Bío en varias ocasiones y luego los portuarios de Chile, además de los mineros en el norte y todos los pobladores que estuvieron apoyando con sus cacerolas”, recordó Alejandro Cabrera, de la misma institución.

ADELANTE, MAPUCHE

Uno de los episodios más potentes en el Sur se vivió con el levantamiento de los jóvenes mapuche y sus propias demandas a la educación chilena. La Femae (Federación Mapuche de Estudiantes) logró su ingreso a la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), no sin antes pasar por polémicas discusiones sobre su existencia e inclusión.

Tras su aceptación en la organización estudiantil, participaron activamente de las asambleas y peticiones del movimiento, incluyendo en los petitorios nacionales el derecho a una educación intercultural que contemple la visión de mundo del pueblo indígena. “Fue lindo para la ciudad y para el pueblo mapuche el darle a sus estudiantes la capacidad de luchar por sus propias demandas”, reconoció Felipe Valdebenito, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Frontera (Feufro).

Pablo Millalén, uno de los voceros de la Femae, aseguró que fue un “un hito importante para nosotros romper la barrera de la Confech y lograr ingresar a ese espacio”. Millalén recordó con especial afecto la toma del ex Liceo Aníbal Pinto de Temuco, donde los jóvenes de la Femae realizaron una ocupación para visibilizar la gran demanda tras la idea de la universidad mapuche, algo que aún sigue entre los proyectos de la federación.

“LOS LUMAZOS SE EXTIENDEN POR IGUAL DESDE ARICA A PUNTA ARENAS”

Quienes se movilizaron durante el año recuerdan con claridad los episodios de violencia y represión en cada una de sus ciudades, algo que pareció repartirse de forma igualitaria en todas las regiones del país. “La represión me tocó vivirla de forma personal”, contó Francisco Córdova, quien fue impedido de transitar por la calle por llevar un cartel a metros del lugar donde se presentaría Sebastián Piñera. “Si hay algo muy democrático que se extiende por igual desde Arica a Punta Arenas son los lumazos de los pacos; ahí no hay centralismo”, aseguró.

Uno de los episodios más recordados ocurrió con la detención de Recaredo Gálvez, miembro de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC). El joven fue acusado de lanzar una bomba molotov, pasando casi una semana en prisión preventiva por lo que él y sus compañeros denominaron un montaje.

Gálvez comentó que “tengo claridad que lo que me ocurrió no es un hecho particular sino que responde a los grandes intereses de las fuerzas represoras, por lograr dispersar la atención de las movilizaciones y sobre todo intimidar a quienes legítimamente se manifiestan”.

Sobre represión también sabe Mauricio Díaz, de la Universidad Austral, quien manifestó ser “víctima de una lacrimógena arrojada a quemarropa y cuyo resultado fueron tres puntos en mi cabeza, lo cual no es nada comparado con la serie de lesiones sufridas por otros compañeros de mi universidad”.

Francisco Córdova lanzó una reflexión que quizás interprete la rabia de muchos, más allá de los kilómetros y los límites regionales. “La gente constantemente dice que le perdimos el respeto a la autoridad, pero no es así, porque es la autoridad la que le perdió el respeto a su gente”. Como sea, el año 2012 traerá también más movilización en el Norte y en el Sur.

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¿QUÉ PASÓ EN EL PUERTO?

Valparaíso marcó una de las zonas más movilizadas del país, que alcanzó a tener al total de sus universidades públicas en estado de paralización durante meses. “En algún momento lo mantuvimos solos –el movimiento- mientras que en Santiago todavía no se decidían por las tomas”, recordó Janny Lobos, estudiante de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Según relató Alicia Yévenes, estudiante del Liceo Técnico Femenino A-24 de Valparaíso, “llenamos las calles con gente, a veces el número de manifestante en las marchas superaba el de Santiago”. En efecto, una de las manifestaciones más masivas durante el paro convocado por la CUT –Central Unitaria de Trabajadores– alcanzó las 40 mil personas, muchas de ellas estudiantes.

Para Lobos no hay un hito particular que recordar sobre la represión. “No recuerdo marcha en que no nos hayan llenado de lacrimógenas. Yo creo que entre tanta represión todo se volvía costumbre; disparos a quemarropa, sacadas de “chucha” por nada y el llevarse presos a los cabros que no estaban haciendo nada más que cacerolear en las calles”.

“Nosotros debemos tomar en cuenta que lo que hoy en día está en el tapete es nada más que la muestra de un sistema neoliberal que no resulta”, comentó Yévenes, desnudando la aguda crítica social de los secundarios porteños.

Por Vanessa Vargas Rojas

El Ciudadano Nº116, segunda quincena diciembre 2011

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