Radio La Tribu, ‘cultura libre’ y Fábrica de Fallas: Ideas que muerden

Nacido para ampliar los espacios de autonomía y las redes que hoy son posibles, el festival Fábrica de Fallas lleva tres ediciones en Argentina y una en Chile


Nacido para ampliar los espacios de autonomía y las redes que hoy son posibles, el festival Fábrica de Fallas lleva tres ediciones en Argentina y una en Chile. Acto poético-político del Colectivo La Tribu –que dirige la radio del mismo nombre- el desafío es que su espíritu se mantenga en el aire mucho más de los dos días que dura.

El imperio extiende sus tentáculos hacia todos los aspectos de nuestra vida, desde el agua que requerimos para vivir hasta la forma de relacionarnos con nosotros y los demás. Pero las nuevas tecnologías de comunicación han permitido extender y profundizar prácticas de autonomía y lazos comunitarios, que la mejor de las veces se materializan en encuentros físicos que proyectan estas relaciones hacia objetivos que terminan asumiéndose como políticos.

La Radio La Tribu es un modelo de medio de comunicación alternativo y cooperativo,  que ha sido premiado internacionalmente varias veces. Fruto de un experimento de un grupo de amigos militantes que estudiaban comunicación en Buenos Aires, ya tiene 22 años al aire (en el 88.7 FM), aunque transmitiendo con un permiso provisorio, dada la alegalidad en que estas radios se encontraban hasta antes de la nueva ley de medios. Cumple con todas las exigencias legales, pero su fin no es comercial, sino social.

Tiene cerca de 30 trabajadoras/es asalariados y centenares de colaboradores. No tiene dueños ni jefes, sino un colectivo directivo y una asamblea que decide. Hoy es también un centro de producción de discos, libros, talleres (de los que viene su principal ingreso). También tiene un bar, en el que antes de la tragedia de Cromagnon tocó Manu Chao, Charly García, Divididos, entre muchos otros nombres de la música argentina. Su edificio, ubicado en Lambaré 873, fue sede del club del trueque en los años de desastre económico y social. Pero sobretodo es un medio de comunicación. Anticapitalista. Lo que para ellos es sinónimo de ‘alternativo’.

“La comunicación alternativa se propone construir condiciones para modificar los modos capitalistas de vida”, señalaba Ernesto Lamas, uno de sus fundadores, en una entrevista concedida cuando festejaban sus 20 años. Por eso rechazan la idea de ‘audiencia’ u ‘oyente’, y la pauta recoge la atmósfera de la calle, las inquietudes de las organizaciones sociales, culturales y políticas, sindicales, de campesinos e indígenas.

Sebastián Vásquez es uno de sus siete directores y estuvo en Chile para la versión local de Fábrica de Fallas (FDF), festival de cultura libre que entrelaza las experiencias de agricultores con hackers, de lesbianas con realizadores cinematográficos. El año pasado reunió a miles de visitantes y el 26 y 27 de novimbre pasado se realizó su cuarta edición, con un atractivo programa.

Comenta que luego de muchos años generando contenidos, decidieron pasar al ataque ante la concentración de medios. Así fue como, por ejemplo, en 2003 pusieron en funcionamiento varias radios para el Movimiento de Campesinos de Santiago de Estero y lo han seguido haciendo en otros lugares. Asimismo, pertenecen a la Asociación Mundial de Radios Comunitarias y a otras redes nacionales y de la región.

NÓMADES DE LA FALLA

Si bien la idea de ‘cultura libre’ se relaciona originalmente con la libertad para distribuir, usar y modificar trabajos y creaciones artísticas digitales, esta definición se amplió con la realización desde 2008 de FDF, dos días de foros, conferencias, talleres, trueque inmaterial, y presentaciones artísticas.

“FDF es un dispositivo político-poético para juntar un montón de cosas que el sentido común tiende, obstinadamente, a separar: Las semillas de los campesinos, el software libre, las luchas a favor de la autonomía del cuerpo (aborto, drogas), etcétera. Todas esas luchas que parecen no tener una conexión. Ahí surgen discusiones maravillosas, prácticas, y alianzas entre gente que de otra manera no se hubiera conocido”, explica, haciendo hincapié en que el verdadero desafío es impulsar que sigan pasando cosas en cada uno de los territorios, una vez que el Festival acabe.

En Chile, tuvo su primera versión el 5 y 6 de noviembre pasado, en el centro de arte La Perrera, en Santiago. Daniel Llermaly es ingeniero en sonido. Pero, esencialmente, es un transhumante que vuelca su creatividad en la música (DiAblo, La Golden Acapulco). Viajando ha conocido experiencias autogestionadas en México y Brasil, y así, también conoció a La Tribu y su festival.

“La idea era hacer un encuentro bien mezclado, no académico; un ambiente relajado donde realizar foros, talleres, intercambiar, y que la gente que hace cosas se conozca”, comenta.

Y lo consiguió. En sus dos días, reunió a pobladores/as que ocupan casas con iniciativas libertarias; noveles empresarios del software libre con críticos piratas, revistas digitales de arte con recicladores de botellas plásticas que luego se convierten en mascarillas anti-gas lacrimógeno. Asimismo, hubo talleres, música, comida, y fue transmitido en vivo por la -actualmente clandestina- Radio Placeres, de Valparaíso.

“Lo que ocurrió fue excelente”, afirma el miembro del Colectivo La Tribu. “Las discusiones, la organización, el ambiente. Me voy feliz, aunque por mi, me quedaría más tiempo en este lugar tan maravilloso”, dice, sentado en el pasto de la Plaza Brasil, una tarde domingo.

DEL DICHO AL HECHO

La aprobación en Argentina de la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue vista como un ejemplo en muchos países. Sin embargo, para La Tribu, lo que en el papel es un “paraíso democrático” en la reglamentación tiene graves falencias.

Si bien se reconocer el 33% del espectro para entidades sin fines de lucro, a juicio de Vásquez, las restricciones son varias:: La ausencia, hasta hoy, de un plan que integre los aportes de todos los actores, el otorgamiento de licencias a grupos más ligados al oficialismo y con mayor poder económico, como sindicatos u ONG’s,  exigencias discriminatorias que no se condicen con el espíritu de estos medios ni con su presupuesto, entre otras.

“Las expectativas no son demasiado alentadoras, pero pensamos que hay que seguir dando la lucha en todos los espacios que hay, sobre todo en la calle y la movilización”, expresa Vásquez.

Mientras tanto, La Tribu sigue transmitiendo a diario y el Festival se preparó con esmero. Con amor, ahora ya.

+ INFO:

culturalibre.fmlatribu.com

www.fmlatribu.com

Por Cristóbal Cornejo G

El Ciudadano Nº115, primera quincena diciembre 2011

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