Valparaíso: Patrimonio de la humanidad en peligro

El arribo de una delegación oficial de la UNESCO a Chile, este viernes 25, para evaluar las consecuencias de la construcción de dos megacentros comerciales en Valparaíso y en la sureña ciudad de Castro, ha puesto en jaque la forma en que el país trata sus bienes patrimoniales, en particular aquellos que han sido declarados […]

Por seba

24/10/2013

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El arribo de una delegación oficial de la UNESCO a Chile, este viernes 25, para evaluar las consecuencias de la construcción de dos megacentros comerciales en Valparaíso y en la sureña ciudad de Castro, ha puesto en jaque la forma en que el país trata sus bienes patrimoniales, en particular aquellos que han sido declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En su 37 reunión ordinaria, realizada en junio pasado en Nom Pen, Camboya, el Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO decidió enviar a Chile dos misiones de monitoreo para que evalúen el estado de conservación y los acuerdos de manejo y protección, así como los proyectos en curso de los sitios declarados Patrimonio de la Humanidad en Valparaíso y en la isla de Chiloé, donde hay 16 iglesias protegidas bajo esa categoría. Castro y Valparaíso, consideradas dos de las urbes más hermosas del país, han sido severamente afectadas por la irrupción de shopping centers en sus cascos urbanos.

El defensor del patrimonio de Chiloé, Francisco Urrutia expresa que, aunque las obras están muy avanzadas, “en Chiloé aún no está todo dicho”. Fundamenta: “es tal la magnitud de ilegalidad del Mall Paseo Chiloé (mall de Castro), que será imposible lograr una recepción de obras de parte de la autoridad municipal si es que no se demuele parte del edificio. Los permisos originales son ilegales, lo que fue ya declarado en dos oportunidades por la Contraloría General de la República”.

A fines de febrero de 2012 circuló en las redes sociales la imagen de la obra gruesa de ese proyecto, que conmocionó a todo el país. Lo grotescamente desproporcionado del volumen de esa edificación, en relación con las pequeñas y graciosas construcciones de madera de alerce que la rodean –entre ellas la iglesia San Francisco (Patrimonio Mundial) –, hizo pensar a muchos que se trataba de un montaje fotográfico, pero la escena era real. Desde entonces las organizaciones ciudadanas y defensoras del patrimonio de Chiloé reimpulsaron una batalla judicial que ha contado con el apoyo del Colegio de Arquitectos y que ha permitido detener el avance de las obras en más de una ocasión. Pasmar, la empresa responsable del proyecto, controlada por el empresario Jacob Mosa, ya había provocado con sus megacentros comerciales una ostensible destrucción patrimonial en otras ciudades del sur de Chile, como Puerto Montt –en cuyo borde costero instaló dos mall que cambiaron radicalmente la fisonomía de esta ciudad– y en la turística ciudad de Puerto Varas.

Según datos recopilados por la International Council of Shopping Centers (ICSC), dados a conocer en marzo pasado por el vespertino La Segunda, Chile es el país de Latinoamérica que más metros cuadrados de megacentros comerciales tiene por habitante. Con 2.5 millones de metros cuadrados, tiene más de 15 metros cuadrados por cada centenar de personas. El poder de los malls Valparaíso fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad el 2 de julio de 2003. La decisión de los 21 embajadores que formaban parte del Comité Ejecutivo de la UNESCO fue tomada por unanimidad. Para el organismo internacional, Valparaíso representa un hito y un testimonio significativo de la globalización económica y marítima del siglo XIX. El segmento que fue declarado patrimonio de la humanidad comprende una pequeña parte de la ciudad, fundamentalmente los cerros Alegre y Concepción, además de una parte del plan de la ciudad.

El nuevo status de Valparaíso implicó un aumento exponencial del interés de inversionistas de los ámbitos turístico, inmobiliario y comercial. El número de visitantes creció en forma considerable: los 17 cruceros que arribaron en 1999 a este puerto pasaron a ser 41 en 2004, y 47 en 2008. Este nuevo interés en Valparaíso implicó el otorgamiento de permisos para la construcción de una veintena de edificios que cubren lo más preciado para los habitantes de esta ciudad: la vista a la bahía. Pero sin duda la principal inversión es el mall Barón. En marzo de 2005 la semiestatal Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) comenzó un proceso de licitación de una parte de sus terrenos en el borde costero, en el que deberían converger actividades comerciales y recreativas.

El Grupo Plaza ha presentado este proyecto como la concreción del deseo que tienen “los porteños” de recuperar su acceso al borde costero. Así se plantea en la web institucional de este conglomerado comercial: “Los habitantes de Valparaíso recuperarán la relación directa con el mar, la cual se perdió durante la expansión de la infraestructura portuaria, además de contar con un nuevo polo de crecimiento económico, de atracción turística y de puestos de trabajo, los cuales, en definitiva, aportan al desarrollo y resurgimiento de la ciudad de Valparaíso”. El proyecto mall en Barón recibió su mayor impulso el 4 de octubre de 2006, cuando la entonces presidenta Michelle Bachelet firmó el Decreto 144 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Esto supuso el traspaso en concesión al grupo Plaza de un paño de terreno –perteneciente a la EPV– de 30 mil metros cuadrados del borde costero, que originalmente estaban destinados a actividades portuarias. El gobierno de la mandataria socialista también acordó con el Grupo Plaza la entrega de 21.5 millones de dólares en subsidios estatales a esta empresa para la mantención de las áreas verdes que construiría. Esta cifra es equivalente a lo que gasta toda la ciudad de Valparaíso en mantenimiento de parques por 40 años. Este aspecto de la negociación motivó en 2011 la presentación de una querella “por fraude al fisco” en contra del gerente general de EPV Harold Jaeger, que se encuentra en desarrollo.

La justicia también tramita una demanda por nulidad de derecho público presentada el 26 de octubre del mismo año. Esta acción jurídica busca anular el contrato firmado entre la EPV y Plaza Valparaíso SA (filial de Grupo Plaza), debido a que dicho contrato violaría normas específicas de la Ley de Modernización Portuaria (Ley 19.542) que impide a la EPV entregar sitios para usos distintos de las faenas portuarias. La acción jurídica es sostenida por la Asociación Nacional de Agentes de Nave (Asonave), el Sindicato de Trabajadores Transitorios Portuarios Espigón Terminal Nº 2 de Valparaíso y la Federación de Trabajadores Marítimos Portuarios y Afines de Valparaíso (FTP), todos los cuales son representados por un grupo de abogados encabezados por Pablo Andueza. Pese a que la batalla judicial aún no termina, el pasado 1 de octubre el Grupo Plaza comenzó las obras de construcción del proyecto Puerto Barón, que supone una inversión de 100 millones de dólares y la construcción de siete grandes tiendas de retail. El poderoso movimiento ciudadano que desde hace casi una década se opone a la privatización del borde costero anunció una protesta en rechazo al inicio de las obras, convocada para el próximo lunes 28, en momentos en que aún estarán en esta ciudad los evaluadores de la UNESCO.

La visita de los veedores de la UNESCO coincide, además, con un paro de trabajadores municipales que ha agudizado el problema del manejo de la basura a niveles de riesgo sanitario masivo. Las organizaciones ciudadanas –congregadas en la plataforma No al Mall– sostienen que la puesta en marcha de esa obra dañaría severamente la calidad del anfiteatro natural de esta ciudad-puerto. También rechazan que el proyecto limite la necesaria expansión del puerto de Valparaíso hacia los lugares que ocuparía el mall y que se privatice el borde costero. Señalan, además, el efecto que tendría sobre el comercio tradicional de Valparaíso. En entrevista con El Ciudadano, el abogado Pablo Andueza asegura que Chile quedó mal parado en la última reunión del Comité Mundial de la UNESCO, pues se plantearon informes de problemas similares en dos sitios declarados patrimonio mundial: Castro y Valparaíso.

Al preguntarle cuáles son los aspectos más débiles que evidenciaría específicamente Valparaíso en el contexto de la visita de la comisión de la UNESCO, Andueza expresa que entre ellos destaca “la ausencia de un plan maestro o director de la ciudad, la proliferación de edificios de gran altura en algunos cerros y la falta de planeación y mediación de impactos en la intervención del mall Barón”. Y agrega: “Puerto Barón (que así también se le llama a ese proyecto) y los proyectos anexos (nuevos edificios) marca una transformación colosal de la ciudad, al margen de un marco racional que lo justifique”. “Laboratorio neoliberal” En entrevista con El Ciudadano, el académico de la Universidad Andrés Bello, José Llano, expresa su parecer respecto del eventual daño patrimonial que provocaría el mallPlaza en Valparaíso. “El mall no es la causa del problema, sino la falta de oportunidades para pensar sobre el modelo de desarrollo que la ciudad está en condiciones de construir”. El arquitecto, considerado uno de los mayores expertos en el patrimonio cultural de Valparaíso, asegura que la declaración de la UNESCO provocó un daño a Valparaíso, aunque no responsabiliza a esa entidad de los perjuicios.

“La protección patrimonial no puede estar depositada en la institucionalidad –el municipio o el gobierno–, sino en la comunidad como generatriz de diferencias culturales, sociales y políticas”. Sobre este mismo punto subraya: “En Valparaíso no ha habido una verdadera propuesta para dirigir con claridad las oportunidades de la declaratoria. No hay un plan director patrimonial. Después de 10 años no hay líneas programáticas que puedan acompañar el desarrollo comunitario ni el institucional. La ciudad o quienes la dirigen han expuesto las fracturas que la falta de diálogos ha producido. Se ha evidenciado una ciudad ansiosa por no ser lo que es y por ficcionar con lo creativo y sus industrias para desarrollar un tipo de capital inmaterial, la memoria y los deseos”. Llano no sabe si las deficiencias y el incumplimiento de compromisos implicarán la pérdida de la cualidad de patrimonio mundial que hoy ostenta Valparaíso. Pero sí asegura que “hoy por hoy Valparaíso es un tipo de laboratorio neoliberal, tanto cultural como político”. Por lo mismo, señala: “La UNESCO debería permitirnos debatir primero. Ya lo estamos haciendo. Ojalá que sea lo mejor para esta ciudad, mi ciudad”.

Por Francisco Marín

El Ciudadano

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