A 115 años de su natalicio: El legado de Salvador Allende a los pobres y trabajadores de Chile. Las grandes obras de su gobierno

Allende es la expresión misma de que la relación entre idealismo y pragmatismo, reformismo y revolución, realismo y utopía, son perfectamente dialogantes, constituyendo el encuentro dialéctico para lograr los objetivos trazados. Nos enseña que detrás de cada acto, hay un espíritu y motivación.

Por El Ciudadano

26/06/2023

Publicado en

Actualidad / Chile / Política / Portada

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Salvador allende

Por : Jorge Molina Araneda

Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908, en el seno de una familia de clase media de Valparaíso. De niño viajó por el país a causa de las actividades laborales de su padre, un abogado que ocupó varios cargos políticos.

En 1924 ingresó a estudiar Medicina a la Universidad de Chile. Llevado por su profunda vocación social, en 1929 integró el grupo político universitario «Avance», siendo un importante referente estudiantil. A los 25 años se convirtió en el primer secretario regional del Partido Socialista de Chile.

Al obtener su título de médico cirujano, Allende se dedicó a la medicina social, dejando como legado diversos trabajos sobre salud pública. Antes de cumplir los 30 años de edad fue electo Diputado por Valparaíso y Quillota.

Bajo el gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda, ejerció como ministro de Salud. En 1945, fue electo Senador, llegando a presidir la Cámara Alta del Congreso.

Luego de tres candidaturas fallidas para alcanzar la primera magistratura, el 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende fue elegido presidente de Chile, apoyado por la histórica coalición de partidos de izquierda llamada Unidad Popular (UP).

Ese hecho marcó al país y a la sociedad chilena, transformándose hasta el día de hoy, para muchos de los seguidores de su legado, en el día más alegre de la historia de la nación. Sin embargo, su triunfo significaría también el inicio de una persecución política que no solo acabó con el mandato del pueblo, sino también dañó profundamente a varias generaciones, hasta el día de hoy.

Su convicción era que el socialismo podía construirse sobre la base de las tradiciones democráticas, en lo que se definiría como la vía chilena al socialismo; además, promovió importantes reformas políticas, económicas y sociales que transformaron al país, como la nacionalización de la gran minería del cobre y la profundización de la reforma agraria.

Por primera vez, el pueblo tenía en sus manos su propio destino. La igualdad de oportunidades y derechos eran una realidad palpable y la vida digna y justa estaba siendo garantizada por Allende.

Durante la Unidad Popular la cultura chilena floreció profundamente en referentes políticos y artísticos como el cantautor Víctor Jara (asesinado por la dictadura el 16 de septiembre de 1973) o el Nobel de Literatura de 1971, Pablo Neruda, quien falleció el 23 de septiembre de 1973.

Su discurso y sus medidas revolucionarias eran abiertamente opuestas al orden establecido por Estados Unidos en la región y afectaban a los intereses de la oligarquía y de los sectores de la derecha del país, quienes iniciaron  una campaña de desestabilización económica contra el gobierno.

Con la investidura de Salvador Allende Gossens como Presidente de Chile el 3 de noviembre de 1970, se inició en el país el más ambicioso proceso de cambios sociales, económicos y políticos del que haya sido testigo Chile durante su historia. Como abanderado de la Unidad Popular, Allende no sólo se convirtió en el primer mandatario socialista en el mundo en ser elegido democráticamente, sino también el primero en intentar transitar al socialismo mediante la vía pacífica, también llamada vía chilena al socialismo.

En el sector agrario se profundizó el proceso de reforma agraria iniciado por el gobierno de Jorge Alessandri y acelerado por el de Eduardo Frei Montalva.

En el área de la salud se mejoró el equipamiento de los hospitales y se estableció un programa de distribución de medio litro de leche diaria a cada niño. En educación se impulsó la enseñanza preescolar, básica e industrial, además de ampliarse el acceso a la universidad. El proyecto más emblemático en esta materia fue el denominado Escuela Nacional Unificada (ENU).

El legado de Salvador Allende con el gobierno de la Unidad Popular ratifica el profundo valor del espíritu republicano con un presidente que fue capaz de entregar su vida para defender las instituciones democráticas en todo su esplendor. Allende es la voz de las más amplias expresiones intelectuales, políticas e ideológicas de la izquierda, puestas en función de satisfacer las necesidades populares.

Más valorativo aún es la figura de un presidente revolucionario, que fue capaz de llevar a cabo un conjunto de acciones puestas a disposición de mejorar las condiciones de vida de miles de trabajadores en nuestro país. En Allende la revolución no es consigna. Es transformación y cambio con perspectiva de futuro.

La transición democrática y la postdictadura configuraron dos izquierdas: una funcional a la democracia estrecha e insuficiente que la dictadura configuró a sangre y fuego, caracterizada por su autocomplacencia y escaso nivel de autocrítica; y otra profundamente crítica del proceso, pero con escaso nivel de influencia y coordinación en el lugar en que se toman las decisiones .

De acuerdo a Esteban Valenzuela, doctor en Historia Contemporánea, las grandes obras del gobierno de Allende fueron:

-La Nacionalización del cobre

Patricio Meller, economista vinculado a la Democracia Cristiana, demostró una paradoja: mientras Allende implementó la nacionalización del cobre el Estado obtuvo una baja recaudación debido al bajo precio internacional y a los litigios contra el Estado que siguieron las empresas norteamericanas, pero luego le significó a la dictadura disponer de diez mil millones de dólares entre 1974-1987, la viga maestra, el sueldo de Chile, el sostén en medio de una dictadura que bajó al mínimo los impuestos a las empresas privadas.

La dictadura logró sostener el gobierno central gracias a la nacionalización:

El impacto total de la nacionalización de la Gran Minería ha significado que durante el período 1974-1987 la economía chilena ha contado con un volumen de ingresos adicionales, que se eleva a 9.5 mil millones de dólares (de 1987)”.

Orlando Caputo y Graciela Galarce mostraron el proceso de desnacionalización progresivo, tanto bajo la dictadura (con su Código Minero que permitió el regreso del gran capital privado internacional) como con la Concertación que no limitó dicho ingreso ni expandió con mayor fuerza a la estatal Codelco. Mientras el Estado controlaba en 1973 el 94 % de la minería del cobre, ya en el año 2007 era sólo un 31 %.

Hagamos historia de lo que pudo ser: en el año 2012 la estatal Codelco con el 30% de la producción de cobre aportó 10 mil millones de dólares en un año al Estado, las privadas con el 70 % de la minería, sólo 5 mil millones en impuestos. Si Codelco hubiese mantenido la supremacía con un buen manejo y una cartera de inversiones, aportaría sobre 30 mil millones de dólares anuales al Gobierno chileno.

El ejercicio toma el año 2012 en que bajó de cuatro dólares a 3.6 la libra de cobre, ya que el 2011 fue aún más notable. Por eso se dice en las plazas y protestas: Con el cobre nacionalizado como lo hizo Allende en Chile no habría pobreza.

Esta idea es parte del sentido común popular que se recrea con más fuerza. Fue la gran reforma de Allende, de la mano del paso dado por Frei, que sigue dando frutos ingentes a Chile. El país creó en el Gobierno de Bachelet un fondo de ahorro de excedentes del cobre para dar sostenibilidad a las pensiones sociales.

La nacionalización tuvo impacto económico y en ingresos enormes, pero fue además una prueba dura para demostrar que obreros y profesionales chilenos eran capaces de administrar la mega industria del cobre.

Cuando se chilenizó (1965) en la época de Frei, implicó que el Estado Chileno fuera dueño del 51 % de la Minería del Cobre, pero siguió siendo administrada básicamente en su cuerpo directivo por extranjeros, personal de una transnacional.

La Nacionalización, que contó con el apoyo unánime del Congreso, provocó una estampida de ingenieros y directivos americanos y de otras nacionalidades.

Es tiempo de Guerra Fría, época de temores, en que se produce la diáspora de la “inteligencia de la empresa”. El “know how” (cómo hacer) de administrar una mega empresa de cobre quedaba comprometido y surgía la duda si los ingenieros y directivos chilenos serían capaces de administrar y proyectar la minería cuprífera en manos 100% del Estado.

En el acto de promulgación de la ley en el invierno de 1971, en la Plaza de Rancagua, capital de la provincia de la mina de cobre subterránea más grande del mundo, El Teniente, el Presidente lista la serie de problemas productivos de la empresa, hace mención a desafíos que comienzan a estudiarse y diseñarse en esos años y que cuajarán durante los setentas: la ampliación de la Fundición Caletones y la creación de nuevos niveles en la mina para ampliar la producción.

A pesar de las huelgas y la división entre los propios trabajadores, los ingenieros y directivos chilenos fueron capaces de demostrar que podían administrar un Codelco estatal, lo que sentó las bases de la mega empresa que ni siquiera la dictadura se atrevió a privatizar: era demasiado bueno el negocio para todos los chilenos. Esta idea es parte del sentido común popular que se recrea con más fuerza. Fue la gran reforma de Allende, de la mano del paso dado por Frei, que sigue dando frutos ingentes a Chile. El país creó en el gobierno de Bachelet un fondo de ahorro de excedentes del cobre para dar sostenibilidad a las pensiones sociales.

Leonardo Buitragolbuitrarcia

A pesar de las huelgas y la división entre los propios trabajadores, los ingenieros y directivos chilenos fueron capaces de demostrar que podían administrar un Codelco estatal, lo que sentó las bases de la mega empresa que ni siquiera la dictadura se atrevió a privatizar: era demasiado bueno el negocio para todos los chilenos.

-La profundización de la Reforma Agraria

De acuerdo a John Strassman, quien fuera director del Centro para el Desarrollo de la Universidad de Wisconsin, la reforma agraria de Frei y Allende fue el pilar que modernizó la agricultura chilena y se hizo competitiva para la exportación. Sin la reforma agraria, Chile hubiese seguido en relaciones semifeudales y atrasadas basadas en la hacienda.

Los datos son elocuentes: la UP en tres años casi duplicó las hectáreas expropiadas en el gobierno de Frei: entre 1965-1970, 1.319 predios con 3.400.000 hectáreas; con Allende 4.400 predios con 6,4 millones de hectáreas. Con el tiempo y atenuada las pasiones, la casi unanimidad reconoce la virtud de un proceso que comenzó con Alessandri (800 mil hectáreas), aportó a dar dignidad a los campesinos y mejorar la producción, al entregar a productores tierras ociosas altamente concentradas. Los gestores de la reforma postularon que la causa de ambos problemas era la mala distribución de las tierras agrícolas: la concentración del 78% de la tierra agrícola en manos del 7% de los productores, por un lado, y, por otro, la atomización de la tierra en manos de pequeños agricultores que constituían el 37% de los productores y que debían repartirse el 0,3 % de la tierra.

-Educación superior para todas las clases sociales

El sistema de educación superior chileno era de calidad, pero muy elitista, a la par de los países latinoamericanos. Basta recordar que hacia 1965 solo el 20% de los jóvenes terminaba la secundaria y al restringido sistema universitario de ocho instituciones solo concurría el 3% de la población entre los 18 y los 25 años de edad. Según José Joaquín Brunner:

Se trataba de un pequeño aparato institucional compuesto por ocho universidades, las cuales representaban la culminación evolutiva de un peculiar régimen mixto de provisión de educación superior. Se hallaba conformado por dos instituciones estatales -una creada en la primera mitad del siglo XIX, la otra en el siglo XX- y seis universidades privadas, tres de ellas fundadas dentro del dominio confesional de la iglesia católica y otras tres, no-confesionales, creadas en regiones con apoyo del Estado; en un caso por un gran empresario porteño y en los otros dos por grupos de élite dentro de las respectivas comunidades locales. La renta nacional -con un gasto fiscal equivalente al 1.08% del PIB- financiaba casi completamente este mínimo sistema que atendía apenas 55 mil estudiantes en 1967, con una tasa bruta de cobertura de un 7,1%, en un momento en que recién se había universalizado la educación primaria y la educación secundaria excluía a un 79% de los jóvenes de la cohorte respectiva”.

La Unidad Popular amplió las sedes universitarias públicas en regiones, destacando zonas que nunca habían tenido oferta, como Osorno (luego Universidad de Los Lagos) o Rancagua, que tuvo el programa para técnicos universitarios para trabajadores de la Universidad Técnica del Estado.

El Instituto Nacional de Capacitación Técnica, Inacap; creado en 1966, se sumó a la expansión en Santiago y regiones. Todos ellos -DUOC, UTE e INACAP- hicieron convenios con la Central Unitaria de Trabajadores.

Esta primera expansión universitaria relevante, incrementó de 50 mil a 150 mil la matrícula en educación superior entre 1967 y 1973. Luego vendría la expansión privatizadora de la dictadura desde 1982 y el alto crecimiento bajo la Concertación para superar el 50% de los jóvenes en alguna de las 240 instituciones de educación superior hacia el año 2009, aunque con las asimetrías de calidad y alto costo para las familias que impone el modelo. Así lo resalta un estudio de Flacso, que además destaca que las mujeres alcanzaron en dicho período el 41% de la matrícula:

8 mil estudiantes en 1940, 24 mil en 1960, 55 mil en1967 a 155 mil en 1973”.

-Soluciones habitacionales

Chile vivió desde 1940 como toda América Latina una explosión demográfica, situando en medio millón de unidades el déficit habitacional en 1970. Las tomas o invasiones de terreno se fueron acrecentando desde 1957, con tomas emblemáticas como La Victoria en la zona sur de Santiago o 25 de febrero en Rancagua.

En el gobierno de Frei se crea el Ministerio de Vivienda y se producen operaciones sitio o tiza, en que al menos se demarcaba un pedazo de tierra a una familia para alentar procesos de autoconstrucción de las familias sin capacidad de ahorro y sin empleos formales.

Con el triunfo de Allende se inició una política más activa, dando al Estado un rol en otorgar viviendas directamente y no solamente que se gastaran los recursos en las cajas de ahorro.

El período 1970-1973, se caracterizó por planes anuales, que fueron los motores de la política social de aquella época, y que tuvieron como principio básico la concepción de que la vivienda es un bien al cual tienen derecho todos los habitantes y su reparto no se puede regir por reglas económicas, sino por necesidad y condiciones sociales. El papel del Estado sería ahora más activo, dentro de sus principios se planteó que él debía ser el propietario del suelo, y el encargado de construir y controlar de acuerdo con las exigencias urbanísticas y sociales, las cuales debían primar sobre aquellas de carácter especulativo. Los nuevos fundamentos de la gestión fiscal, provocaron la reacción de aquellos grupos empresariales involucrados en el sector de la construcción, al tiempo que alentó a trabajadores y pobladores ante el inicio del proceso de estatización de dichas empresas.

Lo de la UP fue un cambio de política relevante. En América Latina prevalecía lo planteado por el británico John Turner: dar el terreno a los pobres para que se construyan donde ellos mismos han invadido. Fue un paso al reconocer al pobre un lugar donde habitar, pero muchas veces abandonados en pésimas condiciones y sin alcantarillado ni agua.

Allende quiso masificar soluciones de vivienda desde el Estado, no solo experiencias puntuales (casos de barrios para obreros se conocían desde el 1890, pero unas pocas soluciones), para eso se lanza el programa de Fábricas Populares de Vivienda, en un plan ambicioso llamado 20.000/70, que buscaba construir veinte mil soluciones al año. Se contabilizaron seis mil soluciones en 1971, lejos de la meta, pero mucho más que lo obrado por décadas de gobiernos centrados en los sectores medios. Se señaló que el Estado debía focalizarse en los pobres y no solo darles un sitio.

-Bienestar y Alimentación escolar e infantil

En el marco de las primeras 40 medidas de la Unidad Popular es posible encontrar cinco que se vinculaban a éste objetivo:

a) El niño nace para ser feliz: el programa tenía como objetivo otorgar matrícula completamente gratuita, libros, cuadernos y útiles escolares sin costo, para todos los niños de la enseñanza básica.

b) Mejor alimentación para el niño: consistía en dar desayuno a todos los alumnos de la enseñanza básica y almuerzo a aquellos cuyos padres no se lo podían proporcionar.

c) Leche para todos los niños de Chile: aseguraba la entrega de medio litro de leche diaria como ración a todos los niños del país

d) Consultorio Materno-Infantil en su piblación: consistía en la instalación de consultorios materno-infantiles en todas las poblaciones.

e) Verdaderas vacaciones para todos los estudiantes: consistía en una invitación al Palacio Presidencial de Viña del Mar a los mejores alumnos de la enseñanza básica, seleccionados de todo el país.

De este conjunto de medidas la que tuvo mayor trascendencia fue la del medio litro de leche para todos. A pesar de los problemas de aplicación que tuvo en pleno gobierno de la Unidad Popular.

El compromiso del medio litro de leche se mantuvo contra viento y marea durante los mil días que duró la presidencia de Salvador Allende. Cuando la producción interna no dio abasto, se importó leche en polvo. Ésta subió de precio y escaseaban las divisas, pero ningún niño dejó de recibir su medio litro de leche. En 1970, antes de constituirse el Gobierno Popular, habían recibido leche gratuitamente 650 mil personas, particularmente niños. En 1971 se distribuyeron gratuitamente 47 millones de litros, una cantidad semejante en 1972 y, a pesar de todas las dificultades, 49 millones en 1973, llegando a favorecer a 3.600.000 niños.

Tanto fue el éxito y el vínculo del medio litro de leche con las necesidades de la población, que se transformó en una de las medidas de la UP que posteriormente la dictadura cívico-militar no pudo eliminar, a pesar de las profundas reformas de ayudas estatales que implementó bajo la doctrina neoliberal de los Chicago Boys.

-Fomento de la lectura masiva

La Unidad Popular hizo una enorme innovación al llevar a miles de hogares libros y revistas accesibles a todo público, a través de la Editorial Quimantú.

Las familias obreras no tuvieron dudas en comprar por módicas sumas una biblioteca completa de los clásicos universales y chilenos de Quimantú, y de algunas de sus revistas como Nosotros los chilenos y Hechos Mundiales. Por cierto, a Jack London y otros clásicos, se sumaron autores revolucionarios… Los mismos que terminaron en una hoguera en el patio de muchas casas ante los temores de allanamientos en las infaustas horas de septiembre de 1973.

Quimantú nació de la expropiación de editorial Ziz-Zag, animada por los propios trabajadores, funcionando desde noviembre de 1971 hasta el golpe. Imprimió diez millones de ejemplares de 250 títulos, en las siguientes colecciones:

Quimantú para todos, Mini libros (obras de literatura universal y chilena), Nosotros los chilenos (mini reportajes con ilustraciones sobre el ser de los chilenos), Cuadernos de Educación Popular (a cargo de Marta Harnecker), Cuncuna (colección infantil), Camino Abierto, Análisis y acción, Clásicos del Pensamiento Social, Figuras de América.

En Quimantú para todos (47 volúmenes), se publicaron desde el ya citado London con Llamado de la Selva, las también novelas de travesías de Francisco Coloane, un Manual de Educación Sexual de Rodrigo Quijada, hasta la novela de Nicomedes Guzmán, La Sangre y la Esperanza, que retrata la pobreza en el Barrio Yungay de Santiago poniente a comienzos del siglo XX.

-El software para las empresas públicas

El proyecto se denominaba Cybersin y era de la Corfo.

Esta innovación comenzó cuando Fernando Flores, directivo de Corfo, junto al Ingeniero Raúl Espejo, el diseñador Rodrigo Walter, entre otros, traen a Chile al inglés Standfor Beer, teórico cibernético.

Se reúnen con Allende y se largan a poner a todas las empresas del Área de Propiedad Social a informar de sus principales necesidades de insumos y stocks de productos por la vía de Télex (fax), los que eran digitados en una gigantesca computadora IBM comprada para el caso, la que debía procesar y retroalimentar a las mismas con las necesidades más urgentes.

El sistema tuvo la oportunidad de demostrar su utilidad en octubre de 1972, cuando 50.000 camioneros en paro bloquearon las calles de Santiago; empleando las máquinas de teletipos, el gobierno fue capaz de coordinar el transporte de alimentos a la ciudad con los cerca de 200 camiones leales a Allende y que no se encontraban en paro.

Comentando este hecho, Beer señalaba modestamente:

Comunicación es control. Tras el golpe, el centro de control fue destruido. Cybersyn o Synco nunca pudo ser aplicado y fue abortado irrevocablemente, frustrando uno de los proyectos políticos y cibernéticos más avanzados de la época en el mundo (…) En el centro de control en Santiago, un computador procesaba a diario la información recibida desde las fábricas. Al procesar tal información, se obtenían predicciones de corto plazo y recomendaciones para realizar mejoras. Existían cuatro niveles de control (compañía, rama, sector y total) que contaban con retroalimentación algedónica (si el nivel de control inferior no podía solucionar un problema en un intervalo de tiempo determinado, el nivel superior era notificado al respecto). Los resultados eran discutidos en la sala de operación y se elaboraba un plan global. El software del proyecto Synco se llamaba Cyberstride y empleaba control bayesiano. Fue escrito por un equipo de programadores chilenos en consulta de 12 programadores británicos”.

La experiencia no fue en vano; y muchos universitarios, técnicos y ejecutivos de empresas comprendieron tempranamente la importancia de la informatización y las redes. Los allendistas eran revolución y modernización, apertura a innovaciones.

Entender los computadores como espacios instantáneos para comunicarse y coordinarse -no sólo procesar información pre formateada- fue efectivamente una de las derivadas que llevó a crear Internet.

La UP se estaba adelantando al Ministerio de Defensa estadounidense, creadores “oficiales” de la web. Recordemos que desde 1962, el investigador J.C.R. Licklider, del Massachusetts Institute of Technology, proponía usar los computadores para compartir datos, Galactic Network, pero solo hacia 1972 -contemporáneo al experimento chileno de Cybersin- se prueba con transmisiones en red.

-Museo de la Solidaridad

Otra de las grandes creaciones de la Unidad Popular fue la construcción del primer museo de la solidaridad que reunía obras de grandes artistas del mundo. Esta creación se presenta como innovación por dos motivos:

1. Espacio de Arte universal: la idea de Salvador Allende era crear un espacio donde las diferentes culturas se encontraran en un espacio común y que los sectores más vulnerables de nuestra sociedad lograran acceder a la cultura de manera gratuita.

2. Solidaridad internacional por la socialización del arte: el museo se componía de donaciones solidarias de creadores comprometidos con el proceso de construcción socialista chileno, por lo que entregaban sus obras de manera gratuita. De esta forma, entre 1971 y 1973, se reciben más de 500 obras entre pinturas, grabados, esculturas, dibujos, tapices y fotografías.

A pesar de lo poco conocida de esta obra es importante señalar que marca un hito por la forma en que se gesta el museo. Su carácter internacional y solidario marca precedente como innovación de proyectos de difusión cultural.

-Otras Obras

Los viajes a balnearios populares que reivindicaron el derecho de los pobres a viajar a la playa y el descanso (hoy popularizados en cientos de municipios con sus paseos en buses, como los otrora trenes populares a Constitución, Dichato, Cartagena o Pichilemu), el apoyo estatal a la música con raíz folklórica chilena, las poblaciones para obreros y empleados en zonas “ricas” de Las Condes (la dictadura los expulsó a los márgenes de la ciudad), la integración social en academias y colegios, entre otras tantas.

Finalmente, Allende es la expresión misma de que la relación entre idealismo y pragmatismo, reformismo y revolución, realismo y utopía, son perfectamente dialogantes, constituyendo el encuentro dialéctico para lograr los objetivos trazados. Nos enseña que detrás de cada acto, hay un espíritu y motivación.

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