Asamblea Constituyente: Pidiendo lo “Imposible”

No está nada de fácil la cuestión

Por Wari

18/07/2014

Publicado en

Chile / Política

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El poder a la gente

No está nada de fácil la cuestión. Simplificando, pero no tanto, todos parecen querer un cambio constitucional, muchos a través de una Asamblea Constituyente, pero a la vez todo apunta a que ya estaría “cortado el queso” y que la nueva administración tendría un plan para realizar cambios constitucionales “desde arriba”, sin Asamblea Constituyente. Pero la cosa no es en realidad tan simple. No sólo porque hay muchos que no quieren cambios constitucionales de fondo, con o sin asamblea constituyente, sino sobre todo porque lo que sucederá no está del todo definido, más allá de lo que algunos hayan querido cortar. Es que el movimiento que se ha logrado formar en torno a la Asamblea Constituyente no es para nada despreciable, e incluye no sólo a importantes dirigentes -actuales y pasados- de los movimientos sociales, sino a importantes intelectuales y dirigentes políticos, incluyendo varios que acaban de jurar como nuevos parlamentarios. Se calcula además que cerca del 10% de los votantes marcó su voto con las siglas AC. Todo esto augura que podrían haber sorpresas.

Dos encuentros recientes reflejaron los desafíos con que enfrenta uno de los movimientos potencialmente más trascendentes de los últimos tiempos en nuestro país. El más reciente tuvo lugar el 7 de marzo en un “elegante” café del Barrio Lastarria y el otro en diciembre en un centro cultural de La Florida, adonde funcionan también las oficinas del flamante senador Carlos Montes, quien en la ocasión se excusó de participar en el foro por estar en el último acto electoral de la entonces candidata Bachelet.

En el acto de La Florida, organizado por el grupo Marca tu Voto, Gustavo Ruz vaticinaba lo que ocurriría en los próximos meses:

“Se está preparando en este momento un proyecto de ley para presentarlo en el parlamento… y con poquitos votos que le faltan a la Nueva Mayoría, imponernos una nueva constitución desde el parlamento. Los senadores redactan a nombre de todos nosotros una constitución y los honorables resuelven a nombre nuestro. Todos los demás quedamos marcando ocupado”, planteaba en diciembre Gustavo Ruz. A propósito, Ruz del Movimiento pro Asamblea Constituyente, uno de los antiguos en esto de exigir cambios constitucionales, no participó en la reunión del 7 de marzo organizada por el grupo Plebiscito para una Asamblea Constituyente.

“No hay decisión tomada” declaraba en esta última reunión Patricio Rodrigo, conocido por su rol en la Coalición Patagonia sin Represas, respecto a cuál sería el mecanismo para cambiar la carta fundamental.

Sin embargo han habido señales importantes que apuntan a lo contrario. Ya en diciembre, el hermano menor del duopolio que hegemoniza la prensa escrita chilena titulaba en su portada: “Nuevo gobierno privilegiará la vía legislativa para la constitución”. En una entrevista en su interior el ex-jefe del equipo de constitución de Bachelet, Francisco Zuñiga detallaba la idea de “remitir una proyecto de reforma total de la Constitución al Parlamento”.

“Esa es una usurpación de funciones. Si los diputados hacen eso no es porque tengan atribuciones, desde el punto de vista de la constitución de Pinochet, es porque van a tener el respaldo del Ejército, de la Billiton , de Luksic , de los poderes fácticos, del Opus Dei y de la Embajada de Estados Unidos. Va a ser una imposición dictatorial más. No va a ser un acto democrático”, declamaba emocionado Ruz en La Florida ante los cerca de 120 asistentes al foro.

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“Yo les insto a que luchemos de ahora mismo para impedir que la mayoría parlamentaria nos escamotee la atribución única de nosotros como poder constituyente originario, de redactar nuestra propia constitución tal como lo han hecho los demás países civilizados”, agregaba.

Pero no todos los que trabajaron con la presidenta Bachelet el tema constitucional, están tan convencidos del camino parlamentario.

“La fuerza y la iniciativa para solucionar el problema constitucional no pueden hoy venir del sistema institucional, es decir, no pueden venir de una comisión parlamentaria, no porque yo crea que esos parlamentarios son unos tales por cuales. Ellos funcionan en un contexto institucional que no puede, no está en condiciones de ser la iniciativa para un proceso que solucione el problema constitucional. Esa iniciativa tiene que venir del movimiento ciudadano”, señalaba en diciembre Fernando Atria.

Incluso dentro de sectores del nuevo gobierno habrían sectores pro asamblea constituyente. En su momento partidos como el PPD, el PRSD y el MAS han, de una u otra manera, apoyado la Asamblea Constituyente.

La prensa chilena dominante por supuesto no ha informado adecuadamente de estos pormenores. Lo recordaba Marco Enríquez-Ominami, participante en ambas reuniones:
“Este debate ha tenido visibilidad igual a cero. La televisión es casi la única constructora de realidad. Llama la atención que en 24 años, la televisión pública no ha hecho nunca, pero nunca, un reportaje, nunca un documental, un debate sobre la Asamblea Constituyente”, planteaba el dirigente del PRO, para quien la Asamblea Constituyente es La Pregunta:
“Hemos perdido la dimensión de las palabras. Nos quieren proponer que la Asamblea Constituyente sea una pregunta al pasar y no La Pregunta, porque ahí también se explica una visión de sociedad. Cuando alguien nos propone que sea una comisión de este Congreso, también explica una visión de la sociedad, asume que es legítimo este Congreso elegido con el binominal, con leyes de quorum, etc.”

Concuerda con esta visión Carlos Ominami, padrastro de Marco y ex-senador y ministro de la Concertación: “No es cierto que dé lo mismo el mecanismo y el contenido”, decía Ominami en el encuentro del Barrio Lastarria.

Lo mismo, pero con otras palabras, planteaba en esa junta el flamante nuevo diputado, ex-dirigente estudiantil y único parlamentario que ganara de manera independiente, Gabriel Boric: “La forma determina el fondo”, dijo escuetamente.

En la reunión de marzo los asistentes, entre ellos tres nuevos parlamentarios y tres ex candidatos a la Presidencia de la República (Gabriel Boric, Giorgio Jackson y Vlado Mirosevic, junto a Jorge Arrate, Marco Enriquez-Ominami y Tomás Hirsch) conversaron sobre planes para los próximos meses, entre los que están iniciativas legales y plebiscitos comunales, además claro de movilizaciones sociales.

En lo último pareciera estar la clave. Incluso para aquellos que no se cierran a que hayan otros caminos, como es el caso de Fernando Atria.

“Es un error pensar que la demanda de Asamblea Constituyente es una especie de demanda moral y que cualquier constitución que no sea producida a través de una Asamblea Constituyente va a ser insanablemente nula, porque las circunstancias de la política a uno lo enfrentan a veces a unas soluciones que no son las mejores, pero que son buenas”, decía el abogado en diciembre.

En esa ocasión fue confrontado por algunos asistentes que comentaron que los dichos de Atria se asemejaban a la “justicia en la medida de lo posible” del ex-presidente Patricio Aylwin, a lo que Atria respondió: “¿Cuál es el problema con la frase de Aylwin? Lo que la frase de Aylwin significó en los hechos fue negarse a la posibilidad de que mediante la acción política, las fronteras de lo posible pudieran ser redefinidas. Era pensar de antemano que lo que parecía imposible en un momento iba a serlo en el futuro… el error fue pensar que lo posible no es sensible a lo que uno hace, y que uno no puede redefinir lo posible”, dijo el abogado constitucionalista.

“Esto es una cuestión que va a tener que seguir creciendo. Una presión ciudadana no es una cuestión de todo o nada, es una cuestión que tiene historia, que se desarrolla en el tiempo, que es pequeña en un momento y que va creciendo y que a medida que va creciendo, va redefiniendo lo que es posible y lo que es imposible”, reflexionaba Atria.

Marco Enríquez-Ominami por su parte se preguntaba cómo seguir acumulando fuerzas: “Un camino es apostar a la crisis institucional que es cada día más aguda”, se contestaba.

Así , como decían las murallas de París en la insurrección estudiantil-obrera de mayo de 1968: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

Por Cristián Opaso

El Ciudadano Nº151, marzo 2014

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