Otro golpe recibió el primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Pero esta vez no fue una acción individual, sino que se trató de un referéndum convocado en el que los italianos rechazaron con un aplastante 95% en contra la privatización del agua potable, las tarifas del servicio hídrico y el uso de energía nuclear. En la fotos los italianos celebran la victoria.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, recordará para siempre el fin de semana que recién pasó. El 12 y 13 de junio los italianos votaron en referéndum contra la vuelta a la energía nuclear y en rechazo a un proyecto de privatización del agua potable y a favor de derogar la ley del «legítimo impedimento», que era el escudo que lo protegía de las demandas por corrupción iniciadas en su contra.
Pero el primer golpe no lo dio el contundente rechazo, sino la alta participación, que se empinó al 57 %, lo que supera el quórum del 50 % establecido por la ley para resultar el plebiscito vinculante.
Si la primera estrategia del premier italiano fue evitar la concreción del referéndum, la arremetida durante los días previos fue para que la abstención impidiera su validez. No pudo ni lo uno ni lo otro.
Con más de la mitad de los votos escrutados, más del 95 por ciento de los votantes se expresaron afirmativamente por la derogación de las leyes consultadas, según los datos facilitados por el Ministerio del Interior con más de la mitad de los votos escrutados.
El pasado martes 7 de junio, la Corte Constitucional italiana validó la realización de la consulta. Aunque estaba previsto para el miércoles primero de junio, Berlusconi intentó a través de la Abogacía del Estado recurrir ante el Tribunal Constitucional por la decisión de la Corte Suprema de autorizar la consulta ciudadana.
Italia había impedido el uso de lo nuclear en 1987 con un referendo tras la catástrofe nuclear de Chernóbil.
Los ciudadanos italianos también votaron sobre la privatización del agua, cuya gestión estaba antes en manos de las municipalidades y sobre la impunidad de los políticos en ejercicio. Esta última pregunta atañe a la ley llamada “ley del legítimo impedimento”, que permite al primer ministro alegar compromisos de Gobierno para frenar sus juicios pendientes durante los 18 meses de su cargo ministerial.
La convocatoria a la votación vino del partido del ex-fiscal Antonio Di Pietro, Italia de los Valores y las cuatro preguntas del referendo fueron calificadas por Berlusconi de “inútiles y demagógicas”.
Berlusconi intentó por todos los medios impedir que los italianos decidieran cancelar definitivamente el programa atómico que su Gobierno había paralizado sólo de forma temporal.
Tras la catástrofe japonesa de Fukushima, el Gobierno, frente al fortalecimiento de la oposición gubernamental, detuvo en abril el programa de reintroducción del nuclear.
En los cuarenta últimos años, se desarrollaron 15 referendos diferentes, donde el 50% más uno de los italianos –como en el presente- eran necesarios para ratificarlo. Sólo 8 de los 15 reunieron suficientes votantes para validarlo.
Por Mélissa Quillier
El Ciudadano