José Domingo Gómez Rojas, el poeta-cohete: lucha, prisión y muerte

Por estos días, hace 90 años, otro profundo dolor afectaba a la clase obrera chilena

Por Wari

03/10/2010

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Por estos días, hace 90 años, otro profundo dolor afectaba a la clase obrera chilena. El 29 de septiembre moría, loco y encerrado, José Domingo Gómez Rojas, poeta, estudiante, anarquista, fiel representante del espíritu impetuoso y sensible de la generación de 1920.

Su muerte coronó fatalmente una época de represión, de persecución y ataques a todo el movimiento popular de parte de los gobiernos oligárquicos de las primeras décadas del siglo XX, situación que en 1920 afectó directamente a muchos de los participantes de las numerosas colectividades anarquistas de la época, perseguidos y violentados, envueltos en montajes y hechos prisioneros.

Una historia que se repite de vez en cuando y hoy nos suena como tragicomedia, a propósito del bullado caso “bombas de ruido”.

EL CRISTO DE LOS POETAS

Durante las primeras décadas del siglo XX, la clase dominante chilena se adjudicaba una muy mala gestión en su intento de llevar al país a la modernidad capitalista. La llamada “cuestión social” develaba las víctimas de este proceso. El rápido crecimiento de la fuerza de trabajo y la concentración en ciudades no preparadas para recibir altos niveles de migración, agudizaron los problemas sociales (hacinamiento, cesantía, mortalidad infantil, desnutrición, etcétera) a la par que empujaron a los trabajadores a fortalecer su organización. Crecidos cuantitativa y cualitativamente, los explotados salieron a la calle y desafiaron al Estado.

José Domingo Gómez Rojas (JDGR de aquí en adelante) había nacido en 1896, el 4 de agosto. Hijo de una madre analfabeta y de un padre ebanista, creció en la pobreza, pululando por el barrio Yungay y luego por San Diego, Nataniel y Avenida Matta, y conviviendo con todas las miserias, personajes y valores del bajo mundo, condiciones que marcarán profundamente su vocación y creación.

En 1908 entra a Humanidades en el liceo Luis Barros Borgoño y ya a sus dieciséis años publica su primer libro de poesía, el más conocido y radical: “Rebeldías Líricas”. El mismo año, 1913, viaja a Argentina para estudiar a sus escritores, principalmente a Almafuerte (Pedro Palacios). Lector de Oscar Wilde y Nietzsche, JDGR también escribe comentarios de arte y obras de teatro, destaca por sus arengas e intervenciones públicas y trabaja activamente en iniciativas culturales y sociales, como las clases que realiza en un liceo nocturno para obreros (lo que le ayudaba, por cierto, a obtener algún ingreso).

A juicio del historiador Sergio Grez Toso, su figura “no da para simplificaciones, porque sus definiciones ideológicas eran complejas y contradictorias”. Y lo dice en relación a la cercanía de JDGR con el mundo cristiano protestante, en cuyas revistas publicó sus primeros poemas, así como por su paso por la Juventud Radical.

Sin embargo, para Diego Mellado, miembro del Grupo de Estudios JDGR, “en la medida en que comprendemos el pensamiento de su tiempo, y toda la amplitud e intereses que existía entre los jóvenes, no vemos mayores contradicciones, en tanto que su postura frente al cristianismo era anticlerical, característica elemental que compartía con los radicales”.

Como señala Maximiliano Astroza-León, en su ensayo sobre el poeta, “Rebeldía y Libertad…”, aunque los anarquistas de la época hacían causa común con radicales y masones en protestas anti-clericales y anti-religiosas (…) advertían en sus periódicos que esos actos no cambiaban en nada la situación del pueblo, no tenían nada en común con el anarquismo y la participación en ellos de los libertarios, debía efectuarse dejando clara sus posiciones.

Luego de su primera época lírica, en sus postreras “Elegías”, JDGR adopta una lírica cada vez más mística, con referencias a la ineludible tragedia de la muerte para el ser humano, pero sin despegar nunca sus pies de lo terrenal y social.

Sus “Rebeldías Líricas” son gritos en contra de la explotación y los explotadores, cantos juveniles al amor y a la naturaleza, exhortaciones a la humanidad, frescos donde se describe vívidamente el sufrimiento de los miserables (“En el hospital” o “El suburbio”, entre muchos otros), pero, a la vez, son mesiánicos sones que profetizan la revolución social, la construcción de un mundo verdaderamente humano que redima del sufrimiento cotidiano a la mayoría trabajadora.

“Yo, hijo de este siglo hipócrita y canalla / reniego de mi siglo y salgo a la batalla / con gritos de amenaza y ayes de rebelión, / sean mis gritos cantos rojos como la dinamita / y como mis dolores, como mi ansia infinita, / como mi sed eterna de redención”, recitaba en “Renegación”, como un eco meridional de dadá, como reflejo una época absurda que, en ese momento, enviaba a los proletarios a despedazarse en los campos de batalla europeos.

Respecto a lo que puede considerarse como su “arte poética”, JDGR anotaba en su diario el 26 de diciembre de 1916: “Yo he notado en mi poesía una profunda tendencia a espiritualizar la vida (…) Músicas ignoradas, o que me han sorprendido como nuevas, bellezas desconocidas, o que me han parecido revelaciones, momentos que han puesto en mi alma visiones que me han sido como sobrehumanas, han determinado en mi la convicción de que yo puedo decir versos eternos, que yo puedo escribir palabras que Dios mismo ha puesto en mis labios”.

LA ALIANZA OBRERO-ESTUDIANTIL

“JDGR es de esas tantas figuras que llega a la política a través de la vida bohemia -artística e intelectual- de esos años. En ella se reúnen poetas, escritores, personas de variada condición social -clases medias y bajas- que ven en la bohemia un modo de vida, una cultura contestaria respecto a la cultura oligárquica y católica”, afirma Sergio Grez.

De todas maneras, es necesario agregar que, quizás paradójicamente, es la propia existencia del poeta en la precariedad del mundo popular lo que lo lleva a educarse, auto-educarse, luchar por un mundo más justo, desde un punto de vista libertario, y expresarse de manera sublime a través de las letras.

“Como el mar que modula sus canciones

-sus canciones formidables, sus tormentas y tormentos-

Es mi alma que modula sus lamentos

Que son cantos que predicen las futuras, las tremendas, formidables rebeliones!…”

La Federación de Estudiantes de Chile (Fech) fue fundada en 1906 por jóvenes universitarios de ideas avanzadas y en ella rápidamente confluyeron, además, sectores de obreros y artesanos.

Para Fernando Vallejos, militante del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), es importante señalar que la relación que se construyó entre obreros y estudiantes, “no respondió al típico asistencialismo de los que creen ‘salvar a los pobres’, sino que fue expresión de una conciencia de clase, que a través de sus propias manos busca la liberación”.

Gómez Rojas -o Daniel Vásquez, de acuerdo al alter ego poético más romántico con el que engañó a algunos de sus contertulios-, estudiante de Leyes y Castellano del Instituto Pedagógico, se involucró en este movimiento, que contó entre sus filas con destacados dirigentes como Santiago Labarca, Juan Gandulfo, Daniel Schweitzer, Alfredo Demaría y Pedro León Ugalde y a Voltaire Argandoña, Hortensia Quinio, Armando Triviño, Manuel Rojas y José Santos González Vera como fieles representantes de esa generación de recambio.

En 1918 dan forma a la Universidad Popular Lastarria, donde trabajadores y estudiantes compartieron conocimientos, en la década que duró, y que contó con el apoyo de intelectuales y académicos que aportaron su experticia, como Carlos Vicuña, Augusto D’halmar, Julio Montebruno, Guillermo Labarca y su esposa Amanda Labarca (feminista), entre otros.

Así como en las organizaciones de trabajadores, a partir del primer Congreso de la Fech, ese mismo año, predominará la idea anarquista y revolucionaria. Incluso el historiador conservador Mario Góngora lo confirma: “Sus dirigentes, a fines de la década de 1910, son sobre todo anarquistas y antimilitaristas (…) antibélicos hasta el escándalo”.

Gómez Rojas “fue un enorme, porque en su figura confluían los mejores valores de ese movimiento estudiantil”, afirma Francisco Figueroa, actual vicepresidente de la Fech, quien agrega que la Federación en los últimos años ha hecho varios esfuerzos por recuperar su legado y el de su generación, “no con la onda de la memoria nostálgica, sino con la idea de recuperar aquello que en el presente todavía sigue siendo útil”.

Para Vallejos del FEL, si bien el contexto en el que hoy se inserta el movimiento estudiantil es muy distinto, el carácter de la antigua Fech “dejó de existir hace mucho tiempo y hoy representa el discurso de ciertos partidos políticos, no el de los estudiantes”.

“A las organizaciones estudiantiles les queda mucho camino por recorrer en pos de convertirse en una herramienta poderosa acorde a las necesidades del movimiento popular, de ahí que muchas veces hemos tenido reparos a las formas de construir que han asumido la Fech y otras federaciones”, concluye.

A sabiendas de que la Federación de estos años “es un legado tremendo”, por los niveles de incidencia y participación en los procesos políticos nacionales, Figueroa considera que reeditar lo que hicieron “está fuera de nuestras manos, porque son cuestiones que obedecen a procesos más grandes. Lo que sí, buscamos revivir su vitalidad política y su íntima y genuina relación con el movimiento popular”, explica.

Sergio Grez aclara que el anarquismo “hace puente entre sectores obreros y otros no directamente proletarios, pero sí de las clases medias y bajas, que son parte de los sectores populares, ancladas más al sector estudiantil, cultural, bohemio, aún cuando las fronteras entre estos sujetos sociales son difusas y permeables”.

EL “PROCESO A LOS SUBVERSIVOS”

¡Pobres que van a defender la Patria

Y que nunca han sabido lo que es ella,

Pues sólo han ido a defender terruños

O trapos viejos que llaman banderas;

No saben que es de ricos esa Patria

Y que la Patria de ellos es la Tierra!”

Aunque se estaba articulando desde 1917, a fines de 1919 se concretó el esfuerzo desplegado por los libertarios en el ámbito sindical con la fundación de la I.W.W. (Trabajadores Industriales del Mundo), que en 1922 calculaba que al momento de su fundación contaba con 6 mil asociados. Triviño, Gandulfo y el poeta-cohete participarán en esta instancia.

Frente a la amenaza que la organización obrera significaba para el Gobierno, este utilizó diversas formas de represión en contra de los agitadores. La Ley de Residencia, por ejemplo, que comenzó a aplicarse desde 1919, persiguió y expulsó a numerosos inmigrantes anarquistas europeos y latinoamericanos residentes en Chile. Por otro lado, Luis Emilio Recabarren también fue encarcelado en este período.

Asimismo, el Gobierno de Sanfuentes, generó un escenario que derivó en el llamado “proceso contra los subversivos”, “un tongo político del año 20, destinado a desviar la atención de la gran tensión social y política que reinaba en el contexto de la campaña que llevaría a la presidencia al caudillo liberal populista Arturo Alessandri Palma”, explica Sergio Grez.

Este montaje, conocido como “La guerra de don Ladislao” –por el ministro de Guerra, Ladislao Errázuriz– echó mano al patrioterismo, movilizando tropas a la frontera con Perú y Bolivia, quienes, supuestamente, amenazaban atacar, nuevamente complotados, por sus resquemores tras la Guerra del Pacífico.

Las organizaciones revolucionarias, incluida la Fech y la IWW, no se plegaron al ambiente bélico, criticándolo, por lo que fueron fácil blanco de las acusaciones de “antipatriotas”, acusándoles, incluso, de que los delegados de la IWW eran agentes pagados por el oro peruano.

Este escenario genera el asalto y destrucción de las dependencias de la federación estudiantil por sectores nacionalistas, en pleno día e instigados por el Gobierno.

“Todo es nostalgia, madre, y en esta cárcel

Mi amor de humanidad, prisionero, se expande

Y piensa y sueña y canta por el cercano día

De la gran libertad sobre la Tierra grande”

El 20 de julio el local de la Federación Obrera de Magallanes en Punta Arenas es incendiado por las ligas patrióticas, con la venia de las autoridades locales y la policía, muriendo varias personas en el hecho.

El 21 de julio de ese año se allanan varios locales de la IWW. En Valparaíso, la policía “encuentra” cartuchos de dinamita en la sede de la sindical (hecho que en el juicio fue aclarado: el Capitán de la Policía, Enrique Caballero, contrató a dos hampones para que pusieran el explosivo en el lugar).

En Santiago, por esos días son apresados cerca de 150 sindicalistas y estudiantes, y el 25 de julio cae Gómez Rojas, sólo por su participación en la IWW, lo que para la justicia era sinónimo de asociación ilícita terrorista. Cabe decir que tras el juicio la totalidad de los anarquistas fueron absueltos y, ni la prensa ni el Estado, nunca rectificaron sus acusaciones.

A pesar del gran movimiento popular en apoyo y presión a la libertad de los presos, JDGR yace incomunicado en la Cárcel Pública, y bajo el ensañamiento del juez José Astorquiza, sufre torturas que, finalmente, lo llevarán a la locura. Trasladado al manicomio, muere la mañana del 29 de septiembre. Tenía 24 años.

Sus funerales son multitudinarios (fotografía). Se declaró un paro de tranvías, con el objetivo de que todos los obreros pudieran asistir. En el Cementerio hablaron dirigentes estudiantiles, obreros, amigos, poetas e incluso la gente protegió de la policía a algunos sindicalistas que asistieron a la ceremonia, aun cuando estaban en la clandestinidad.

Tras su muerte, el primer número de la Revista Claridad (órgano de la Fech) está dedicado a la memoria del poeta. Los textos denotan la rabia y el sentimiento de sus compañeros, culpando al Presidente, sus ministros, el Parlamento y la prensa burguesa de su asesinato. Además se incita a la acción popular vindicatoria, “ante la violencia erigida en ley”.

EPÍLOGO

El Grupo de Estudios JDGR se formó el 1º de mayo de 2009 y tomó su nombre del poeta, “reconociendo en este hombre el reflejo de una generación (…) que presenta un pensar y actuar, una ética y moral necesaria en tiempos donde se impone la explotación económica más aguda, la segregación social, la alienación cultural más profunda y la falta de libertad”. Desde ese momento, realizan una labor investigativa, no sólo de la figura de JDGR, sino del anarquismo en su relación con diversos ámbitos, a través de sus sitio web, la editorial Eleuterio y las llamadas “Sesiones Ácratas”.

Y respecto al actual contexto represivo, que tiene entre sus principales víctimas a los antiautoritarios, Grez considera que, guardando las diferencias de contexto, “cada vez que los sectores populares levantan reivindicaciones, expresan malestar y se movilizan, el Estado de Chile ha optado por la criminalización, judicialización y represión. Esto prueba la debilidad del orden socio-económico y del sistema político chileno”, concluye.

Ante esta situación, Fernando Vallejos del FEL, señala que “la única alternativa que tenemos pasa por ir creando desde abajo lazos fuertes y solidarios entre las distintas expresiones del movimiento popular, apostando a construir colectivamente y al calor de la lucha un proyecto de clase propio”.

El nombre del poeta comenzó a escucharse reiteradamente tiempo atrás, cuando un proyecto “modernizador” amenazaba con instalar una enorme estatua de Juan Pablo II en la plaza Gómez Rojas, frente a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, bautizada así, en homenaje al poeta, en la década del 40.

El proyecto fue fustigado, principalmente, por sus implicancias estéticas y por la figura religiosa del homenajeado, pero la importancia de JDGR quedó relegada a un segundo plano en la discusión levantada por ciudadanos y urbanistas.

Hoy, a 90 años de la muerte de “Chumingo” -como le llamaban sus amigos- tenemos una doble misión, una vez que la amenaza de un nuevo olvido de la truncada historia de JDGR se ha aplacado: Imaginar nuevas formas de potenciar un antagonismo popular que haga suyos los deseos de justicia de todos los antiautoritarios, y que sea consciente (y conteste) la tergiversación y las intenciones del poder, al mantener encarcelados a personas sólo por sus ideas.

Por otro lado, difundir por todos los rincones la vida, obra e ideas de Gómez Rojas, un poeta rebelde y revolucionario que –siguiendo a Astroza-León- transmitió no sólo los sentimientos respecto de la dura vida social de su época, sino también la profundidad y complejidad del alma humana.

Por eso ¡larga vida a Gómez Rojas!

BIBLIOGRAFÍA

José Domingo Gómez Rojas, Rebeldías Líricas. Santiago de Chile: Ediciones Ercilla, 1940. http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0014508

Luis Vitale, Contribución a una historia del anarquismo en Latinoamérica http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/obras.htm

Maximiliano Astroza-León, Rebeldía y Libertad. Sobre José Domingo Gómez Rojas, Editorial Eleuterio. Santiago de Chile, febrero, 2010.

Ignacio Bastías Carvacho, Política libertaria y movimiento anarquista en Santiago, 1917-1927. En http://www.archivochile.com/tesis/03_tpo/03po0011.pdf

“Revista Claridad”, Nº 1. Disponible en http://grupodeestudiosgomezrojas.wordpress.com

El Surco, periódico mensual anarquista, septiembre 2010.

Otros textos sobre JDGR en http://www.memoriachilena.cl

Por Cristóbal Cornejo González

El Ciudadano

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