Las claves del virtual triunfo de Bachelet

Esta quizás será recordada como la segunda vuelta más fome de la post dictadura

Por Mauricio Becerra

15/12/2013

Publicado en

Política / Portada

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BACHELET afp

Esta quizás será recordada como la segunda vuelta más fome de la post dictadura. Una derecha en retroceso y una candidata carismática se enfrentan al inmenso fantasma de la abstención. La favorita, Michelle Bachelet, es la esperanza tanto del Partido Comunista (para cambiar el modelo) como del  empresariado (para que todo siga igual).

Luego de un mes de campaña la suerte ya está echada para este domingo. Lo que más preocupa al comando de la Nueva Mayoría es que la abstención sea mayor que en la primera vuelta, cuando el 50,7% de los chilenos habilitados para votar no concurrió pese a haber 9 candidatos presidenciales. De los 13 millones y medio de chilenos habilitados para votar sólo participaron seis millones y medio.

Bachelet obtuvo 3.070.012 votos, o sea, 932.746 sufragios más que el total alcanzado por su conglomerado en las primarias de junio. La frialdad de las cifras da cuenta que sólo el 22,6% de la población chilena creen en los cambios prometidos por la ex presidenta. La sacrosanta palabra ‘gobernabilidad’ y ‘representatividad’ que fue la viga maestra de los gobiernos concertacionistas está en entredicho y algunos analistas ya adelantan que será usada por la derecha para enfrentar los cambios prometidos por la Nueva Mayoría.

Comparadas con las elecciones de 2005, Bachelet tuvo 120.679 votos menos que en la primera vuelta de ese año (3.190.691 preferencias). Las cifras son muy distantes de los 3,8 millones de votos (con un universo electoral de 8,2 millones) que obtuvo Patricio Aylwin en 1989. Los pronósticos indican que en la segunda vuelta de este domingo no participará más de un 40 por ciento del electorado.

CAMBIO DE ROSTROS EN EL PARLAMENTO

El resultado de las parlamentarias anuncia una renovación del cuadro político. Si bien la Nueva Mayoría no alcanzó los 4/7 necesarios para cambiar las leyes de quórum calificado y así desmantelar la institucionalidad pinochetista, logró por obra y gracia del  sistema binominal doblar a la derecha en 10 distritos de diputados y uno en el senado.

Alejandro Guillier, independiente cercano al Partido Radical, es uno de los nuevos rostros apoyado en un triunfo importante. Entrará junto a otras 39 nuevas caras a ocupar los curules del Parlamento edificado por Pinochet.

Dirigentes sociales y estudiantiles demostraron a su vez que se puede capitalizar el descontento social en una representación. Iván Fuentes en Aysén y Camila Vallejo, Karol Cariola y Giorgio Jackson en la capital anuncian que algo tendrá que renovarse la institución más desprestigiada de la política chilena. En Santiago centro Jackson superó los votos de Bachelet por casi 13 mil votos.

Que se perdieran destacados dirigentes de las movilizaciones de 2011, como Sebastián Farfán en Valparaíso o Francisco Figueroa en Providencia da cuenta de que la estrategia de integrar un pacto electoral, como lo hizo el PC, o lograr la omisión de candidaturas afines, como lo hizo Jackson, son una estrategia plausible para competir en el sistema binominal. Sólo Gabriel Boric, de Izquierda Autónoma, le dobló la mano al binominal en Magallanes compitiendo por fuera de los dos grandes pactos y sacando una primera mayoría con un 26,20% de los votos.

EL DECLIVE DE LA DERECHA

La derecha recibió una paliza electoral: Un 65 % de los chilenos votó por candidatos que no eran de derechas y si se suma el 10,11% de Franco Parisi, la única lectura posible es que esa extraña mixtura conservadora neoliberal de la derecha chilena ya no cuenta con el respaldo del electorado.

Evelyn Matthei llegó apenas al 25% de los votos, muy por debajo del 44,06% obtenido por Piñera en 2009 y 11% menos que los parlamentarios de la Alianza por Chile. Su votación es más baja que la obtenida por Arturo Alessandri Beza en el peor momento de la derecha chilena durante los ’90.

Pese a que la UDI sigue siendo la bancada más numerosa, bajó de 38 a 29 diputados. Su desastre mayor fue perder los cupos senatoriales de la Región Metropolitana a manos de Andrés Allamand y Manuel José Ossandón. Los dinosaurios del sector, como Jovino Novoa y Pablo Longueira, tuvieron el olfato de no presentarse a la elección y así asegurar un retiro ‘voluntario’ de la política contingente.

El apoyo a la derecha chilena está muy por debajo de su piso histórico de un 40%. Paralizada en sus atávicos miedos a la participación social y acomodada en el poder que les dejó Pinochet, hoy la derecha no es capaz de ofrecer ideas ni respuestas a la sociedad.

Piñera fracasó en su intento de despolitizar aún más el debate público. El ‘arriba los corazones’ de su campaña de 2009 se hizo pedazos frente al ‘No al lucro’ del movimiento estudiantil. Hoy a sus teóricos, como Cristián Larroulet, no les queda otra cosa que profetizar una ‘desaceleración económica’ si es que gana la Nueva Mayoría  para tratar de contener la marea social.

EL FIN DE LA DINASTÍA DC

Se veía venir. Desde el magro resultado de Claudio Orrego en las primarias de junio, que alcanzó un 8,87%, el principal partido de la post dictadura se enfrenta al declive de su ciclo histórico. Pese a mantenerse como la fuerza con más diputados de la Nueva Mayoría (22), figuras claves como Soledad Alvear y Hosain Sabag, reconocidos por sus  prácticas de amarres de pasillo, conflictos de interés al momento de legislar y contención de la institucionalidad pinochetista; fueron castigados por los electores. Cinco de los siete aspirantes al senado democristianos fueron derrotados.

El esposo de Alvear, Gutenberg Martínez, está ligado al negocio educativo a través de la Universidad Miguel de Cervantes y durante los anteriores gobiernos concertacionistas se preocupó de mantener el sistema de subsidio estatal a empresas educativas privadas, torpedear cualquier acercamiento a los gobiernos progresistas de la región y articular las ‘confluencias público privadas’ para la gestión del país. No en vano la DC era llamada  el ‘partido del orden’ en la lógica transicional. El bochorno que fue el reconocimiento del gobierno de Lagos a un gobierno golpista en Venezuela motivado por el odio visceral a Chávez, fue la piocha de la gestión de Alvear como canciller.

El camino al ocaso de la DC es alimentado por la gestión de Ignacio Walker en la presidencia del partido. Contrario al aborto, al matrimonio igualitario, a reformas económicas y a una Asamblea Constituyente, la dirigencia del partido de la flecha roja no es capaz de ver el cambio cultural experimentado en Chile en las últimas décadas. Su apuesta de apoyar al PS Camilo Escalona en su intentona por la Cámara Alta fue un rotundo fracaso. Es el principio del fin de personajes como el mismo Walker o Martínez, Edmundo Pérez Yoma y Andrés Zaldívar; los dos últimos personajes envueltos en la política chilena desde ¡fines de los ’60!

Que se convoque a una Asamblea Constituyente les para los pelos a los DC. El diputado Jorge Burgos señaló, en abril pasado, que “cambiar la Constitución es perfectamente posible, pero yo no creo que el camino sea una Asamblea Constituyente, no me gusta ese mecanismo. Yo creo que es posible reformar la constitución de los 80 usando la misma Constitución”.

Pero la demanda social es tan amplia que incluso se anuncia ya rebeliones en las propias bases DC. Días antes de las elecciones, un grupo de militantes y algunos diputados llamaron a marcar el voto con AC por la Asamblea Constituyente.

LA ESTRATEGIA DEL PARTIDO COMUNISTA

Conversando hace unos años con un ex dirigente universitario de la década de los ’90 militante de la JJCC, me decía que lo más difícil para ‘el partido’ fue estar durante décadas marginado de la institucionalidad. Desaparecida Gladys Marín y su política de confrontación y denuncia a la post dictadura, la dirección de ‘el partido’ prefirió apostar por la convergencia con la Concertación, estrategia aprovechada tras el movimiento estudiantil de 2011, cuando los viejos concertacionistas se enfrentaron a que no tenían ya ninguna ligación con el movimiento social y sus políticas anteriores (autofinanciamiento de las universidades públicas, bancarización de los estudiantes, subsidio estatal a universidades que lucran) eran el blanco de las críticas de los estudiantes.

Traer al Partido Comunista a una coalición renombrada como Nueva Mayoría no sólo sumó a una coalición en decadencia las ideas y la fuerza de un partido con presencia en el mundo social, sino que de paso quitó a la izquierda de su principal eje articulador. El viraje del PC hacia la Concertación dejó un vacío político que hoy  buscan llenarlo los partidos Igualdad y Humanista.

El cálculo para el PC, pese a las críticas de la calle, le significó doblar su número de parlamentarios. De 3 pasó a 6, sumando a Hugo Gutiérrez, Lautaro CarmonaGuillermo Teillier, los rostros jóvenes de Camila Vallejo, Karol Cariola y Daniel Núñez. Algunos de ellos lograron votaciones superiores al 40 por ciento en sus distritos.

Pero las ganancias por arriba de la institucionalidad se resienten por abajo, en el movimiento estudiantil. Desde 2012 la JJCC perdió varias federaciones estudiantiles y en los ambientes universitarios los apoyos van a colectivos a su izquierda. En la Universidad de Chile, donde emergió el liderazgo de Camila Vallejo, desde el 2012 que las JJCC llegan en un tercer lugar en las elecciones. En los últimos comicios un 17,2% de respaldo del estudiantado apoyó a los comunistas que iban en alianza con el PS, frente a un 31,6% de la lista ganadora, representante del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL).

Ser parte de la institucionalidad, cuya imagen más nítida va a ser el integrar el gabinete de Bachelet, para cambiarla o ser cooptados por ella. Este es el gran dilema del PC a partir de mañana.

LAS ESPERANZAS PUESTAS BACHELET

El carisma de Bachelet es la última esperanza de la actual institucionalidad chilena. Asaltada por el despertar ciudadano iniciado en 2006, la ironía resulta curiosa para una coalición obsesionada con que ‘las instituciones funcionen’. En el paraíso de la ‘gobernabilidad’ el último recurso es un gobierno sustentado ya no en una racionalidad,  sino que en emociones. El respaldo a la candidata tiene más de devoción que de sentido de país.

Carlos Ruiz, presidente de la Fundación Nodo XXI, comenta que “nunca había estado tan claro en Chile quién es el próximo Presidente y nunca había estado en un plano tan incierto lo que sigue. Estamos arriba de un vértigo. Esto nos va a subir hasta el techo y luego nos va a dejar caer al abismo”

Y es que Bachelet llegó para salvar del naufragio a una institucionalidad con los pies de barro.

«Esta campaña me ha permitido reencontrarme con la gente y escuchar sus demandas»- fueron las palabras de Bachelet en el cierre de una campaña que la reencontró con el país que gobernó cuatro años atrás. Bachelet tomó notas y aprovechó cada encuentro con dirigentes sociales para escuchar las críticas a los gobiernos concertacionistas y, según sus actuales asesores, no repetir los errores del pasado. La tarea es grande: deberá ser capaz de dar pasos para acabar con el malestar ciudadano… o domesticarlo.

La Concertación no tenía agenda de gobierno, tras décadas de administrar la institucionalidad dejada por Pinochet se allanaron a copiar las demandas de los movimiento sociales y darle viabilidad ‘técnica’. El programa de gobierno fue armado a partir de las demandas escuchadas, la opinión de los partidos políticos, organizaciones estudiantiles, sindicales y empresariales y, obviamente, los tecnócratas de turno. Una consulta amplia que logró cuajar un Programa que para muchos es el más ambicioso de la Concertación.

El estilo de gestión de Bachelet fue armar equipos de trabajo. Ya en noviembre de 2011 se constituyó el equipo que propondría una reforma tributaria, que abrigó desde el DC  Alejandro Micco hasta el PC Patricio Palma. Según comenta Ciper “la idea era no repetir el error de la Concertación de elaborar políticas a espaldas de los afectados: “Con el fantasma de los errores del Transantiago y del Crédito con Aval de Estado conseguimos que un tema de política económica volviera a vincularse con el mundo social y no solo con los técnicos. Fue un aprendizaje para todos”, dice uno de los miembros de ese equipo”

El electo diputado por el PC, el sociólogo Danilo Núñez, es uno de los que apuestan porque sí esta vez la Concertación va a cumplir sus promesas. “El programa que tiene Michelle Bachelet representa una ruptura con las políticas neoliberales de libre mercado”- sostuvo en una entrevista.

Para Núñez “hoy tenemos la posibilidad de hacer un cambio histórico, de ponerle fin a la transición chilena” y para eso recomienda como estrategia constituir un bloque político y social por los cambios.

A la izquierda del dial hay otros más escépticos. “Habrá reformas impostergables que la Concertación intentará realizar según el criterio de ‘en la medida de lo posible’”- comenta el analista Leopoldo Lavín Mujica.

LAS EVASIVAS DE LA CANDIDATA

Un cambio objetivo en las políticas del conglomerado opositor es frente a Hidroaysén. El horno no está para bollos y el inicio de las movilizaciones de 2011fue justamente cuando los chilenos salieron a marchar contra el proyecto de los grupos Endesa y la familia Matte. Consultada al respecto, Bachelet dijo que «el proyecto de HidroAysén es inviable».

La demanda por una nueva Constitución también fue escuchada por la ex mandataria. Ya anunció que durante el segundo semestre del 2014 enviará al Congreso un proyecto de ley proponiendo una nueva Carta Magna. Fiel a su estilo de respuestas evasiva en el último foro televisivo, cuando fue consultada por el mecanismo para cambiar la constitución, Bachelet dijo “no tengo prejuicios con ningún mecanismo, pero vamos a analizar aquellos concretos, los que nos permitan asegurar que las personas puedan entregar su opinión (…) La discusión no puede ser de elite, cuando tomemos la decisión del mecanismo, vamos a llevar adelante nuestra nueva Constitución”.

Bachelet no se ha referido aún a convocar a una Asamblea Constituyente. La única certeza de que si el proceso será democrático y participativo se puede desprender de la respuesta de Bachelet, quien dijo que se va a preocupar de que cualquier iniciativa “sea discutida por la población”.

A partir del 11 de marzo se van a evidenciar las diferencias al interior de la Nueva Mayoría. Frente a una nueva constitución históricos dirigentes concertacionistas, como Camilo Escalona salieron a decir que pedir era “fumar opio”. Cercano a su postura, el DC Andrés Zaldívar comentó el año pasado que “sin decir cómo se va a hacer, ni con qué mayorías se cuentan como para poder ejecutarla, yo creo que no es una propuesta seria”. Formateado en un estilo cupular, Zaldívar propuso la creación de una comisión bicameral por ley, “en la cual se sometan las reformas constitucionales y se escuche a todo el mundo”.

En el tema educativo Bachelet sabe que ya no puede hacer la lesa. A pocos días de haber llegado a Chile a principios de este año, se comprometió a concretar una reforma que se encamine a una educación pública gratuita. Al igual que en otras áreas, al momento de explicitar cómo es que será el nuevo modelo, las evasivas abundan. Boric y Ruiz, de la Fundación Nodo XXI, se preguntan: “Cuando habla de gratuidad educacional, ¿de qué habla Michelle Bachelet?: ¿El Estado se hará presente en la educación con más subsidios al mercado, a través de agencias “técnicas” administradas por expertos? ¿O se creará un orden de derechos, a través de instituciones públicas abiertas a sus ciudadanos? ¿La gratuidad se expresará en más o menos Estado subsidiario?”

A diferencia de años anteriores, ahora el movimiento social está atento a la letra chica de los cambios prometidos. Pocos días antes del balotaje los dirigentes universitarios Naschla Aburman (FEUC), Melissa Sepúlveda (FECH) y Javier Miranda (FEC) advirtieron que ninguna candidatura representa las demandas del movimiento estudiantil. “Es vergonzosa la situación que se está dando. Hay un programa que trata de crear el imaginario de estar con estudiantes y habla poco y nada de los cambios que propone”- sostuvo Aburman, en directa alusión a la candidata de la Nueva Mayoría.

Melissa Sepúlveda aseguró que “no vamos  a ser cómplices de una reforma educacional que refuerza modelo neoliberal que ha fracasado en la educación chilena“.

Así las cosas, la repetida excusa de no tener los quórums necesarios para realizar reformas ya no podrá ser usada. Las parlamentarias recientes le dan a Bachelet respaldo suficiente para concretar su reforma tributaria, con la que pretende financiar la reforma educativa. Su problema es que la composición de su gobierno, desde la DC hasta el PC, la obligarán a moverse pisando huevos para sumar apoyos. En tal escenario otras políticas, consideradas menores por los políticos, como la despenalización del cannabis (sobre lo que Bachelet tampoco se pronunció), la despenalización del aborto o políticas sobre diversidad sexual serán la moneda de cambio para una Democracia Cristiana herida en votos.

Y EL EMPRESARIADO…

El otro interlocutor de Bachelet es el empresariado. Si bien se sabe que van a presionar con fuerza para que la reforma tributaria sea lo más mínima posible, el empresariado prefiere a la Nueva Mayoría gobernando que la inestabilidad que provoca una derecha en el poder. Los empresarios están distantes de las acusaciones del gobierno de Piñera de que el programa de Bachelet desestimula la inversión e incluso una firma especuladora de la bolsa de valores, Larraín Vial, redactó un informe de coyuntura en el que clarifica que la candidata no representa ningún peligro para el sector. “Con Bachelet, la torta podría crecer menos, pero se distribuiría de forma menos inequitativa (…) Estamos lejos de vislumbrar una democracia chavista o kirchneriana” en 2014-2018, como algunos proyectan”.

Respecto a la reforma educacional que planea subir el gasto educativo del 4 al 6% del PIB, el informe dice que “ello no sería relevante para el mercado”. Tampoco critican la propuesta de una AFP estatal “siempre que funcione como un banco más del sistema”- según reza el informe, que concluye que con el gobierno de Bachelet “Chile seguirá con un modelo económico de libre mercado, integrado financiera y comercialmente en el mundo”.

El pololeo entre los empresarios y Bachelet es conocido por todos. Luksic fue generoso en auspiciar su campaña, junto a otros grandes conglomerados. Incluso El Mercurio editorializó el pasado domingo que “estos —grandes empresas nacionales y transnacionales— desnivelaron sus aportes a favor de Bachelet al extremo de sofocar materialmente la candidatura de Matthei”.

El empresariado hace tiempo coquetea a la ex mandataria. En un encuentro en una casa de veraneo de un empresario pinochetista en el Lago Caburga en diciembre de 2012, trascendió que Bachelet les aseguró que era partidaria de la economía de libre de mercado.

Según el analista Álvaro Ramis, “todo indica que ya se ha configurado un ‘pacto’ político-empresarial que ha dejado a los mayores empresarios e inversionistas si bien no del todo satisfechos, al menos bastante conformes”.

Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano

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