Oscar Olivera acerca del “gasolinazo” en Bolivia: “El Gobierno no ha dejado nada que no sea Evo Morales para que el proceso sea continuado en el futuro»

A continuación, dejamos con ustedes una entrevista bastante iluminadora con el veterano de la Guerra del Agua de Cochabamba del 2000, Oscar Olivera, realizada el pasado 6 de enero

A continuación, dejamos con ustedes una entrevista bastante iluminadora con el veterano de la Guerra del Agua de Cochabamba del 2000, Oscar Olivera, realizada el pasado 6 de enero.

El “gasolinazo”, mediante el cual el gobierno boliviano aumentó drásticamente el precio de los combustibles, según dijo, para evitar que el fisco siguiera desangrándose mediante el contrabando en las porosas fronteras con Perú, Chile, Brasil, Argentina y Paraguay, generó una respuesta categórica por parte de una población que demostró que el pueblo boliviano no está dormido.

La ola de movilizaciones dejó en claro por qué en más de una ocasión nos hemos referido al pueblo boliviano como el pueblo más consciente y más politizado del continente: no solamente rechazó la medida en cuanto tal, la cual aumentaba exponencialmente el costo de la vida, sino que también rechazó la manera en que se tomó, de espaldas al pueblo, consultando a los tecnócratas, sin considerar las repercusiones de ella sobre los más humildes, de manera no muy diferente a los tecnócratas neoliberales que en los ’90 sembraron el hambre en nuestro continente.

Así como las medidas tecnocráticas son hijas de la desmovilización y la burocratización, un pueblo consciente y movilizado es el único garante de que se implementen medidas a su favor.

-Primero que nada, ¿podría explicarnos por favor el contexto de las recientes movilizaciones populares en Bolivia conocidas como el “gasolinazo”?

-Justamente al día siguiente de Navidad, el vicepresidente García Linera, en ausencia de Evo Morales que estaba en ese entonces de gira en Venezuela, anunció que se eliminaba la subvención de algunos carburantes y básicamente se hablaba de elevar los impuestos de algunos de ellos, como la gasolina, el diesel y la gasolina de aviación. La gasolina para autos se elevaba en un 72%, el diesel en un 84% y la gasolina para aviación, en un 99%.

Fue una medida muy sorpresiva, nadie se imaginaba que en días de Navidad, con un escenario de fraternidad, de olvidar las cosas malas del año que se está yendo, cuando la gente olvida sus propios males, el Gobierno anunciaría algo tan malo… hubo mucha incredulidad, de mí mismo incluso.

Cuando yo entré a la pagina web de Las Últimas Noticias y leí un título que decía “Gasolinazo en Bolivia”, pensé que había entrado por error a una fecha de diez años atrás. La gente no pudo entender que un gobierno que dice que manda obedeciendo, que dice que siempre tomaría medidas en consulta con la población, haya tomado decisiones contra ellos, que según dicen ahora que pasó todo, había sido estudiada por siete meses con expertos.

El problema es que la medida produjo una elevación del precio de los productos de consumo básico, de la leche, el transporte, el pan, de los materiales para la contrucción, de la vivienda. El decreto 748, que pasará a la historia, congelaba los precios del gas natural y del gas licuado de petróleo que son utilizados en movilidades y en domicilios, y congelaba también las tarifas del agua, luz y telefonía, pero estas medidas, de ninguna manera, atenuaban en nada el enorme peso que se ponía en el presupuesto de los hogares populares.

El transporte prácticamente elevó sus tarifas en un 100%, tanto el del público como el de carga, y esto generó una escalada en los precios de los productos de uso y consumo. La gente miró su bolsillo, su hogar, y era insostenible una subida de tal magnitud. De igual manera, hubo una ausencia total del Estado para, si se quiere, regular una medida como la que habían asumido… todo el mundo hizo subir los precios, los costos del transporte y se generó una especie de desesperación, incredulidad, temor, indignación incertidumbre en toda la población.

Morales volvió de Venezuela, y anunció medidas complementarias, como un aumento de 20% a los salarios de cuatro sectores de la población: policía, ejército, trabajadores de la salud y de la educación. Los trabajadores del sector privado quedamos a expensas del patrón, del mercado laboral como llaman ellos, y los trabajadores por cuenta propia, que no tienen ningun vínculo ni salario seguro, sino que están completamente a merced de la oferta y la demanda de sus propios porductos, ellos eran los más desesperados porque veían que la población no podría obtener ninguno de sus productos en el mercado, con la brutal subida de los productos de la canasta familiar.

El gobierno se negó a asumir que esto era un “gasolinazo”, como lo denominó el lenguaje popular. Se habló incluso de un “gasolinerazo”, haciendo alusión a García Linera. Entonces el goberno dijo que se trataba solamente de eliminar la subvención, debido al desangramiento económico que el país sufría por el contrabando de carburantes a los paises limítrofes, como son Brasil, Chile, Argentina, Perú, Paraguay, donde los precios son dos a tres veces más que el costo en Bolivia.

El gobierno definitivamente quiso convencer a la población con números, diciendo que este proceso iba a generar aumento de ingresos a las arcas fiscales, que iba a ser redistribuido para mejorar la calidad de vida de la gente, sobre todo en áreas rurales, pero la gente se sintió muy agredida, defraudada y salió a la calle a decir que esas medidas no pasan.

Lo más indignante es que el Gobierno responsabiliza al contrabando de carburantes para castigar al pueblo, pero los responsables de este contrabando son principalmente la policía y el ejército, pero se les premia en el decreto 748. Este es un premio a la ineficiencia y a la corrupción, porque se está buscando a estos aparatos represivos como base de apoyo.

La gente de manera muy organizada, pero muy autónoma, salió a las calles a protestar, a oponerse a esta medida. Pero no se salió solamente en los lugares tradicionales de rebelión popular, como son los sectores mineros de Oruro y Potosí, El Alto y Cochabamba, sino que se salió en todo el país. Incluso en el Chapare, el bastión de Evo, los pobladores bloquearon las carreteras. Yo creo que iba a ver una respuesta popular muy seria, que pondría en riesgo la estabilidad del gobierno.

La gente tuvo la capacidad de recuperar la memoria histórica y se acordó muy fácilmente de lo que hizo el 2000 con la Guerra del Agua y el 2003 con la Guerra del Gas, es decir, la gente organizada demostró que tiene la capacidad de transformar las cosas o frenar políticas que considera absolutamente irracionales y atentatorias a los intereses de la población en su conjunto. Con esa experiencia acumulada y con esa memoria histórica, la gente empezó a organizarse, y existió la posibilidad que Evo podía ser echado del gobierno.

El Gobierno, como siempre, ha públicamente descalificado y subestimado esta posibilidad, pero los que estamos abajo, en el seno mismo de la población, sabemos que había una decisión muy fuerte de decir que si el Gobierno no retrocede, pues que debería irse. Creo que el Gobierno tuvo tacto suficiente como para percibir que esto podía darse. El Gobierno y ciertos sectores sociales estaban muy conscientes que una salida de Morales iba a significar un retroceso tremendo de este proceso que se inició en el 2000, porque hay que reconocer que los resabios de la derecha politica fascista, latifundista, terrateniente, aprovecharon la protesta y se sumaron para llevar agua a su molino, como se dice por acá.

Entonces el Gobierno no tuvo más alternativa que anunciar, en una conferencia de prensa el 31 de diciembre, pero además con una actitud muy arrogante te diría, que abrogaría el decreto, pero como advirtiendo al mismo tiempo que las consecuencias iban a venir después. Yo creo que esta victoria popular frentre a una política absolutamente, diríamos, tradicional de gobernar sin el pueblo, en base a la opinión de expertos, como si los gobernados tendríamos que aceptar sumisamente todo lo que venga de arriba, creo que no le gustó al Gobierno, y utilizó un cierto marketing para salir de manera decorosa de este conflicto, indicando que había escuchado la voz del pueblo y que iba a mandar obedeciendo, tomando estas palabras zapatistas, pero solamente de palabra.

En el fondo, hubo un cierto temor del Gobierno de continuar con una medida anti popular y que, por más que esté justificada neoliberalmente, era insostenible para la población. Las consecuencias vendrán después, ahora en enero empiezan las clases, muchas empresas que estaban haciendo obras rompieron contratos con los municipios porque todo subió al 100% y esto está generando una respuesta muy sentida en la población.

-El gobierno dijo que mandaría obedeciendo, pero a la vez, dijo que consultaría con las organizaciones sociales para volver a implementar la misma medida. ¿No cree usted que esto entonces es una pantomima de diálogo, si la decisión ya está tomada y la consulta sirve para poco más que generar una apariencia de consenso social?

-El día de hoy escuchamos una declaración de Morales en una concentración campesina en Patacamaya, en La Paz, donde dijo que sí o sí la subvención se tiene que levantar, y que lo va a hacer con el consenso de las organizaciones sociales. Esta actitud, yo diría sorda, que no tiene nada que ver con un modelo económico nuevo, de cambio, de respeto a la Pachamama, sino que es un modelo extractivista, minero, va a generar dos cosas: gran descontento popular en la base y está llevando Morales a una gran confrontación entre campo y ciudad, y entre sectores sociales sobornados y cooptados por el Gobierno y sectores sociales que defienden su propia subsistencia.

Los perjudicados de esta confrontación no serán los gobernantes. Lo que ha hecho este gobierno es que ha debilitado y fragmentado un tejido social que se construyó de manera muy laboriosa, digna y sostenida desde el 2000 hasta su ascenso como gobernante, y lo que ha hecho el Gobierno es fragmentar ese tejido social. Esto se nota en las ciudades, en el campo… el Gobierno habla de la ley anti racista, indígena, pero hay autoritarismo, es soberbio, desprecia a los que no están subordinados al MAS, y creo que esa actitud está generando un cierto modelo de comportamiento en sectores medios del Estado, y eso genera mucho descontento, fragmenta este tejido social que nos costó mucho construir al pueblo, y lleva a una confrontación en oposición a una medida económica neoliberal de la que el pueblo definitivamente no va a beneficiarse.

-¿Cómo cree que el pueblo, desde la base, puede evitar esa confrontación?

-Bueno, hay que generar un proceso de información entre la gente sobre la realidad de este país. El Gobierno lo que ha hecho es mentir sobre la situación económica del país. El hecho de que ellos mismos digan que hay que socializar este decreto abrogado, nos muestra que hay una gran verdad detrás de este decreto, que ellos se guardan, y es que el modelo no funciona y tienen que recurrir a una medida tan dura para equilibrar este modelo basado en el petróleo, el gas, la minería. El Gobierno ha comentado que se va a dar un incentivo económico a las petroleras para compensarlas por los trabajos de explotación de petróleo en el mercado interno, por esta diferencia que existe con el precio en el mercado externo.

Se habla de reservas fiscales de 10 mil millones de dólares, que dicen que es un respaldo suficientemente fuerte como para demostrar que en el país existe una estabilidad económica y financiera. Se habla de aumentar los bonos paliativos y asistencialistas que el Gobierno ha creado para las madres, etcétera. Pero no hay ningún cambio en el modelo económico, hay una deduda externa que se ha duplicado, una deuda interna de casi cinco mil millones de dólares… eso hay que socializarlo, hay que exigir las demandas de octubre que hablaban de industrializar el gas y el petróleo, de utilizar eso fondos para la industrialización del pais…

-Pero en una entrevista anterior, a fines del 2008, usted nos había dicho que uno de los logros del gobierno de Evo era una negociación y una relación más digna con el Capital trasnacional… ¿cree que estos incentivos que se proponen para las petroleras revierte esa tendencia?

-A ver, si hay que valorar algo del Gobierno, es que ha negociado de manera más digna con el Capital trasnacional. Teniendo esto en cuenta, podemos decir, sin embargo, que los menos perjudicados con la política del gobierno han sido grupos económicos de poder como los banqueros, petroleros y mineros. Han tenido grandes utilidades y han crecido bastante. Los más preocupados de que haya un cambio sustancial en la economía, como lo demanda el pueblo, son estos sectores. Estas renegociaciones con este sector del Capital trasnacional, aunque hayan tenido algunos aspectos positivos, no han sido cruciales para cambiar el modelo económico.

La nacionalización de los hidrocarburos dijimos que era sólo un discurso y un engaño, y esto que dijimos el 2006 se ve reforzado con lo que ahora está pasando, y el gobierno está tomando medidas que favorecen al Capital trasnacional y que van en detrimento del pueblo que lo puso en el Palacio Quemado. Sí creo que ha habido un retroceso en la dignidad de la negociación con el Capital trasnacional.

A veces Evo en sus discursos lo llama al Capital trasnacional imperialista, pero se ve que ahora son buenos socios y así los llaman en otras ocasiones. En la práctica, ha habido un retroceso, hay muy buenos socios de este gobierno entre ellos… uno de esos buenos socios son los propietarios de la mina San Cristóbal en Potosí, una empresa que ha ocasionado graves daños a las comunidades y a la Madre Tierra, comunidades que han pedido cambio a estas políticas. Una cosa es el discurso, otra cosa es lo que pasa en la práctica cotidiana…

-Si estos sectores ligados al Capital extractivo y financiero se han beneficiado, ¿qué fuerzas entonces son las que alimentan a la derecha fascista-cívica?

-Esa derecha son terratenientes, empresarios tradicionales, ex jefes políticos. Estos sectores no se han beneficiado del gobierno. Están agazapados, no es que estén dormidos, están trabajando en Pando, Beni, Santa Cruz, y van a generar un proceso de confrontación mientras el Gobierno genera, desde otro escenario, estatal, otro escenario de confrontación.

Hay un hecho muy grave. A falta de referentes sociales creíbles, que el Gobierno ha desbaratado y desprestigiado, estos políticos están siendo muy hábiles para buscar espacios de referencia… hay que tener cuidado porque la derecha puede cooptar espacios de lucha popular. También hay algunos intentos de coparla por la izquierda pero que son absolutamente sectarios, trotskistas, estalinistas, con posiciones fuera de lugar, nada que ver con los nuevos escenarios como se está dando la política hoy en día, particularmente en Bolivia…

Lo que busca esta derecha es impulsar un proceso de militarización del país, utilizando el narcotráfico y bandas paramilitares. El narco es una lacra que está creciendo en Bolivia, esto es algo que le preocupa al Gobierno, pero está avanzando a pasos gigantescos, que pueden desestabilizar al país…

-¿Usted cree que generando un proceso de información se puede hacer frente a estos problemas?

-Lo fundamental es lo que hemos dicho siempre de manera sencilla, pero racional y objetivamente, y es que el Gobierno está mintiendo, que la realidad económica es otra, y que hay la necesidad de hacer lo que hicimos el 2003, de recuperar la capacidad de decisión de la gente, establecer propuestas alternativas económicas nuevas, que rescaten este discurso del Gobierno pero puesto en práctica, respeto y equilibrio armónico con la Pachamama, el no basarnos estrictamente en la economía extractivista o la construcción de represas, de carreteras que afectan el ecosistema en zonas amazónicas, que nada bueno traen al medio ambiente.

Lo positivo es que se está generando otra vez un proceso de reflexión, discusión y movilización de los sectores populares, y creo que lo positivo de este proceso es que la gente ha ido generando estos espacios para retomar la palabra y la acción… y para esto la gente tiene que estar informada. Han confiado demasiado en el Gobierno, el que tiene una gran credibilidad. Hay gente que cree que este gobierno se puede salvar, que va a mejorar las cosas, ojalá que el Gobierno tenga capacidad, generosidad y humildad de escuchar a la población y recuperar este proceso, que no es propiedad de Evo ni del MAS, sino que propiedad legítima del pueblo boliviano.

-¿Cree usted que el gobierno tendrá esa capacidad?

-No.

-Si no el Gobierno, entonces, ¿quién?

-No me precoupa el Gobierno como tal. Sí me preocupa el gobierno en relación al proceso. Nadie quiere la vuelta a la derecha fascista, pero el Gobierno está creando las condiciones para que esto suceda. En este proceso se han generado espacios de articulación de la derecha como son los comités cívicos. Lo más grave de la arrogancia, de la descalificación del Gobierno, es que no hay referentes políticos aparte de Evo Morales, no hay ni cuadros, ni referentes organizacionales, ni referentes personales, creíbles. Ni en lo alto, ni en lo bajo, ni en lo medio de sus estructuras políticas y sociales, no los hay. Todos son vasallos del caudillo.

El Gobierno ha sido capaz de destruir y descalificar a muchos referentes sociales. El pueblo ya no cree en nadie, porque el Gobierno se ha dedicado a descalificar a quienes planteamos la autonomía de los movimientos sociales. Eso es un crimen. El Gobierno no ha dejado nada que no sea Morales para que el proceso sea continuado en el futuro… eso es muy grave. Pero ahora, con las movilizaciones y los procesos de reflexión y discusión, otra vez esto está en las manos del pueblo, para poder establecer objetivos y liderazgos colectivos a largo plazo… otra vez está en manos del pueblo, no queda otra…

Lo otro que es grave es que Evo ha generado una gran esperanza en muchos pueblos del mundo, y parece que el Gobierno no ha tomado en cuenta esa enorme responsabilidad histórica que el pueblo le entregó y que lastimosamente hoy está expropiada por una cúpula gubernamental de los cuales la mayoría jamás estuvieron en las luchas populares en el pasado inmediato.

-¿Cree que esta problemática que usted describe se debe a la contradicción entre la exigencia de una nueva institucionalidad, que el pueblo buscó en su propia movilización y en sus propias organizaciones populares, versus la institucionalidad existente, que fue la que al final se terminó ocupando y abrazando?

-El Gobierno tuvo la capacidad de debilitar la combatividad de movimientos sociales muy fuertes, digamos por ejemplo, de los indígenas del Altiplano paceño, fundamentalmente los de Omasuyos, de las organizaciones vecinales de El Alto, toda una camada de pobladores jóvenes del Plan 3000 de Santa Cruz. Yo creo que este Gobierno se ocupó de eliminar toda posiblidad de fortalecer espacios de autonomía social y política, y bueno, más el Gobierno se dedicó a atacar a la oposición sin diferenciar colores ni historias, y lo que menos ha hecho es economía. Y cuando quiere hacer economía, como con el “gasolinazo”, tuvo un primer traspié.

Lo que los sectores sociales están demandando ahora es menos política y más economía. Lo están haciendo de manera muy digna. Creo que estamos volviendo a plantear no solamente ya una nueva forma de hacer política, sino que sobre todo una nueva forma de hacer economía. En eso está el pueblo, construyendo estos espacios en todos los ámbitos posibles.

Enero 10, 2011

Por José Antonio Gutiérrez D.

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones