Rafael Uzcátegui, autor de Venezuela: La Revolución como Espectáculo: «La popularidad de Chávez no es una garantía a su favor»

Para afirmar que el proceso político liderado por Hugo Chávez no es una revolución sino un espectáculo, que puede alegrar o entristecer a un aforo extendido por la globalización, Rafael Uzcátegui contrasta las palabras con los hechos: durante los últimos 11 años no se ha roto con el esquema de país sujeto al petróleo y […]

Por Wari

13/01/2011

Publicado en

Entrevistas / Historia / Mundo / Política

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Para afirmar que el proceso político liderado por Hugo Chávez no es una revolución sino un espectáculo, que puede alegrar o entristecer a un aforo extendido por la globalización, Rafael Uzcátegui contrasta las palabras con los hechos: durante los últimos 11 años no se ha roto con el esquema de país sujeto al petróleo y “cada vez que el Gobierno afirma que su política petrolera es de carácter soberano y antiimperialista, profundiza su relación comercial con empresas transnacionales”.

Desde el título, Venezuela: la revolución como espectáculo, el libro invita a la desmitificación. Con el subtítulo Una crítica anarquista al gobierno bolivariano, adelanta su perspectiva del país y del mundo.

­-Mucho se ha escrito sobre, contra y a favor de Chávez. ¿Cuáles son los aportes de su libro? ­

-Intentamos analizar a Chávez desde su propio discurso. Es una confrontación de los postulados del chavismo desde una posición clara y abiertamente de izquierda.

-¿Los indicadores sociales que exhibe el chavismo dan cuenta de un Gobierno efectivo?

-El Gobierno pudo mostrar unos indicadores muy buenos entre 2006 y 2008. A partir de 2010 la situación es deplorable. Por eso sostenemos que la llamada revolución bolivariana es un espectáculo para el auditorio global sin mejoras estructurales en la vida cotidiana de la población. Hay signos muy graves, como los relacionados con la inseguridad ciudadana, que también disminuyen la calidad de vida. Se han desarrollado políticas asistencialistas que no han significado una mejora estructural. Hay unas misiones que en algún momento tuvieron resultados positivos, pero en los últimos 11 años, por ejemplo, las mujeres han parido en las condiciones más precarias y más insalubres.

-Se refiere a las misiones como una expresión de la cultura de campamento. ¿Qué quiere decir?

-La imagen es de José Ignacio Cabrujas. La cultura de campamento es pensar que los problemas se resuelven con operativos de emergencia que duran dos días, sin previsiones de mediano y largo plazo.

­-Afirma que el proceso que lidera Chávez no es una dictadura ni una réplica del modelo cubano, tampoco revolución. ¿Por qué no es revolución?

-Porque constituye una continuación y no una ruptura de todas las matrices sociopolíticas que han existido en Venezuela. Chávez sólo admite comparaciones con los 10 años anteriores a su mandato, que son años de crisis posteriores al Viernes Negro. Así cualquier comparación le va a ser favorable. Pero, si se toman en cuenta otros períodos, hay unas claras continuidades. Todo su discurso es una mala copia del de los adecos (socialdemócratas) del 45.

Una de las razones por las cuales el gobierno de Chávez no es una revolución, entendida como un quiebre estructural, es que persiste una visión de modernización basada en la extracción de recursos naturales. Eso es una clara continuidad. Tenemos un proyecto de modernización que sigue, básicamente, los patrones del pasado. Paradójicamente, el principal referente no tiene que ver con el nacionalismo sino con la siembra petrolera de Arturo Uslar Pietri. Estoy de acuerdo con Domingo Alberto Rangel: Chávez es un adeco extravagante. Encarna una manera de pensar y de gobernar basada en el control del Estado y de todas las fuerzas sociales.

­-Cuando se refiere al tema petrolero, afirma que mientras se ataca al imperio se negocia con las transnacionales.

-Hay gente que piensa que Venezuela es la punta de lanza de la conspiración comunista internacional, lo cual no tiene ningún asidero en la realidad. Estamos en un mundo globalizado donde lo importante son los flujos de dinero. El papel que se le ha asignado a Venezuela es de ser una maquila energética para el mercado internacional. Y ese papel ha sido profundizado por Chávez. Hace 15 años era inimaginable la creación de empresas mixtas con la Repsol, Chevron, British Petroleum. Se habría generado una reacción en contra muy fuerte. Pero ahora, mediante un discurso que enmascara todas estas relaciones con los grandes centros de poder capitalistas, se pregona un gaseoso proyecto de soberanía energética.

­-¿Por qué gaseoso? ­

-Porque estamos hablando que estas compañías transnacionales tienen hasta 45% de las acciones de las empresas mixtas. Es decir, no hay soberanía de ningún tipo, sino un acoplamiento progresivo a las principales tendencias de la globalización económica en el mundo.

­-En el libro se registran las advertencias de algunos partidarios del chavismo sobre vicios en el Gobierno. Se hizo caso omiso y se atacó al crítico. ¿Ello es definitorio de este proceso político?

-Este es un proceso basado en la dominación carismática que recela mucho de los liderazgos intermedios. Las críticas más duras de Chávez o del chavismo cupular han sido contra los representantes del llamado chavismo sin Chávez. Lo primero que yo les digo a los extranjeros que vienen a Venezuela es que aquí no hay un simple enfrentamiento entre la izquierda y la derecha. En el movimiento chavista y en el movimiento opositor hay una diversidad de actores que no se pueden uniformar en una sola ideología.

Dentro del chavismo hay una serie de iniciativas y de actores que tienen larga data como líderes sociales y comunitarios. Ese sector va a ser clave en la transición del país hacia cualquier dirección, porque difícilmente pueden ser adjetivados o descalificados como golpistas u opositores. Son personas que respaldaron el proyecto político del Presidente porque pensaron que iba a redundar en una mejora de la calidad de vida de la población. Todo liderazgo carismático tiene una fecha de caducidad.

­-¿Por qué la multipolaridad es un mito? ­

-Muchos, sobre todo en el exterior, han comprado la idea de que Chávez representa un movimiento mundial que cuestiona la hegemonía de Estados Unidos. Es un mito porque ese es un fenómeno que tiene no menos de 20 años y que no está siendo protagonizado por Venezuela. Cuando los europeos se enteran de que en Venezuela se muestran las relaciones con la Federación Rusa como una relación antiimperialista se mueren de la risa. El mundo es multipolar con o sin la participación de Chávez. En el exterior se tiene una visión maniquea e infantil sobre el proceso político venezolano.

­-¿Por qué infantil?

-Porque es mentira que en Venezuela la izquierda le está ganando la pelea a las fuerzas del mal.

­-¿Por qué apostar tanto por los sectores críticos dentro del chavismo?

-Porque después de haber estado en las entrañas del monstruo, están advirtiendo con propiedad que el rey está desnudo.

­-¿Por qué cree que el término «proceso» se ha vaciado de contenido? ­

-La mayoría de las ideas del chavismo son tomadas de otras experiencias. De proceso se hablaba en el Chile de Salvador Allende como tránsito del reformismo a una transformación verdaderamente revolucionaria. Aquí en Venezuela hemos asistido a un proceso de resemantización. Hablamos de soberanía alimentaria cuando importamos más de 70% de los alimentos. Se han colocado palabras políticamente correctas a unos procesos de dominación acoplados con las tendencias de globalización mundial. Todo esto de la democracia participativa y protagónica no es más que un discurso para obtener votos. No hay una real y decidida apuesta por los sectores marginados del país, sino que imperan los deseos de una nueva burocracia de permanecer en el poder y gozar de privilegios.

­-¿Hay quienes opinan que el problema no es Chávez, sino el chavismo; que no basta salir de Chávez?

­-Le guste o no a la gente, Chávez ha creado un fenómeno sociopolítico que lo trasciende. Debemos aprender de lo que pasó en Argentina con Perón y en Perú con Fujimori. El fujimorismo, por ejemplo, tiene 20% del voto duro en Lima. Lo mejor que podríamos hacer es crear todas las condiciones para que el chavismo y Chávez se hundan dentro de sus propias contradicciones y que no haya otra salida que otras personas pudieran estar imaginando.

­-¿Salidas de fuerza?

-Esas son las peores porque revigorizarían el mito en torno a Chávez y el chavismo.

­-¿Está hablando de una implosión del chavismo?

-Ese es el mejor escenario, por el cual todos los actores políticos no estatales y no chavistas deberían trabajar. Hoy el movimiento chavista está necesitado de otro 11 de abril para poder llegar a 2012.

­-El escenario de la implosión pudiera implicar una suerte de espera por lo que nos depare el destino.

-Todo depende del desempeño de los diversos actores. Para mí ha sido muy importante las escisiones del chavismo. La popularidad de Chávez no es una garantía a su favor.

­-Usted concluye con una apuesta por los movimientos sociales, que no a los partidos o a la clase obrera.

-Los movimientos sociales autónomos son los únicos que pueden catalizar los cambios sociales de manera auténtica, siempre y cuando mantengan autonomía en términos de objetivos y los modos de lograrlos.

­-¿En qué se parece el movimiento social que usted promueve a la sociedad civil y, por otro lado, al llamado poder popular?

-Soy absolutamente contrario a la noción de poder popular porque creo que es una actualización de la vieja teoría de la dictadura del proletariado. Las definiciones de lo popular se hacen desde los centros de poder, que van a cooptar y a institucionalizar todas estas organizaciones. Lo que puede catalizar la implosión del chavismo es la crisis económica que hará más visible el malestar social y la ineficiencia del Presidente. Los esfuerzos por ideologizar la coyuntura quizás no sean suficientes, por ejemplo para justificar este paquete de leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, que no es otra cosa que darle a Chávez poderes dictatoriales.

Por Edgar López

El Nacional, 02.01.11

Fuente: periodicoellibertario.blogspot.com

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