Recaredo Gálvez, presidente FEC: “No votar se plantea como una alternativa colectiva, no sólo individual”

    Si bien el movimiento estudiantil que dejó los zapatos en la calle el 2011 hoy se encuentra en una etapa de reflujo propia de una organización de tal envergadura, el paso hacia la articulación local da sus frutos en provincia

Por Cristobal Cornejo

23/10/2012

Publicado en

Educación / Política / Portada / Regiones

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Si bien el movimiento estudiantil que dejó los zapatos en la calle el 2011 hoy se encuentra en una etapa de reflujo propia de una organización de tal envergadura, el paso hacia la articulación local da sus frutos en provincia. Tal es el caso de las universidades de la VIII Región, donde la integración con pobladores y sindicatos autónomos hace prever la construcción de un pliego de demandas que, desde lo estudiantil, apunte hacia cambios estructurales, aún cuando las demandas económicas siempre estén en la base y el fantasma electoral amenace con dispersar las energías.

En el caso de la Universidad de Concepción (Udec) la relación de las fuerzas políticas  ha sido particular en la última década. Del predominio de organizaciones cristianas, gremialistas y de izquierda (como la SurDa y las Juventudes Comunistas) hoy los principales cargos de la Federación de Estudiantes (Fec) están en manos de militantes de Fuerza Universitaria Rebelde (Fur), con presencia menor del Frente de Estudiantes Libertarios (Fel) y la Unión Nacional Estudiantil (Une), más ligadas a los sectores de izquierda llamados ‘autonomistas’.

Recaredo Galvez, estudiante de Ciencias Políticas y Administrativas y actual Presidente, hizo noticia el año pasado cuando era Secretario General, tras ser detenido violentamente por Carabineros luego de una marcha en apoyo a los damnificados de Dichato. Aunque testigos denunciaron un montaje, Gálvez pasó unos días en la Cárcel El Manzano y fue acusado de homicidio frustrado y porte de armas. El proceso aún no cierra y el próximo 29 de noviembre tiene fecha para el juicio.

Hoy es una figura central dentro del activo movimiento estudiantil de su región, más aún cuando desde hace un par de meses la Udec se encuentra en un proceso de movilización interna relacionado, principalmente, con problemáticas de índole económica que afectan a miles de estudiantes.

Hasta ayer lunes 23 de octubre, había trece edificios tomados en la sede de Concepción, mientras la sede de Los Ángeles se encuentra completamente ocupada. El saldo es de 53 carreras paralizadas.

Pero esta situación se extiende también a la Universidad Católica de la Santísima Concepción y a la sede local de la Universidad Federico Santa María. Las razones, casi las mismas: exigir el congelamiento de los aranceles, la eliminación de la matrícula y que ningún estudiante que no pueda pagar tenga que dejar la Universidad.

O PAGA O SE VA

El 2009 la Universidad de Concepción se movilizó porque un gran número de estudiantes tuvieron que suspender sus estudios por problemas económicos.

“La movilización en ese momento exigió el congelamiento de los aranceles y una rebaja a la matrícula de un 50%. Además, que ningún estudiante tuviese que dejar la Universidad por no poder pagar”, explica Recaredo Gálvez.

Luego de dos meses de movilización en los tres campus (Concepción, Los Ángeles, Chillán), se instaló una mesa de dialogo con representantes de la Asamblea General y de la Administración Universitaria, llegando al acuerdo de congelar los aranceles por tres años (un año nominal, dos años en términos reales, es decir, variando sólo el IPC), y un descuento de 30% a la matrícula. Además se entregarían préstamos y beneficios a los estudiantes con problemas económicos, para que no tuvieran que retirarse.

-¿Qué ocurrió este año y cuáles son las exigencias de los estudiantes?

-Este año, la Administración avisó a los estudiantes que el acuerdo caducó. Propusieron un plan de reajuste según el IPC más un 1%, y eliminar el descuento del 30% en la matrícula, iniciando presiones para que los estudiantes paguen en los plazos que corresponde.

Nosotros exigimos eliminar totalmente la matrícula, congelar los aranceles, eliminar los costos de egreso (estampillas, timbres, etc) y mayor transparencia respecto a los gastos de la Universidad, porque no tenemos claridad sobre el destino de todas las platas.

-¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades universitarias?

-En el Directorio hay varios empresarios y políticos que no quisieron reunirse con nosotros. Luego de dos meses de movilización, la Universidad propone rebajar efectivamente el costo de la matrícula, eliminando el descuento, lo que significa quedar al mismo precio que actualmente tiene, cuando eso se lo debió haber hecho en el 2009. Por lo tanto, no es un gran avance.

-¿Cómo son los aranceles de la Udec en comparación al resto de las Universidades?

-No son altos. De hecho, tiene varios de los aranceles más bajos, pero hay que tener en cuenta que acá están los estudiantes de los quintiles más bajos. Si bien es una de las mejores universidades del país, los jóvenes que entran acá son pobres…

-¿Por eso esperarían otra actitud de las autoridades universitarias?

– Claro. Deberían tener una mayor responsabilidad con sus estudiantes. Hoy, más allá del valor de los aranceles, hay que tener en cuenta que el costo lo asumen las familias. Por eso debe haber un esfuerzo conjunto del Estado y de los administradores de la Universidad que no ahogue a las familias. Por eso, además, nos interesa formar parte del control, porque sólo a través de la democracia en las decisiones podremos dirigir nuestros esfuerzos en un sentido que apoye a los estudiantes y sus familias.

-¿Qué arroja al análisis del estado financiero que la Vicerrectoría les entregó?

-Hay varias curiosidades: Por ejemplo, la empresa que audita a la Universidad hace seis años es la misma que auditó a La Polar, cuando además la Superintendencia recomienda cambiar la empresa auditora, no estar con la misma tantos años. Por otro lado, notamos que la cuenta de depósito a plazo de la Universidad se incrementó de 2010 a 2011 de manera estratosférica: pasó de tener cerca de 60 millones a tener casi 5 mil millones. Hemos preguntado a qué se debe esta situación y no hemos tenido respuesta satisfactoria, así como en otros puntos relacionados a glosas sin detalles y otros documentos.

MÁS PARTICIPACIÓN

-¿De qué manera estas situaciones económicas se relacionan con otra de sus demandas: la mayor democratización en la toma de decisiones?

-Es que si nos dicen que algunos esfuerzos no se pueden hacer porque cuestan tales sumas de dinero, entonces nosotros queremos ver si las cosas se están haciendo de la mejor forma, si la administración está avanzando con términos claros en relación a las necesidades de los estudiantes y trabajadores. Pero si no hay transparencia de parte la gestión, difícilmente podemos comprender cuando se nos dice que no.

-¿C ómo podría avanzarse en estos aspectos?

-Habría que comenzar porque en cada espacio de carrera se encontraran trabajadores académicos, no académicos y estudiantes, con un horario protegido de reunión. Es necesario discutir cuáles son los asuntos urgentes al interior de las Facultades, para luego analizar las diferentes áreas, desde las políticas de financiamiento a la visión de la Universidad, porque con el avance de los movimientos sociales, la Universidad debe ir siempre un paso adelante. Una universidad que no es democrática hoy no aporta al cambio que la sociedad está pidiendo.

-¿Hay voluntad de parte de las autoridades universitarias para avanzar?

-La mayoría de los espacios ganados dentro de la Universidad han sido gracias a movilizaciones. Actualmente las decisiones resolutivas la toman en su mayoría las decanaturas, los órganos colegiados; la fijación de arancel, matrícula o los espacios orgánicos los decide el directorio. Muchos aspectos del control de la Universidad no están bajo el control de las personas. No hay una real comunidad educativa, son todas las partes separadas, pero no integradas y tomando decisiones. Por eso hay que generar una lógica distinta.

MOVIMIENTO ESTUDIANTIL Y ELECCIONES

-¿Cómo describirías el actual estado del movimiento estudiantil?

-Durante el primer semestre hubo un proceso informativo, muy vinculado con lo nacional. Pero una vez que a nivel nacional se determina dirigir las fuerzas hacia el Parlamento -cosa que a nosotros no nos parece- encontramos que era necesario dirigir los esfuerzos hacia los espacios locales y territoriales, que es desde donde experiencias como Freirina o Aysén han demostrado ser efectivas.

-¿De qué manera se construye desde lo local?

-Hemos logrado una articulación no sólo estudiantil, sino con sindicatos portuarios y pobladores. Por ejemplo, la reflexión respecto a los aranceles viene cuando enfrentamos lo local con lo nacional: exigimos gratuidad a nivel nacional pero en nuestra Universidad nos suben los aranceles y nuestras familias deben pagarlo.

-Y a nivel nacional, ¿en qué momento se encuentra el movimiento estudiantil?

-Este año no pudimos generar una movilización nacional como el año pasado, especialmente por influencia de Noam (Titelman, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile) que es mucho más conservador y que apuesta por el diálogo con los mismos bloques políticos que han dado una nula respuesta a nuestras demandas. Eso adormeció el ímpetu de las masas que lograron instalar desde la calle una temática a nivel nacional e internacional.

-Hay distintas visiones y estrategias…

-Es que estamos en una etapa de definición. Lo que sí, el movimiento puede llamarse ‘movimiento’ porque tiene elementos de memoria, tiene distintas alternativas en su conjunto y una contraparte identificada.

-¿Cuáles son esas alternativas?

-Hay posturas distintas, por ejemplo, en relación a las elecciones o al debate del presupuesto. Hay vías que van por la institucionalidad, por el consenso con los bloques, con las discusiones adentro de los partidos; hay otras corrientes más “ciudadanistas” que buscan ejercer presión y participación pero integrándose en la institucionalidad, a través de un barrido; y hay otra tendencia que apela más a la autonomía, a no vincularse con las instituciones ni los partidos, presionarlos, pero a la vez construir fuerza propia. Ahí esta la Aces (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios), la Universidad de Concepción y varias universidades de regiones, especialmente, porque en regiones se nota que la institucionalidad no da abasto para las exigencias sociales.

 

-¿Cómo ves el panorama en un futuro?

-Creo que el próximo año va a ser un año de estabilización, vamos a notar cómo las tendencias toman más cuerpo y se enfocan en perspectivas más sociales, ya no sólo educativas, porque se hace necesario generar un pliego más amplio y una multi-sectorialidad dentro de la organización social.

-¿Qué piensas del llamado de la Aces a no votar en las elecciones del próximo domingo?

-La Aces pone rostro a un amplio sector de la sociedad que hace un tiempo no era visible. El llamado a no votar –contrarrestado por campañas de propaganda institucionales- antes era una opción individual, pero hoy se plantea como una alternativa colectiva convocada, paradojalmente, por quienes no pueden votar porque son menores de edad. Lo que han podido generar estos jóvenes es importante a nivel social, porque la institucionalidad defiende su elemento de democracia, sabiéndose desgastada, no defiende otros mecanismos, sólo votaciones: cada cuatro año uno elige a quien determina las condiciones de su vida. No entregan a la gente la posibilidad de articularse y decidir. Cuando dicen que el voto es la forma de sacar a la derecha eso es despolitizar, porque se reduce la participación a sólo votar. Ha habido gente de la Concertación y de partidos que se dicen de izquierda en los municipios y nada ha cambiado en muchos años.

-¿Crees que votará más gente?

-Yo creo que el número de votantes no va a aumentar, de hecho creo que podría bajar, porque hay mucha gente no cree que sirva de algo votar. Se llama a votar, pero no se dice para qué ni por qué. La gente ha escuchado por décadas lo mismo, y ya no cree. Lo que hoy se necesita es construcción local.

 Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

 

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