Reflexiones sobre críticas a relación de Chomsky con Chávez

La última visita de Chomsky a Venezuela y sus declaraciones sobre los procesos de izquierda en Latinoamérica y sobre Venezuela en particular, motivaron una dura y desafortunada crítica en la revista venezolana El Libertario, escrito por el veterano anarquista español Octavio Alberola, titulado “Chomsky, bufón de Chávez”

Por Wari

14/01/2010

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La última visita de Chomsky a Venezuela y sus declaraciones sobre los procesos de izquierda en Latinoamérica y sobre Venezuela en particular, motivaron una dura y desafortunada crítica en la revista venezolana El Libertario, escrito por el veterano anarquista español Octavio Alberola, titulado “Chomsky, bufón de Chávez”.

Cualquier aporte que hubiera podido tener este artículo, se perdió, lamentablemente, en medio de exageraciones, difamaciones y un maniqueísmo estéril. El artículo iba acompañado además de una caricatura (ilustración al costado) en que se mostraba a Chomsky mencionando su apoyo a Chávez junto a carteles de Fidel, Mao, Pol Pot y Ho Chi Mihn, con lo cual se implicaba, por una parte, que todos estos regímenes son lo mismo, y por otra, un supuesto apoyo político de Chomsky a todos ellos.

No solamente esta lectura es una grosera distorsión de la realidad, sino que además responde exactamente a la visión polarizadora que los neo-conservadores de la derecha norteamericana vienen utilizando para atacar a Chomsky desde hace décadas: lo acusan de defender a “dictadores” (Pol Pot era su dictador predilecto según ellos), precisamente, por su oposición a la política exterior norteamericana, la cual, supuestamente, es la última garante de la expansión de las libertades democráticas.

Repetir esta clase de prejuicios infundados es, por decir lo menos, una calumnia que solamente juega en beneficio de la histeria neo-conservadora, aunque sea de manera inconciente. No podemos ver qué clase de beneficio puede aportar al movimiento libertario esta clase de diatribas, las cuales logran ahuyentar apersonas que de otra manera serían atraídas por nuestras ideas. Estas actitudes han hecho que el anarquismo sea, en muchos casos, nada más que un pequeño grupúsculo de fanáticos que han convertido en virtud nuestro principal defecto, el dogmatismo, y que piensan que quien ataca más violentamente a quien no piensa como uno, quien es el más sectario, es el más “anarquista”.

Lo más lamentable del artículo son las constantes generalizaciones sin asidero y las acusaciones infundadas sobre las posiciones de Chomsky que las distorsionan hasta hacerlas irreconocibles, como se desprende de los siguientes párrafos:

“¿cómo un hombre, aparentemente capaz de razonar, de analizar críticamente lo que sucede en el mundo, puede viajar hoy a Venezuela para loar el “socialismo del siglo XXI” sin apercibirse de la mentalidad castrense de su inventor, el Comandante Chávez, ni del populismo grotesco de su llamada “revolución bolivariana”? ¿Cómo puede cometer Chomsky el mismo error que cometieron, en el pasado siglo, famosos intelectuales de la época, unos loando a Stalin y otros, años más tarde, alabando a Mao y su “Pequeño Libro rojo”? Ellos por haber creído que en Rusia y en China se estaba construyendo el “verdadero comunismo”, y él por creer ahora que en Venezuela se está creando “un nuevo mundo, un mundo diferente”. ¿Cómo ha podido olvidar que después todos esos intelectuales se vieron obligados a hacer un mea culpa por la ceguera ideológica que les había impedido ver lo que había detrás del discurso revolucionario estalinista y maoísta? Ese totalitarismo, responsable de la muerte de millones de gentes, que inspiró a Castro para imponer desde hace cincuenta años en Cuba una dictadura de la que Chávez es un devoto admirador.

(…) Lo más sorprendente de esta conversión a la fe mesiánica, parecida a conversiones célebres a la fe católica (las de Baudelaire, Peguy, Claudel, etc.), es que el milagro llega tras producirse el derrumbe del “socialismo real” de inspiración soviética y la instauración del capitalismo en China por el Partido Comunista que Mao dejó en el poder. Pues, a diferencia de aquellos jóvenes intelectuales “idealistas”, que loaron a Stalin o a Mao antes de producirse estos importantes y significativos acontecimientos históricos, Chomsky los ha podido observar en vida y por eso es más incomprensible el hecho de que ahora parezca haberlos olvidado».

¿Cuál es la posición de Chomsky? Reproducimos parte de una entrevista con Chomsky en la cual él expresó sus visiones, las cuales son enteramente consistentes con lo que ha venido defendiendo hace años, pues creemos que nadie mejor que Chomsky puede explicar cuál es su postura al respecto:

«Tengo la impresión de que hay una mezcla de formas muy promisorias de democracia participativa, junto a una corrupción y tendencias autoritarias bastante generalizadas y que son potencialmente peligrosas. Las libertades cívicas han sido, en general, protegidas, algo que reconocen aún aquellos críticos más recalcitrantes cuando son serios. Algunas de las críticas más duras de Occidente provienen de la negativa del gobierno de renovar la licencia de RCTV (que ahora transmite solamente por cable). Yo concuerdo en que esto fue un error. También concuerdo con los comentaristas occidentales en que ‘esto no ocurriría en nuestros países’. Pero hay buenas razones para que esta afirmación sea verdadera. No podría haber ocurrido en nuestro país porque si hubiera habido un golpe militar en los Estados Unidos que derrocara al gobierno, disuelto al Congreso y a la Corte Suprema y a todas las instituciones democráticas, y éste hubiera sido derrotado mediante la movilización popular, y si un canal como CBS hubiera apoyado públicamente al golpe y distorsionado los hechos para poder ayudarlo, entonces CBS no hubiera tenido su licencia rechazada 5 años después. Por el contrario, sus dueños y ejecutivos hace mucho tiempo que habrían estado en prisión o muy probablemente, se les habría condenado a muerte. Está bien que se pueda criticar la violación de derechos de un enemigo declarado, pero debieran existir ciertos límites para la hipocresía”.
(Ver original en inglés)

Sus opiniones equilibradas y críticas contrastan con el maniqueísmo del artículo ya mencionado, el cual es incapaz de entender que en el mundo existen matices, que lo que no es blanco no necesariamente es negro y que aquellos que no están de acuerdo en todo con uno no significa que estén en oposición absoluta a nuestros principios.

Como respuesta a este artículo, el compañero Frank Mintz (en la foto), militante anarco-sindicalista francés y autor de larga trayectoria, ha escrito el siguiente documento que ponemos a disposición de nuestros lectores. No solamente este artículo es una invitación a abandonar maniqueísmos y a retomar el pensamiento crítico en el movimiento libertario, sino que además, es un intento de instalar cualquier crítica a Chomsky en el marco de sus indudables aportes al movimiento popular y libertario, así como en el marco de sus verdaderas posiciones (sin invenciones ni distorsiones). Creemos en este sentido que el artículo hace justicia con un compañero que ha sido un aporte mucho mayor que el de los “papas” en el movimiento que se creen con autoridad para excomulgarlo.

Por otra parte, el artículo es una invitación a tratar con problemas objetivos que enfrentan los procesos de cambio, no solamente en América Latina, sino que en todo el mundo. Problemas como la dependencia económica de los países del llamado Tercer Mundo, la seducción de los proyectos reformistas-populistas y sus indudables avances en el terreno de los derechos sociales, etc., no son asuntos que podamos seguir tratando a la ligera o desde posiciones puramente filosóficas, sino que requieren de un debate serio e informado entre los sectores libertarios, al menos entre aquellos que tienen ambiciones revolucionarias.

Por las razones señaladas hemos considerado importante reproducir nuevamente este artículo, corregido por el autor (*). Esperamos que sea de provecho para nuestros lectores y sirva para ayudar al desarrollo de un debate racional e informado en el elemento libertario, que fortalezca la crítica y que no la confunda con la calumnia, ni con el sectarismo rabioso, ni con los ataques personales.

Por José Antonio Gutiérrez D.
12 de Enero de 2010

(*) Ver la versión original

«REFLEXIONES CRÍTICAS EN TORNO A CHOMSKY Y SUS DETRACTORES EN EL ANARQUISMO»

Me parece que parte de los ataques del compañero Octavio Alberola (en la foto) a Chomsky tienen poco fundamento, porque no recordó posturas elementales de Noam. Y coincido con Octavio en señalar contradicciones de Chomsky, aunque no sean las mismas.

Otro plano complejo es la crítica de Cuba y de la Venezuela de Chávez, descartando los argumentos falaces que buscan acallar la rebeldía, y juzgando una realidad con visos de obrerismo, sin herir a los trabajadores, sobre todo latinoamericanos, que mantienen cierta confianza en direcciones y líderes que no nos parecen ni fiables ni serios.

NOAM CHOMSKY Y AMÉRICA LATINA

Muchos sabemos que Noam Chomsky no está afiliado a un grupo anarquista, si bien está cerca de los IWW de EE. UU. Su trabajo como “compañero de viaje” del anarquismo es encomiable y, por ejemplo, creo que Los intelectuales y el Estado tiene más peso libertario en este sentido que muchos artículos de anarquistas, empezando por los míos.

No es menos evidente que Chomsky obra y tiene militancia en su propio país con la denuncia del imperialismo norteamericano. Y añade a este enfoque, la necesidad de los trabajadores de ampliar la superficie de la jaula en que estamos, o sea reforzar los servicios sociales estatales para no ser avasallados por las grandes corporaciones privadas. «La disminución del Estado significa la vertebración del sector privado. La disminución del Estado mengua el espacio en que se puede ejercer la influencia pública. No es un objetivo anarquista. Algunas personas se pueden ilusionar con la expresión «disminuir el Estado» y ven en ello el medio para sacudirse a éste, pero piensen en lo que eso significa. Equivale a reducir el Estado y consolidar un poder todavía peor. No es un objetivo anarquista». (Diálogo entre Chomsky y estudiantes de Historia de la Universidad de São Paulo en noviembre de 1996) Democracia e autogestão, São Paulo, 1999, p. 71.

En cuanto a la visita de Chomsky a Venezuela de septiembre de 2009 él mismo declaró: «Muchos de los programas que ha iniciado [Chávez] me parecen bastante prometedores, como las misiones (programas sociales), los esfuerzos para reducir la pobreza. Ha impulsado los esfuerzos de integración en Sudamérica, como el Banco del Sur, o Petrocaribe. Todas estas cosas son muy positivas. Creo que también hay grandes problemas en el país, como el alto nivel de crimen, enorme corrupción, elementos de caudillismo – la tradicional plaga latinoamericana.» (Rebelión, 24.06.09, sacado de BBC Mundo, Noam Chomsky, «Los cambios en Sudamérica son inspiradores»).

Tras la visita de Noam Chomsky a Hugo Chávez, no he visto bajo la firma de Chomsky parrafadas de encomio desorbitado ni que se haya al “socialismo real”. También en los 1970 durante la guerra de EE. UU. en Indochina, Chomsky fue a Vietnam, o sea donde un Gobierno marxista leninista, para mostrar su apoyo a un país asolado por el imperialismo y no se convirtió por eso en propagandista marxista.

Creo que Noam aprovecha al máximo su papel excepcional (e irrepetible, a mi parecer) de intelectual comprometido e incorruptible. Si Octavio lo olvidó es una pena para él, pero no veo desviación o dejación en Chomsky.

En cambio, estoy de acuerdo con Octavio cuando evoca intelectuales admiradores del “socialismo real” y que cobraban con creces sus derechos de autor por las ediciones en ruso y en otras lenguas de las colonias (para el caso latinoamericano, tenemos a Pablo Neruda y en especial García Márquez que dejó en la Bulgaria de Todor Zívkov, recuerdos de su avidez de dólares, como dijo alguien de Salvador Dalí alguna vez).

El problema que Octavio habría debido plantear es ¿qué ganamos con la retirada del imperialismo de EE UU si otro imperialismo lo substituye? Sin mencionar que muchas veces dicho reemplazo va seguido de un régimen corrupto y sin control alguno de los ciudadanos sobre su propio Gobierno, como Vietnam lo sigue demostrando, y Cuba igualmente, pero en un contexto distinto.

En efecto, la prostitución era menor que bajo Batista hasta la adopción en Cuba a mediados de los 1980 de las tiendas en dólares [cualquier cubano ingenuo podía ver a la semana de estar en Moscú o en Sofía las secuelas de la corrupción, pero Fidel Castro antepuso los dólares antes que la ética, elemental aplicación de un análisis -que voy a presentar más adelante- de Engels para México]; la educación progresó (pero con una fabricación del consenso digna de la de EE. UU.) y hubo un auge de la medicina (por lo menos mientras existía el socialismo real).

Una situación poco brillante, pero en la cual no existían los escuadrones de la muerte y el genocidio de opositores que sembró EE. UU. en Guatemala y otros países vecinos desde los 1960. La mugre impuesta por EE. UU. hizo resaltar en Cuba un auge social mediocre, que se convirtió en un mito hasta en Argentina, donde Perón y Evita hicieron mucho más por la educación y la salud (un sistema aún eficaz para las urgencias, pero con condiciones previas mejores que las disponibles en el Caribe).

Y en este contexto es lógico que Chomsky aprecie regímenes como los de Correa, Evo Morales, incluso Lula, y de Chávez, por su relativa oposición a aspectos del imperialismo norteamericano.

Aquí también la crítica posible a la posición de Noam Chomsky es observar que el imperialismo que substituye al de EE. UU. es el de la Unión Europea, bastante similar o totalmente cómplice del de EE. UU. en el caso de Repsol. Otro aspecto inquietante, es la política exterior y en este ámbito Chávez es el más tímido de los estadistas suramericanos sedicentes anti imperialistas, puesto que sigue vendiendo casi tanto crudo a EE. UU. como hacían sus predecesores y no parece tener ningún plan alternativo, a pesar de sus afirmaciones altisonantes.

Pero, como con el caso Cuba, nos queda en contraposición el contexto latinoamericano y suramericano de villas miserias y de muerte cotidiana por el hambre. Y en oposición al abandono en que están los pobres desde México a Argentina, Chávez levanta medidas alentadoras que se pueden tildar de populismo, de demagogia, de clientelismo, de promesas hueras, pero que sí existen como ayudas a los más pobres. Se va generando así un mito de progreso y de lucha contra el hambre.

En el clima de maniqueísmo propagado y profundizado en América Latina de apostarlo todo al neo liberalismo (en castellano sencillo: el capitalismo de EE. UU. y del FMI) o todo a los líderes de una mezcolanza pseudo izquierdista de los Castro, Chávez, Lula y Morales, hay que usar un lenguaje comprensible y saber matizar las dudas y las críticas.

Noam es uno de los pocos intelectuales norteamericanos dentro de la minoría que interviene contra el imperialismo de su propio país, que no cayó en la ilusión de la candidatura de Barack Obama. Y Noam lo hace con criterios anti capitalistas que todos los libertarios pueden compartir (en el sentido de libertarios clasistas y anti jerárquicos, los otros poco aportan en la lucha).

DESCARTANDO LOS ARGUMENTOS FALACES PARA ACALLAR LA REBELDÍA

La polémica es un arte difícil. A fines del siglo XIX y a inicios del XX, bastantes anarquistas españoles (casi todos bajo la influencia de Bakunin y luego Kropotkin) proponían debates públicos a socialistas o a burgueses. La finalidad no consistía en convertir al opositor sino en demostrar la insuficiencia de sus argumentos para apoyar una postura autoritaria, o sea que amordaza a los trabajadores disidentes en nombre de un Comité Central supuestamente clarividente y guía de las masas, o de una oligarquía poseedora de la clave de la economía estable y de progreso social para todos.

En la chabacanería intelectual de los partidarios del verticalismo, capitalista o marxista leninista, cuando de ideas libertarias se trata, no hay debate alguno sino afirmaciones (rayanas en la infalibilidad papal). Por ejemplo «los anarquistas, cuya característica central fue una entusiasta adhesión a la acción y un rechazo a la reflexión […] Para cubrir esas esperanzas [revolucionarias] no parecían necesarias grandes disquisiciones teóricas ni una extremada coherencia ideológica.» (Juan Suriano Auge y caída del anarquismo (Argentina, 1880-1930), Buenos Aires, 2005, pp. 13-15). Similares impertinencias se encuentran en historiadores como James Joll, Hugh Thomas, Gerald Brenan.

Por otro lado, para el “socialismo científico”, Federico Engels dejó sentado «¿Y Bakunin les criticará a los americanos (ed. estadounidenses) por una ‘guerra de conquista’ que es un golpe a su teoría basada en la ‘justicia y humanidad’, pero que fue llevada a cabo pura y simplemente en interés de la civilización? Será una desgracia que California sea arrancada a los perezosos mexicanos que no sabían qué hacer con ella? ¿Es una desgracia que los enérgicos yanquis exploten rápidamente las minas de oro que se ocultan aumentando sus ingresos económicos, que concentren en esta orilla del Océano Pacífico a una densa población y un rico comercio, que funden grandes ciudades, que tracen nuevos enlaces marítimos y una nueva línea de ferrocarril de Nueva York a San Francisco, que es la primera vez que el océano Pacífico se abre a la civilización y por tercera vez en la historia se da al comercio mundial un nuevo rumbo? ¿Pueden resentirse la independencia de algunos californianos y texanos españoles, la justicia y otros principios morales violados, aquí y allá, pero que es esto comparado con hechos tan importantes para la historia del mundo? «(1849, El Paneslavismo Democrático).

La cita es excelente porque no fue refutada por Carlos Marx y porque estriba en un reduccionismo falsificador del bakuninismo y en un pilar del marxismo leninismo. En efecto nunca predicó Bakunin una evolución de la historia fundada en la “justicia y la humanidad”, aceptó el enfoque de Marx de la lucha de clase, matizando el mecanismo económico con la toma de conciencia revolucionaria. Al igual que Marx y Engels deseaba una sociedad sin explotación social basada en la “justicia y la humanidad”, sin tutela de ninguna minoría encima de las masas y sin el control de éstas. Los marxistas se empaparon de fórmulas como «El anarquismo, hijo de la burguesía, nunca tendrá una influencia seria sobre el proletariado» (Pléjanov, 1895, que se repiten bajo las plumas de Rosa Luxemburgo, Bujarin, Trotsky, etc., pero el idealismo marxista no puede eliminar la voluntad crítica y rebelde de los trabajadores.

Engels, con la aprobación (in)directa de Marx, afirma el interés económico a largo plazo antes que la consulta de las bases explotadas, y de pasada, justifica al colonialismo con el pretexto de ser una etapa obligatoria del desarrollo capitalista. De igual manera se condujo Lenin al alentar los soviets manipulados por el Partido («El socialismo real») y creando la Comisión Extraordinaria opuesta a la Contrarrevolución y al Sabotaje, Checa, el 20 de diciembre de 1917. Y la Rusia actual celebra cada 20 de diciembre (como se hizo en el 2009) el “Den sotrudnika organov gosudarstvennoy i natsionalnoy bezopasnosti” [Día del colaborador de los órganos de la Seguridad estatal y nacional]. En la URSS existía esa misma fiesta, la misma fórmula, con “trabajador” en lugar de “colaborador”; ¡qué simpático mantener las fiestas de los defensores de las cúpulas! Pero volvamos al “entrañable” Lenin: para él, la Checa era una herramienta indispensable para mantener a raya a los asalariados, los “gusanos”, los “parásitos”, mientras el Partido no haya decidido el momento en que las masas estén preparadas para el socialismo. Por eso había que liquidar en el paredón desde los makhnovistas a los insurrectos de Kronstadt, tanto en la URSS como en sus colonias y en los países gobernados por el leninismo, como a los obreros de la Construcción de Berlín del Este en 1953, y un largo etcétera que llega a los estudiantes de Tien An men en 1989… (Se podrá completar en los próximos años).

Es evidente que desde un enfoque libertario, no debemos acudir al vulgar reduccionismo de que se sirven los manipuladores del pueblo. Peligroso es aducir “Ese totalitarismo; responsable de la muerte de millones de gentes por hambre o por persecución, que inspiró a Castro para imponer desde hace cincuenta años en Cuba una dictadura de la que Chávez es un devoto admirador”. En efecto, aquella frase incita a pensar que Chávez sería capaz de aniquilar a millones de venezolanos. Pero incluso aplicando los porcentajes de víctimas del periodo del “socialismo real” a la población de varios países que vivieron y siguen viviendo este “socialismo real”, ni Bulgaria ni Vietnam, ni las locuras de Enver Hoxha (en la foto) y Chauchescu en Albania y Rumania, ningún país llegó a la demencia generalizada de los Burós políticos del PC en la URSS, Camboya y China. Dicho de otro modo, como dijo Bakunin la historia no tiene una evolución mecánica, incluso si aparecen muchas similitudes entre seguidores de la misma ideología.

Otro tanto vale para la siguiente frase: “Es posible que, dada su edad, Chomsky no pueda reconocerlo”. La lógica de las cosas hace que cada militante que se pone a escribir sea más joven o más viejo que el promedio de sus lectores y lo importante no es eso, sino que dar datos útiles. Dado el último texto de Chomsky, «El legado de 1989 en los dos hemisferios”, es evidente que Noam nos sigue aportando mucho, a sus 81 años.

¿CÓMO JUZGAR UNA REALIDAD CON VISOS DE OBRERISMO, COMO LA DE CUBA Y DE LA VENEZUELA DE CHÁVEZ?

Las dos situaciones son muy distintas: en Cuba, la realidad se moldeó por un apoyo exterior artificial de varios decenios a espaldas de los asalariados del “socialismo real” (el chiste corriente era ¿qué es la familia básica soviética o búlgara? Los padres, los abuelos, el hijo, y el nene cubano y el otro vietnamita), y luego por un estancamiento impresionante (peor si no fuera por las inversiones turísticas del capitalismo español); en Venezuela, estamos ante un país con muchas posibilidades mal aprovechadas.

Pero existen similitudes entre Cuba y Venezuela: en ambos países estamos ante dos cúpulas que ostentan el máximo conocimiento para orientar al pueblo y un diálogo unilateral de arriba abajo sin devolución de mensajes, con la obsesión por el complot y los saboteadores (¡qué bueno tener una seguridad de tipo chekista!).

El testimonio del exiliado cubano Nelson P. Valdés aclara mucho: «La baja productividad, el absentismo laboral y la llamada indisciplina no son el resultado de la baja conciencia de los hombres y mujeres que laboran diariamente, sino la consecuencia directa de un gobierno revolucionario que ha distribuido beneficios sociales, pero no ha distribuido el poder. Como los trabajadores no toman decisiones, no sienten responsabilidad. Al igual que antes, reciben órdenes desde arriba y venden su trabajo a los que controlan los medios de producción». (“Burocracia y socialismo en Cuba”, en Aportes, París, enero de 1972, p. 51).

Me temo que el 99 % de la cita sigue vigente y los vistazos que echo de vez en cuando a la actualidad cubana me recuerdan demasiado el día a día búlgaro del “socialismo real” para que yo pueda opinar de otro modo. El conjunto de ingenieros, ejecutivos, de hecho la pequeña burguesía que se enriqueció y depende del régimen, apuesta a una evolución paulatina hacia una sociedad de tipo yugoslavo o chino e idolatra al pseudo reformador comunista local, que le permita mantener su “status”. En Yugoslavia esto sirvió hasta el colapso nacionalista (que Tito alimentó sin comprender que hundía su propia construcción social). En Bulgaria las ilusiones con Ivan Bashev en los 1960 se desinflaron con su asesinato encubierto. Cuesta ser un comunista inteligente en medio de comunistas mediocres (Jorge Dimitrov murió rápido cuando se puso a criticar a Stalin). La solución china supone una férrea dirección y un contexto económico propio halagüeño, poco probable en Cuba. En todos esos casos, el factor común es la confianza en una pandilla encumbrada, sin considerar a la gente de a pie, los asalariados de la base. Sería muy extraño que ellos siguieran soportando la crisis sin rechistar.

Para Venezuela, me parece que de hecho Chávez va por una vía semejante a la de Perón y Evita (en la foto) en los 1940 en Argentina. El régimen se valió de la clase trabajadora para darle ventajas reales y simultáneamente atarla firmemente a la sumisión a la patronal a través de una supuesta representación sindical de la CGT. Desde luego, hubo casos de insubordinación, secciones gremiales que creían que iban a doblegar a los patronos (Cipriano Reyes contra la patronal extranjera de los frigoríficos Swift en Berisso). Los jerarcas sindicales dejaban empantanarse el conflicto, sacaban a un lado al cabecilla y lograban (al parecer) un convenio inmejorable.

Allá también sería muy extraño ver a la base de los trabajadores y precarios aceptar un sistema que no pudieran controlar.

Por Frank Mintz

23.12.2009

Fuente: www.anarkismo.net

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