ENTREVISTA

Tomás Moulián al Frente Amplio: “No se puede ignorar ni la Unidad Popular ni la Dictadura para hablar del presente”

El intelectual, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2015, apuntó que para genuinamente constituirse como un actor político de nuevo tipo, el FA debe tener un asentamiento ideológico, democrático y con horizonte utópico.

Por Javier Paredes

19/08/2017

Publicado en

Chile / Entrevistas / Política / Portada

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El Frente Amplio ha estado bajo el escrutinio de todos los actores políticos, ocupando el centro de una trama que, mediatizada por la prensa nacional, adquirió crecientemente rasgos dramáticos propios de una teleserie.

Se suma a las coaliciones y partidos políticos que, ad portas de las inscripciones de las candidaturas parlamentarias, se ven envueltos en situaciones críticas ajustando la compleja ecuación que deben equilibrar para articular las respectivas listas a nivel nacional.

De este modo, estirando cada minuto del día en eternas reuniones, pareciera que la perspectiva de la fuerza emergente se desdibuja. Este sería un dato desalentador para la izquierda.

Uno que no pierde la perspectiva es Tomás Moulián. El connotado intelectual autor de una de las tesis más lúcidas del primer período de la transición bajo el texto Chile: Anatomía de un mito, y Premio Nacional de Ciencias Sociales el año 2015 conversó con El Ciudadano para oxigenar el debate en el lado izquierdo del tablero.

¿Cuáles son los actores principales en el ámbito de la izquierda en Chile?

Distingo dos principales. Una centro izquierda y una izquierda. En los primeros estarían el grueso los partidos de la Nueva Mayoría que han operado durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Luego, hay una izquierda. La mayor parte de ella tiene el carácter de emergente, que son los nuevos partidos que configuran el Frente Amplio. Esos son los principales actores. Dentro de la centro izquierda está la llamada izquierda tradicional, que contempla los partidos y culturas socialista y comunista.

 

¿Consideras que el Frente Amplio ha llegado a un estado de maduración que permita afirmar que es un actor político, o lo ves como un pacto electoral en vías de constitución pero que no ha dado aún ese salto?

Creo que es un grupo emergente. Es decir, en proceso de consolidación. Ello implica que todavía no configura un proyecto que sea presentado a la ciudadanía de modo orgánico. Me parece que eso no tiene que ver con el tiempo. Es decir, no es el único factor.

El otro es que este grupo está elaborando un proyecto y ese proceso está atravesado con la elección presidencial, que actúa en esa situación. Se trata de un proyecto emergente, porque creo que estamos en presencia de algo que es más que una mera alianza política, pero el programa todavía está en formación.

En política también juegan los adversarios, y a veces los actores chocan. ¿Cuáles son los adversarios del Frente Amplio en tu opinión?

Primero, distinguiría enemigos de adversarios. Los primeros son la derecha en toda sus expresiones. Los adversarios están en la Nueva Mayoría.

Se ha criticado sobre todo la última semana que el Frente Amplio se tiende a parecer mucho a las otras alternativas políticas. El concepto de «nueva política» puede ser entonces enarbolado por izquierda y derecha y pierde utilidad. ¿Cuál es el criterio para distinguir la política que se quiere superar de la que se quiere construir, es decir, entre lo viejo y lo nuevo?

Propongo tres criterios que apuntan a el o los partidos que se constituyan como partidos ideológicos, democráticos y con horizonte.  Ideológico quiere decir partido con proyecto; que analizando el pasado hable sobre el presente y el futuro. Para que un proyecto devenga en partido no puede ignorar lo que pasó durante la Unidad Popular, no puede ignorar lo que pasó con la Dictadura, para hablar al presente. También debe haber un horizonte hacia el cual caminar.

Otra dimensión importante en un o unos partidos de nuevo tipo es la dimensión democrática. Eso significa que los candidatos a puestos de representación y las directivas son electas por las bases y, además, que esas bases, ese conjunto de ciudadanos de a pie en el partido deben poder expresar sus posiciones y discutir las posiciones de sus directivas. Hablar en política es decisivo.

Moulian

 

En este ámbito, ¿se han hecho los balances históricos necesarios? Por ejemplo, en relación a la derrota de la UP, el advenimiento de la transición, la renovación socialista, etcétera

No estamos frente a un balance histórico suficiente de parte del Frente Amplio. Sin embargo, me parece que está en vías de construirlo. Diría, en todo caso, que esos balances son permanentes en los partidos ideológicos. Porque constantemente un partido ideológico debe estar discutiendo sobre el presente con mirada hacia el futuro. Eso no se termina nunca de hacer, pero el punto de partida no está avanzado. Este proceso no ha llegado a su término pero sí en su comienzo.

¿Algún debate te ha llamado la atención en ese sentido?

Aquellos que tienen que ver con elaborar una nueva Constitución, el papel de la Asamblea Constituyente. Es que la nueva Constitución no es solo un cuerpo jurídico, sino que se construye con una visión histórica de lo que ha sido y debe ser el país. Ahí hay discusiones que me han parecido interesantes. Tanto como las que formulan algunos personeros de la Nueva Mayoría como Fernando Atria.

En el otro ámbito, en la dimensión democrática de los partidos emergentes, se ha criticado el asambleísmo del Frente Amplio que dificultaría las decisiones políticas. ¿Compartes la crítica que apunta a una dificultad del Frente Amplio de ponerse pantalón largo en este ámbito?

El asambleísmo debería ser una virtud y no un defecto el hecho de que se esté permanentemente discutiendo, menos que ello impida tomar decisiones. Tiene que haber una directiva capaz de discutir siempre -porque sus directrices pueden y deben ser cuestionadas- pero sin que ese asambleísmo constituya un defecto.

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