Tras el No al Acuerdo de Paz: ¿Qué viene para el futuro de Colombia?

Un resultado inesperado fue el rechazo al Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC por parte de una leve mayoría de los colombianos. Con una participación de apenas un 37%, el plebiscito deja como vencedor al ex presidente Uribe y su política de línea dura y en suspenso todo un proceso conducido por el presidente Santos y que estaba siendo verificado por la ONU. Pese a la votación tanto Santos como las FARC aseguran que mantienen su voluntad de paz.

Por Mauricio Becerra

03/10/2016

Publicado en

Latinoamérica / Política / Portada

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Tras más de medio siglo en conflicto y con los ojos del mundo puestos este domingo 2 de octubre en Colombia, una leve mayoría de 50,21% frente a 49,78% decidió la opción No al Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC.

La pregunta era: ¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?

Casi 6 y medio millones de colombianos dijeron No al acuerdo con las FARC, de los 34.899.945 personas que estaban habilitadas para votar en las elecciones de hoy. Se registró una participación de 37 por ciento y un 63 por ciento de abstención. A partir de esos datos, se dirime que sólo un 18,2 por ciento de los electores decidieron dejar el proceso de paz en el limbo.

La opción Sí era apoyada por el presidente Juan Manuel Santos (derecha), la guerrilla de las FARC, la izquierda y el centro político y, según las encuestas, por una amplia mayoría de colombianos. Con la derrota de tal inédito arco político, se abre un gran margen de incertidumbre sobre la suerte del proceso de paz para un conflicto interno iniciado en 1964.

El plebiscito buscaba ratificar el proceso de paz iniciado hace 4 años y de resultar aprobado daba vía expedita a los acuerdos alcanzados para desmovilizar a la guerrilla de las FARC.

El Presidente Juan Manuel Santos comprometió su capital político en el proceso de paz. Si lograba firmarlo pasaba con su mano a escribir un momento importante de la historia colombiana. Las negociaciones con las FARC, las que en los últimos años habían sido golpeadas duramente por el Ejército, se iniciaron en 2012 y concluyeron con la firma el pasado 26 de septiembre en Cartagena de Indias con su firma junto a la del jefe de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko).

El plebiscito es el segundo que se realiza en Colombia, el anterior correspondió a 1957, que dio fin a una guerra nunca declarada entre los dos principales partidos políticos, Liberal y Conservador, y que dejó cientos de muertos.

EL ACUERDO QUE NO FUE

El acuerdo buscaba transformar a las FARC en una organización política legal. Sus 5.765 combatientes, según cifras de la guerrilla, se concentrarían en 20 zonas para su desarme y posterior reinserción a la vida civil, proceso de seis meses que sería supervisado por las Naciones Unidas. Las negociaciones fueron apoyadas por Cuba y Noruega como países garantes y Venezuela y Chile como países acompañantes

Una de las alternativas para la inserción en la vida política de las FARC era asegurarles un cupo mínimo de 5 curules en el Congreso y en el Parlamento hasta el 2026 (los que si no eran ganados en las elecciones, se les nominaba hasta contemplar cinco), financiamiento como a los demás partidos políticos y la posibilidad de manejar 31 emisoras comunitarias.

Las FARC se comprometían a desmantelar los cultivos de coca que llevan controlando hace décadas. También el gobierno les subsidirían con montos en dinero su reinserción en la vida civil a invertir en un proyecto productivo o en la cooperativa.

El Acuerdo crea además un Fondo de Tierras, que será integrado con las que le confisquen a los narcos, con tierras baldías, con baldíos apropiados ilegalmente y con tierras inexplotadas que el Gobierno logre expropiar de acuerdo con la ley para entregarle a campesinos sin tierras. El compromiso es repartir 3 millones de hectáreas, el equivalente a la extensión de la mitad de Antioquia. Estos campesinos tendrán además subsidios y créditos especiales.

También se pactó un Estatuto de la Oposición, a elaborar de común acuerdo los partidos en el Congreso para garantizar la participación de los que no están en la coalición oficial del gobierno.

En el plano de la justicia y reparación, se acordó que los guerrilleros y agentes del Estado que cometieron delitos atroces como el desplazamiento, el secuestro, la desaparición forzada y el reclutamiento de niños serán juzgados por el Tribunal de Paz y condenados a una pena, dándose penas alternativas a la cárcel a quienes confiesen lo que hicieron. Quienes no hayan cometido delitos atroces, sino delitos políticos como rebelión y porte de armas serían amnistiados.

Para lo anterior se contempló crear una Jurisdicción Especial para la Paz, compuesto por magistrados que serán elegidos por un comité integrado por un delegado de la ONU, uno del Instituto para la Justicia Transicional, uno de la Corte Suprema, uno de un comité integrado por todas las universidades públicas y uno del Presidente de la Corte Europea de Derechos Humanos.

PERDEDORES Y GANADORES

El gran perdedor es el presidente Juan Manuel Santos, quien no estaba obligado al iniciar las conversaciones con las FARC en refrendarlo vía votación popular, pero darle al proceso un final en el que la ciudadanía tuviera participación fue una obsesión del mandatario. «La paz es el camino. Todos los colombianos debemos ser protagonistas de este cambio histórico», dijo Santos al momento de votar en Bogotá.

También apoyaron el proceso de paz los senadores opositores Jorge Robledo, Claudia López e Iván Cepeda, quienes mantienen una férrea oposición a las políticas extractivistas y neoliberales del gobierno de Santos, pero que sólo en función de los acuerdos de paz se sumaron entusiastas.

El ex presidente liberal César Gaviria también se la jugó por el acuerdo, llegando a ser el jefe de la campaña por el Sí en el plebiscito. A su juicio se trataba de una “extraordinaria oportunidad para dar un paso adelante por la paz de Colombia”.

El gran ganador es el ex presidente y senador Álvaro Uribe Vélez, quien cuando estuvo en el Palacio de Nariño fue el impulsor de una guerra frontal a las guerrillas de las FARC y el ELN, aplicando una búsqueda a muerte de los líderes de las FARC, estableciendo bonificaciones por muertes y autorizando incluso bombardeos en territorio ecuatoriano.

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Esta campaña en las calles de Colombia en las semanas previas al plebiscito dan cuenta del sentido que los sectores a favor del No le querían dar al evento.

Según describe la revista La Semana, el líder del Centro Democrático rechazó el pacto con las FARC antes de haberlos leído, los criticó con verdades a medias y “dedicó en las últimas semanas todas sus energías y poder de elocuencia para derrotar al gobierno empleando un cóctel de mentiras reiteradas sobre los acuerdos”.

«La paz es ilusionante, los textos de La Habana decepcionantes», dijo durante la mañana de la votación Uribe, para quien el acuerdo encamina al país hacia el «castrochavismo» de Cuba y Venezuela.

En su campaña por el No tuvo el apoyo del ex presidente Andrés Pastrana y el ex procurador, el conservador Alejandro Ordóñez, quien asiste cada domingo junto a su esposa a la iglesia de Los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en el barrio La Soledad, donde se sigue la doctrina de Lefebvre y se celebra la misa en latín.

La carrera de Ordóñez está salpicada de cruzadas en las que ha sido protagonista: Demandó al director de la revista SoHo cuando publicaron una imagen en que políticos, artistas y periodistas representaban a los apóstoles de la última cena y la modelo Alejandra Azcárate a Jesús. También es un férreo opositor al aborto, combatió desde la  Procuraduría el matrimonio de personas del mismo sexo y la adopción de hijos por parte de personas de la diversidad sexual, usó su cargo para oponerse a la tramitación de la ley que reglamentaría el derecho de los enfermos terminales a decidir sobre el final de sus vidas y se opone a la despenalización de las drogas.

La posibilidad de que Ordóñez sea junto a Uribe el candidato presidencial de la derecha después del plebiscito está sonando fuerte.

La Iglesia Católica, pese a que el papa Francisco se la jugó en público y en privado por la solución negociada de la paz, fue siempre reacia a tomar partido por el Sí y prefirió guardar una tibia neutralidad, destaca la revista Semana, apenas rota cuando el Arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, habló abiertamente a favor del Sí.

El Ejército colombiano también es beneficiado con el fracaso del acuerdo. La guerrilla ha provocado que en las últimas décadas la inversión militar en Colombia se disparara, sobre todo bajo la época de Uribe, con asistencia directa de EE.UU., lo que hoy tiene dicho cuerpo armado como el más poderoso de América Latina. En los últimos años el Ejército había dado golpes duros a las FARC bombardeando sus campamentos y matando a varios de sus líderes.

TORMENTA Y BAJA PARTICIPACIÓN

La poca participación se explica por el paso del huracán Matthew en el Caribe, cuyas fuertes lluvias afectaron a 4 millones de potenciales votantes, sobre todo en La Guajira, donde se cancelaron 15 puestos de votación. También fueron suspendidos locales en los departamentos de Magdalena y Atlántico. Según la Misión de Observación Electoral (MOE), “el 12% del potencial electoral del país se vio afectado por la situación climática”.

En la capital ganó el Sí al proceso de Paz, obteniendo un 56,07% de apoyo frente a un 43,92% que tuvo la opción No. En Bogotá se concentran 5,5 millones de votantes y apenas 2,5 millones participaron del plebiscito.

En las regiones aún controladas por las FARC los resultados no son muy alentadores para la guerrilla. Pasa así en la región del Meta, en donde un 63,58% de los votantes se opusieron al acuerdo frente a un 36,41% que dijo Sí.

En Nariño se revierten los malos resultados a nivel nacional para el acuerdo. En dicho departamento el Sí obtuvo un 64,69% frente a un 35,3% del No.

En Ituango, uno de los municipios más golpeados por la violencia, los pobladores apoyaron el Sí pese al mal tiempo. Votaron un 23,15 % del total de ciudadanos habilitados, de los cuales 68,58 por ciento apoyó el acuerdo con las FARC.

Los departamentos en que ganó el No fueron Casanare, Norte de Santander, Meta, Antioquia y Huila. En Casanare el No arrasó con un 71,14%. La zona era controlada hasta hace poco por paramilitares y es la única gobernación que tiene en el país el partido Centro Democrático, del ex presidente Uribe.

En Antioquia, un 62% de inclinó por la opción No frente a un 37,99% que apoyaba el acuerdo. El departamento cuya capital es Medellín es zona dominada por los grandes estancieros que apoyaron a los paramilitares. Uribe forjó su carrera política en dicha región antes de ser presidente.

La Silla Vacia describe la votación en Antioquia presentando a Olgam una vtoante que esperaba a que su hijo David (26 años) terminara de votar. Ambos lo hicieron por el no. «Con esa gente (las Farc) no se puede negociar,» dijo Olga, argumentando que miembros de su familia, ganaderos, habían sido secuestrados por la guerrilla y que el abuelos había terminado vendiendo una finca. «La violencia va a seguir, aunque gane el sí», agregó David.

PRESIDENTE SANTOS Y GUERRILLA POR LA PAZ

Pese al estrecho edicto de las urnas hay voluntad tanto del presidente Santos como de las FARC en mantener el alto al fuego conseguido en las últimas etapas de las negociaciones. «El cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo sigue vigente y seguirá vigente», sostuvo el mandatario tras aceptar la derrota de la opción Sí.

También anunció que convidará a los que defendieron la opción No a sentarse a la mesa de negociaciones. Santos dijo que “ahora vamos a decidir entre todos cuál es el camino que vamos a tomar para que la paz sea posible (…) No me rendiré, seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato, porque ese es el camino para dejarle un mejor país a nuestros hijos».

La guerrilla de las FARC también ha sido cauta tras conocerse los resultados. Ya durante la jornada a través de un twitter en su cuenta oficial decían: «Sabemos que hemos cometido errores, ofrecemos perdón a toda Colombia».

En horas de la tarde y desde La Habana, Timochenko manifestó que lamenta los resultados del plebiscito por la paz, pero que tenía la intención de continuar con su voluntad y deseo para obtener la paz. En un comunicado público aseguró que “las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción al futuro”.

Agregó que “Las Farc EP lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor hayan influido en la opinión de la población colombiana”.

Timochenko culminó diciendo que el reto de las FARC como “movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuerte para construir la paz estable y duradera”.

Junto a él aparecían los comandantes Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’ y Félix Antonio Muñoz Lascarro, alias ‘Pastor Alape’, entre otros de los negociadores de la guerrilla.

¿QUÉ VIENE A FUTURO?

Como pocos esperaban el rechazo al acuerdo de paz, las salidas están aún bajo la brújula de la incerteza. Es claro sí que las opciones son renegociación o convocar a una Asamblea Constituyente.

Al diario El Espectador, el exmagistrado Augusto Ibañez, manifestó que la única salida es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con participación de todos los sectores sociales. Dicha solicitud fue pedida por la propia guerrilla al comienzo y hasta por el uribismo.

El periódico bogotano también destaca que el rechazo al acuerdo en las urnas, “es un hondo impacto en el acompañamiento que había recibido la mesa de diálogos por parte de las naciones del mundo. La misión de verificación de los acuerdos que coordinaba la ONU ha quedado congelada, o por lo menos perdió el piso político para adelantar el mandato asignado. Y por tanto, la financiación de los planes para implementar el posconflicto también quedan en suspenso”.

Todo pareciera indicar que la personalidad fuerte de Uribe es aún atractiva para muchos colombianos. Tal vez el resto decidió quedarse en casa y recién contempla los resultados de su falta de participación. Lo cierto es que los acuerdos de paz llegaron para quedarse y es un anhelo de la gran mayoría de los colombianos. Las vías que tomen a futuro dependen de la habilidad política de Santos, pero en Colombia pesan las décadas de Uribe con los falsos positivos, entierros de miles de personas clandestinas, los crímenes brutales del paramilitarismo y su propaganda sin ética por los medios masivos en el período.

Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

El Ciudadano

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