Octubre del 2019 sigue y seguirá existiendo: El Viejo Topo de la historia siempre vuelve a emerger

Análisis político de Javier Pineda, Director de El Ciudadano, a 6 años de la Revuelta Popular de Octubre de 2019.

Octubre del 2019 sigue y seguirá existiendo: El Viejo Topo de la historia siempre vuelve a emerger

Autor: Javier Pineda

Por Javier Pineda Olcay

La Revuelta Popular de Octubre de 2019 inició un nuevo periodo político en la sociedad chilena. Las marchas y acciones de protesta de millones de personas desde Arica a Magallanes protagonizaron uno de los momentos de mayor movilización en la historia republicana del país. La estructura de cemento y hormigón que aparentaba tener la institucionalidad chilena no eran más que cáscaras de huevo.

La energía destituyente cuestionó a una sociedad profundamente desigual, reclamó sobre el alto costo de la vida y bajas pensiones y salarios con los cuales difícilmente se llega a fin de mes, impugnó a las élites políticas, incluyendo al Congreso Nacional, Poder Judicial y sobre todo al Presidente de la República; destruyó estatuas y símbolos de la colonización y de la opresión contra el pueblo, incluyendo a los pueblos indígenas. Fue una impugnación al régimen construido por los gobiernos posdictatoriales: una impugnación a las consecuencias económicas y sociales de las políticas neoliberales y de un régimen democrático de baja intensidad.

Sin embargo, no fuimos capaces de construir una fuerza constituyente capaz de ofrecer un proyecto político, económico, social y cultural que decantara en una nueva Constitución y que inclinara a favor de los sectores populares el periodo político abierto por la movilización popular. Las síntesis programáticas de los movimientos sociales solo fueron capaces de cubrir una dimensión programática, pero no existió un proyecto de sociedad en su conjunto. Tampoco tuvimos la fuerza orgánica y territorial para convencer al pueblo trabajador, en su diversidad y fragmentación. Para vencer al aparataje mediático no solo se requieren redes sociales, sino un profundo enraizamiento en el pueblo que aún no tenemos.

Y como ha demostrado la historia, detrás del fascismo siempre hay una revolución fallida. El pinochetismo perdió las formas y se ha mostrado tal como es, creciendo en nuestra sociedad y asumiendo la conducción del segundo proceso constitucional, en el cual también fracasaron. Tampoco han sido capaces de inclinar – hasta el momento – el periodo político a su favor, aunque un resultado exitoso en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias podría ser un primer paso para ello.

En definitiva, estamos en un periodo de interregnum, donde lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. Un momento donde emergen los monstruos. Pero lo nuevo no necesariamente significa algo mejor: la fase de un “neoliberalismo democrático” ya mostró su agotamiento. Por lo cual aún cuando sea capaz de gobernar un par de años más, no constituye lo nuevo. Esto último se jugará en proyectos que pongan fin al neoliberalismo, ya sea a través de procesos autoritarios que maximicen la acumulación de las clases dominantes o bien, procesos que amplíen el protagonismo del pueblo y permitan un cambio al régimen de producción y distribución de la riqueza que se produce por la clase trabajadora en el país. De todas formas, debemos considerar que en tiempos de interregnum ninguna victoria ni ninguna derrota son definitivas.

Tal como decía Miguel Enríquez, las elecciones no resuelven los problemas de clase, sino que los plantean. La candidatura de Evelyn Matthei representa un intento de “gran coalición” que permita unir a los sectores políticos que gobernaron en los últimos 30 años; la candidatura de José Antonio Kast representa un neoliberalismo autoritario que tampoco se hace cargo de los problemas planteados por la sociedad chilena en octubre de 2019, pero que puede mantener el “orden” mediante la represión. Matthei en caso de incapacidad de mantener el orden puede terminar siendo lo mismo que Kast. Si el capitalismo fuera una enfermedad, la derecha neoliberal solo representa nuevos dolores, de distinta magnitud, que distraen del dolor principal. Ejemplo claro de esto es lo que están viviendo los hermanos argentinos y peruanos.

Al frente, Jeannete Jara, con un programa de medidas concretas salariales y relacionadas a rebajar el costo de la vida de las familias trabajadoras puede ser un buen analgésico mientras buscamos (construimos) una cura a la enfermedad. Los cuidados paliativos son mejor al dolor puro y duro.

No obstante, en tiempos convulsos a nivel mundial, donde está en cuestionamiento el orden mundial construido después de la Segunda Guerra Mundial y enfrentamos una crisis socio-ecológica sin precedentes, más temprano que tarde, el viejo topo de la historia volverá a emerger. Mientras tanto, nuestra tarea será seguir excavando en las profundidades de la tierra, sin temor a la oscuridad, preparándonos para cuando nos toque ver el sol.


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