Santiago, la ciudad y sus ruinas

La paralización de la construcción de Costanera Center argumentándose la crisis económica da cuenta de un momento de inflexión en el triunfalismo neoliberal que ha dominado el diseño del espacio público en las últimas décadas

Por Mauricio Becerra

21/04/2009

Publicado en

Ciudad en ruinas / Portada

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La paralización de la construcción de Costanera Center argumentándose la crisis económica da cuenta de un momento de inflexión en el triunfalismo neoliberal que ha dominado el diseño del espacio público en las últimas décadas. El Ciudadano quiere hacer el link con otro edificio abandonado, claro que en la periferia de Santiago, que correspondió al sueño de otro momento histórico: el hospital Ochagavía. Ambos edificios hoy son ruinas en el paisaje de la ciudad. Sus implicancias simbólicas revisaremos en este especial dedicados a la arquitectura del último tiempo y las ruinas.

Costanera Center ya es una ruina en pleno centro financiero de Santiago, pese a que se hará todo lo posible para que no quede así. Su peso simbólico es hondo. Fue soñada como la torre más alta de Latinoamérica. En los carteles que tapan las obras aún se lee “El Megaproyecto de Latinoamérica” ó “Costanera Center ícono de la ciudad”.

El edificio fue financiado por los capitales del negocio estrella de la década neoliberal: el retail. Horst Paulmann, dueño de Cencosud, invitó a colocar la primera piedra a Ricardo Lagos cuando era presidente. La ambición del proyecto copaba casi un 30% de la oferta de oficinas en el sector financiero denominado Sanhatan.

¿Podríamos sospechar que tantos anuncios no auguraban tal decadencia?

La noticia en enero reciente de que el proyecto se paraba quizá fue la epifanía de terremotos mayores en la ciudad que se ha ido armando en las últimas décadas. Hoy la mole que iba a ser el mall más grande, exhibe el concreto desnudo de su  torre principal y expone a la lenta corrosión del solo otoñal los pilares y obra gruesa de las otras tres.


La ciudad en las últimas décadas ha sido devastada, modelada y reconstruida por la economía de mercado. Viejas casonas han sucumbido, los parques se han cercenado y el espacio público se ha transformado en vías de paso, un no lugar. Frente a la plaza de Armas, remodelada para el pesar de los más viejos, los edificios de espejos reflejan la inmigración de países vecinos que esperan un capataz que los contrate para una faena.

Quizás asistimos a un punto de inflexión, o por lo menos a un anuncio de lo finito, de la arquitectura neoliberal que ha dominado, transformado y modelado las urbes. Incluso  podemos establecer una relación entre Costanera Center con el edificio destinado a ser un hospital que yace en ruinas en la zona sur de Santiago. Ambos edificios podrían resultar para la historia las ruinas-monumentos de dos épocas o de dos tipos de Estado.

Costanera Center tiene una extraña hermandad con el proyectado hospital Ochagavía, soñado también como el centro de salud más grande del continente. Ambos monumentos a la ruina reflejan los dos Estados y los sueños proyectados que habitaron Chile desde la segunda mitad del siglo XX: Un hospital para los trabajadores y un centro comercial. Uno en el centro financiero y el otro en la periferia.


DOS EDIFICIOS; DOS ÉPOCAS

Una visión ciudadana nos dará Patricio Herman, de la Fundación Defendamos la Ciudad, respecto a las irregularidades que acompañaron la edificación de Costanera Center, cuya primera piedra es puesta por un presidente pese a que no tenía permiso de edificación alguno.

También revisaremos brevemente la historia del Hospital Ochagavía, ubicado en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. Se lo pensó como un hospital modelo para el continente y hoy sus ruinas son el símbolo del desmantelamiento del Estado de bienestar luego del golpe de Estado de 1973.

Marco Valencia, doctor en Arquitectura y Patrimonio, nos llevará por un recorrido histórico de la ciudad de Santiago, entre el nacional populismo y la arquitectura neoliberal. Valencia revisará los hitos del Santiago construido bajo el modelo nacional populista de Estado industrial e integración social, muchos de ellos inconclusos, otros derribados y algunos re-significados. Además del hospital Ochagavía, visitaremos con él la villa San Luis en Las Condes y el edificio UNCTAD III. Finalmente asistiremos a la monumentalidad neoliberal que surge a fines de los ’70, el incendio de la torre Santa María y la construcción del edificio de la Telefónica en los ’90.


LA CIUDAD Y SUS RUINAS

La directora de la revista de arte española, Rosa Olivares, nos hará reflexionar sobre la incomprensible belleza de la tragedia y el afán estético que halla en la ruina un espacio de delectación. Olivares problematiza además el que en la sociedad actual conviven el fomento del negocio de la belleza artificial con la transformación simbólica del desastre en un producto asimilable por el ciudadano medio.

El artista plástico Carlos Cerutti nos hará un recorrido por la historia de las ruinas en el arte, partiendo con las columnas que aplastan a los titanes en ‘La caída de los gigantes’, de Guilio Romano. La ruina así se erige como evidencia de la vacuidad devastadora del tiempo que reduce a la nada las construcciones humanas y sus pretensiones de eternidad, problemática que también asolará la obra de Hubert Robert, quien acostumbraba pintar su ciudad natal en ruinas, y John Soane, quien luego de edificar el Banco de Inglaterra pide a un artista su representación en ruinas.

Cerutti además nos citará la obra de los fotógrafos Robert Smithson y Gordon Matta-Clark, el primero dedicado a fotografiar las ruinas de la zona industrial de su ciudad natal, en tanto que Matta-Clark se concentra en los gestos deconstructivos hallables en sus recorridos por las ciudades. Es el retrato de las zonas de vulnerabilidad de la arquitectura.

Leonardo Portus, artista visual, también nos aporta con una reflexión a partir de sus maquetas desarrolladas el 2003 de cinco lugares arquitectónicos que jamás pasarían a posar para la postal de la República, en el que incluyó al hospital Ochagavía. A juicio de Portus,  los monumentos adquieren rasgos involuntarios de periodos significativos que nos recuerdan generalmente fracturas y derrotas. La única certeza para nosotros, concluye, son estos signos concretos de derrota y ruina instalados en la ciudad.

Mauricio Becerra R.

El Ciudadano

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