Por Javier Pineda, Director de El Ciudadano
En la sede de la Embajada de la Federación Rusa en Chile, El Ciudadano entrevistó a su Embajador, Vladimir Belinsky, quien arribó a nuestro país hace aproximadamente un año. El Embajador Belinsky se graduó de la Universidad Lingüística Estatal de Moscú y se ha desempeñado en diversos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, especialmente, en el Departamento de América Latina.
En esta entrevista abordamos las conversaciones entre la Federación Rusa y Estados Unidos por la Operación Militar Especial en Ucrania y las posibles salidas al conflicto; le preguntamos por las apuestas de Rusia en el plano internacional, en especial, por el rol de los BRICS y sus expectativas sobre la próxima Secretaría General de la ONU; y conversamos sobre las áreas de cooperación entre Rusia y América Latina en general y la proyección de las relaciones entre la Federación Rusia y Chile en particular.
Javier Pineda: Embajador Belinsky, muchas gracias por conceder esta entrevista a El Ciudadano. Uno de los temas que queríamos abordar es el análisis desde la Federación Rusa respecto al posible proceso de paz, tras las conversaciones en Alaska entre el presidente Vladimir Putin y Donald Trump, quienes generaron expectativas hace unas semanas. Sin embargo, ya transcurrió más de un mes y esos diálogos anunciados parecen estancados. ¿Cuál es la perspectiva de Rusia sobre el avance de la operación militar especial y las posibilidades de iniciar un proceso paz?
Vladímir Belinsky: Rusia nunca se ha negado a negociar; siempre hemos mantenido la puerta abierta. De hecho, hemos presentado en varias ocasiones propuestas concretas para poner fin al conflicto. Esto incluye desde los Acuerdos de Minsk, donde el Donbás permanecía dentro de Ucrania, hasta las propuestas de Estambul, también rubricadas por las partes bajo el mismo principio. Posteriormente, el presidente Putin presentó nuevas propuestas en junio de 2024, adaptadas a la situación sobre el terreno.
Nuestra postura, que permanece invariable, es que para resolver este o cualquier conflicto, es imperativo abordar las causas que lo originaron. Esto requiere garantizar la seguridad de nuestro país y los derechos de la población rusohablante en el Donbás, que no solo han sido vulnerados, sino que fueron objeto de una política de carácter nazi de aniquilación. Esto comenzó en 2014 tras un golpe de Estado sangriento que quebró el orden constitucional ucraniano.
JP: Respecto a la situación de los rusohablantes, autoridades como el ministro Lavrov y el presidente Putin han señalado que Ucrania es uno de los pocos países que prohíbe un idioma. ¿Cuál es la situación actual de esta población en Ucrania y cómo podría extenderse este fenómeno a otras regiones, como Moldavia?
VB: No se trató solo de la prohibición del idioma ruso, sino de una guerra contra todo lo ruso: la fe ortodoxa tradicional y toda la herencia cultural. Al llegar al poder tras el golpe, iniciaron una campaña contra el Este de su propio país, destruyendo así la integridad territorial.
Según el Derecho Internacional, la integridad territorial se respeta siempre que el gobierno central represente a todos los pueblos de la nación. Cuando ese gobierno inicia una guerra contra uno de sus pueblos, como ocurrió con los ocho años de bombardeos en el Donbás (2014-2022) que causaron cerca de 14.000 víctimas civiles, incluyendo cientos de niños, esa representatividad se quiebra. La política de Zelensky se resumió en «maleta, ferrocarril, Rusia», una clara expresión de limpieza étnica.
JP: Las autoridades de la Federación Rusa han caracterizado este conflicto como uno contra la OTAN y los países occidentales liderados por Estados Unidos.
VB: El peligro no era solo el intento de imponer infraestructura de la OTAN en nuestras fronteras, un proyecto de larga data para rodear y confrontar a Rusia. Gran parte de esa infraestructura ha sido neutralizada durante la Operación Militar Especial. En el frente, avanzamos de manera constante en un proceso de desmantelamiento de la maquinaria bélica que Occidente ha suministrado, un despilfarro enorme para ellos.
Un proyectil de la OTAN cuesta entre 5.000 y 10.000 dólares; uno ruso, 500. Esta administración estadounidense parece haber comprendido que se trata de un callejón sin salida que no reporta beneficios, especialmente para el pueblo estadounidense, y que conduce a una degradación económica en Occidente. Europa, por su parte, sufre una quiebra industrial importante. Un politólogo francés, Emmanuel Todd, lo señaló claramente: sin Estados Unidos, Europa no puede sostener este esfuerzo, que va en contra de los intereses de sus propios pueblos.
Esta situación terminará tarde o temprano. Reinará la paz y nosotros nos preparamos para ese día. Mantenemos la puerta abierta tanto para los países de Occidente que estén dispuestos a seguir una política constructiva, como para el resto de la comunidad internacional.
JP: En estos años, Rusia ha actuado activamente para articularse con otros actores globales bajo la perspectiva de un mundo multipolar, como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y la Unión Económica Euroasiática. ¿Cuál es la perspectiva actual de la Federación Rusa sobre este mundo multipolar y por dónde cree que avanzarán las acciones hacia un mundo policéntrico?
VB: Consideramos que el mundo multipolar es una realidad, no una formación en proceso. Algunos actores intentan mantener su hegemonía mediante un wishful thinking que ya no funciona, tratando de imponerse por la fuerza en un orden que ha cambiado.
En este nuevo panorama, debemos estar preparados. Como nuestro presidente señaló en el Foro Valdai, no será un mundo más fácil. Nos habíamos acostumbrado a la unipolaridad, con un único centro de decisiones. Eso ha terminado. Hoy, cada país debe defender sus intereses en un escenario más complejo y menos coordinado, pero también más democrático, estable y justo.
Es un mundo donde cada nación puede hacer oír su voz y defender sus intereses mediante el diálogo y la diplomacia clásica: presentar sus posiciones, conversar y buscar consensos que equilibren los intereses de todos. Eso es lo que coordinamos con los países que promueven esta idea, que representan a la mayoría de la población global. Incluso en Estados Unidos se analiza este concepto. Lo crucial es adaptarse a este mundo, no intentar aniquilar estos polos de crecimiento, ya que eso solo conduce a una confrontación sin salida.
JP: Embajador, ¿cuál es la visión de la Federación Rusa sobre América Latina como región? Existe una lejanía física, pero también una proximidad histórica, sobre todo con la articulación que hubo entre algunos países latinoamericanos y la antigua Unión Soviética. ¿Cuál es la perspectiva general, considerando además que la Asamblea Nacional de Venezuela acaba de aprobar un tratado estratégico con Rusia, conversado previamente entre los presidentes Maduro y Putin?
VB: Para Rusia, América Latina siempre ha sido un polo de crecimiento. Visualizamos una cooperación abierta, con sólidas bases económicas y culturales, trabajando con países clave con larga trayectoria integracionista, donde Chile ha jugado y sigue jugando un papel muy importante en foros como el Grupo Río, la CELAC y como Estado Asociado del MERCOSUR.
Apoyamos el intercambio de experiencias y la integración, especialmente en infraestructura como energía y transporte, áreas en las que Rusia tiene un desarrollo y una experiencia considerables para aportar.
Nuestras relaciones con América Latina siempre han sido positivas y sin conflictos. Desarrollamos nuestra cooperación en función de la apertura de cada país soberano. Existen proyectos concretos, como una fábrica de vacunas en Nicaragua que produjo 19 millones de dosis de vacunas contra la gripe para Centroamérica y el Caribe, o un centro nuclear en El Alto, Bolivia, que ya funciona produciendo insumos médicos para combatir el cáncer.
La cooperación se extiende a esferas estratégicas como la salud pública, la educación y la seguridad, incluyendo la lucha contra el narcotráfico, un tema crucial para nosotros, ya que el volumen de cocaína que ingresa a Rusia hoy supera al total que llega a Europa. Estamos muy dispuestos a cooperar en este tema tan práctico e importante.
JP: Hace unas semanas, el presidente Putin o el ministro Lavrov señalaron que, según una regla tácita, le correspondería a América Latina la próxima Secretaría General de la ONU. ¿Hay algún nombre sonando o existe una apertura? ¿Bajo qué criterios tomaría Rusia su posición al respecto?
VB: Hay varios nombres. Mantenemos la puerta abierta para conversar sobre cada una de las candidaturas, con todo respeto. Conocemos la presentación que hizo el presidente Boric sobre la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet. Entiendo que es un proceso en desarrollo donde la parte chilena realizará en su momento las consultas pertinentes.
JP: Finalmente, Embajador, ¿cuáles son las perspectivas de desarrollo de la cooperación entre la embajada rusa y Chile? ¿En qué áreas existen vínculos actualmente?
VB: El 4 de diciembre realizaremos el relanzamiento de la Cámara de Comercio, Cultura y Deporte, que ya existe con personalidad jurídica. La idea es presentarla e invitar a empresarios y representantes del mundo cultural y deportivo a un mini foro para recopilar ideas y contactos. El plan es dar seguimiento organizando misiones empresariales bilaterales, porque el potencial de la relación es enorme.
En 2018, el intercambio comercial fue de casi mil millones de dólares, con una balanza muy favorable para Chile. Estoy seguro de que este potencial puede multiplicarse en áreas como infraestructura, transporte y conectividad bancaria, ya que nuestras economías son casi 100% complementarias y los aranceles son muy bajos. Lo que falta es restablecer mecanismos de cooperación existentes, como la comisión mixta, para resolver las dificultades.
Culturalmente, tenemos un potencial enorme. El público chileno es muy culto y hay una muy buena percepción de la cultura rusa, y viceversa. Hay muchos puntos de conexión, incluso en gastronomía, con proyectos como la «Cocina del Pacífico». Estamos abiertos a la cooperación en todos los ámbitos.
Javier Pineda: Embajador, muchas gracias por la entrevista.
Vladímir Belinsky: Gracias, Javier, por las preguntas. Siempre tenemos la puerta abierta.