El 18F argentino en Mendoza:

Claves para entender el 18F más allá de Nisman

El miércoles 18 de febrero se llevó a cabo lo que según el medio que se consumiera se denominó “Marcha de los fiscales”, “Marcha del silencio” o simplemente “marcha opositora”. En las redes sociales se conoció como “18F”. Una pieza más de la confusa telaraña que enreda la muerte del fiscal argentino más polémico de las últimas décadas.

Por Mauricio Becerra

22/02/2015

Publicado en

Latinoamérica / Pueblos

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El 18 de julio de 1994 estalló una bomba ubicada aparentemente dentro de un furgón que estaba estacionado en la puerta de la Asociación Mutual Israelita Argentina en calle Pasteur al 633 (aunque se relativiza esto porque diversos especialistas han disentido sobre la existencia de dicho elemento fuera del edificio). La bomba dejó 85 personas muertas. Inicialmente las pistas apuntaban a Carlos Telleldín, quien habría sido la conexión local que vendió la furgoneta donde según la versión oficial se ocultaba el dispositivo explosivo. También un grupo agentes de la Policía Bonaerense fueron acusados como cómplices necesarios y lo más relevante es que se consideró a un grupo de extremistas sirios como autores intelectuales del hecho. Al asumir Nisman como fiscal a cargo de la investigación, ya que quienes lo precedieron habían sido removidos de su cargos por prácticas fraudulentas entorno a la investigación, la causa ya había tomado un curso distinto.

Tanto Telleldín como la decena de policías imputados fueron absueltos siguiendo lo que Nisman, bajo la influencia del espía de la ex SIDE Antonio “Jaime” Stiusso, quien a su vez respondía a los intereses de la CIA y el Mossad, identificaron como la “pista iraní”. Es decir se dejó de lado a los posibles autores materiales y la conexión local argentina para seguir una poco fundamentada huella iraní donde se hallarían los autores intelectuales. Algo al menos irónico ya que como remarcaron algunos periodistas en su oportunidad, es difícil comprobar la autoría intelectual de un atentado sin contar con los hacedores materiales del mismo.

A fines de 2013 la presidenta Cristina Fernández anunció un Memorándum de Entendimiento con Irán a fin de que ambos Estados pudieran colaborar en el esclarecimiento del atentado. Esto no sólo representó un cambio de posicionamiento radical en la política estatal entorno al caso AMIA sino que también despertó la disconformidad de dicha entidad al igual que DAIA, otra institución que congrega a la comunidad judía argentina. Además esto fue la chispa y cimiento de la teoría conspirativa de Alberto Nisman en la cual se denunciaba un encubrimiento de terroristas por parte de la presidenta y el canciller Héctor Timerman a cambio de una venta de petróleo y otros bienes de los iraníes al Estado argentino. El Memorándum en sí nunca se ejecutó dado que la Suprema Corte de Justicia argentina lo declaró inconstitucional mientras que el senado de Irán no lo ratificó.

Más allá de los posicionamientos intelectuales y de las idas y vueltas entre agencias de inteligencias, pistas faltas, cambios de estrategia y otros vericuetos por los que ha pasado el caso, los familiares de los 85 fallecidos hace 21 años siguen sin tener una respuesta real y absoluta sobre los responsables de esas pérdidas, una respuesta que aunque no devuelva sus afecto al menos les otorgue la honra de la justicia.

MENÚ DEL DÍA: OPORTUNISMO CON PEREJILES

Tanto en movilizaciones convocadas anteriormente, conocidas como el 8N y el 13D, se vio no sólo la participación de miles de argentinos “indignados” con Cristina Fernández y su gestión sino también el oportunismo de la mayoría de la oposición política (también mediática y empresarial) argentina. A esos mismo dirigentes partidarios los iracundos manifestantes les reclamaban que no los representaban, que no eran una opción política y que no escapaban a la corrupción que según ellos impera en el kirchnerismo.

Desde entonces hasta ahora el panorama no ha cambiado mucho. Jorge Lanata, periodista posicionado como el principal vocero mediático opositor dijo en octubre en su programa radial Lanata sin filtro: «Toda la oposición no junta un balde de bosta» y añadió «Macri, Scioli, Massa, Altamira, Binner, Carrió no sirven para una mierda». Para el público extra-argentino aclaro: todos ellos son candidatos de las distintas fuerzas políticas incluyendo uno del oficialismo.

Más allá de lo que este polémico hacedor de medios diga, la expresión de la gente sigue siendo similar, independientemente de que en las urnas voten por uno u otro por el simple hecho de que no son “K”.

Esta falta de representación partidaria en la oposición es producto fundamentalmente de la languidez de sus propuestas políticas. No representan para muchos alternativas reales para la ciudadanía, como el ex vicepresidente Julio Cobos destacó como autocrítica de su alianza opositora UNEN.

Así, la muerte de Nisman despertó un genuino interés de ser capitalizada por muchos, no todos, los candidatos opositores para acercarse al pueblo y reclamar con ellos más “justicia” y “transparencia”, tal como lo decía en una entrevista el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aries, el derechista Mauricio Macri. Teniendo en cuenta que el oficialismo cuenta con un piso del 30% del electorado de su lado en los comicios nacionales, tienen que tomar acciones.

Adolfo Pérez Esquivel, argentino premio Nobel de la Paz, destacó: “Me parece bien que los fiscales quieran honrar al fiscal Nisman. Lo que no veo bien es esta marcha del silencio donde se suma gente que jamás ha defendido los derechos humanos y ahora quieren usar una muerte para especular a favor de sus intereses. Nosotros con APEMIA, de familiares de la AMIA, propusimos otra comisión investigadora, porque ¿qué hizo Nisman en estos 20 años?” en Radio América.

Cabe citar las denuncias contra Macri por ordenar una represión de pacientes, personal médico y periodistas en una manifestación por desfinanciamiento del hospital psiquiátrico José Borda; el procesamiento por violación de secretos, abuso de autoridad, falsificación de documentos públicos que tuvo como víctima a su propio cuñado, el abuso de autoridad de su fuerza policial, entre otras polémicas protagonizadas.

UNA MARCHA SILENCIOSA QUE HACE RUIDO

En Buenos Aires se calculó que hubo unas 350 mil personas en lo que se denominó la “Marcha de los fiscales”, “Marcha del silencio” o simplemente “marcha opositora” según el oficialismo. En la Ciudad de Mendoza, desde donde este periodista escribe, se calcula que asistieron entre 5 y 7 mil personas.

Coincido con el rechazo del colega Santiago O’Donell con respecto al titular del diario de línea editorial pro kirchnerista Página/12, que publicó: “Bajo el paraguas de la muerte”, en relación a la marcha. Entiendo que más allá del posicionamiento ideológico el periodista tiene, se supone, una vocación de servicio al pueblo, a su público, que debe respetar. Mientras caminaba por la plaza principal de Mendoza sumida en su habitual tranquilidad, entre mendocinos y turistas chilenos, veía cómo otros tantos caminaban apurados a mi alrededor para asistir a dicha marcha. Es desatinado, a mi entender, ignorar que independientemente de su ideología, el hecho de que trabajadores dejen su rutina en un día laboral para manifestarse políticamente es algo relevante y más en tiempos de una cultura tan hedonista e individualista.

Algo a destacar de la manifestación, al menos en suelo mendocino, fue que a diferencia de otras manifestaciones “opositoras”, como la denomina el gobierno, el clima fue solemne, tranquilo, relativamente respetuoso.

Entrevisté a asistentes de distintos sexos y grupos etarios. La mayoría destacaba que asistía en reclamo por el esclarecimiento de la muerte del fiscal y por más “justicia” y menos “corrupción”. Algún distinto aventuró otros motivos como la economía, seguridad o trabajo, entre otras cosas.

A la mayoría se les consultó: “¿Hacia quién va dirigido el reclamo?”. Casi todos coincidían en que la destinataria era la presidenta Fernández y su gobierno. El más elocuente fue tal vez Juan Carlos, un mendocino de 43 años quien dijo que “la responsabilidad de que haya justicia recae en la cabeza del gobernante, el Poder Judicial tiene que hacer su mea culpa y mejorar, pero a nivel país hay una sola responsable, se juntan varias cosas, lo de Nisman es una sola cosa, el resto es un grito de silencio a la presidenta, el pueblo necesita ser escuchado y necesita respuestas concretas con el tema de justicia, lo laboral y otros aspectos de toda esta situación de toda esta clase media y media-alta que genera trabajo y quiere laburar tranquila”.

Lo puntual del destinatario resulta un tanto irónico como lo destacó el secretario de gobierno argentino Aníbal Fernández: “Hay que recordar que el Gobierno no administra la Justicia, eso corre por cuenta de los jueces –dijo Fernández–. La administración de justicia pasa por la Justicia…” según publicó Página 12. Por ende quizás los fiscales y jueces deban hacer algo más que la “mea culpa”.

Otras voces como Marisol Fernández (24) matizaron la postura del anterior entrevistado cuando al consultársele sobre si el destino del pedido era para el poder Ejecutivo o Judicial comentó que “no los podría separar porque deben trabajar en conjunto, se supone que deberían trabajar en conjunto…ser independientes para regularse pero que puedan llegar a un punto sin ponerse palos en la rueda ni pasarse la pelota”.

Elizabeth (47), profesora de danzas, comentó: “Básicamente vine por las injusticias que estamos viviendo día a día en el país, esta muerte reciente del fiscal Nisman…creo que es la boca general de la gente por la insatisfacción ante la injusticia que hay permanentemente, la impunidad, la falta de respeto del gobierno hacia la gente. El reclamo es a las autoridades gubernamentales que tenemos actualmente, puntualmente encabezada por la presidenta para abajo” En cuanto al Poder Judicial dijo desear que “verdaderamente tengamos justicia, que realmente veamos alguna vez que las cosas son clarificadas cuando no sólo queda esta muerte impune (Nisman) sino todas las que tenemos a diario”.

Hubo alguien más a quien entrevisté que habló con un tono distinto al resto, David Ramos, un judío sefardí nacido en Bolivia que portaba junto a su hijo la bandera israelí dijo, luego de escuchar un comentario soslayadamente antisemítico de otro asistente: “estamos indignados con lo sucedido a un hermano judío como Nisman, estamos expresando nuestro pedido de justicia…Es un pedido de justicia al Eterno, a Yahwéh, Él sí hace justicia…el pedido de justicia del pueblo argentino es a sus autoridades, y el pedido del pueblo israelí es al Eterno, Él sí hace justicia”.

Creo que más allá de lo coyuntural, de lo partidario e ideológico, lo que Ramos planteó es el sentir que vibra en todo el pueblo, incluso en otras naciones, “justicia”. En tiempos de un casi absoluto relativismo este hombre manifestó lo que el pueblo de Nisman sabe desde hace más de 5 mil años: no se necesita gente buena, sino justa porque “bueno sólo es Dios”. Quizás habrá que analizar tanto en los juicios personales de cada individuo, en los periodísticos, en los políticos y en los del Poder Judicial antes de hacer un reclamo de justicia a las autoridades, porque tal vez como dice Roberto Kozulj en su artículo “¿Búsqueda de verdad y justicia o del desánimo de los argentinos?” el desánimo interior del pueblo vaya más allá de Nisman y quizás el buscar la justicia dentro de cada individuo sea la base de una nueva sociedad.

Franco D’Amelio

Mendoza, febrero 2015.

El Ciudadano

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