Grecia: Crisis de Gobierno en un clima de polarización social

Las tensiones desatadas durante los últimos días en el seno de la coalición de gobierno en Grecia se producen en el marco de un profundo deterioro de las relaciones entre el partido del primer ministro Antonis Samarás, Nueva Democracia, y los dos socios menores del pacto, Pasok e Izquierda Democrática (Dimar)

Por Mauricio Becerra

23/06/2013

Publicado en

Medios / Pueblos

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Las tensiones desatadas durante los últimos días en el seno de la coalición de gobierno en Grecia se producen en el marco de un profundo deterioro de las relaciones entre el partido del primer ministro Antonis Samarás, Nueva Democracia, y los dos socios menores del pacto, Pasok e Izquierda Democrática (Dimar). La crisis, que amenazaba ruptura y elecciones anticipadas, se saldó el viernes con la salida de esta última formación, que no pudo digerir la forma en que Samarás ha gestionado el cierre de la Radio Televisión de Grecia (ERT).

Las continuas llamadas a la responsabilidad de los partidos, por parte de ciertos analistas, y las amenazas mediáticas sobre el caos en que se sumergiría el país en caso de tener que ir a unas nuevas elecciones han sido utilizadas contra una población que mayoritariamente se opone al cierre de la cadena pública. El recurso del miedo es una táctica muy socorrida para esos momentos en que la ciudadanía consigue sobreponerse al estado de shock provocado por las atosigantes políticas de austeridad.

Ocurre, sin embargo, que determinadas medidas funcionan como detonante de la indignación popular, y el súbito cierre de la ERT, el pasado 11 de junio, ha sido el último de ellos en el escenario de la tragedia que se está representando en este país. Los grandes medios han dado como buenas las explicaciones de Samarás, quien para justificar el cierre de la cadena estatal, y dejar a 2.700 trabajadores en la calle, argumentó que «los privilegios en la ERT estaban bien protegidos y la falta de transparencia lo impregnaba todo», mientras que sindicatos y trabajadores se movían en un clima de corrupción y despilfarro a la que había que poner fin.

No importó que con nombres, apellidos y pruebas documentales los ahora despedidos mostraran la nómina de los altos cargos designados a dedo por el actual Gobierno, sus méritos profesionales y sus relaciones familiares o de amistad con responsables del partido de Samarás. O que los balances de la actividad demostraran que la cadena es rentable desde el punto de vista social y económico. La prensa no atendió a estas denuncias, e insistió en que la reforma del sector público debe ser llevada a término por duro que pueda resultar el camino. No por casualidad, son estos mismos medios los que no escatiman elogios hacia la gestión que el Ejecutivo está llevando a cabo, entendiendo que las políticas de austeridad son un mal necesario para salir de la crisis.

Lo cierto es que de un solo plumazo Samarás solucionó el problema de los 2.000 despidos en la Administración, que debían llevarse a cabo antes de fin de mes, y que habían sido exigidos por los acreedores internacionales. Pero además consiguió borrar de las cabeceras de los diarios los sonados fracasos en el programa de privatizaciones, justo en unas fechas en las que una delegación de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) se hallaba en Atenas para fiscalizar la marcha de las medidas de ajuste presupuestario.

Por su parte, tanto Pasok como Dimar, mostraron una falsa firmeza que no se ha correspondido ni con la defensa de los trabajadores y la integridad de la ERT, ni mucho menos con un nítido posicionamiento en favor de los principios democráticos sobre los medios de comunicación públicos y el derecho al pluralismo informativo.

«SON UN TEATRO»

Así, mientras Babis Kokosis, periodista de la cadena, expresaba a GARA que «tanto Pasok como Dimar han evitado comprometerse con la defensa de los trabajadores adoptando una postura cercana a Samarás, para quien ya no existimos como entidad», Kostas Isijós, responsable de Relaciones Internacionales del principal partido opositor (Syriza), explicaba que las discusiones entre los tres partidos «son un teatro, puesto que ninguno de ellos quiere ir a unas elecciones, ya que todos tienen mucho que perder y muy poco que ganar».

El periodista se mostró cauto incluso con el dictamen del Consejo de Estado, máximo tribunal en materia administrativa del país, pues pese a demandar la reanudación de las emisiones de la ERT «las relaciones entre el poder judicial y el poder político han sido tradicionalmente muy estrechas, y sería sorprendente una ruptura en estos momentos para llevarle la contraria al Gobierno». Kokosis señaló que, pese a todo, «los trabajadores continuamos animados y creemos en la utilidad pública y en el papel social que desarrolla la cadena, a la vez que decimos que no tenemos nada que ver con las acusaciones que desde el Ejecutivo nos han lanzado».

A su vez, el dirigente de Syriza consideró que con la deriva autoritaria de Samarás «la democracia muere día a día», y pese al acuerdo al que puedan llegar los dos partidos de Gobierno «el problema ha pasado a tener una dimensión europea, internacional, porque lo que está en juego es el respeto a la democracia».

Pocas horas después de desaparecer la piedra en el zapato de Samarás, el ministro de Finanzas, Yanis Sturnarás, volvió a la carga contra los trabajadores del canal y los miles de solidarios reunidos desde hace días en el recinto de los estudios centrales con la amenaza de un violento desalojo policial. La pérdida de apoyo parlamentario y popular se ha traducido en una huída hacia delante del Gobierno, decidido a retrasar todo lo posible la ejecución de la sentencia del Consejo de Estado y a ignorar las fuertes críticas que desde Europa están llegando en favor de los trabajadores.

En las próximas horas, Samarás tratará de romper por la fuerza la ejemplar resistencia de los trabajadores que, con la ayuda de miles de personas, han mantenido en pie la señal de la ERT, fundamentalmente a través de internet, y han desarrollado actividades, asambleas y una incipiente organización popular decidida a defender el derecho a contar con medios públicos de información como bien social.

Este movimiento ha logrado reunir un altísimo apoyo ciudadano y poner en evidencia el autoritarismo de Samarás, que gobierna por decreto de espaldas al Parlamento, pero tiene ante sí la difícil batalla de rebatir la afirmación del Gobierno de que «la ERT ya no existe».

Antonio Cuesta

Gara

LOS DUEÑOS DE LA TV GRIEGA

El fin de la televisora pública griega deja a la TV bajo propiedad privada. Seis clanes gobiernan 5 canales, los que directa e indirectamente guardan fuertes lazos con empresas de otros sectores y el Gobierno:

  • Mega

Es el mayor canal de televisión en Grecia, con un 23% de share (cuota de pantalla) de media. De tendencia progubernamental, el propietario de esta cadena es George Bobolas , padre de un ‘clan familiar’ que controla también otros periódicos como Ethnos. Uno de los hijos de George Bobolas, Fotios, es director de Teletypos, un holding empresarial de la cadena. Otro de sus hijos, Leonidas, es el presidente ejecutivo y principal accionista de Ellaktor, un gigante de la construcción que fundó su padre y que ha participado en contratos multimillonarios con el Estado.

Pero la familia Bobolas no es la única que controla Mega. En este canal también toma parte un hijo de Vardis Vardinoyannis, magnate del petróleo y del transporte marítimo en Grecia. George Vardinoyannis es miembro de la junta directiva de Mega.

Por si fuera poco, Stavros Psycharis , que controla el grupo de comunicación DOL —propietario de los principales periódicos helenos— es el presidente de la cadena.

  • Grupo Antenna1

Pertenece al imperio de la comunicación fundado por el magnate griego Minos Kyriakou, y que incluye cadenas de radio, empresas de telecomunicaciones y de publicidad. Este multimillonario posee dos empresas petrolíferas y una compañía naviera. Es presidente del Comité Olímpico de Grecia y además propietario del club de baloncesto Panhelinios. Uno de sus hijos, Theodore —que también es armador—, es el consejero delegado y uno de los principales accionistas del grupo Antenna1.

  • Star

La familia Vardinoyannis, que también tiene acciones en Mega, es la propietaria de esta cadena. Además, los Vardinoyannis son los principales accionistas de Motor Oil Hellas, uno de los dos operadores de refinería griegos.

  • Alpha

El empresario Dimitris Kondominas es el presidente de este grupo de comunicación griego, que aunque formó parte del gigante de medios luxemburgués RTL, en la actualidad Kondominas ha vuelto a ser el mayor accionista del Grupo Alpha. Kondominas es propietario además del grupo DEMCO, un conglomerado de empresas de diferentes sectores: de la aviación, compañías de seguros, medios de comunicación, telecomunicaciones y del ámbito del entretenimiento.

  • SKAI

Es la quinta cadena más grande de Grecia, cuya propietaria es la familia naviera Alafouzos, que también posee algunos periódicos como Kathimerini . Yiannis Alafouzos es el director ejecutivo del grupo SKAI y también está involucrado en el conocido club de fútbol Panathinaikos.

El triángulo medios-política-empresas

Según apunta a 20Minutos Thomais Papaioannou, corresponsal de la cadena pública ERT en Francia, estas cadenas de televisión carecen de ideología propia. «Son progubernamentales, protroika, y ahora están abiertos al partido neonazi Amanecer Dorado, al que invitan a sus programas», indica Papaioannou. «Grecia está girando hacia el populismo y el extremismo», resume esta periodista.

Los canales privados en Grecia no tienen licencia para emitir Por otro lado, Papaioannou señala que durante muchos años a estos grupos de comunicación «no les ha importado si tenían beneficios o pérdidas en este sector mientras consiguieran contratos en la construcción, el petróleo, la energía…», enumera. «Ahora se encuentran con poca liquidez, endeudados y quieren que pague el Estado. Además, los bancos no pueden prestarles ya más dinero porque están siendo supervisados por la troika», añade.

Por si la falta de liquidez fuera poco, «los canales privados en Grecia no tienen licencia para emitir», señala Thomais Papaioannou. «Suena de locos, pero esta es la situación de los últimos 21 años», sostiene. La estrategia que siguen entonces para sobrevivir es la siguiente: conseguir un permiso temporal que renuevan cada cierto tiempo, y así sucesivamente.

La estratregia de las TV es conseguir un permiso temporal que renuevan cada cierto tiempo «Es una situación de chantaje que tiene dos caras —explica esta corresponsal de la ERT—: cada gobierno de los últimos 21 años chantajea a estas cadenas diciéndoles que si no son progubernamentales, no se les renovaría el permiso temporal». Además, aunque desde 2011 están obligadas a pagar un impuesto del 20% sobre los beneficios obtenidos por la publicidad, Papaioannou destaca que «siguen pagando menos impuestos de los que deberían».

Para Thomais Papaioannou, la decisión de Samaras de cerrar el ente público esconde aspectos que van más allá de querer hacerle un lavado de cara. «En la ERT hay corrupción, nepotismo, falta de competencia, rechazo… creados por los mismos políticos que ahora acusan a ERT de esos males: Samaras, Venizelos —líder de los socialistas griegos, el PASOK— y todos los que han tenido el poder desde el final de la dictadura», denuncia esta periodista.

Los acuerdos de la troika y el Gobierno de Samaras juegan un importante papel en este punto: «Hasta finales del verano necesitan despedir a 2.000 trabajadores públicos. La ERT tiene 2650 trabajadores. Los números cuadran», dice. Una vez comience el nuevo ente público —en el que se cree que trabajarán cerca de 700 empleados—, Papaioannou está convencida de que se «contratarán a los más fieles, gente de confianza e incompetente, porque es la mejor manera de controlarlo».

En su opinión, «los periodistas que todavía resisten son reprimidos, amenazados y están en la lista negra. La mayoría están desempleados, es la mejor manera de hacerles callar», sostiene.

Con todo, esta periodista reclama la vuelta de la ERT: «Si la dejan de lado no habrá libertad de expresión en Grecia. Es más el principio de lo que la televisión pública representa que en lo que se ha convertido».

Sara Ríos y Víctor Navarro

20minutos.es

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