Héctor LLaitul: El pensamiento emancipatorio de la Coordinadora Arauco-Malleco / Una estrategia de Liberación Nacional Mapuche (Parte I)

Para  comprender  la  reemergencia  de  la  lucha  Mapuche,  es  necesario  hacer  un  balance del proceso,  considerar hitos de  importancia, acordar visiones y pareceres  sobre los aportes y  limitaciones de  las experiencias

Por Director

18/06/2013

0 0


Para  comprender  la  reemergencia  de  la  lucha  Mapuche,  es  necesario  hacer  un  balance del proceso,  considerar hitos de  importancia, acordar visiones y pareceres  sobre los aportes y  limitaciones de  las experiencias. Pero, además,  resulta de vital  importancia rescatar,  lo más  legítimamente  posible,  el  pensamiento  y  la  acción  de  los  actores  en  el proceso  en  marcha.  Sobre  todo  cuando  intelectuales  mapuche  funcionales  al  sistema, intelectuales  de  izquierda  y  ONGs  intentan  suplantar  las  voces  de  las  autoridades ancestrales,  comunidades  en  resistencia, militantes  y  orgánicas  que  aún  resisten  desde  territorio mapuche.

Ciertamente  con  la  aparición  del  pensamiento  de  la  CAM,  se  contribuyó  a  la radicalización política y  la  intensificación de  las acciones del  sector más autónomo en el  movimiento  mapuche.  Acciones  que  se  enmarcan  en  todos  los  ámbitos  del  quehacer mapuche,  tanto político, económico, social como cultural. Sin embargo, el mayor aporte de la CAM, se encuentra en su acción, eminentemente, colectiva. Los planteamientos por  la liberación nacional mapuche, proclamados por la CAM, significaron un cuestionamiento radical de  la  institucionalidad opresora y de  las  formas del quehacer político del mundo winka. A su vez, con esta acción colectiva expresada en la lucha concreta, se fue haciendo escuela,  se  fue  explorando  y  experimentando  caminos  de  expresión  autonómica,  en donde los verdaderos sujetos, para la acción, son las comunidades y nuestras autoridades tradicionales.

Existen  varias  premisas  ideológicas  en  estos  planteamientos  que  van  desarrollándose con el transcurso del tiempo y la experiencia política. Diríamos que estas premisas van madurando y complejizándose. A su vez este pensamiento va mostrando sus límites en un contexto desfavorable o poco propicio para la continuidad de la deliberación  y  elaboración  política  interna.  De  hecho  es  del  análisis  de  la  CAM,  que  siempre  se  ha construido  bajo  una  desventaja  estratégica,  la  que  no  solo  es  impuesta  por  el  Estado  opresor,  sino  por  referentes  occidentales  diversos  que  insisten  en  levantar  alternativas políticas dentro del marco de la dominación.    Lo  central,  eso  sí,  está  en  comprender  que  nuestra organización  si  desarrollo  un pensamiento  emancipatorio,  que  posteriormente  se  transforma  y  que  se  plasmó  en  un programa  político  para  el  actual  escenario.  Al  respecto,  volvemos  a  reafirmar  que  este  pensamiento  ideológico,  que  se  reconstruye  en  la  lucha  misma  y  tiene  un  ineludible  sustento  en  nuestra  cosmogonía,  ad  mapu  ka  ad  mogen.  En  donde  nuestra  cultura  y espiritualidad  propician  los  principales  cimientos  para  desarrollar  definiciones  con  el sentido de asumir nuestra condición de Mapuche y de Pueblo-Nación.

 Este  documento  pretende  presentar  los  ejes  centrales  que  articulan  dicho  pensamiento emancipatorio. Teniendo como base  referencial, precisamente, el proyecto político estratégico, y una serie de pronunciamientos que dieron cuenta, en su momento,  de la propuesta de lucha de la CAM.

Sobre Autonomía

Si bien la CAM, aún no ha elaborado una propuesta-documento sobre autonomía, en sus planteamientos ha dejado claro que ésta, se asumirá en los hechos, a través de una  praxis política que permita crear una nueva correlación de fuerzas a favor de un proyecto autonómico.  El  punto  de  partida,  es  la  reapropiación  del  concepto  de  autonomía,  en donde  su  uso  implique  independencia  del  movimiento  mapuche,  que  en  la  práctica significa  no  más  sometimiento  a  la  mediación  de  los  partidos  políticos  y  de  otras  instituciones  del  Estado  chileno.  Entonces  la  independencia  de  partidos  y  demás influencias  políticas  winka,  es  el  punto  de  partida,  es  la  condición  necesaria  para  la maduración de la lucha mapuche propiamente tal, como se la conoce hoy día. Es el primer paso en  la búsqueda de  la superación de  la condición de pueblo oprimido. Esta forma de entender  y  hacer  autonomía,  representaría  en  los  hechos,  una  de  las  características esenciales  en  la  nueva  forma  de  hacer  política  de  la  CAM.  La  autonomía  significa independencia  total  frente  al  Estado,  las ONG,  los partidos políticos, etc.  Independencia que se expresa en el ámbito del pensamiento y de la organización política.  En este contexto se cuestionaba la relación de dependencia de los grupos mapuche respecto de  los partidos políticos,  lo que  incluía  aquellas organizaciones que de manera formal  se  declaraban  “independientes  o  autónomas”,  pero  que mantenían  relaciones  y  posiciones ambiguas en cuanto a  los partidos políticos,  lo que a  la  larga,  los  llevó a tener un  perfil  negociador,  asumiendo  planteamientos  reivindicativos  contradictorios.  Es  por esto que para  la CAM es prioridad  la  independencia de  la organización mapuche frente a los  partidos  políticos  y  el  Estado,  como  a  su  vez  la  re-significación  de  las  formas  de organización  mapuche.  Por  tanto  la  autonomía  para  la  CAM  significa  la  negación  al sometimiento  político  y  organizativo winka,  para  pasar  a  ser  insubordinación,  rebeldía,  pero sobre todo, resistencia.

Esta  radical  propuesta  de  autonomía  política  expresada  en  la  separación  de  los partidos  y  otras  influencias  políticas  winka,  conlleva  dos  dimensiones.  Por  una  parte  expresa la autonomía política respecto de la institucionalidad opresora, representada por el  Estado  y  el  sistema  de  dominación,  y  en  segundo  lugar  implica  la  revitalización  e importancia  de  lo  propio  como  parte  fundamental  del  proceso  de  autoafirmación.  La autoafirmación  se  presenta  en  el  pensamiento  de  la  CAM  como  una  apuesta  clara  y  concreta de dignificación de las capacidades propias, como sujetos, como colectivo, como  Pueblo, como Nación. Es el rompimiento radical con las conducciones e  influencias desde afuera.  En  el  pensamiento  emancipador  de  la  CAM,  es  fundamental  poner  fin  a  la subordinación al ideario político y simbólico, partiendo por los winka, sean del Estado, del poder, como de derecha, centro o  izquierda, ONGs,  incluyendo organizaciones mapuche funcionales o pro capitalistas.

El  proceso  de  dignificación  de  la  identidad  se  hace  más  fuerte  con  el  accionar  político de  la CAM, el cual tuvo su mayor expresión en  los sectores más  jóvenes, a través de procesos de resignificación de lo Mapuche, en donde cobra importancia la revaloración de  contenidos  culturales,  teniendo  como mayor  expresión  la  relectura  de  la  figura  del Weichafe. Pero además, es posible reconocer en  los planteamientos políticos de  la CAM,  en  su  pensamiento  estratégico  y  en  su  elaboración  política,  la  existencia  de  ciertas  herramientas de análisis que pueden ser consideradas winka. De hecho  la CAM reconoce esta  cuestión  y  las  asume  dentro  de  un  rol  funcional  a  su  estrategia  general.  Resulta necesario utilizar métodos de análisis e  interpretación de  la  realidad que posibiliten una  visión más amplia (el materialismo histórico) con el objeto de precisar la situación general y  las condiciones por  las que atraviesa nuestra  lucha. Por tanto, en el pensamiento de  la  CAM  se  combinan  algunos  elementos  provenientes  desde  la  izquierda  no  ortodoxa  en conjunto  con  la  re-conceptualización  y  la  resignificación  cultural  propia.  Se  trata  de  un esfuerzo por recoger lo mejor de la izquierda y al mismo tiempo establecer una separación radical  y  definitiva  con  los  partidos  políticos  y  el  Estado.  Esto  conlleva  una  definición política  de  separación  e  independencia  frente  a  la  izquierda  clásica  y  también  ante  la influencia e instrumentalización de los partidos políticos y la institucionalidad estatal.

En nuestros planteamientos se establece claramente la necesidad de desarrollar un proceso de descolonización ideológica, como una vía que nos lleve a mejores expresiones de autonomía en el desarrollo práctico de nuestra política. Es por eso que hemos afirmado que  este  proceso  nos  acerca más  hacia  posiciones  indianistas  y  de  lucha  anticolonial, como  las  expresadas  en  el  pensamiento  indianista-katarista  de  Fausto  Reinaga  y  Felipe  Quispe en el mundo Aymara, que a  los proyectos emancipatorios del Zapatismo u otros procesos inspirados en la izquierda.

Como  CAM  reconocemos,  en  nuestros  planteamientos,  tres  dimensiones  sobre  autonomía,  una  referida  a  la  independencia  organizativa  y  política,  otra  como autoafirmación  de  nuestra  identidad  y  finalmente  la  autonomía  de  pensamiento,  que como  condición deben estar  basadas en el desarrollo  de un proceso de descolonización ideológica.  La  autonomía,  para  nuestra  organización,  es  pensar  y  actuar  desde  criterios propios. Autonomía como  independencia, autonomía como autoafirmación y autonomía como  descolonización  ideológica  son,  en  síntesis,  los  elementos  más  relevantes  del  pensamiento emancipatorio de la CAM.

Es, ante estos elementos ideológicos que se marca la diferencia política con el resto del  Movimiento  Mapuche.  Estas  importantes  discrepancias  ideológicas  se  expresaron, concretamente,  en  una  nueva  forma  de  hacer  política  por  parte  de  la  CAM,    la  cual  se caracteriza  por  la  relevancia  de  la  acción  política  que  confronta  a  la  institucionalidad opresora  chilena  y  ante  todo  el  entramado  de  poder  que  conforma  la  dominación capitalista. Son estos elementos  ideológicos  los que constituyen  la base que fundamenta la  posición  radical  de  nuestro  pensamiento  y  que  permiten  caracterizarla  como  una organización antisistémica. Por tanto, una cualidad fundamental de la experiencia llevada adelante por la CAM, más allá de la elaboración de un pensamiento emancipatorio, es su práctica política, lo que permitirá desarrollar un proceso verdaderamente autonómico, es decir, por la vía de los hechos. Es la autonomía que se va conquistando paulatinamente a través de un proceso de acumulación de fuerzas.

La CAM, como organización y expresión antisistema.

Como  fue  expresado  claramente  en  el  documento  político-estratégico,  la caracterización que hacemos de nuestra condición de Nación oprimida es el primer paso para dar  inicio a un pensamiento y una acción política con visión emancipatoria. Hemos  planteado  que  la  relación  del  Estado  opresor  y  el  Pueblo  Nación  Mapuche  la caracterizamos  como  de  Dominación,  en  donde  se  desarrolla  un  fuerte  proceso  de desestructuración  del mundo Mapuche  en  todos  sus  aspectos,  lo  que  resulta  funcional para la mantención de los intereses fundamentales del sistema y donde la apropiación de las  riquezas  del  territorio Mapuche  es  una  de  las  consecuencias.  Frente  a  esto,  hemos levantado  la  idea  y  la  práctica  política  de  reconstruir  nuestro  mundo  confrontando  la situación  de  dominación.  Esto  es  parte  de  un  pensamiento  Anticolonial  en  donde  la relación de dominación es caracterizada como un régimen de ocupación territorial. Por lo cual  expresamos  en  su  momento;  “somos  un  pueblo  acosado,  invadido,  usurpado  de territorio y que lucharemos como Pueblo, cultura y Nación”.

Se  caracteriza  a  la  situación  como  Colonial,  razón  por  la  cual  se  cuestiona  la institucionalidad  de  un  sistema  de  dominación.  Este  desconocimiento  de  los  marcos institucionales conlleva una desobediencia hacia el Estado, el cual se considera  ilegitimo, opresor, ajeno e  impuesto en un  territorio y espacio ancestral. Hemos dicho como CAM que  es  necesario,  por  tanto,  establecer  una  estrategia  para  “sobrepasar  las  lastimeras prácticas de hacer política dentro del marco de  la dominación, más aún en  los estrechos márgenes  que  el  enemigo  con  su  Estado  de  Derecho,  le  concede  a  nuestro  Pueblo”.

Sobrepasar y desbordar los marcos de la dominación es insubordinarse frente al sistema.  Las definiciones estratégicas, desarrolladas y  llevadas adelante por  la CAM, tienen su expresión más concreta en nuestra postura  frente a  la normatividad de  la política de tierras. Porque más que una demanda de tierras,  la CAM plantea el derecho al territorio.

Levantamos  la  alternativa  de  la  recuperación  de  tierras  ancestrales  e  históricas  que legitiman la concepción de los derechos políticos-territoriales. Esta desobediencia se hace extensiva  y  asume  mayor  claridad  al  confrontar  la  institucionalidad  estatal.  Esta institucionalidad  es  considerada  ajena  y  opresora  razón  por  la  cual  la  vía  electoral  es  desechada  de  plano.  “No  participamos  en  partidos  políticos  ni  en  elecciones.  No respetamos la institucionalidad chilena porque es opresora”. Son definiciones políticas que sitúan a  la CAM por fuera del marco institucional de dominación y que se expresan como tácticas  de  acción  colectiva  y  como  basamento  ideológico  en  el  camino  de  la  liberación nacional.  En  su momento expresamos;  “entendemos que un proceso de acumulación de fuerzas no debe  transitar sobre el andamiaje de  la dominación establecida por el Estado opresor, porque pierde consistencia en las definiciones ideológicas, políticas y culturales de nuestro  Pueblo,  ya  que  estas  se  rigen  por  estructuras  de  dominación  que  niegan  todos nuestros  derechos  fundamentales.  Por  lo  tanto  es  necesario  plantear  y  ejercitar  una  vía estratégica  que  garantice  la  autonomía,  principalmente  a  través  de  la  resistencia  y  la reconstrucción de nuestro Pueblo”. Sin lugar a dudas, esta es una de nuestras definiciones políticas  más  potentes,  ya  que  se  relaciona  con  una  propuesta  mapuche  de transformación social, es una definición política anti-capitalista. Es una postura que tiene concepciones y definiciones estratégicas decisivas y revolucionarias, en tanto que a través de  la  reconstrucción  y  la  confrontación,  se  busca  trasformar  las  estructuras  de dominación.

Pasar  de  la  insubordinación  y  la  rebeldía  hacia  definiciones  anti-capitalistas  nos obliga a delinear las características de la negación del capital propuesta por la CAM, lo que implica  plantearse  seriamente  el  reforzamiento  de  los  elementos  identitarios  étnicos ancestrales. Aquí cobra relevancia el tema del Ser Mapuche y la reconstitución de nuestra cosmogonía.  El  alejamiento  del  capitalismo  significa  la  ruptura  con  las  relaciones occidentales  dominantes.  En  tal  sentido  hemos  dicho:  “que  los  elementos cosmovisionarios,  es  decir  la  forma  de  entender  el  mundo  y  el  hombre  desde  una concepción mapuche,  constituyen  la  base  fundamental  para  reconstruir  un pensamiento ideológico  y  político  necesario  para  nuestra  liberación”.    Al  referirnos  a  los  aspectos centrales de  la Cosmovisión Mapuche no se puede dejar de señalar que esta concepción entra  en  contradicción  insalvable  con  el  pensamiento  occidental.  Es  el  gran  legado  de nuestros  antepasados.  Es  por  lo  anterior  que  en  nuestro  “Planteamiento  Político-Estratégico”  la CAM expresa que “Cuando afirmamos que el pensamiento  ideológico que se construye tiene como base nuestra cosmovisión, nuestra cultura y religiosidad, estamos haciendo definiciones en el sentido de reafirmar nuestra condición Mapuche y de Pueblo-Nación; definiciones que nos hacen  contraponernos a un  sistema que no es nuestro, que nos oprime y que más aún, nos condena al exterminio. Por lo anterior es que nos definimos  Anticapitalistas”.

Planteamos  la  reconstitución  de  un  sistema  de  reproducción  social  Mapuche, como  fue  en  antaño  y  del  cual  hay  suficiente memoria  histórica  en  nuestro  pueblo.  El referente es el modo de vida de nuestros Pueblos originarios,  lo que nos hace críticos y contrarios de  la economía de mercado y de  la planificación estatal. Efectivamente, existe un planteamiento crítico del capitalismo en tanto sistema económico de tipo extractivista y depredador, pero también existe una postura crítica del Estado, en tanto este administra el poder de Dominación y es capitalista en su estructura. Es por esto que nuestra lucha es Anti-capitalista  y  Anti-estatal  a  la  vez.  Es  de  nuestra  posición  Anti-Estado  que desprendemos nuestra postura de no participar en  la política winka, en  sus elecciones y demás procesos políticos limitados por los marcos institucionales de dominación, porque: “Llegar al gobierno no significa alcanzar el poder y mucho menos cambiar el capitalismo”.

Ideológicamente hemos  ido configurando  líneas radicales y novedosas que se han extendido  al  conjunto  del  Movimiento  Mapuche,  lo  que  ciertamente  recrudece  el conflicto entre nuestro Pueblo y el Estado. Al haber levantado una propuesta así, radical y combativa,  se  dio  un  salto  cualitativo  ideológicamente  para  la  confrontación  contra  el Estado, el cual  fue definido claramente como Estado Capitalista. Así  se entiende, que el sistema de dominación haya definido como un peligro una propuesta como la nuestra, ya que  ésta  puede  trascender  y  masificarse,  en  tanto  se  instala  como  una  política  Anti-capitalista,  Anti-colonial,  Anti-Oligárquica  y  Revolucionaria.  Más  aún,  los  componentes étnico-identitarios se desenvuelven en un campo de conflictos de intereses estructurales, al cual nuestra organización sumó una confrontación entre nuestro Pueblo-Nación contra el capital nacional y trasnacional en el Wallmapuche.

Ahora bien, a este carácter de anticapitalistas nos vimos obligados a sumar otras definiciones  ideológicas  como  “Anti-Oligárquicos”  o  “Anti-Imperialistas”,  que efectivamente  complementan  los  parámetros  de  nuestro  pensamiento  emancipador  el cual asumimos categóricamente como Mapuchista, cuya nacionalidad y etnicidad, no cabe duda alguna, está conectada con estructuras  clasistas, pero que al poseer una  identidad cultural  diferenciada  tiene  sus  propias  demandas,  que  son  de  carácter  históricas  y fundamentalmente para nuestro Pueblo.

En síntesis, el carácter Anti-sistémico de la CAM no puede ser reducido al marco de un  horizonte  de  izquierda  o  socialista,  ni  tampoco  significa  que  por  estas  definiciones ideológicas  se nos asigne  la búsqueda de un  cambio de estructuras que apunte hacia  la construcción de un Estado Socialista; más bien, el planteamiento de  la CAM debería  ser entendida como un “Anti-capitalismo indianista”, en el cual, el proceso de liberación hace referencia a la reconstrucción-reconstitución del sistema de reproducción social Mapuche, para lo cual es, absolutamente, necesario luchar por el territorio y la autonomía.

Sobre Liberación

Si  bien  la  CAM  aparece  en  el  escenario  socio-político  como  una  organización mapuche que lucha por la autonomía, sus definiciones políticas asumieron mayor claridad cuando se hace público su “Proyecto Político-Estratégico”. De hecho es posible identificar en  esta  propuesta  un  pensamiento  de mayor  complejidad  con  posiciones  o  líneas  que marcan un antes y un después en  la forma de hacer política en  la realidad Mapuche. Un ejemplo de estas  líneas políticas es el concepto de Resistencia. Es a través de este nuevo pensamiento expresado en  la  resistencia, que  se materializa el desarrollo de un proceso de  acumulación  de  fuerzas para  la  liberación,  debido  a  que  la  resistencia  significa en  la práctica, poner freno a las relaciones de mercado por medio de la acción directa, ya sea a través de  las  recuperaciones de  tierras,  los sabotaje y/o boicot a  la presencia del capital nacional y  trasnacional en el Wallmapu. Esto  implica una  férrea oposición a  la presencia de  las  relaciones  de mercado  en  el  territorio  ancestral  demandado,  que  pasa  desde  el discurso hacia una práctica política de lucha, decididamente, por los derechos territoriales y políticos.

Por  otra  parte,  se  plantea  crear  un  gran  movimiento  para  la  Reconstrucción Nacional  como  expresión paralela  y  combinada de  la  resistencia.  En  definitiva,  con  esta política  la  CAM  plantea  que  no  basta  con  resistir.  Para  una  verdadera  liberación  es fundamental  la  reconstrucción  de  nuestro  pueblo  con  un  carácter  Nacionalitario.  “La reconstrucción  del  Pueblo-Nación  Mapuche”  se  plantea  entonces  con  un  carácter autónomo  política  y  territorialmente,  en  donde  la  rearticulación  de  comunidades permitirá  mayores  grados  de  organización.  “El  mayor  grado  de  conciencia  política  se expresa en el derecho al territorio”.

En  su  momento  indicamos  que  “nuestro  objetivo  fundamental  es  volver  a  ser Nación Mapuche,  lo  que  implica  un  tipo  de  sociedad  de  acuerdo  a  nuestra  concepción identitaria  y  cultural,  en  la que  la  visión  colectiva predomina por  sobre  la  individual. Un tipo  de  sociedad  que  recoja  los  elementos  más  sólidos  de  la  vida  comunitaria  que desarrollaba  nuestro  Pueblo  anteriormente.  Esto  será  posible  a  través  del  re-fortalecimiento de  la  identidad y  la cosmovisión Mapuche”. Ahora bien, este discurso no puede  ser  definido  como  fundamentalista  étnico,  porque  no  hay  implicancias  de  orden racial  o  hacia  la  negación  del  “otro  chileno”.  Lo  que  existe  es  la  negación  y  la insubordinación frente a las relaciones de opresión y dominación del Estado y del Capital nacional  y  trasnacional.  Es  un  discurso  antagónico  con  las  relaciones  de  Mercado  y estatales  que  nos  oprimen  como  Pueblo-Nación. Nuestra  lucha  es  contra  el  sistema  de dominación imperante, no contra la sociedad chilena en su conjunto. Sin embargo, hemos expresado  que  “Somos  anti-sistémicos  porque  no  aceptamos  la  dominación  occidental como modelo de vida y  lo hacemos principalmente a  través de  la  lucha territorial”. En el fondo  de  nuestra  argumentación  se  deduce  que  la  reconstrucción  nacionalitaria viabilizará el horizonte de la liberación. Y es a través de las recuperaciones de tierras, más bien  del  Control  Territorial,  que  se  hará  posible  todo  nuestro  pensamiento  y  acción política emancipatoria, razón que explica nuestra definición de trabajar en la base y desde las comunidades, ya que es de éstos procesos de lucha territorial y política que depende el conjunto del horizonte de reconstrucción nacional. Así se explica nuestra  intransigencia y radicalidad  en  la  lucha  territorial.  “Es  a  través  del  control  territorial  que  se  generan  las condiciones,  tanto  materiales  como  simbólicas,  que  posibilitan  y  dan  continuidad  a  la reconstrucción  nacional”  ”.  Al  respecto  la  CAM  sostuvo:  “El  territorio  ancestral  es  la plataforma básica, absolutamente esencial para  la reconstrucción de  la Nación Mapuche.

La  no  existencia  de  un  territorio  propio,  lo  único  que  generaría  sería  el  logro  de autonomías  relativas,  de  tipo  simbólico,  cultural  e  inclusive  folklórico,  que  resultan funcionales  al  sistema  de  dominación,  que  a  la  larga  nos  condenaría  a  la  desaparición física  e  ideológica.  Sin  una  base  territorial  y  sin  los  derechos  políticos  inherentes,  es imposible  la  autonomía  real  y  se  imposibilita  el  desarrollo  de  una  política  de  liberación nacional”.

La lucha por el territorio expresada por la CAM, efectivamente generó un punto de quiebre al interior del Movimiento Mapuche. Esto se explica porque muchas agrupaciones no dieron y no dan prioridad a la lucha por el control territorial, privilegiando la búsqueda de participación política al  interior de  la  institucionalidad opresora y  la  consolidación de sus  estructuras  políticas,  para  desde  allí  recuperar  el  territorio.  Sin  embargo,  la  CAM siempre  ha  dado  prioridad  a  la  recuperación  y  reconstitución  territorial,  como  base fundamental  para  la  reconstrucción  de  nuestras  propias  estructuras  políticas  y  para  la revitalización, en definitiva, de  todo el  tejido económico,  social  y  cultural mapuche. Por eso es que consideramos que la recuperación de tierras y el control territorial constituyen la plataforma básica de  la reconstrucción de nuestra Nación. Es por  lo anterior, que para comprender  el  pensamiento  y  la  acción  de  la  CAM,  debe  ser  bajo  una  mirada  de territorialidad, en la defensa y la recuperación territorial autonómica.

Para  lograr  el  control  territorial  efectivo  la  CAM  ha  planteada  la  acción  directa, porque “solo el control territorial posibilitara un mayor poder político, pero este debe estar sostenido  en  el  desarrollo  de  una  cada  vez mayor  base  económica  autónoma.  Ambos, poder  político  y  base  económica,  generarán  las  condiciones  para  sostener  el  Poder Mapuche”.  Ahora  bien,  la  reconstitución  del  territorio  ancestral  (Wallmapuche) representa al mismo tiempo la reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche. Así, Territorio y  Pueblo-Nación  Mapuche  están  entrelazados,  como  también  la  visión  de  un  pasado independiente  con  la  mirada  emancipadora  actual.  Liberarse  es  reconstituirse  y reconstituirse  es  liberarse.  La  liberación  implica  la  posibilidad  de  dotarse  de  muchos elementos  y  así  reconstruir  las  estructuras  propias  para  auto-gobernarse.  La reconstrucción  nacionalitaria  implica  la  recuperación  de  las  estructuras  y  prácticas tradicionales. “El proceso de reconstitución  implica el ejercicio de prácticas comunitarias, ceremoniales  y  organizacionales  como  el mingako,  ngillañmawun,  nguillatún, machitún, palín, trawün, kamarikun, nutram, a la vez ir rescatando y fortaleciendo nuestra estructura organizacional  tradicional  y  los  roles  que  cumplen  determinadas  personas  dentro  del mundo  mapuche  como  los  longko,  werken,  machi,  wewpife,  kona,  weichafe, dugunmachife,  ngenpin,  la  revitalización  de  nuestro  rakiduam,  kimun,  espiritualidad, mapudungun”.  Además  de  la  protección  y  recuperación  de  los  espacios  vitales,  como ngillatuwe,  paliwe,  tren-tren, winkul,  trayeko, menoko, mawida,  eltun  entre  otros.  Esto nos  sitúa  en  una  política  de  reconstitución  de  los  Lof,  Rewe  y  los  Aillarewe, recomponiendo  territorial  y  políticamente  espacios  cada  vez  más  amplios  (Poder Mapuche)  como  base  para  la  reconstrucción  de  la  Nación  Mapuche.  La  acción  de reconstituir  los  Lof  no  puede  ser  definida  como  Autárquica-Comunitarista,  ya  que  es  el primer  paso  es  el  restablecimiento  de  un  proyecto  político  de  rearticulación  de comunidades cuyo objetivo es un proceso de reconstrucción étnica de mayor alcance. Es bajo esta comprensión general que deben entenderse acciones como  las  recuperaciones productivas,  las  acciones  de  autodefensa  y  particularmente  los  procesos  de  control territorial,  los  que  en  definitiva  deberán  ser  asumidos  por  las  comunidades  bajo estructuras políticas autónomas y en perspectiva para la liberación.

Así también, es en este marco de análisis que deben comprenderse y situarse  las acciones  de  resistencia.  Deben  entenderse  como  parte  de  un  conjunto  de  quehacer político  y  movilización  social  que  se  orienta  al  logro  de  “zonas  de  control  Mapuche autónomo”,  dando  viabilidad  a  la  dimensión  de  la  Autonomía,  en  tanto  autonomía material, económica, cultural y organizativa real y efectiva. Todo esto, como antesala para la reconstitución nacionalitaria. Es así como las posiciones antisistema y anticapitalistas de la  CAM  están  articuladas  hacia  el  logro  de  una  autonomía  real,  lo  que  significa resquebrajar y destruir  las relaciones de dominación que nos oprimen como pueblo. Hay por tanto en la propuesta de la CAM, un tipo de liberación que abarca las distintas formas de  opresión,  tanto  en  su  dimensión  física-geográfica,  económica,  ideológica,  cultural  y política. Para la CAM la forma de asumir y construir autonomía es por la vía de los hechos, una autonomía de facto, en donde la recuperación de los derechos territoriales y políticos es la base de la propuesta.

Hoy  día  podemos  afirmar  que  la  autonomía  en  los  hechos,  grafica  claramente  la acción colectiva planteada por  la CAM, expresada concretamente en  lo que se establece como Control Territorial. Es precisamente este planteamiento del  logro de  la autonomía (de  facto),  el  que  nos  distancia  teóricamente  y  en  la  práctica,  de  otras  agrupaciones mapuche, que han dado prioridad  a propuestas de  autonomía en el marco de  reformas legales  del  Estado-Nación.  Para  la  CAM  la  autonomía  no  es  solo  una  propuesta  o  un objetivo estratégico, más bien expresa una forma o lógica central de nuestro pensamiento emancipatorio,  que  se  debe  conquistar  desde  ya.  Es  desde  la  base  y  frente  a  nuestros enemigos estratégicos que debemos conquistar  la  autonomía  y no en contra-sentido de las  comunidades  movilizadas  o  del  movimiento  mapuche  autonomista.  Por  tanto  la conquista  de  la  autonomía  en  los  hechos  y  no  en  el  derecho  (opresor)  es  nuestra propuesta desde y hacia las comunidades. Ahora bien, esta autonomía debe desarrollarse en el marco  de una  lucha decidida  en  contra  del  capitalismo  neoliberal  y  en  contra  del Estado  chileno.  “Unir  dos  vías  que  hasta  hoy  caminaban  en  direcciones  separadas  y cuando  no  contrarias.  La  lucha  por  la  reivindicación  nacional  y  la  lucha  contra  el capitalismo”. La lucha por la autonomía de facto forma parte de la lucha anticapitalista.

Es  así  como  en  el  amplio  espectro  de  definiciones  anti-sistema,  la  CAM  hace converger  tres  elementos  fundamentales  en  su  pensamiento:  Autonomismo  (en  las dimensiones  anteriormente  señaladas), Anticapitalismo  (expresado  concretamente en  la acción  directa)  y  el  Pensamiento  Revolucionario.  Ya  que  en  la medida  en  que  nuestras comunidades van practicando su cultura, desarrollando el mapudungun y su religiosidad, haciendo  nguillatún,  trawün,  kamarikun,  nutram,  bajo  formas  especificas  de  quehacer político  propio;    se  van  organizando  y  luchando  por  la  espacialidad  territorial,  en  el desarrollo  cotidiano  del  ejercicio  de  la  justicia,  administración  y  economía  propia.  Esto significa  una  confrontación  directa  con  la  institucionalidad  del  Estado,  e  implica  lograr cambios  y  transformaciones.  Es  liberarse  sobre  la  base  de  ir  acumulando  y reconquistando. Eso es revolucionario.

Es por  lo  anterior que  la CAM desde un  principio ha planteado  la  acción política reflejada y plasmada en  lo que se conoce como control territorial, alejándose de aquellas iniciativas  que  buscan  la  negociación  enfocada  en  la  entrega  de  tierras,  porque  esta siempre significa  integración y subordinación. Siempre se ha privilegiado avanzar hacia el desarrollo de la autonomía en los hechos, antes que la construcción de un plan teórico al respecto.  Por  tanto,  se  prioriza  la  revitalización  cultural  y  la  reconstitución  de  las costumbres  ancestrales  y  las  autoridades  tradicionales, por  sobre  iniciativas  políticas  de reformas en el ámbito legislativo. Este énfasis en  la recuperación territorial, como hemos señalado, tiene por objetivo el desarrollo de nuestras bases que sustenten el proceso de reconstrucción de  lo propio.   En  la historia de  la CAM nunca se ha puesto énfasis político en  la  reforma del Estado. La CAM  siempre ha propuesto el desarrollo de un proceso de Liberación Nacional, que aunque  lento y complejo, supera con creces  las potencialidades de  un proceso de  negociación  con  la  institucionalidad  opresora.  Es por  todo  lo  anterior que  en  nuestro  Planteamiento  Político-Estratégico  hemos  sostenido  que  nuestra propuesta  de  autonomía  es  de  carácter  revolucionario,  para  así  diferenciar  nuestro pensamiento emancipador  con  aquellas propuestas que  tienen por objetivo un  régimen autonómico  acordado,  negociado  u  otorgado  por  el  Estado  opresor.  La  autonomía  se conquista,  se  lucha  por  ella,  no  llega  por  concesión  ni  por  negociación,  que  terminan siendo funcionales al sistema de dominación.

Así se entiende que nuestra elaboración ideológica resulta también una estrategia política  desde  y  para  las  comunidades,  distanciándonos  de  elaboraciones  teóricas  que provienen  “desde  arriba”  y  sostenidas  por  pseudo-intelectuales.  La  CAM  siempre  ha enfocado sus esfuerzos en contribuir a un proyecto autonómico “desde abajo”. Es por eso que ha  tomado distancia de  las otras propuestas de autonomía ya elaboradas. Es por  lo anterior,  que  la  CAM  se  aleja  de  las  propuestas  autonómicas  levantadas  por  otras organizaciones  mapuche  (Wallmapuwen)  porque  ésta  en  tanto  propuesta  teórica-abstracta  y  de  carácter  elitista,  está  encaminada  irremediablemente  a  un  proceso  de negociación con el Estado, en momentos que aún se mantiene vigente nuestra desventaja estratégica, que no solamente afecta al movimiento mapuche autónomo, sino al conjunto del pueblo Mapuche. Y lo que es más significativo, para nosotros, desde el punto de vista moral  y  político,  porque  estas  organizaciones  poco  o  nada  hacen  por  cambiar  las condiciones en las que encuentra nuestro pueblo para sustentar la autonomía y más bien, parecen  esperar  que otros  se esfuercen  y  sacrifiquen  en  aras de  acumular  fuerzas para viabilizar  sus  propuestas.  Entonces,  para  la  CAM  lo  realmente  central  es  un  proceso  de acumulación  de  fuerzas  para  lograr  autonomía.  Por  ahora  son  más  importantes  los caminos de lucha, planteando con claridad que la autonomía no se obtiene por concesión, sino que se conquista. Es por esto que la CAM siempre ha estado más enfocada en hacer colapsar  las  relaciones  injustas  de  dominación  y  no  centra  su  atención  en  participar  en pactos  y/o  negociaciones.  Ahora,  si  al  interior  de  nuestra  experiencia  de  lucha,  por territorio y autonomía, hay sectores que plantean bajar la guardia y negociar reafirmando al  sistema,  se  produce  un  rompimiento  casi  natural  de  posiciones  por  la  disidencia establecida.

“Por  eso  nuestra  lucha  no  es  solamente  de  resistir  y  buscar  un  reacomodo. Nosotros  lo  que  proponemos  es  destruir  las  estructuras  de  dominación,  principalmente aquellas que dañan a nuestro Pueblo; destruirlas y de ahí  re-instalar  las nuestras. No  se trata tan sólo de resistir, sino de disputar  territorialmente al enemigo para que al menos las forestales dejen de existir en nuestros espacios. Es lo que llamamos transformar, desde aquello  que  es  depredador  y  capitalista,  que  es  estructura  de  dominación  que  sustenta otras estructuras de dominación, hacia un espacio territorial nuevo, para el desarrollo de otros aspectos  sociales,  económicos,  culturales  y políticos nuestros, donde  el  tema de  la justicia y la dignidad se restablezcan, sean un hecho”.

Lo central en nuestra propuesta es la transformación de las relaciones dominantes, de ahí nuestra postura acerca de  las acciones de  resistencia y autodefensa. Por  tanto el carácter  revolucionario  de  la  propuesta  se  impregna  de  confrontación,  de  proyecto  de Liberación Nacional, que se produce a través de  la  lucha concreta. Efectivamente hay un rompimiento con la relación colonial, en tanto ésta relación se expresa, hoy, en el Capital nacional y transnacional, en el Estado y su institucionalidad, que conforman el conjunto de la cultura occidental hegemónica. De aquí también se entiende las diferencias ideológicas y  políticas  con  otras  agrupaciones  que  no  se  definen  como mapuche  anticapitalistas  y revolucionarios, sino más bien como políticos pragmáticos, que actúan en  los marcos de las relaciones dominantes.

Es en este marco que  las acciones de resistencia deben ser reafirmadas, ya que al ser observados  sólo en  su carácter  antagónico y/o  confrontacional,  tienden a confundir, asignándosenos  posiciones  “militaristas”,  sin  comprender,  a  cabalidad,  nuestro pensamiento  emancipatorio.  De  partida,  debemos  dejar  en  claro  que  nunca  se  ha planteado desde  la CAM una vía  insurreccional y revolucionaria (a secas) orientada hacia la  toma  del  poder,  lo  que  si  se  plantea  es  desarrollar  un  proceso  de  acumulación  de fuerzas  en  todos  los  planos,  que  implica  descolonización  que  viabilice  una  propuesta coherente  de  Liberación  Nacional.  De  hecho,  nuestra  organización  planteo  en  sumomento:

“Estas  expresiones  de  resistencia  van  desde mínimas  acciones  de  desobediencia, con  resistencia  cultural  e  ideológica,  pasando  por  la  autodefensa  de  masas,  hasta  la construcción  de  órganos  de  resistencia  territorial  que  garanticen  un  tipo  de  accionar ofensivo  y  estratégico,  que  incluso  nos  desafía  a  hacer  esfuerzos  mayores  para  la construcción  de una  fuerza  cualitativamente  superior  en  el plano material  y militar, que permita  enfrentar  la  beligerancia  de  un  enemigo  sistémico  y  poderoso,  sostenido  por  la oligarquía y el imperio”.

Hasta  ahora hemos  sostenido que desde  la  autonomía pasaremos  a  la  liberación definitiva,  que  más  allá  de  la  autonomía  tiene  lugar  la  liberación  Mapuche  de  la dominación expresada en la relación de subordinación colonial. Es por eso que la CAM ha manifestado  así  su  posición:  “Es  la  restitución  de  la  autonomía  del  pueblo Mapuche,  el autogobierno,  la  construcción  de  una  economía  interna,  el  control  de  las  relaciones sociales,  el  respeto  a  la  cultura  y  a  la  lengua.  Hemos  comenzado  un  proceso  de acumulación de  fuerzas, proceso necesario para  conseguir el objetivo de  la autonomía  y posterior  liberación”. Entonces, para mayor  comprensión, debemos dejar  claro  también, que la CAM no es separatista, no hemos planteado la creación de un Estado separado del chileno, por tanto la demanda separatista no aparece en nuestro pensamiento y discurso.

Lo que si se expresa es la demanda territorial para desarrollar un proceso de autonomía y liberación  nacional.  Podría  parecer  claro  que  la  demanda  de  recuperación  total  del territorio  ancestral  abre  la  posibilidad  de  una  posición  separatista,  pero  al  respecto  no tenemos  una  posición  definida.  Lo  que  sí  está  claro,  es  que  en  los  objetivos  de nuestra lucha  no  nos  planteamos  la  posibilidad  alternativa  de  incluirnos  dentro  del  Estado  de Chile, mientras  la  esencia misma  de  la  estructura  de  dominación  que  posee  el  Estado-Nación chileno, sostiene un modelo neoliberal capitalista pro-imperialista. Por tanto existe una radical negación de todas las formas de opresión y dominación sistémica y de Estado-Nación, en tanto éste sirve a los intereses del Capital transnacional.

Si bien en nuestras definiciones no está la idea separatista, siempre hemos dejado un margen para un  replanteamiento de nuestra postura de acuerdo a  las exigencias del proceso.  Esta  es  una  de  las  razones  por  la  cual  no  hemos  planteado  cabalmente  una propuesta  de  autonomía  a  futuro  (al  menos  como  documento),  ya  que  ésta  debe  ser elaborada  más  adelante,  cuando  constituyamos  las  condiciones  para  su  viabilidad definitiva. El sustento de nuestro proyecto autonómico está en la base comunal y esto es sumamente claro. Se apoya en un quehacer coherentemente anticapitalista y en base al control territorial, en donde, como se ha señalado, se revitalizan las prácticas culturales y las  estructuras  socio-políticas  tradicionales.  Estas  definiciones  son  puestas  en  práctica través de un proyecto de rearticulación de comunidades, creando mayor poder Mapuche y autonomía,  instancias que  tendrán que resolver un  tipo de  funcionamiento mayor que puede generar condiciones o no hacia  la independencia total. Por ahora nuestro norte es la  liberación  nacional,  lo  que  no  quita  la  necesidad  de  seguir  deliberando  al  interior  de nuestra organización, en particular y con el movimiento mapuche autónomo en general,   a  pesar  de  las  dificultades  producidas  por  la  represión,  la  dispersión  y  las  diferencias-desprendimientos  sufridas.  Aún  en  las  actuales  condiciones,  y  de  acuerdo  a  nuestras definiciones  político-ideológicas,  no  es  pretensión  nuestra  construir  propuestas  de características  demasiado  abstractas.  Estamos  por  acumular  fuerzas  en  el  movimiento mapuche  real, desde  las  comunidades  y  desde  abajo,  sin  elitizarnos  y  separarnos de  las comunidades.  Por  eso  nuestros  esfuerzos  actualmente  están  dirigidos  hacia  un  mayor debate  y hacia una mayor  formación en  la base, con el objetivo de  contribuir hacia una mayor politización e ideologización en todos los niveles, sobre todo en aquellas instancias que  sostienen  el  proceso:  las  comunidades  en  resistencia,  sus  estructuras  político tradicionales, sus pu weichafe y militantes.

Nuestro  proyecto  político-estratégico  está  inconcluso.  Podríamos  señalar  que  ha sido  bloqueado  en  cierta  forma  por  la  acción  del  Estado  y  otras  fuerzas winka  que  nos confrontan. Sin embargo nuestro pensamiento emancipatorio se encuentra enmarcado en un  proceso  de  largo  aliento,  que  implica  la  reconstitución  y  la  re-emergencia  de  la identidad, como una forma de defensa y preservación ante los procesos desestructurantes provocados por la transnacionalización económica capitalista y las relaciones opresivas de parte  del  Estado  de  Chile.  Apostamos  por  un  gran  proceso  de  autoafirmación  étnico-nacional  que  de  calidad  y  capacidad  a  nuestro  proyecto  de  Liberación Nacional,  el  cual seguirá  sustentado  en  un  proyecto  de  reconstrucción  de  nuestro  Pueblo-Nación,  hoy anclado  en  las  experiencias  de  control  territorial  y  en  la  revitalización  de  nuestras expresiones  culturales  y  valóricas,  propias  del  ideario  Mapuche.  La  Reconstrucción  de nuestro Pueblo-Nación es la base ineludible para la Liberación Nacional.

Es  por  lo  anterior  que  la  reconceptualización  del  WEYCHAN  reemerge.  Es  la autoconvocatoria para luchar, como fue en el pasado, así como lo hicieron nuestros fütake kuyfike  che  yem,  hoy  cobra  vigencia,  así  nos  están  diciendo  nuestros  pu  longko,  así  lo vamos asumiendo.

Concepción, 17 de junio de 2013 

Héctor Llaitul Carrillanca   

Preso Político Mapuche CAM

Foto: La Chispa

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones