Chalecos Amarillos a Macron: se avecina un ‘septiembre negro’

Las protestas masivas volvieron a las calles y advierten que van por Macron

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En París, 55 personas fueron multadas por intentar manifestarse en los Campos Elíseos, donde rige una prohibición para las movilizaciones que promueven los chalecos amarillos. La policía efectuó 89 detenciones, informó una portavoz de la Prefectura


Las protestas en Francia no cesan. El rechazo masivo contra el gobierno neoliberal de Emmanuel Macron sigue en alza y prueba de ello fueron las nuevas manifestaciones registradas el pasado fin de semana en varias ciudades del país europeo, donde los ya conocidos Chalecos Amarillos siguen siendo el estandarte por un cambio de régimen.

La jornada del pasado sábado -7 de septiembre- fue reseñada como la número 43 de protestas del movimiento de Chalecos Amarillos en Francia. Las movilizaciones se ejecutaron en varias ciudades, y nuevamente salieron a relucir las denuncias por la fuerte represión policial ante la exigencia de la renuncia de Macron.

Es la primera vez -desde el periodo de vacaciones de verano en Europa- que se registran protestas multitudinarias, luego que durante los meses de julio y agosto la participación en las movilizaciones y marchas tuvieran poca asistencia.

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Los Chalecos Amarillos volvieron a las calles y advierten que van por Macron. Foto: Agencias

En esta ocasión los Chalecos Amarillos salieron a reclamar también contra la reforma del sistema provisional que pretende ejecutar Macron, al que tachan de responsable por la pérdida del poder adquisitivo de los franceses y las desigualdades sociales del país.

Durante la jornada, varias ciudades francesas fueron escenario de protestas no autorizadas por las autoridades locales que derivaron en incidentes con la policía, en especial en Montpellier (sur) y París (capital).

En la urbe sureña, las autoridades calcularon que cerca de 1.500 personas participaron en la marcha, mientras que los organizadores reportaron unas 3.000. Allí, la prensa francesa informó sobre enfrentamientos entre efectivos policiales y manifestantes, donde turistas y habitantes locales quedaron atrapados en medio de gases lacrimógenos.

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En esta ciudad, los mayores altercados se reportaron en la estación y en la céntrica Plaza de la Comedia. Asimismo, un vehículo policial fue incendiado.

En tanto, en la capital francesa 55 personas fueron multadas por intentar manifestarse en los Campos Elíseos, donde rige una prohibición para las movilizaciones. La policía efectuó 89 detenciones, informó una portavoz de la Prefectura.

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Durante las fiestas de Año Nuevo, los franceses vistieron sus chalecos. Foto: Reuters

Vuelven por la salida de Macron

El próximo 21 de septiembre está marcado como una fecha importante para las reivindicaciones que exigen los Chalecos Amarillos. Ese día esperan ejecutar una gran marcha antiMacron para exigir su renuncia.

Sus miembros han dejado claro que su lucha sigue vive y en pie, sobre todo tras las movilizaciones del fin de semana.

Agregan que el «malestar profundo» de los distintos sectores de la sociedad francesa resonará de ahora en adelante con más fuerzas en las distintas protestas que están por venir, y por tal razón anunciaron que Macron y su Gobierno vivirá un «septiembre negro».

Parte de esa agenda antigubernamental en Francia va ligada a la exigencia de mejoras salariales, mejor poder adquisitivo y calidad de vida, el restablecimiento de los impuestos a las grandes fortunas, la supresión del IVA a los artículos de primera necesidad, la modificación del modelo electoral, la supresión de las ventajas para ministros, diputados y senadores; y la revalorización de las prestaciones sociales y el salario mínimo.

El Gobierno de Macron, por su parte, debe tener encendidas las alarmas, pues este movimiento que estalló a mediados de noviembre de 2018 sigue vivo nueve meses después, y su lucha contra el sistema neoliberal francés se ha vuelto incontrolable para el propio Macron, pues se trata de un movimiento masivo, colectivo y no representativo, es decir, sin un líder absoluto o «líderes conocidos», que se gestó al margen de la estructura clásica conservadora, desligada de partidos políticos y sindicatos.

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La violencia también ha sido parte de las protestas. Foto: Agencias

Nueve meses de Chalecos Amarillos

En un trabajo de la periodista Cristina Burack, publicado por la cadena alemana DW, se hace mención a varios momentos importantes en la lucha de los Chalecos Amarillos y la razón de su lucha.

Una vez resultó electo como Presidente de Francia, la popularidad de Macron no ha hecho otra cosa que caer. Todo esto se debe a la aplicación de un paquete neoliberal que engloba una política económica que ha resultado impopular y que se suma a una actitud altanera y arrogante como jefe de Estado.

La primera protesta nacional en Francia se produjo cuando más de 290.000 personas salieron el 17 de noviembre de 2018, usando los fosforescentes chalecos amarillos que los conductores galos deben tener en sus vehículos por ley, como un acto de protesta contra la suba de precios en los combustibles.

Ese día murió una persona en las protestas y otras 150 resultaron detenidas por la policía. La protesta surgió en principio por un llamado popular a través de las redes sociales que una vez tomó las calles no ha parado de tener incidencia.

Las fuertes protestas generaron la radicalización de Macron frente al Gobierno. Aseguró que mantendría sus políticas, pero las marchas y protestas continuaron. El 24 de noviembre, unas 100.000 personas protestaron en todo el país, de ellas, ocho mil en París, donde se desató la violencia. La Policía se enfrentó con manifestantes en los Campos Elíseos con gases lacrimógenos y cañones de agua. Los daños a la propiedad fueron estimados en más de un millón de euros.

De esa forma los Chalecos Amarillos ya no eran algo para dejar pasar, se convirtieron en un gran problema para Macron, pues exigían respuestas inmediatas y la disolución de sus medidas económicas. De hecho, Macron, en un principio, se negó a ceder, luego propuso ajustar el precio de los combustibles de acuerdo al mercado internacional del petróleo, pero esto no fue suficiente para los franceses y retomaron las calles el 1 de diciembre y desataron un caos generalizado.

Macron se vio obligado a convocar «un comité de crisis» y el 5 de diciembre, en medio de amenazas de más protestas, descartó el impuesto a los carburantes. Pero eso no sería todo.

El presidente Macron continuaba negado a restituir el impuesto a la riqueza, que beneficia a grandes poderes económicos, políticos y empresariales, y también rechazó otros pedidos de los manifestantes, entre ellos su renuncia.

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Tras las fuertes protestas populares, Macron se vio obligado a ceder. Foto. Reuters

Como una masa, el corte político de los Chalecos Amarillos no puede tildarse de ser manipulado por la derecha o la izquierda, es más un movimiento popular, que lucha por la justicia social y las reinvidicaciones igualitarias.

Debido a la negativa de Macron a restituir el impuesto a los ricos, desde el 8 de diciembre se generaron protestas masivas que produjeron el bloqueo total de París y otras ciudades. El 10 de diciembre, Macron respondió con un discurso «conciliatorio» que fue televisado desde el Palacio del Elíseo. Más de 21 millones de personas vieron la alocución que adoptó el Mandatario, quien hasta entonces fue capaz de aceptar su responsabilidad en la crisis.

De esa manera, Macron decretó nuevas medidas, entre ellas un alza del salario mínimo, pago de horas extraordinarias libres de impuestos y exenciones fiscales a los jubilados.

Pero no fue suficiente, las protestas siguieron hasta finales de diciembre. Sin embargo, la época de Navidad y Año Nuevo trajo consigo un poco de calma, las manifestaciones bajaron un poco pero en medio de las festividades, muchas personas salían a las calles con sus chalecos amarillos puestos.

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La popularidad de Macron ha ido en picada desde que asumió la Presidencia. Foto: Getty Images

Llegó 2019 y el 5 de enero se retomaron las protestas. Esta vez se congregaron unas 50.000 personas. En París, algunos manifestantes se enfrentaron con la policía, incendiaron vehículos y atacaron edificios gubernamentales. Macron condenó la violencia.

Al día siguiente, 6 de enero, cientos de mujeres vistiendo chalecos amarillos marcharon por París, en un esfuerzo por restaurar la imagen pacífica de las protestas. En un momento de la manifestación, las mujeres se pusieron de rodillas para recordar con un minuto de silencio a las 10 personas muertas durante las protestas y a aquellos que han resultado heridos desde que comenzó el movimiento.

En los meses siguientes, Macron ha tenido que soportar la presencia continuada en las calles de los Chalecos Amarillos, sus exigencias y las protestas que exigen su dimisión, misma que hasta la fecha pareciera no estar en su agenda, a menos que este septiembre sea realmente negro para él y su gobierno.

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