Afrodescendientes en América: ¿Por qué la pandemia profundizó sus históricas disparidades raciales?

La pandemia del covid-19 terminó por profundizar aún más las condiciones de vulnerabilidad a las que se enfrenta la población de afrodescendientes desde hace siglos.

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La pandemia del covid-19 terminó por profundizar aún más las condiciones de vulnerabilidad a las que se enfrenta la población de afrodescendientes desde hace siglos.


Esto se desprende del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), titulado «Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales de las Personas Afrodescendientes», en el que se detalla que la crisis sanitaria generada por el coronavirus ha provocado «altos riesgos de contagio y muerte» para esta población, debido a diversos factores, uno de ellos, «el lugar de residencia y entorno físico».

En el marco del histórico primer Día Internacional de las Personas Afrodescendientes, la CIDH recordó este martes que esta población está expuesta a «condiciones de vulnerabilidad» porque históricamente «ha estado sometida» y, por tanto, «se encuentra cada vez más» bajo contextos de pobreza y pobreza extrema». 

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Afrodescendientes en Bolivia

Esto se traduce en que las personas afrodescendientes tienen dificultades para acceder a una vivienda de calidad. Por ello, terminan viviendo en condiciones de precariedad y hacinamiento, ya sea en asentamientos informales o en situación de calle, o con poco o nulo acceso a servicios básicos como electricidad, agua y saneamiento, limitaciones de transporte, entre otras carencias. 

El estudio también indica que la «falta de información específica sobre personas afrodescendientes» en los sistemas de salud y de asistencia sanitaria es otro factor en contra, pues «existe ausencia de datos desagregados por origen étnico-racial en los registros epidemiológicos».

Otro factor, dice el organismo, se relaciona con las características informales de trabajo y las condiciones a las que se someten las personas afrodescendientes, ya que «representan altas cifras en empleos esenciales» y «actividades que no pueden realizarse desde casa», así como también laboran «en entornos de trabajo no calificados» donde «carecen de prestaciones sociales» y se exponen a situaciones de mayor probabilidad de contagios por el «contacto frecuente con el público general».

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Discriminación estructural y sistemática contra afrodescendientes

Toda esta coyuntura, resalta la CIDH, conlleva a que las personas afrodescendientes estén expuestas también a condiciones de trabajo injustas donde registran «ingresos más bajos», mientras «sus niveles de endeudamiento» son cada vez más elevados.

«La CIDH comprende que no obstante a los datos anteriormente señalados, el impacto desproporcionado de la pandemia del covid-19 en las personas afrodescendientes no sólo se puede reducir a análisis de datos estadísticos, y no sólo se afecta el derecho a la salud, sino de manera interdependiente y desproporcionada a los demás derechos económicos, sociales, culturales y ambientales», dice parte del informe.

La CIDH advierte que «ser afrodescendiente» no es lo que facilita el contagio del covid-19, sino que reafirma que es «la discriminación estructural y sistemática enfrentada por la población afrodescendiente históricamente, lo que la torna más vulnerable a la infección».

Esta situación lleva al organismo a expresar «su preocupación en relación al acceso y garantía de los derechos humanos de las personas afrodescendientes en las Américas», e insta a los Estados a «implementar un plan de distribución de vacunas» que garantice el acceso equitativo a la inmunización. 

Comportamiento en Colombia, Brasil y EE.UU.

La CIDH agrega que de acuerdo a la revisión de «fuentes oficiales disponibles», hasta diciembre de 2020 en Colombia, fueron afectadas por el covid-19 unas 46.953 personas afrodescendientes, con un saldo de 1.556 fallecimientos. Los departamentos más afectados hasta esa fecha fueron Bogotá (7.472), Barranquilla (7.343), Antioquia (5.256), Cartagena (3.713), Valle del Cauca (3.658), el Chocó (3.600), Atlántico (3.306) y Nariño (3.012).

En Brasil, la CIDH observó «con preocupación», el impacto «desproporcionado» del covid-19 en las personas afrodescendientes, «particularmente por el número elevado de casos en áreas geográficas de concentración de esta población étnica-racial como favelas y comunidades quilombolas, especialmente quienes se encuentran en situación de pobreza y pobreza extrema».

Por ejemplo, cita la CIDH, en Río de Janeiro, donde un aproximado de 1,5 millones de personas viven en favelas bajo «condiciones de hacinamiento e insalubridad», se dificulta la implementación de las medidas de aislamiento para contener la pandemia.

«En la favela más grande de Río, Rocinha, de al menos 100.000 personas, 1 de cada 4 de las personas examinadas habría estado contagiada, para junio de 2020», apunta el documento.

En EE.UU. la situación no es diferente. La CIDH observa que en ese país, las personas afroamericanas tienen más del doble de probabilidades de morir a causa del coronavirus que cualquier otro grupo, con un porcentaje de 50,3 personas por cada 100.000; mientras que los blancos registran una tasa de 20,7; los latinos, de 22,9; y los asiáticos, de 22,7.

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