COVID-19, piratería moderna y el tesoro que busca acaparar Trump

Gobiernos de países que apoyan "el proyecto fascista" de Trump -creyéndose sus iguales- terminan siendo víctimas de la "codicia" y la "crueldad criminal" de Washington

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En medio de la pandemia por el coronavirus COVID-19, varios países han iniciado una guerra moderna por adquirir y hasta robarse entre ellos mascarillas (tapabocas) y equipos para respiración artificial, que ante la crisis sanitaria se han vuelto insumos prioritarios para la vida, así como para el tratamiento de las personas que resultan contagiadas por el peligroso virus.

El hecho más reciente en esta guerra lo protagonizaron Estados Unidos y Francia, cuando Washington le arrancó de las manos a París un cargamento enorme de mascarillas, luego de pagar hasta cuatro veces más y en efectivo en el propio aeropuerto de Shanghai, China, por el mismo pedido que ya había cancelado el Gobierno francés, según reseñan medios internacionales.

De esta manera, el cargamento que iba destinado a Francia va rumbo a Estados Unidos, una práctica calificada por París como «sucias artimañas de ciertos compradores americanos» que buscan abastecerse de mascarillas en un mercado que actúa bajo la «ley de la jungla».

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El ministro de Salud francés, Olivier Véran, advirtió la semana pasada que la situación del mercado de mascarillas y material de protección sanitaria se ha vuelto tan difícil que no se puede asegurar que un pedido se cumpla «hasta que no aterrice el avión (con el cargamento) en un aeropuerto francés».

«La tensión es enorme (en China) y los timos múltiples y variados», denunció el presidente de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, Renaud Muselier, quien detalló que hay varios casos de pedidos pagados por una región francesa que terminan «recomprados por americanos», quienes esperan al acecho en los aeropuertos chinos con el dinero en maletines para quedarse con la carga

«Ellos pagan en efectivo y cambian rápidamente de un avión a otro, y a quienes habían hecho el encargo original no les queda otra que lidiar con un retraso en la entrega. Los precios, además, se encarecen», explicó.

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Francia, de victimario a víctima

Pero, los franceses, ahora víctimas, ya habían actuado igual con un cargamento de cuatro millones de mascarillas que tenía como destino España e Italia, dos de los países más afectados por el COVID-19.

La incautación del Gobierno de Francia se hizo a una empresa sueca que trasladaba los insumos desde China. El incidente resultó en un escándalo diplomático que se solucionó parcialmente dos semanas después.

«Estamos en guerra», argumentó el presidente francés, Emmanuel Macron, el 16 de marzo, tratando de justificar la incautación, pues como dicen, «en la guerra se vale todo». Esto lo hicieron bajo un decreto firmado que le permite al Gobierno requisar todo producto necesario en la lucha contra el COVID-19.

La incautación se ejecutó el 5 de marzo, cuando la empresa de productos desechables Mölnycke transportaba desde China a España e Italia las mascarillas que hicieron escala en el puerto francés de Marsella y en la ciudad de Lyon, donde fueron retenidas.

El incidente provocó roces diplomáticos entre Francia y Suecia, cuyo Gobierno fue alertado a intervenir por el gigante Mölnycke. Tras dos semanas de tira y afloja, Francia accedió a dejar la mitad de la mercancía llegara a sus destinos como «caso excepcional».

Pero este no ha sido el único caso. En Francia ya se han producido incidentes similares, como la incautación de 680.000 máscaras con destino a la República Checa que, a su vez, incautó un lote similar con destino a Italia.

La OMS advirtió que el uso del tapabocas debería ser obligatorio. Foto: Web

Turquía incauta respiradores para pacientes con COVID-19

Por su parte, Turquía decidió incautar cientos de respiradores para enfermos críticos de COVID-19 comprados y pagados por varias comunidades autónomas ante la impotencia del Gobierno de España.

Al respecto, la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, dijo que la incautación de los insumos se produjo en un vuelo procedente de China que hizo escala en Ankara; y que el Gobierno turco admitió que debía quedárselos «para el tratamiento de sus propios enfermos».

González Laya explicó que, en los últimos días, el Gobierno turco ha impuesto restricciones «de amplio espectro» a la exportación de productos sanitarios para «abastecer su propio sistema sanitario frente a esta pandemia del COVID-19».

El problema es que la carga requisada no salía de Turquía, sino que fue adquirida en China por las comunidades de Castilla-La Mancha y Navarra. Ankara fue una escala en su viaje a España, pero la aduana del país turco retuvo el cargamento.

La canciller habló tres veces con el titular de Exteriores turco para desbloquear el cargamento; y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, también habló con el responsable turco de Salud, ambos sin éxito, lo que hizo que el Gobierno diera por perdido el material.

El Ejecutivo turco aseguró a España que «en unas semanas» ese material podrá llegar a su destino original. Pero, fuentes de Exteriores son escépticas ante una entrega que temen que no se vaya a producir, reseñan medios españoles.

Entre el material que debería ser transportado hasta España están 150 respiradores adquiridos por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Por ellos pagaron tres millones de euros. Además, hay varias decenas de respiradores más adquiridos por el Gobierno de Navarra, así como más material encargado por Sanidad.

Los respiradores aliviarían la presión de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) en ambas regiones, especialmente en Castilla-La Mancha, que se ha convertido en la tercera más afectada por el coronavirus, aunque es la octava en población.

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Estados Unidos, el epicentro del COVID-19

Esta situación ha hecho que altos políticos de Francia y de Alemania, entre otros países europeos, hayan acusado directamente a Estados Unidos -epicentro de la pandemia con más de 672.000 contagios y 34.000 fallecidos- de practicar “piratería moderna” y de utilizar medios ilícitos para obtener mascarillas.

Estados Unidos pudo evitar con antelación convertirse en el eje mundial del brote, pero Trump decidió no aplicar medidas de seguridad sanitarias y su inacción produjo que la pandemia diera con toda su virulencia en el país norteamericano, una crisis que ya ha provocado que 22 millones de personas hayan caído en el desempleo.

De hecho, el descontrol de la pandemia en EE. UU. provocó que Trump, en un intento por librarse de culpas, señale a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por supuestamente ocultar información, argumento que aprovechó para eliminar los subsidios de su país al ente.

También, en el continente americano, Canadá advirtió a EE. UU. que no bloquee la entrega de mascarillas a su país. El primer ministro, Justin Trudeau, advirtió en forma contundente que si Trump interrumpe la exportación de productos esenciales, “se perjudicará a sí mismo tanto como a Canadá”.

Estados Unidos construyó fosas comunes en Nueva York. Foto: Agencias.

Las reacción se produjo luego de que Trump pidió a la empresa 3M Company dejar de exportar mascarillas modelo N95 a Canadá, así como también a América Latina, para así tener toda la producción en Estados Unidos.

Se perjudicará si vemos una interrupción de los bienes y servicios esenciales que fluyen de un lado a otro de la frontera”, manifestó Trudeau. El intercambio de bienes y servicios “es algo bueno para ambos países y esperamos continuar garantizando que los suministros esenciales crucen la frontera”, agregó, amenazando en forma velada sobre lo que ocurriría en el futuro.

Pero, como epílogo de esta guerra, Trump invocó la Ley de Producción de Defensa para obligar a 3M Company a producir todas las máscaras necesarias para cubrir las necesidades de los médicos en Estados Unidos, acusando a la empresa de algo impropio: venderlas al mundo. “Hemos golpeado fuerte a 3M hoy, después de ver lo que estaba haciendo con sus máscaras”, escribió Trump en su cuenta Twitter.

La empresa se vio obligada a emitir un comunicado de prensa para explicar que Trump “pidió que se dejaran de enviar respiradores hechos en Estados Unidos a otras partes de América del Norte y Latinoamérica”, a pesar de que se producen 35 millones de cubrebocas de dos fábricas norteamericanas para clientes de todo el continente.

Los que apoyan a Trump terminan siendo sus víctimas

El embajador de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Samuel Moncada, resaltó que los Gobiernos de países que apoyan «el proyecto fascista» de Trump -creyéndose sus iguales- terminan siendo víctimas de la «codicia» y la «crueldad criminal» de Washington.

La afirmación de Moncada, expresada a través de Twitter, hace referencia a los recientes casos de robos que ejecuta la administración Trump al apoderarse de material médico e insumos destinados a combatir la pandemia del coronavirus COVID-19 que tenían como destinos Canadá, Brasil y Francia.

De acuerdo a los informes, Trump ha convertido a Estados Unidos en uno de los países que más material sanitario confisca al mundo.

«Canadá, Brasil y Francia se unen a sanciones homicidas de Estados Unidos contra Venezuela. Hoy, Trump les aplica una dosis de codicia imperial y crueldad criminal. Todos los que apoyan el proyecto fascista de Trump terminan siendo sus víctimas. ¡Trump está en guerra contra la humanidad!», expresó Moncada en un tuit.

En otro mensaje, el diplomático venezolano añadió: «Ahora acusan de ‘gangsterismo’ a su jefe imperial. Se engañaron creyendo que eran socios iguales en la dominación de colonias pero hoy ven la dura realidad: Trump también los considera a ellos inferiores. El racismo de Trump no tiene cura. ¡No a la guerra de Trump!».

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