Chilenas que decidieron abortar

Tres mujeres entrevistadas se han practicado abortos en sus vidas, dos de ellas -quienes pidieron reserva de identidad- tuvieron que enfrentar la realidad de una legislación que no permite a las mujeres decidir sobre el futuro de una vida que está ligada a sus vidas, en el vientre

Por Wari

27/07/2022

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Tres mujeres entrevistadas se han practicado abortos en sus vidas, dos de ellas -quienes pidieron reserva de identidad- tuvieron que enfrentar la realidad de una legislación que no permite a las mujeres decidir sobre el futuro de una vida que está ligada a sus vidas, en el vientre. La tercera, se practicó el aborto en Australia, donde es legal.

Pese a que se estima que en Chile se realizan cerca de 160 mil abortos al año, los proyectos que han buscado dar soluciones legislativas al respecto aún no prosperan. El proyecto de Fulvio Rossi y Evelyn Matthei en diciembre pasado, se suma a las múltiples propuestas fallidas de los últimos 20 años.

Ya en 2006 los diputados Marco Enríquez-Ominami -quien ya no ejerce el cargo- y René Alinco, presentaron un proyecto destinado a despenalizar todo intento abortivo y que contó con la cerrada oposición de representantes de la Concertación y la derecha.

El Sernam (Servicio Nacional de la Mujer) reconoce que el 10% de las muertes maternas es por abortos. Otras investigaciones señalan que el 35% de los embarazos termina en aborto y ocurren 4,5 abortos por cada 100 mujeres de entre 15 y 49 años. Todo clandestino.

CAMILA

Ahora tiene 26 años, se realizó un aborto clandestino a los 18, en una clínica en la comuna de Providencia. Las condiciones de higiene fueron buenas, porque pudo pagar el millón de pesos que le pidieron para practicarle el aborto.

Por Vanessa Vargas Rojas

-¿Qué la decidió a practicarse un aborto?

-Yo tenía apenas 18 años y fue porque tanto yo como mi pareja no queríamos tenerlo, creo que eso ante todo. Ésta fue una decisión en conjunto, que se dio por las condiciones de pareja, como cuando uno está inestable y recién comienza, cosas así.

-¿Cuánto le costó el aborto y dónde se lo realizó?

-El aborto me costó 1 millón de pesos. El dato me lo dio una amiga cercana y me lo realicé en la comuna de Providencia, en un centro que está ubicado en una calle bastante concurrida. Conozco a dos personas que se realizaron un aborto ahí, pero no podría asegurar si sigue funcionando, aunque pienso que sí.

-¿Cómo fue el proceso cuando llegó a la clínica?

-Primero, el contacto es con el médico, no con la clínica. En la primera visita te revisa y comprueba que estés embarazada y te fija el monto en un papel. En mi caso me dijo que podía esperar, tenía apenas un mes, así que tenía tiempo para pensarlo y me dijo que cuando estuviera lista lo visitara o lo llamara, no recuerdo. Había que llevar 1 millón en efectivo y no había otra opción de pago, porque entre menos veas al doctor, mejor.

-¿Cómo describiría la clínica en donde le practicaron el aborto?

-La clínica queda un poco al aire, de hecho afuera dice clínica de los ojos o clínica de la visión, algo así. Hasta ahí no se sabe más qué pasa adentro ni nada. Es como si fuera legal. En la clínica tú entras. «Hola, buenas tardes, cuál es su nombre», cosas así. Todo aparenta ser muy normal, la única diferencia es lo que hay adentro y lo que se practica, pero por fuera está todo bien, súper cómodo, no te hacen sentir mal ni nada.

-¿Cómo se consiguió el dinero?

-Me lo dio mi papá, él estaba enterado del tema. Mis padres no me hicieron problemas, por el contrario. Mi mamá viene de Europa, al igual que mi papá que vivió en Europa mucho tiempo, así que por ese lado se podría decir que son más liberales.

-En este momento de su vida ¿Se arrepiente?

-No me arrepiento para nada. Sólo me hubiera gustado no tener que pagar. El peso mío no tiene que ver con lo que pasé o lo que viví, o si maté o no a alguien, sino con lo que yo les debo a mis papás, ese millón al contado, la plata. El endeudamiento al que tuve que someterme.

-¿Qué opina respecto a las mujeres que acuden a métodos caseros para abortar?

-Cada persona busca lo que puede económicamente. Ahora, los métodos caseros tampoco son nada recomendables, porque nada te asegura que cuando llegues al médico después de practicarte un aborto, porque necesitas que te limpien, el doctor no te pueda denunciar. Creo que tienen la facultad de hacerlo. Eso, además de poner en riesgo tu vida, te puede mandar a la cárcel. Es súper peligroso, no lo recomendaría pero entiendo que se haga.

-¿Qué opina respecto a la actual legislación chilena en materia abortiva?

-Me parece mal, retrógrada. Como dicen, pasa “hasta en las familias más nobles”. Lo ideal es que uno tenga la opción, tanto la mujer como el hombre. Si no lo haces es problema tuyo, pero que cada uno tenga la opción de poder tomar facilidades, información, etcétera. Yo lo recomendaría a las mujeres que estén seguras de no querer tenerlo.

JULIA


Activista en materia de derechos de las mujeres, ha trabajado con niños y dice que le encantan, pero que dentro del tipo de vida que ha escogido, prefiere adoptar un niño o niña que traerlos a este mundo a través del vientre.

Por Mauricio Becerra Rebolledo

-¿Cómo cree que se ha planteado la discusión sobre el aborto en Chile?

-El tema está mal planteado. Se mira con una pacatería que asusta, y una mirada fundamentalista que impide que se hable de manera clara. Creo que los políticos actuales, sobre todo los que se dicen progresistas, en los temas de equidad de género y en la defensa de las libertades humanas son de un oportunismo e ignorancia tremenda. Es necesario decir que Chile tuvo aborto terapéutico hasta antes de concluir la dictadura y luego de ello el Estado chileno no ha manifestado intenciones de reponerlo. Y eso que se trata de gobiernos democráticos.

-Entonces, a su juicio, ¿no ha habido avance alguno…?

-El Estado y los medios de comunicación debaten con la Iglesia sobre el divorcio, sobre la Píldora de Anticoncepción de Emergencia e incluso debatirán sobre la unión civil entre parejas del mismo sexo. Sin embargo, no se ve que el Estado tenga mayores intenciones de avanzar en asegurar libertades a las mujeres frente a las decisiones de su propio cuerpo. Tampoco desea mejorar las políticas de maternidad, ni valorar el aporte que realizan las mujeres al realizar las dobles y triples jornadas de trabajo. Piensa que, además de lo laboral, las mujeres hacemos las labores de la casa, sin contar a las que tenemos algún trabajo de participación social o política.

-Un rayado que decía que si el Papa fuera mujer el aborto sería legal ¿Qué piensa de eso?

-Ese rayado alude al fondo del asunto. Las mujeres no acceden al aborto, como un derecho humano, porque en el fondo, para la sociedad dominada por valores masculinos, son las mujeres las que tienen el problema. La Iglesia se inmiscuye en los problemas de las mujeres, pero no resuelve la pedofilia al interior de su misma institución.

-¿Cómo asume una decisión que involucraba a su cuerpo, pero a la que se le imponen leyes penales?

-Yo me hice un aborto en 1996, tenía 23 años y no deseaba embarazarme. Fallaron los métodos de anticoncepción, incluso la píldora de emergencia, lo conversé con amigas que ya habían pasado por lo mismo y me ayudaron a tomar la mejor decisión, es decir, a sondear cuál era mi conflicto con el embarazo, cuáles eran mis dificultades para enfrentar una maternidad, luego tomé la decisión. Puse en una balanza lo bueno y lo malo de la decisión y opté por hacerme un aborto.

-¿Su pareja la apoyó?

-Conversamos del tema, aunque él no estaba muy de acuerdo, pero finalmente me apoyó porque entendió mis razones. Yo no quería ser madre, no está dentro de mi proyecto de vida. Luego conseguimos el dinero, ya que éramos universitarios los dos, y pagamos cuatrocientas lucas.

-¿Ha tenido oportunidad de conversar con otras mujeres sobre su experiencia?

-He trabajado con mujeres que han pasado por lo mismo, y siempre el tema que hace traumática la situación se relaciona con las condiciones en las que se hacen el aborto y no con la decisión tomada. De eso me he dado cuenta al poder compartir la experiencia. Finalmente sentí que era dueña de mi cuerpo, de mi futuro, de mi proyecto de vida que en ese momento no incluía, ni incluye hoy, la maternidad. También he ayudado a otras mujeres a tomar la decisión y muchas veces la consejería y el apoyo emocional resultan relevantes a la hora de decidir continuar o interrumpir un embarazo.

-También hay quienes luego de conversar deciden proseguir con el embarazo.

-Hay muchas que luego de reflexionar y de sacarle la carga al embarazo no planificado, toman la decisión de continuarlo. Eso también es posible, debido a que ambas decisiones requieren de una cuota de valentía y sobre todo de autonomía frente al cuerpo, de tener el derecho a decir: Yo decido.

-¿Es difícil abortar en Chile?

-No es difícil abortar en Chile para quienes tienen dinero. Eso es una realidad. Lo ideal es que haya mujeres que tengan información para compartir, que asegure una buena decisión, que no genere consecuencias en tu vida sexual y sobre todo en los aspectos emocionales. Las mujeres que tienen mayores recursos económicos y de información, se hacen abortos en buenas condiciones de higiene y seguridad, pero no necesariamente tienen contención emocional o el apoyo para tomar la decisión con objeción de conciencia. Con posterioridad al aborto siempre opera la culpa cristiana, el qué dirán y, sobre todo, es una experiencia que se vive o sola o con amigas.

-Hoy, época en la que circula mucha información, aún muchas mujeres no están al tanto de las implicancias de tal decisión.

-Es cierto. Hay acceso a información para que las mujeres puedan acceder con mayor seguridad a formas alternativas de interrumpir un embarazo, que son menos invasivas y menos traumáticas; pero esa información es de acceso restringido. Igual hay que cuidarla para que siga siendo una posibilidad para las mujeres que la requieran.

-¿Qué piensa del argumento contrario al aborto, que se justifica en la “defensa de la vida”?

-El tema se reduce considerablemente cuando la Iglesia y los sectores conservadores o seudo progresistas salen en defensa de la vida; pues la vida de las mujeres y sus proyectos son los que se ponen en juego frente a un embarazo no deseado, o frente a un embarazo producto de una violación. A estos sectores defensores de la vida no les preocupa que una familia pobre se llene de hijos sin poder alimentarlos, vestirlos o darles buena educación, o que las mujeres accedan a buenas condiciones laborales, o que el Estado se preocupe de mejorar las políticas sociales que apuntan a la igualdad de oportunidades de los sectores más desfavorecidos y sobre todo de las mujeres.

ELENA GALLEGOS: FEMINISTA Y ARTISTA TEXTIL

Chilena de nacimiento, Elena Gallegos Pereira (58) vivió veinte años en diferentes ciudades de Australia. Graduada de artista textil en la Universal Nacional de ese país, cuenta lo que es realizarse un aborto donde es legal que las mujeres decidan sobre sus cuerpos y escojan cuándo tener hijos.

Para ella, que actualmente reside en Valparaíso y participa activamente del proyecto Femiteka Alborada de la ciudad puerto, la experiencia no fue nada traumática e incluso pidió sepultar sus fetos a modo de “despedida”.

Por Mijaíla Brkovic Leighton

-¿Cómo funciona el sistema para abortar en Australia?

-Como el aborto allá es legal, tú vas y solicitas una hora para realizarlo. Existen ciertas reglas, como que debe ser a la séptima semana en punto. Además, antes de hacerlo, debes visitar a consejeras que te entrevistan para conocer tu situación emocional. Este aspecto es muy importante, porque, si bien el proceso no es físicamente doloroso, hay que estar realmente segura de la decisión. Entonces, después de dar la entrevista, te llaman para informar sobre la hora del aborto, que es mediante succión. Otro aspecto interesante es que las clínicas son manejadas en su totalidad por mujeres y el ambiente es muy grato.

-¿Cuál fue su experiencia personal?

-No fue nada doloroso en términos físicos. Yo me realicé dos abortos porque no tenía dinero, estaba estudiando y no había padre, en el sentido de que el padre biológico no quería tener hijos. Para mí, en ese momento, fue importante pedir mis fetos porque realmente entendí que esto era un ser vivo que yo no podía tener en ese momento. Entonces quise enterrarlos y darles un adiós.

-¿Cómo fue ese adiós?

-Al primero lo enterré en un jardín detrás de un durazno blanco y al segundo, en el mar (…) Así me quedé súper conforme emocionalmente con el hecho de que fue algo con todo mi razonamiento, algo que hice a cabales, no una cosa que se me ocurrió no más. Los enterré, les dije adiós, tuve mi propia ceremonia y eso me ayudó a mí también, porque no fue una cosa fría.

-¿Cuánto tuvo que pagar por los abortos?

-Nada. Todo es completamente financiado por el Estado.

-¿Se hubiera realizado un aborto estando en Chile?

-De seguro. De una forma mucho más complicada, pienso yo (…) quizás habría viajado al extranjero. Pero sin dinero, es probable que lo hubiera hecho a la vuelta de la esquina, metiéndome en la clandestinidad. Eso es lo peligroso de los abortos ilegales, digamos, que se realizan en un lugar que no es profesional, con personas que no son médicos, con gente sin tanta experiencia, sin los instrumentos, sin la asepsia necesaria. Entonces tú ya estás en una condición de vida o muerte. Es de vida o muerte y muchas mujeres mueren.

-¿Se puede hacer de manera segura?

-Si tú tienes dinero vas a ir a una muy buena clínica, y si no existe en Chile la clínica para operarte y hacer lo que tú quieres, vas a ir a Argentina, a Estados Unidos o donde quieras. Si mucha gente va al médico afuera. Los que tienen plata pueden hacer lo que quieran.

El Ciudadano Nº95, segunda quincena enero 2011

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