¿Cómo el ambiente familiar afecta el desarrollo del cerebro adolescente?

Los adolescentes enfrentan desafíos, presiones, estrés, tentaciones e indagan en cerebros que aún no están del todo desarrollados

Por Pedro Pérez

24/05/2020

Publicado en

Salud

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El niño pasa por una serie de cambios vitales que se producen desde el cerebro y llegan hasta lo físico, algunos son graduales y sutiles que no resultan tan obvios para todos los padres. En consecuencia, cuando comienza la adolescencia, el cerebro, el órgano que controla -o trata controlar- las actividades del cuerpo, está casi listo para la batalla de la vida.

En este último peldaño, los adolescentes enfrentan desafíos, presiones, estrés, tentaciones e indagan en cerebros que aún no están del todo desarrollados. De allí la importancia para los padres de entender por lo que pasan los cerebros de sus hijos, pues monitorean y se preocupan por los desafíos sociales, académicos y emocionales de sus hijos.

Indagando más sobre cómo el entorno afecta el desarrollo del cerebro de los adolescentes, un equipo de investigadores determinó que el ambiente infantil y el estado socioeconómico afectan la capacidad cognitiva y el desarrollo del cerebro durante la adolescencia, independientemente de los factores genéticos.

El estudio demuestra la importancia del entorno familiar, no solo durante la primera infancia, sino también durante la adolescencia.

Los adolescentes enfrentan desafíos, presiones, estrés, tentaciones e indagan en cerebros que aún no están del todo desarrollados.

¿Qué dicen las investigaciones?

A diferencia de lo ya documentado por otros expertos, los investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia, estudiaron tanto los factores ambientales como una nueva medida genética, un valor de índice basado en una agregación de las aproximadamente 5.000 ubicaciones de ADN que están más fuertemente asociadas con el logro educativo.

En el estudio participaron 551 adolescentes de diferentes entornos socioeconómicos de Europa. A la edad de 14 años, los participantes dieron muestras de ADN, realizaron pruebas cognitivas y obtuvieron imágenes de su cerebro en un escáner de resonancia magnética, un proceso que se repitió cinco años después.

A la edad de 14 años, los genes y el entorno se asociaron independientemente con la capacidad cognitiva (medida mediante pruebas de memoria de trabajo) y la estructura cerebral.

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Los efectos ambientales fueron, sin embargo, de 50 a 100 por ciento más fuertes que los genéticos.

Las diferencias en el estado socioeconómico se relacionaron con diferencias en el área de superficie total de la neocorteza.

Nicholas Judd, estudiante de doctorado en el Departamento de Neurociencia, logró demostrar que el efecto se produce en la neocorteza y, por lo tanto, probablemente afecta a una gran cantidad de funciones.

Igualmente, encontró que diferencias genéticas estaban relacionadas con la estructura del cerebro, afectando no solo el área total del cerebro sino específicamente un área del lóbulo parietal derecho, una importante zona cerebral para las habilidades matemáticas, el razonamiento y la memoria de trabajo.

Algunas partes del cerebro, tal como la corteza cerebral prefrontal (CPF) ubicada justo detrás de los ojos, parece que madura completamente hasta los 24 años de edad.

Seguimiento de los adolescentes

Al hacer un seguimiento de los adolescentes cinco años después, los investigadores pudieron examinar cómo los genes y el entorno habían afectado el desarrollo del cerebro durante la adolescencia.

Si bien los genes no explicaban ninguno de los cambios cerebrales, el entorno sí. Sin embargo, los investigadores desconocen qué aspecto del medio ambiente es responsable de esto.

«Hay varias explicaciones posibles, como el estrés crónico, la dieta o la estimulación intelectual, pero el estudio muestra cuán importante es el medio ambiente, no solo durante la primera infancia», dice el investigador principal Torkel Klingberg, profesor de neurociencia cognitiva en el Departamento de Neurociencia, Karolinska Institutet.

Hasta hace poco, los escaneos de niños normales habían revelado que hay partes diferentes del cerebro que maduran a un ritmo distinto. De hecho, algunas partes del cerebro, tal como la corteza cerebral prefrontal (CPF) ubicada justo detrás de los ojos, parece que madura completamente hasta los 24 años de edad.

Otras partes del cerebro, como la amígdala cerebral (AMG), en forma de nuez ubicada en lo profundo del cerebro, parecen madurar mucho antes.

Muchos neurocientíficos, como el Dr. Andrew Garner, de la FAA,  piensan que esta discrepancia en la madurez del cerebro puede explicar mucho del comportamiento adolescente.

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