Ley de salud mental: La Iglesia Católica y el lobby psiquiátrico

Uno de los supuestos logros del modelo comunitario en salud mental es haber reintegrando a los pacientes a la comunidad. Los pacientes que antes eran recluidos en hospitales, hoy van a parar a Hogares, Residencias Protegidas e en alguno de los muchos centros de atención a “discapacitados mentales” de la Fundación del Hogar de Cristo “Rostros Nuevos”.

Por Mauricio Becerra

29/06/2014

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Portada / Salud

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Durante los primeros meses del año 2013 recorrió, entre diversas organizaciones que trabajamos en el campo de la salud mental, una invitación al Auditorio del Colegio Médico de Chile para el día 7 de Agosto de ese año. Convocaba un, hasta entonces, poco visible “Observatorio de Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad Mental”.

Al llegar al lugar nos recibe el psiquiatra Mauricio Gómez, director del Hospital Psiquiátrico público “El Peral” desde 1998 hasta el 2010 y miembro del directorio de “Rostros Nuevos”, fundación del Hogar de Cristo que desde el año 1996 presta servicios a personas que cataloga como “enfermas mentales”. Luego de la presentación de Gómez, expuso el afamado psiquiatra Alberto Minoletti, quien fuera Jefe de la Unidad de Salud Mental del MINSAL desde el año 1997 hasta el 2010 y asesor de dicho Ministerio desde 1990 a 1997. El señor Minoletti es uno de los principales instauradores del llamado “enfoque comunitario de salud mental” en Chile, enfoque hoy completamente hegemónico y dominante en el campo de la salud mental pública, a pesar de las gravísimas falencias técnicas y éticas que tiene (1). Como se puede ver, ambos fueron trabajadores públicos durante los gobiernos de la Concertación y el inicio del gobierno de Piñera coincide con el año en que ambos profesionales dejaron sus cargos.

En aquella oportunidad se tocaron dos temas que quiero rescatar: “Elementos para un Diagnóstico de los DDHH de las Personas con Discapacidad Mental en Chile” y “Hacia una ley de Salud Mental”. El Observatorio pretendía realizar un diagnóstico de la realidad de la salud mental en Chile, en miras de contribuir en la construcción de una ley de salud mental. Cosa importante si se considera que Chile forma parte del 25% de países en el mundo que no cuenta con una. Todos apoyamos la iniciativa.

Sin embargo, entendiendo que ninguna ley debiese ser escrita a espaldas de la gente por comisiones de “expertos”, algunos le preguntamos públicamente a Minoletti ¿dónde están los usuarios, las personas directamente afectadas por, como ellos lo llaman, “discapacidad mental”? En la mencionada reunión casi no se vieron usuarios, sólo profesionales, algunos familiares de usuarios y representantes de diversas organizaciones, pero no usuarios hablando por sí mismos y representándose a sí mismos(2). En efecto, los usuarios debiesen ser los que a fin de cuentas digan por sí mismos cuáles son los problemas que los afectan y de qué manera se vulneran sus derechos, así como han de ser ellos los que a fin de cuentas lideren la discusión en torno a una eventual ley de salud mental: “nada sobre nosotros sin nosotros”, suelen decir ciertas agrupaciones de personas en situación de discapacidad (3). La respuesta que nos dio Minoletti fue que a pesar de haber llamado a usuarios a participar éstos no se manifestaron, pero que de todas maneras contemplaban incorporarlos en próximos trabajos (4).

Muy poco se supo de esos próximos trabajos hasta el pasado viernes 23 de Mayo. En la sala Raúl Prebisch de la CEPAL se realizó el “Seminario sobre Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad Mental: Diagnóstico de la situación en Chile”, actividad en la cual se presentó el informe con el diagnostico prometido en Agosto del año pasado (5). A pesar de las promesas, ningún usuario directo de los servicios de salud mental participó en la elaboración del informe, tal como se observa en la planilla de autores y consultores. Tampoco participaron de la actividad misma en la CEPAL como expositores. Incluso, entre el público se vio una bajísima concurrencia de “discapacitados mentales”. Nuevamente volvimos a preguntar por ésta notable ausencia y nuevamente Minoletti nos dijo lo mismo, que los convocaban pero no aparecían.

La situación comienza a hacerse realmente sospechosa si consideramos que, una semana después en exactamente el mismo lugar, se realizó el “Conversatorio con la Sociedad Civil sobre Discapacidad, Desarrollo y Políticas Públicas”. Si bien este conversatorio, a diferencia de lo ocurrido la semana anterior, no trataba específicamente el asunto de la salud mental, llamó la atención la considerable cantidad de expositores en situación de “discapacidad mental” y organizaciones asociadas al problema hablando por sí mismas, representándose a sí mismas. Una “discapacitada mental” fue moderadora de una mesa de trabajo. Entre el público habían todavía más usuarios directos de los servicios de salud mental. Incluso, personas en situación de otras discapacidades hicieron constante referencia a los problemas del abordaje existente en salud mental y al hecho de que Chile sea uno de los pocos países del mundo sin una ley de salud mental, dando cuenta del interés que hay entre los círculos de personas en situación de discapacidad en torno a la problemática (6).

¿Por qué un Seminario que trata específicamente del problema de la salud mental tiene menos alcance en los usuarios de los servicios de salud mental que un Conversatorio que trata el asunto de la discapacidad en general? Parece ser que en realidad, al margen de los comentarios políticamente correctos, no hay un verdadero interés entre los miembros del Observatorio, cuyos líderes son psiquiatras importantes, por contemplar la mirada de los directamente implicados.

Esta tesis es considerable ya que, históricamente, la psiquiatría ha funcionado al margen de los intereses de los afectados. Incluso, tal como se ha mostrado en reiteradas ocasiones, la psiquiatría utiliza hasta el día de hoy “tratamientos” indistinguibles de torturas y completamente inhumanos para el más mínimo sentido común. Lo que ha hecho, y sigue haciendo, es siempre prometer alguna “cura” milagrosa que rápidamente se devela como inútil e inhumana. Luego de ello, hace surgir otra teoría estrambótica que promovería tratamientos que “curan” a los pacientes de sus “enfermedades” para, nuevamente, luego de un tiempo decir que aquella teoría era errada e inhumana. Y así hasta hoy. Desde ahí, autores como Carlos Pérez Soto han indicado, felizmente, que la psiquiatría vive en un eterno presente, sin el más mínimo desarrollo técnico (a diferencia de todas las otras ramas de la medicina) y sin haber sido capaz de mostrar, en toda su historia, ni un solo caso de cura (7).

Esta historia se repite ahora en el Observatorio. Resulta bastante épico ver a los psiquiatras Minoletti y Gómez denunciando las gravísimas falencias técnicas y éticas del modelo que ellos mismos desarrollaron. Mientras Minoletti era el Jefe de la Unidad de Salud Mental del MINSAL, Gómez era Director del Hospital Psiquiátrico público “El Peral”, hospital que funcionó como uno de los puntos clave para el desarrollo de la “red de salud mental comunitaria” que ambos ayudaron protagónicamente a asentar en Chile y que hoy denuncian como ineficiente e inhumano (8).

A pesar de que nunca se hayan hecho cargo de eso, dicha inconsistencia podría ser vista con buenos ojos, en el sentido de que ambos están haciendo una autoevaluación y, sinceramente, han concluido que han hecho mal el trabajo para, ahora sí, poder realizarlo de buena manera. Sin embargo, sucede que ambos personajes presentan una serie de “detalles” que pueden hacernos pensar que el error no fue, simplemente, ingenuidad: el Observatorio parece ser una buena excusa para gestar un lobby ahora que volvió Bachelet al poder. Es interesante que ambos hayan trabajado para la Concertación que les permitió asentar su modelo, hayan desaparecido públicamente durante el gobierno de Piñera y reaparezcan “justo” ahora. Hay que pensar dos veces si pretendemos dejar en manos de Minoletti y Gómez una ley de salud mental, incluso si llegan a aducir “errores involuntarios” en su cuestionable trabajo público. Revisemos someramente tres de esos “detalles”.

Uno de los supuestos logros del modelo comunitario en salud mental es haber conseguido grandes avances en terminar con los hospitales psiquiátricos, reintegrando a los pacientes a la comunidad. Si uno no se deja engañar con frases espectaculares e investiga qué es lo que ha pasado realmente, se encuentra con que los pacientes que antes iban a parar a un Hospital, hoy se encuentran recluidos en Hogares y Residencias Protegidas que mantienen las mismas prácticas nefastas de los hospitales psiquiátricos (9). O mejor, uno puede encontrarse con que esos pacientes ahora están recluidos en alguno de los muchos centros de atención a “discapacitados mentales” de la Fundación del Hogar de Cristo “Rostros Nuevos” donde, como dijimos, Gómez es uno de los directores (10). ¿Cómo se financia esos centros?

Minoletti y Gómez podrían habernos contado que la “superación del hospital psiquiátrico” era, más bien, que Minoletti le traspasaría sus pacientes a su amigo Gómez para que él termine dejándolos en manos de la Iglesia para la cual trabaja. Una vez más será la Iglesia la que apadrine (en el sentido, claro, de “ser Padre”) y guie a los desvalidos, ahora sometiendo a “discapacitados mentales” al clásico asistencialismo de una institución que ha sabido financiarse muy astutamente con nuestros impuestos.

En el Informe del Observatorio que hemos citado se dice que ningún usuario debe recibir contención física y/o aislamiento en hospitales, es decir, que los amarren o sostengan entre varios, ya sea para internarlos contra su voluntad como dentro del hospital. Sin embargo, el informe muestra que el 26,1% de los usuarios tuvieron contención física y/o aislamiento en hospitales generales y un brutal 57,9% en hospitales psiquiátricos.

Bonita idea la de evitar completamente la violencia contra seres humanos en intervenciones supuestamente médicas, pero ocurre que el año 2003 Minoletti aprobó y desarrolló la “Norma General Técnica Sobre Contención en Psiquiatría” (11). En ella nos encontramos con que la contención “(…) consiste en la limitación y/o privación de la posibilidad de movimiento y/o desplazamiento físico de la persona afectada, con técnicas especiales o con elementos mecánicos (…)”, es decir, técnicas especiales como amarrar al paciente o inyectarle un calmante en contra de su voluntad, para realizar un traslado “(…) involuntario que se hará en un vehículo de la salud pública (…)”. Para toda esta supuesta intervención médica, que en realidad es lo mismo que han hecho matones comunes y corrientes durante toda la historia, se necesita un equipo altamente especializado según la guía: “(…) un médico psiquiatra (o médico general en caso de no contar con psiquiatra) que evalúe la situación y determine el tipo de contención necesaria; un enfermero (a) que dirija la ejecución de las medidas determinadas y aplique SOS si está dispuesto; un auxiliar paramédico para sujeción de miembros superiores; un auxiliar paramédico para sujeción de miembros inferiores; en caso de ser necesario, un auxiliar paramédico para sujeción de cabeza y boca.”

Tomar a una persona desde su casa, amarrarla, drogarla y ocupar a todo un grupo de personas que le sujeten los brazos, los pies, la boca y la cabeza con el fin de trasladarla involuntariamente a otro lugar, es lo que comúnmente se conoce como secuestro. ¿Por qué ahora, y no cuando estuvo encargado directamente, Minoletti se alarma con estas situaciones de violencia que él mismo avaló?

Finalmente, el informe del Observatorio indica que debe existir un derecho exclusivo de la persona “discapacitada mental” a dar consentimiento para procedimientos irreversibles como la esterilización, ya que en Chile aquella decisión puede ser tomada por otros.

Una denuncia noble y justa, pero sucede que fue precisamente Minoletti quien promovió esa atrocidad. En una norma que aprobó el año 2004, llamada “Normas de Esterilización Quirúrgica en Personas con Enfermedad Mental”, él mismo escribió: “Para aquellas personas que producto de su enfermedad mental no tengan capacidad de dar consentimiento informado y estén afectadas en su capacidad para ejercer la maternidad y la crianza, en protección de sus derechos, el reglamento establece la participación de la Comisión Nacional de Protección de las Personas Afectadas de Enfermedad Mental, en la toma de la decisión” (12).

Así es, en Chile, tal como se hace con muchos animales, se puede esterilizar a mujeres (no a hombres: además la norma es machista) en contra de su voluntad, impidiendo para siempre su posibilidad de ser madres. Minoletti, él mismo, hizo que esa decisión recaiga en manos de la Comisión Nacional de Protección de las Personas Afectadas de Enfermedad Mental que está integrada, oh sorpresa, por su íntimo amigo, también ahora convertido en “benefactor de la humanidad”, Mauricio Gómez (13). ¿A cuántas mujeres esterilizaron contra su voluntad Minoletti y Gómez? ¿Qué pasó con ellas?

Las preguntas que quedan ante este aparente nuevo lobby camuflado de Observatorio que protege los derechos humanos de los “discapacitados mentales” en miras de una ley de salud mental, y desarrollado por personas que no cuentan con las cualidades técnicas (tal como se deslinda de la desastrosa evaluación que ellas mismas hicieron en torno a su modelo) ni éticas para hablar sobre el problema que ellas propiciaron y hoy tanto critican, son muchas. Todas de suma importancia.

¿Por qué Minoletti y Gómez, en vez de asumir la responsabilidad política que implica desarrollar y profundizar, con nuestros impuestos, un modelo fracasado que aplica hasta hoy prácticas inhumanas como los encierros y la esterilización de pacientes en contra de su propia voluntad, buscan nuevamente influir en el espacio público? ¿Están realmente capacitadas estas personas para impulsar una ley de salud mental si, cuando tuvieron la posibilidad, desarrollaron un trabajo que hoy ellos mismos catalogan como muy insuficiente y gravemente vulnerador de derechos humanos? ¿Queremos una ley que asegure más recursos económicos para lo mismo: traspaso interesado de dineros del Estado a Fundaciones con poder, rapto de personas y esterilización de mujeres en contra de su voluntad? ¿Por qué “justo” en la época en que todo Chile sabía que Bachelet, Presidenta para quien trabajaron, sería nuevamente Presidenta, estas personas deciden incidir en el desarrollo de una ley de salud mental? ¿Por qué no lo hicieron cuando estaban en el poder o durante el gobierno de Piñera? ¿Cómo aseguramos que esa eventual ley no termine por favorecer otra vez, aún más, los intereses de grupos que, gracias a la “amistocracia” y al lobby político, comúnmente obtienen sus tajada del pastel que reparte el Estado con nuestros impuestos, como el gremio psiquiátrico y la Iglesia Católica?

Quizás, como diría un buen psicoanalista, el hecho de que este lobby propiciado por Minoletti y Gómez -es decir, por el gremio psiquiátrico y la Iglesia Católica- no contemple a los usuarios de los servicios de salud, a los directamente implicados en sus problemáticas, no sea una mera casualidad.

Gonzalo Carrère Valdés*

* Psicólogo. Director General en DIFERÉNCIATE CHILE y Presidente de CORPORACIÓN DERECHO A LA DIFERENCIA

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NOTAS:

(1) Si bien no concuerdo con el fondo de lo planteado, un buen texto para enterarse de todas las falencias prácticas y teóricas, los dudosos modos de operar del enfoque comunitario en Chile y cómo ese enfoque ha estado al servicio de la “amistocracia” y los arreglos entre cuatro paredes es: Villarino Herrería, H. (2010). “Los pretextos de la psiquiatría comunitaria”. LOM Ediciones: Chile. Mucho de lo acá mencionado está inspirado en información obtenida de ese libro.

(2) Aún conservo la invitación que recibimos para esa jornada, donde se indican los temas a tratar que mencioné. En ella no se ve ninguna invitación directa a usuarios de los servicios de salud, ni un énfasis mayor en estimular la presencia de éstos, las personas directamente implicadas en las problemáticas que se tratarían en aquella oportunidad. Si alguien desea observar esa invitación, encantado se la hago llegar.

(3) Se encuentra disponible, en http://www.observatoriosaludmental.cl/wp-content/uploads/2014/04/convocatoria-firmada.pdf, la que parece ser la primera convocatoria oficial a participar del Observatorio, realizada en Noviembre de 2012. Una vez más no hay ninguna invitación directa a los “discapacitados mentales”, como ellos los llaman. En cambio, hay frases como “Conscientes de la necesidad de que las personas con discapacidad mental, de causa psíquica o intelectual, ejerzan plenamente sus derechos, diversas instituciones junto a expertos en la materia, nos hemos propuesto aunar esfuerzos y capacidades a través de una acción interdisciplinaria e intersectorial”, o bien, “El Observatorio está abierto a la participación de todas las instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y personas que deseen contribuir a sus objetivos mediante análisis, investigaciones y propuestas (…).”. Sólo referencias vagas que contemplan a “expertos en la materia”, “instituciones académicas”, “organizaciones no gubernamentales”, “diversas instituciones” y “personas que deseen contribuir”, para realizar “una acción interdisciplinaria e intersectorial”, que es como se le suele llamar hoy a las acciones realizadas por burocracias tecnocráticas que buscan administrar los recursos económicos del Estado y, con ello, sus propios intereses.

(4) Por alguna razón desconocida, en la página del Observatorio, no se encuentran las Actas de trabajo de aquella jornada. Sin embargo, yo las tengo y encantado se las envío a quien las solicite. En esas Actas se da cuenta de lo mencionado en el párrafo recién descrito.

(5) El informe completo se encuentra en la siguiente dirección: http://www.observatoriosaludmental.cl/wp-content/uploads/2014/05/informe-ODDHHPDM-final.pdf.

(6) La convocatoria al Conversatorio indica que todos los videos y ponencias estarán disponibles en la página web de la CEPAL. He buscado y, hasta ahora, no encuentro nada. Cabrá esperar para contar con ese material que avale lo indicado en el párrafo. Sin embargo, ya en la convocatoria se percibe que el espíritu de ese Conversatorio sí contemplaba, desde el principio, la participación de los afectados directamente por las problemáticas de la discapacidad. La actividad fue organizada en conjunto a agrupaciones conformadas por estas personas y, a su vez, todos/as los/as moderadores/as de las mesas eran discapacitados. En los videos que eventualmente estarán disponibles en la web se podrá ver que los expositores mismos también eran personas realmente discapacitadas, incluyendo las afectadas por problemáticas asociadas a la salud mental. Dejo, por el momento, la convocatoria que se realizó, a la espera de que en la página de la CEPAL se encuentren los videos y documentos de la jornada.

(7) Además de las clásicas obras de Foucault, hay basta literatura actual al respecto. Algunos ejemplos:

– Monahan, J. (1992), «Mental disorder and violent behavior: perceptions and evidence», American Psychologist 47: 511-21.
– Pérez Soto, C. (2012). “Una nueva antipsiquiatría”. LOM Ediciones: Chile.
– Read, J; Mosher, L. & Bentall, R. (2006). “Modelos de locura”. Editorial Herder: España.

A su vez, recomiendo especialmente revisar un documental muy preciso y bien documentado, disponible de forma gratuita en internet. “Psiquiatría: Industria de la Muerte”.

(8) En la siguiente dirección es posible encontrar un artículo publicado por el mismo Gómez, donde cuenta cómo “El Peral” se convirtió en “Red comunitaria de salud mental y psiquiatría”: http://www.psiquiatriasur.cl/portal/modules/wfdownloads/singlefile.php?cid=41&lid=244.

(9) Existe un estudio chileno en curso que muestra las nefastas prácticas a las que son sometidas las personas que caen en estos Hogares y Residencias Protegidas. Dejo aquí un primer informe de avance generado por su autor:

(10) Un listado de los centros de salud mental que son la supuesta gran “superación del hospital psiquiátrico” se encuentra aquí.

(11)La norma, donde Minoletti, además de ser el responsable final de ella en tanto Jefe de la Unidad de Salud Mental del MINSAL, figura como consultor, puede encontrarse aquí.

(12) Citado en: Villarino Herrería, H. (2010). “Los pretextos de la psiquiatría comunitaria”. Pp. 149-150. LOM Ediciones: Chile.

(13) El hecho de que Gómez participa de esa Comisión esterilizadora de mujeres se puede ver aquí.

 

 

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