Hubo una vez que no lo abofeteó
¿Sabías que Doña Florinda se sentía orgullosa de Don Ramón?
Todo iba bien hasta que El Chavo del 8 llegó al puesto de venta de churros que Don Ramón tenía a cargo para vender la mercancía que hacía Doña Florinda y así buscar ―en sociedad― obtener una entrada de dinero extra