Viajes nostálgicos: llevan a los turistas a conocer lo que fue la antigua Yugoslavia

Una de las agencias contabiliza 5.000 visitas al año

Por Félix Eduardo Gutiérrez

10/06/2019

Publicado en

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A bordo del famoso Yugo, recorren los edificios, casas y objetos que marcaron la vida de un país que ya no existe

Yugoslavia, República Federativa Socialista, dejó de existir oficialmente en abril de 1992, cuando se fragmentó en medio de varios conflictos bélicos en Bosnia, Croacia, Macedonia, Eslovenia y la República Federal de Yugoslavia, que a su vez en 2006, se dividió en Serbia y Montenegro.

Pese al baño de sangre en el que acabó, aquel país sigue despertando curiosidad y fascinación entre muchos visitantes extranjeros. Ese interés lo han sabido explotar agencias especializadas de turismo que ofertan un viaje nostálgico a un tiempo que se fue y a un país que solo existe a través de los edificios, los objetos y hasta los vehículos que marcaron una época.

«Tenemos bastantes visitantes de casi todo el mundo, sobre todo de Europa Occidental», contó Nebosja Hinic, uno de los guías de la agencia Yugotour, que recibe unos 5.000 turistas al año, se lee en una nota de la agencia EFE.

Visitantes que recorren la ciudad en el famoso Yugo, el auto de producción yugoslava que fue el «rey de las carreteras» del país comunista en la década de los ochenta. Foto: Página12.

Los visitantes recorren la ciudad en el famoso Yugo, el auto de producción yugoslava que fue el «rey de las carreteras» del país comunista en la década de los ochenta.

Uno de esos turistas es el inglés Josh Newsome, que visita la capital de Serbia, Belgrado, por su interés en la historia y la arquitectura del país. 

«Lo fascinante de Yugoslavia es que fue un país no alineado. Para nosotros es interesante encontrar diferentes experiencias de la gente que vivía aquí, que diseñaba los edificios, la ciudad, ver cuál era la estrategia del Gobierno», explicó.

Para este inglés de 27 años es de especial interés comparar la forma de vida no solo con Europa Occidental, sino con otros países socialistas de Europa del Este bajo la órbita de la Unión Soviética.

Nostalgia por Tito

Pese a ser un país socialista, Yugoslavia quedó al otro lado del llamado «Telón de Acero», no fue parte del Pacto de Varsovia y se mantuvo más cerca y más abierta a Occidente.

Bajo el liderazgo de Josip Broz Tito, fallecido en 1980 tras 35 años en el poder, desarrolló un exitoso modelo económico y social propio.

Una de las atracciones turísticas es la “arquitectura brutalista”, caracterizada por la robustez, la funcionalidad e incluso la “fealdad” de los edificios, en los que el hormigón es el material predominante.

Nueva Belgrado, la parte moderna de la ciudad, construida tras la II Guerra Mundial, es un claro ejemplo de un estilo que fue un símbolo de la rápida modernización y el entusiasmo desarrollista.

«Tenemos bastantes visitantes de casi todo el mundo, sobre todo de Europa Occidental», contó Nebosja Hinic, uno de los guías de la agencia Yugotour, que recibe unos 5.000 turistas al año. Foto: Público.

«Los pisos eran muy funcionales. Se prestaba mucha atención a las zonas verdes en los edificios, y no hay duda de que la arquitectura estaba muy centrada en la persona como individuo, pero también como parte de la comunidad», dijo Hinic.

Las dos torres de 135 metros del edificio Genex, llamado así por la empresa que financió su construcción en 1980, son uno de los ejemplos de la prosperidad que alcanzó el país. Ahora, las oficinas están vacías tras la quiebra del antiguo consorcio, y los alrededores del edificio están descuidados.

«Debemos tratar de preservar lo más posible la historia moderna. Creo que si dejamos que esos restos se desmoronen, los lamentaremos en el futuro», opina Newsome.

En el centro de Belgrado, el museo Yugodom (Yugohogar), ofrece al visitante la posibilidad de viajar al pasado a través del mueble y otros objetos de la vida cotidiana.

Una de las atracciones turísticas es la “arquitectura brutalista”, caracterizada por la robustez y la funcionalidad. Foto: EFE.

«Todos los objetos son hechos en Yugoslavia», declaró el diseñador Mario Milakovic, fundador de Yugodom. «El edificio es del realismo socialista, y el diseño interior es lo que llamamos modernismo», contó sobre ese edificio de finales de la década del cincuenta, en el que se exponen objetos de la época del sesenta y los ochenta.

Aquí pueden verse los sofás, vitrinas, butacas, televisores, aparatos de radio, teléfonos, carteles de películas, lámparas, ceniceros, relojes y platos que usaban los yugoslavos en aquellos años.

La nostalgia por una época que muchos serbios recuerdan como «los buenos viejos tiempos» se manifiesta en el resultado de una encuesta realizada el año pasado, según la cual la mayoría de los serbios votaría hoy por Tito si se presentara a elecciones.

«La gente entiende que Yugoslavia era un Estado, con mayúscula», explicó Danilo Sarenac, del Instituto de Historia Contemporánea. «Pese a los defectos, sobre todo en la esfera de libertades políticas, está claro que existía un sistema ordenado, con normas claras. Algo que hace falta ahora a los ciudadanos», consideró.

Sarenac recordó también que la economía de la Yugoslavia socialista alcanzó niveles cercanos a los de los países desarrollados, y muy por encima de los actuales en Serbia.

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