Guillermo Carey Tagle:

El prófugo de la justicia

Implicado en el asesinato del general René Schneider, en octubre de 1970, el hermano de los dueños de Carey abogados, Guillermo Carey Tagle, huyó de Chile el mismo día del atentado. Testimonios de militares dieron cuenta de que era el vínculo entre los golpistas y la Democracia Cristiana. A fines de la dictadura, Carey Tagle volvió a aparecer como comprador principal de Lan Chile al ser privatizada. Un año bajo su gestión dejaron a la compañía aérea que tenía utilidades por 4 millones 8 mil dólares, con pérdidas de 1 millón 92 mil dólares.

Uno de los integrantes del clan de los Carey, Guillermo Carey Tagle, hermano de Jorge y Jaime, dueños del estudio de abogados más importante de Chile y cuyo sobrino, Jorge Carey Carvallo, ha adquirido la franquicia de CNN Chile, estuvo implicado en el asesinato del general René Schneider, en octubre de 1970.

El 12 de noviembre de 1970, el retrato de uno de los hijos del representante de la minera Anaconda, el abogado Guillermo Carey Bustamante, aparecía en los diarios con una orden de captura emitida por la Policía de Investigaciones. Era Guillermo Carey Tagle. La demanda de aprehensión fue despachada por el fiscal militar, Fernando Lyon, quien investigaba el asesinato del comandante en jefe del Ejército.

Una banda de militantes ultraderechistas habían intentado el 22 de octubre de 1970 secuestrar al general Schneider, pero al oponer resistencia acabaron disparándole en el estómago. Se trataba de un plan de falsa bandera que buscaba generar inestabilidad política y así impedir que el triunfo de Salvador Allende en las urnas el 4 de septiembre anterior, fuera ratificado por el Congreso.

El general moriría 3 días después.

Carey Tagle era buscado por el fiscal militar en calidad de financistas del grupo terrorista. Su nombre apareció en las declaraciones de los implicados en el asesinato, la mayoría oficiales de las fuerzas armadas e hijos de la oligarquía santiaguina.

El 11 de noviembre la Policía de Investigaciones publicó las fotografías de los 9 prófugos hasta ese momento. En el listado, publicado por el diario El Siglo, aparecían implicados el notario Jorge de Solminihac; el hijo de un senador de la derecha conservadora, Juan Luis Bulnes; el ex-cadete naval y sub-director del periódico derechista Tizona, Andrés Godfrey Widow; el contador Jorge Arce Brahm; y los descendientes de el principal responsable del genocidio de los selknam en la Patagonia, Julio Izquierdo Menéndez y Diego Izquierdo Menéndez.

Pese a que varios de los buscados fueron cayendo en las semanas siguientes, Carey Tagle estaba lejos ya. El mismo día del atentado salió del país por el paso Caracoles rumbo a Argentina en un Volvo 1966 de patente TXA-54 de Arauco. Y para cuando se encargó su captura internacional a Interpol, ya había viajado a Estados Unidos.

La foto de Carey Tagle publicada por El Siglo figuraba entre las imágenes de Allan Leslie Cooper, considerado el pistolero que disparó contra el general; y Enrique Arancibia Clavel, ex-cadete de la Armada y conocido en la época como “el dinamitero”.

Si bien las investigaciones llegaron hasta Arancibia Clavel, encontrándose en su poder explosivos al momento de su detención, fue dejado en libertad bajo fianza, lo que aprovechó para huir hacia Argentina.

No hay datos respecto a que si Arancibia Clavel y Carey Tagle mantuvieron algún contacto en Buenos Aires. El ex-cadete naval no volvería a Chile sino hasta semanas después del golpe de septiembre de 1973, ofreciéndose como agente de la recién creada Dirección Nacional de Inteligencia Nacional (DINA), siendo hoy recordado como uno de los diseñadores del Plan Cóndor, operación conjunta de los servicios secretos de las dictaduras de América latina para la desaparición de opositores, y como autor material del atentado contra el general Carlos Prats y Sofía Cuthbert en Buenos Aires, en agosto de 1974. En tanto que el abogado, tras refugiarse en Estados Unidos regresó a Chile en noviembre del mismo año.

Todos los implicados serían beneficiados por la Ley de Amnistía, en 1978.

OPACOS VÍNCULOS CON LA DEMOCRACIA CRISTIANA

Los vínculos de Guillermo Carey Tagle con las conspiraciones que se planeaban contra el gobierno de la Unidad Popular, pese a ser confirmados por varios de los interrogados, nunca fueron del todo esclarecidos. En un escrito publicado en Le Monde Diplomatique, en octubre de 2020, los hijos y nietos del general Schneider; Raúl Schneider Arce, Valentina Schneider Meza y Federico Schneider Kowalczuk, dan cuenta de que el abogado era el contacto entre la Democracia Cristiana (DC) y el general Roberto Viaux, quien había protagonizado el Tacnazo el 21 de octubre de 1969 y, quien a su vez, era el vínculo con los golpistas al interior del Ejército.

Según se desprende de un reportaje de la revista Punto Final (Nº 118, 24 de Noviembre de 1970), el intento de secuestro de Schneider estaba conectado con importantes ministros del gobierno de Eduardo Frei Montalva. Se trataba de un vínculo clave para la investigación, pero que el fiscal Lyon nunca pudo determinar del todo en ausencia de un prófugo clave.

Guillermo Carey Tagle se desempeñó bajo el gobierno de Frei Montalva como director y fiscal de la planta de celulosa en Arauco, en donde compartió e hizo amistad con el gerente de filiales, Renato Zaldívar, y su hermano, el ministro de Hacienda, Andrés Zaldívar.

Su rol también fue confirmado por Florencia Varas, corresponsal de The Washington Post, quien en la crónica que escribió para el periódico norteamericano en la época planteó que quienes atentaron contra Schneider tenían vínculos con la DC.

Según la Revista Punto Final, que dedicó un número especial (Nº 117) al crimen del general, el plan consistió en promover la inestabilidad del país en las jornadas previas a la ratificación del presidente Allende por el Congreso, para lo cual estaban coordinados actores del Ejecutivo de Frei Montalva, oficiales de las fuerzas armadas y militantes de la extrema derecha, como el grupo Patria y Libertad. Entre los ministros partidarios del golpe figuraban el de Defensa, Sergio Ossa Pretot; el de Economía, Carlos Figueroa; el de Hacienda, Andrés Zaldívar; además de Patricio Rojas, quien se desempeñaba en Interior.

Todo se iniciaría con un discurso del ministro de Hacienda de Frei Montalva, Andrés Zaldívar, advirtiendo de los peligros que se cernían sobre la democracia. Paralelamente se buscaba crear un clima catastrófico: corrida financiera y caos económico, terrorismo y ruptura de normalidad a base de una serie de atentados y bombas, los que debían ser atribuidos a la izquierda. El plan seguía con la renuncia de los ministros complotados, lo que desembocaría en una crisis ministerial, la que debía llevar a la constitución de un gabinete militar con el correspondiente auto golpe de Estado.

LA CONFESIÓN DEL SUEGRO DE VIAUX

Las relaciones con la Democracia Cristiana también fueron expuestos por el coronel en retiro, Juan Igualt Ramírez, suegro de Viaux y también procesado por el fiscal Lyon. En una entrevista publicada por la Revista Sepa (semana del 9 al 15 de Febrero de 1971) contó que casi inmediatamente después del 4 de septiembre, día del triunfo de Allende, se evidenció dentro de la DC un sector que iba a impedir “que el comunismo se tomara el país”. El militar comentó que el presidente Frei pasaba por una depresión nerviosa, lo que era aprovechado por un grupo de ministros que lo presionaban para evitar la llegada del socialista a la Moneda. Igualt confirmó así el listado de ministros del gabinete de Frei Montalva implicados.

La Revista Sepa era dirigida por el político y periodista, Rafael Otero Echeverría, militante de Democracia Radical, partido opositor a Allende. En agosto de 1973, Otero fue patrocinador de la Acusación Constitucional en contra el ministro del Interior, Carlos Briones Olivos.

El suegro de Viaux contó a dicho medio que Guillermo Carey Tagle era “el más firme contacto con los personeros de la Democracia Cristiana”.

“Por los contactos que llegaban hasta el general Viaux, y particularmente por don Guillermo Carey Tagle, se supo que al fin el presidente Frei se atrevería a actuar”.

Si bien Zaldívar cumplió su tarea pronunciando un catastrófico discurso el 23 de septiembre, Frei Montalva no se atrevió a dar el paso siguiente.

“Según nos informó Guillermo Carey Tagle, ahora Frei quería que se produjera directamente un Golpe de Estado y que a él, lo enviaran fuera del país. El gobierno debería quedar en manos de una Junta militar, sin que se supiera la participación del Presidente. El quería quedar como víctima, que su figura democrática saliera incólume ante la opinión nacional y mundial y así más tarde volvería a la Presidencia en gloria y majestad”- sostuvo Igualt.

A través del comerciante Nicolás Díaz Pacheco, Frei envió a Viaux el mensaje que “tenía luz verde para actuar, pero que lo hiciera en buena forma, con completa seguridad de buen éxito, pues de otro modo se vería en la obligación de proceder en su contra”.

El mismo recado -según contó Igualt- le llegó por Guillermo Carey Tagle, a quien se lo dio uno de sus ministros.

La misma versión fue confirmada por la corresponsal de The Washington Post, Florencia Varas, quien publicó en 1972 el libro ‘Conversaciones con Viaux’, en el que menciona el recado enviado por el ex-presidente Frei Montalva. La autora ratificó el recado con el mismo Guillermo Carey Tagle.

En la investigación del fiscal Lyon, las piezas del rompecabezas comenzaban a calzar con las declaraciones de los implicados en el atentado a Schneider. Así ocurrió con el interrogatorio a Arancibia Clavel, quien en las semanas posteriores al triunfo de Allende se dedicó a poner bombas en bancos, laboratorios, un canal de televisión, supermercados y universidades. En uno de los atentados fue asesinado un carabinero. Los estallidos eran acompañados por panfletos de una desconocida Brigada Obrero Campesina (BOC). El objetivo fue “para hacer creer que los autores eran de un grupo de ultra izquierda y crear un clima adverso”- según confesó en la breve detención por el crimen del comandante en jefe del Ejército.

Arancibia Clavel también implicó al general Viaux como autor intelectual de los actos terroristas. Según la periodista Mónica González, se buscaba “preparar el clima para el secuestro de Schneider, cuyo objetivo final era impedir que Allende asumiera como presidente de Chile”.

Uno de los atentados fue contra un estanque de combustible en el aeropuerto de Santiago, que milagrosamente no explotó, pese al derrame de 14 mil 500 litros de jet fuel.

Sin embargo, el intento no despegó porque cada vez que se sondeó la participación del comandante en jefe del Ejército, general Schneider, se manifestaba de inmediato contra cualquier tipo de intervención en contra de la democracia. Según el análisis de los periodistas de Punto Final, las fuerzas armadas respetaban el tradicional monolitismo y homogeneidad de la institución, por lo que sin el jefe no había golpe posible. Al mismo tiempo, amplios sectores de la derecha vacilaban y la DC se dividió con el candidato Radomiro Tomic, quien anunció públicamente que respetaba el triunfo de Allende.

A mediados de septiembre, pese a la seguidilla de atentados con bombas, el plan había fracasado.

CAMBIO DE ESTRATEGIA

Desesperados por el fracaso del plan, el núcleo duro que se había conformado decidió el secuestro del comandante en jefe del Ejército. Según la Revista Punto Final, durante la primera semana de octubre de 1970 se realizó una reunión en casa de Julio Fontecilla Rojas, en Diagonal Oriente a pocos metros de residencia de Roberto Viaux. A ella asistieron Jorge Arce, Julio Bouchón Sepúlveda, Leon Cosmelli Pereira y Guillermo Carey Tagle.

Respecto de este último se destacó que “es, evidentemente, un personero de absoluta confianza de los intereses norteamericanos en nuestro país”. Se sabía que era un hombre de negocios que figuraba como abogado de la multinacional norteamericana Kennecott Cooper Co. Su padre, Guillermo Carey Bustamante, también era reconocido como vicepresidente internacional de Anaconda. Ambas eran las principales mineras afectadas con la nacionalización de los recursos mineros promovidos por el programa de Allende.

La cita tenía por objeto que Julio Fontecilla informara sobre la compra de 500 metralletas en Buenos Aires, las que Bouchón debía trasladarlas a Santiago en avioneta.

Si bien las crónicas periodísticas de la época atribuían contactos en Panamá para la obtención de dinero y armas, por detrás estaba la embajada de Estados Unidos, localizada en esa época frente al Parque Forestal, legación que proporcionaba los pertrechos y el dinero para evitar la llegada de Allende al poder. Según el Informe Church, producido por el Senado norteamericano en 1976, Estados Unidos proporcionó armas y dinero a organizaciones como Patria y Libertad en los planes Track I y Track II, destinados a evitar el ascenso de Allende a la presidencia. En 1970 se les hizo llegar, a través de terceros, a los grupos extremistas 38 mil 500 dólares. Ante el fracaso de los planes, como el fallido secuestro del comandante en jefe del Ejército, los norteamericanos fueron bajando los montos, llegando en 1971 a 7 mil dólares a través de pequeñas remesas. Una de las metralletas entregadas por los norteamericanos fue hecha desaparecer en el mar tras el atentado al general.

Según la Revista Punto Final, la operación de secuestro del comandante en jefe fue planificada para ser atribuida a las organizaciones de izquierda. “En realidad, no se planeó para resistir una investigación posterior -comentaron los periodistas de Punto Final-. Se contaba con que el golpe de estado se produciría en las horas siguientes y no habría investigación ninguna: no se usó maquillaje en la operación, no se cambian las patentes de los vehículos, no se evitó dejar huellas digitales, y no existe ninguna medida seria para esconder a los implicados si son perseguidos posteriormente”.

En un reportaje de La Nación Domingo (julio, 2009), Guillermo Carey Tagle fue consultado al respecto, pero respondió que “a mí me trataron de implicar porque fui abogado de Viaux por el Tacnazo. Pero yo no tuve nada que ver en eso (el asesinato de Schneider). Creo que me he hecho de enemigos porque digo lo que pienso con independencia y hay gente a la que le molesta eso”.

Lo cierto es que el gobierno de la Unidad Popular fue una pesadilla para el clan del patriarca Guillermo Carey Bustamante y su prole, que de a poco comenzaba a tomar las riendas del negocio. Se enfrentaron a una política económica que apuntaba a la recuperación de los recursos naturales, por lo que el negocio que habían armado en esa zona sigilosa y en penumbra de las negociaciones de inversión, las compras y fusiones de compañías, no tenía cabida en el proceso de socialización del aparato productivo.

El gobierno de Salvador Allende fue el único ejecutivo que no recurrió a sus asesorías. Con la Nacionalización de la Gran Minería por la unanimidad del Congreso Nacional el 11 de julio de 1971, los clientes se fueron y por primera vez en el siglo, se vieron obligados a fusionarse con otro grupo de abogados.

COMO DEJAR AL BORDE DE LA QUIEBRA A LAN CHILE

En julio de 1986, el ex-prófugo, Guillermo Carey Tagle, reapareció en la escena de negocios chilena. Si a comienzos de los ochenta había dejado de participar en la sociedad de abogados con su padre y hermanos, cultivando un discreto perfil, esta vez su estreno fue en grande. Acompañó como socio a Sebastián Piñera y Juan Cueto en la compra de Ladeco.

El periodista Carlos Tromben destaca que se trató del primer gran negocio en que Piñera aplicó la lógica de comprar y vender rápido. Junto a Ibáñez compró un 28,6% de la línea aérea, sellando un pacto de accionista con Guillermo Carey Tagle, quien poseía otro 14,37%.

Piñera y Cueto acabaron vendiendo sus acciones el 9 de octubre de 1986. Las periodistas Loreto Daza y Bernardita del Solar, en el libro ‘Piñera. Historia de un ascenso’ (2010) cuentan que fue por 1,2 millones de dólares. Por su parte, Tromben estima que duplicaron la inversión inicial.

Guillermo Carey Tagle también hizo lo suyo en Lan Chile, apareciendo como presidente del directorio tras su apurada privatización. La línea aérea fue la primera en la lista de las empresas estatales privatizadas tras perder Pinochet el plebiscito en octubre de 1988. Quien fuera prófugo por el asesinato del comandante en jefe del Ejército, ofreció a través de Icarosan S.A. pagar 43 millones de dólares por el 51% de las acciones. Así entró flamante el 28 de septiembre de 1989 como accionista principal de la línea aérea, compartiendo propiedad con la escandinava SAS y el sindicato de trabajadores de Lan, quienes creyeron en el capitalismo popular y en los años siguientes verían esfumarse el valor de sus acciones.

Cuando se inició la gestión de Carey, Lan no tenía pérdidas, sino que buenas utilidades. Al 30 de septiembre de 1988, había generado US$ 4.008.000 al fisco. Un año de gestión de Carey Tagle dejaron pérdidas por $1.092.000 dólares, según reportó la periodista Maria Irene Soto en el reportaje ‘El desbarajuste de Lan Chile’ (Revista Hoy, Nº 694, 5 al 11 de noviembre de 1990). Sólo durante el primer trimestre de 1990, la línea aérea tuvo una pérdida de 5 millones de dólares.

Según fuentes del gobierno de Patricio Aylwin, consultadas por la periodista, entre las razones para enajenar Lan del patrimonio público tan rápidamente pesó hacer desaparecer las huellas en tres aviones de la compañía que volaron a Washington, Roma y Buenos Aires, días antes de los atentados contra Orlando Letelier, Bernardo Leighton y Carlos Prats.

Guillermo Carey Tagle era un viejo conocido de uno de los protagonistas de esos atentados, por lo que su compra de Lan Chile contó con la absoluta aprobación de la dictadura en sus días finales.

El control completo de la compañía fue tomado por Carey el 28 de septiembre de 1990 a las 16:10 horas. Fue nombrado presidente del directorio con plenos poderes (35 miembros en total). El primer anuncio fue hacer un acuerdo de complementación con SAS y un aumento del capital de la empresa en 30 millones de dólares. Corfo aún tenía participación accionaria en Lan, pero con el aumento de capital, de poder elegir a 2 de los 7 miembros del directorio, redujo su control a un miembro de nueve. Pese al cambio radical en la capacidad de decisión en la empresa, el representante de Corfo, coronel Guillermo Letelier, firmó sin objeción alguna.

La gestión de Carey Tagle estuvo caracterizada por una expansión irracional de la compañía. Se reservaron tres aviones BAE-146 con depósito de garantía de U$ 100 mil; se arrendaron otros dos Boeing 767-300ER, y dos Boeing 767-200ER por 700 mil dólares al mes a empresa Ansett Worldwide, además de otra nave. La compañía también compró un Volvo p760 GLE, destinado para el usufructo del presidente de la compañía.

Tromben cuenta que ninguno de los dueños de Lan metió capital a la aerolínea, siendo incluso recordado Guillermo Carey Tagle por exigir el pago de dividendos anticipados. Los ejecutivos suecos estaban asombrados, porque sacar dinero implicaba la bancarrota de la línea aérea, según consta en la carpeta legal histórica de la ex Superintendencia de Valores y Seguros.

El despilfarro fue tan grande, que el 24 de octubre de 1990 el directorio de Lan le pidió la renuncia, nombrando en su reemplazo al abogado José Luis Moure.

En 1992 todos los involucrados se demandaron mutuamente. Dos años después, Carey vendió su participación a Juan Cueto, quien pagó US$ 28 millones por el total accionario de Carey y SAS, lo que representaba el 62% de la compañía. La otra gran parte fue adquirida por Sebastián Piñera, acumulando junto a los Cueto el 98,7% de las acciones de la empresa.

Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

El Ciudadano

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