El mayo que remeció a Chiloé: La rebelión contra el crimen ambiental que aún espera justicia
Nueve años después, el Archipiélago de Chiloé revive la herida abierta por una de las mayores catástrofes socioambientales de Chile: el vertimiento de miles de toneladas de salmones descompuestos en sus mares, seguido por una marea roja tóxica sin precedentes.
En mayo de 2016, la indignación popular estalló en una movilización histórica que paralizó 250 km de la Ruta 5 bajo consignas como «No es marea roja, es saqueo empresarial«.
«Nos mataron el mar», gritaban desde Chiloé durante las protestas que duraron 17 días. La frase resumía el dolor ante un desastre autorizado por el Estado: en marzo de 2016, la Dirección General del Territorio Marítimo (Directemar) permitió a las salmoneras verter 9 mil toneladas de salmones en descomposición, pese a las advertencias de contaminación. La medida, solicitada por SalmonChile, fue justificada como «emergencia» ante la incapacidad de plantas procesadoras.
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La catástrofe comenzó meses antes. Entre febrero y marzo de 2016, un Florecimiento Algal Nocivo (FAN) provocó la muerte de 25 millones de salmones (40 mil toneladas), el 94% de la especie del Atlántico. Según Sernapesca, el 57% se convirtió en harina de pescado, el 30% fue a vertederos terrestres, y el resto —una cantidad indeterminada— se arrojó al mar. «El uso de químicos como el POLIFEN 7 y antibióticos en los monocultivos agravó el daño», denunciaron comunidades y organizaciones.
La marea roja subsiguiente, causada por el alga Alexandrium catenella, envenenó los recursos bentónicos, base de la economía y alimentación local. «El vertimiento convirtió el mar en un vertedero», acusaron organizaciones ambientales. La sobrecarga de nutrientes generó zonas anaeróbicas, matando peces, lobos marinos y bivalvos. Pescadores artesanales, recolectores y turismo quedaron en la ruina.
Vertido fue ilegal
El grave episodio, ha sido recordado en redes sociales por Defendamos Patagonia / Chiloé: “Vertido de salmones en Chiloé en 2016 fue ilegal. Así lo dictaminó la Corte Suprema. Según el fallo, Directemar, Sernapesca y otros no cumplieron “tanto la normativa jurídica que regula sectorialmente las emergencias ambientales y sanitarias, así como la que se orienta directamente a la protección del medioambiente”.
Agrega: “Recordemos que en 2016 miles de chilotes se vieron imposibilitados de continuar con la pesca, principal fuente de trabajo en la zona. La industria salmonera culpó a la alta floración de algas nocivas y al fenómeno del niño. Pero para las comunidades, la catástrofe que produjo el vertimiento fue la mayor arbitrariedad permitida”.
Continúa DP su relato: “En las principales rutas de la isla se instalaron barricadas y se produjeron enfrentamientos con carabineros, lo que fue calificado como “la rebelión del siglo” (…) Desde el archipiélago no dudaron en señalar a los culpables: la industria salmonera que vertió miles de toneladas de salmones muertos, y el gobierno que lo autorizó”.
Defendamos Patagonia afirma: “Según el documento de Sernapesca, fueron seis las empresas autorizadas para verter salmones muertos en el mar chilote en 2016: AquaChile S.A., Aguas Claras S.A., Granja Marina Tornagaleones, Trusal S.A., Mar Ventisqueros S.A. y Australis S.A”.
Impunidad y resistencia: «Nos mataron el mar»
A pesar de las demandas ante tribunales ambientales y la PDI, ningún responsable ha sido sancionado. Organizaciones de Chiloé han rememorado en redes sociales: «Un día como hoy comenzaba la rebelión histórica del siglo (…) el día que nos mataron el mar», exigiendo verdad y reparación.
Radio Umbral: “Ninguna lucha está olvidada. Mayo 2016. El mayo chilote : las protestas de pescadores, pobladores y estudiantes contra la depredación empresarial del mar. Chiloé está privado”.
También DP recuerda en esa línea: “Un día como hoy 2 de Mayo comenzaba a tomar forma una protesta de pescadores artesanales que con el paso de los días se convertiría en la REBELIÓN HISTÓRICA DEL SIGLO en el archipiélago de CHILOÉ: EL MAYO CHILOTE (…) “El día que nos mataron el mar” la frase que rememora el dolor de cientos de miles de personas tras el DESASTRE AMBIENTAL en que 5 empresas vertieron miles de toneladas de salmones descompuestos en las costas de Ancud , alimentando una crisis de marea roja la más grande de la historia reciente (…) Durante todo este mes estaremos publicando notas especiales , a 9 años del conflicto”.
Documentos oficiales revelan que las empresas salmoneras estuvieron involucradas en el desastre. La Resolución DGTM N°12.600/05/114 autorizó el vertimiento cerca de Ancud, zona luego devastada por la marea roja. «Las autoridades priorizaron el lucro de las empresas sobre la vida», señaló un pescador en 2016 durante las protestas.
Hoy, el fantasma de la crisis persiste. El Mayo Chilote no fue solo una protesta, “fue un grito por la dignidad de los territorios”, subrayaba así el movimiento que se desplegaba por todo el archipiélago.
Mientras el archipiélago conmemora su lucha, la advertencia sigue vigente: La industria salmonera sigue operando con los mismos riesgos. Chiloé no olvida. La demanda por soberanía alimentaria y justicia ambiental sigue viva, como las mareas que un día tiñeron de rojo el mar chilote.
Catástrofe salmonera: Mayo Chilote no fue un caso aislado
(Imagen: Desastre en Fiordo Comau)
El desastre salmonero en el Mayo Chilote no fue un hecho aislado, sino parte de un patrón de catástrofes ambientales, incluidas áreas protegidas de Chile.
Durante los meses de marzo y abril del 2021, miles de salmones murieron producto de un bloom de microalgas ocurrido en el fiordo Comau. Este ecosistema, hogar de corales únicos, mamíferos marinos y cetáceos en peligro, ha sufrido graves daños por la salmonicultura, que introduce nutrientes que generan algas tóxicas y «zonas muertas». Organizaciones y comunidades costeras exigen excluir esta industria de áreas protegidas y aplicar un ordenamiento territorial basado en ciencia y cambio climático.
Otro caso emblemático es el Parque Nacional Alberto de Agostini, donde la empresa Nova Austral fue acusada por daños irreversibles al fondo marino. La Superintendencia de Medioambiente revocó en su momento permisos al comprobar que superó los límites de producción, alterando el ecosistema. El Consejo de Defensa del Estado la demandó por pérdida de biodiversidad y fraude, destacando la gravedad de los impactos en un área protegida, sin embargo, con el pasar del tiempo, la empresa recibió varios “perdonazos”.
Catástrofes ambientales de la industria salmonera en áreas protegidas del sur de Chile