Comentario: «Gloria»

Probablemente uno de los mayores méritos de «Gloria» -más allá de un argumento que tiene la facultad de ser personalísimo, pero potencialmente colectivo- sea la manera en que todos los elementos que la componen, cuidadosamente escogidos, se perciban naturales, aún cuando su conjugación da pistas en el camino de su meticulosa fórmula con proyecciones internacionales, […]

Por Cristobal Cornejo

15/05/2013

Publicado en

Artes / Cine

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Probablemente uno de los mayores méritos de «Gloria» -más allá de un argumento que tiene la facultad de ser personalísimo, pero potencialmente colectivo- sea la manera en que todos los elementos que la componen, cuidadosamente escogidos, se perciban naturales, aún cuando su conjugación da pistas en el camino de su meticulosa fórmula con proyecciones internacionales, algo casi obligatorio para el cine realizado en Chile que busca sustentabilidad. Eso quizás a nivel connotativo, podríamos decir, porque a nivel de la piel es, sin duda, una película que tiene la capacidad de evocar los momentos más hermosos y más amargos de la vida, lo vivo y lo que muere, momentos que no tienen edad, por cierto, estableciendo una complicidad transversal con la audiencia.

Se entiende y justifica la entrega del premio a la actriz Paulina García, su protagonista, en el Festival de Cine de Berlín, así como las expectativas que generó la llegada de la película a los cines nacionales. Su personaje sostiene el film durante sus casi dos horas de duración, pasando por distintos estados anímicos, destellos de vitalidad y hastío, encarnando de manera sutil pero expresiva esas transformaciones. La apoya un guión que no cae en excesos ni lugares comunes, aun cuando la película verse sobre los recurrentes laberintos de la condición humana: la juventud, la vejez, el amor, el sexo, el engaño, la soledad, la familia, etcétera. En ese sentido, «Gloria» se sostiene en su personaje principal y en las atmósferas que logra construir a punta de la compleja simpleza de la comedia humana. Esa tragicomedia es a veces tan abstracta que se requiere de escenas que aisladas parecen prescindibles, pero que en conjunto complementan el sentido global.

Cierto, la película refleja los pasares de un cierto sector social que a cierta edad tiene más posibilidades ‘de hacer’ una vez resuelta la sobrevivencia económica, así como a ojos más críticos pueden resultar un tanto oportunistas las escenas de las marchas estudiantiles, el cacerolazo de protesta o al músico Gepe sonando diegético durante una peculiar situación familiar que acontece. Esa es la imagen de Chile que Sebastián Lelio, su director, refuerza, una imagen que, por cierto, es la que despierta curiosidad en el (primer) mundo, pero que nos hace sospechar de su autenticidad más allá de sus posibilidades de exportabilidad.

En fin, «Gloria» atrapa y estremece, además de las actuaciones (el personaje de Sergio Hernández también notable en su patetismo), por lo humano de sus situaciones, por la capacidad de generar empatía en el público a través de problemas generacionales que cabalgan en los vaivenes cotidianos de grandes y chicos. La película tiene el atributo, además, de conjugar el cine de consumo masivo con estándares estéticos de calidad.

 

«GLORIA»
Dirección: Sebastián Lelio
Producción: Pablo Larraín
Guion: Sebastián Lelio – Gonzalo Maza
Protagonistas: Paulina García – Sergio Hernández – Coca Guazzini – Alejandro Goic – Marcial
Tagle – Fabiola Zamora – Diego Fontecilla – Antonia Santa María

 

«Gloria» se exhibe en el Cine Arte Alameda. Horarios aquí.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano

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