Por Pelao Carvallo
El bloque institucionalista de las izquierdas chilenas ha intentado derrotar definitivamente a lo que se llamó octubrismo, es decir el sector rebelde y anti institucionalista del proceso revolucionario iniciado en octubre de 2019. Para ello lo ha excluido de la campaña plebiscitaria de este 2022, perdiendo con ello ese plebiscito, derrota de la que se vanagloria la derecha chilena. Este texto, realizado a partir de múltiples conversas y discusiones con gente de Chile (en y fuera del país) pretende profundizar desde una perspectiva ácrata estos sucesos.
No culpemos a la gran parte de los pueblos que hacen Chile por la derrota del Apruebo en el plebiscito de salida del proceso constituyente[1]. El progresismo en la conducción del Gobierno, de la Convención y de la campaña del apruebo[2]: he ahí los responsables de la debacle. El reciente cambio de gabinete[3] es confesión de parte, así que relevamos la prueba. En particular las responsabilidades en la derrota del Apruebo deben ir dirigidas donde corresponde: al comando encabezado por el entreguismo de Heusser, Cariola y Mirosevic[4], a quienes podemos sumar sin problemas un Boric, una Vallejo, una Siches y cualquier otro apellido que estuviese en posición de tomar decisiones estratégicas respecto de esa campaña.
Claro, podemos ir más atrás en el tiempo y en la justificación de lo sucedido y decir que la timidez en tiempos revolucionarios tampoco lleva a nada bueno y el dejar que Piñera terminara su gobierno, por ejemplo,[5] concluyó en la derrota de la propuesta constitucional. Pero eso sería disculpar de responsabilidades a quienes dirigieron y direccionaron tanto el Gobierno, como la Convención y la campaña del Apruebo: el Frente Amplio, el PC y el Partido Socialista. Ese direccionamiento nunca llegó a los millones de personas a las que obligó a votar[6] el pasado 4 de septiembre. Allí son otras instancias políticas las que llegan, mayoritariamente conservadoras: evangélicos, el narco, los pacos. Lo revolucionario que llega a esos lugares incómodos son algún que otrx anarcx. A ese porcentaje mayoritario del pueblo que tiene, junto con necesidades urgentes, una pátina de conservadurismo, no se llegó nunca por parte de la campaña del apruebo, tanto en su versión comando como en su versión gobierno.
Lo interesante de las derrotas es que develan los errores cometidos y lo bueno de las victorias es que ocultan esos errores. El proceso constituyente, gobierno incluido, fue leído por los pueblos que hacen a Chile como un proceso nuevamente elitista, del cual eran espectadores. El trato que la Convención Constitucional le dio a las iniciativas populares constitucionales que promovió, posibilitó y difundió, fue una clara muestra de eso: ninguna se incluyó[7], todas fueron desechadas, con muy buenas razones políticas, pero la sensación que instaló es que no se escuchaba a la gente y que de nuevo era otra cocina, nueva, más grande, pero cocina al fin y al cabo. Contra esa percepción no se hizo nada[8]. Y así podemos sumar y sumar defectos en la comunicación política y en la construcción política de la campaña del Apruebo, que no son responsabilidad de quienes votaron Rechazo.
Es justo estar triste y con rabia después de esta bochornosa derrota, y esas sensaciones deben llevarnos a dejar las responsabilidades claras. Uno de los errores fundamentales fue insistir hasta hacerlo realidad con el tema del voto obligatorio. Sumar la obligatoriedad del voto a la ya obligatoria inscripción en los registros electorales, fue dar más razones para castigar a quien se viera como el mandante, en este caso el gobierno de turno y sus iniciativas, y la constitución propuesta fue vista como una iniciativa de gobierno. Como anarquista sé que lo obligatorio no conduce a nada bueno. Lo de obligar a votar fue entonces un error que sinceró que no era la abstención lo que hacía ganar a la derecha, sino la incapacidad de convocar del progresismo antioctubrista. El que la derecha haya articulado una campaña gigantesca para el Rechazo solo reafirma que son tiempos de reacción dentro un proceso revolucionario, es un momento reaccionario que ya venía desplegándose efectivamente bajo las candidaturas Kast y Parisi[9] en las presidenciales.
Las críticas a quienes votaron Rechazo por hacer caso de las fake news y falacias (incluso “roteando” a la gente) no conducen a nada más que a entregarle ese triunfo a la derecha. Solo recordar que quienes estábamos por el Apruebo nos creímos la falacia y fake news de que el Apruebo ganaría (y había datos que decían unánimemente que eso no pasaría) y no por eso nos llamamos de ignorantes. Necesitamos más humildad y análisis y menos roteo para salir de esta situación.
Porque creer que más del 60% de la población obligada a votar en Chile es de derecha es francamente un error. Cierto que rechazaron una propuesta constitucional progre (no revolucionaria), lo que no significa que rechazaran sólo eso. Esa constitución era el medio, el símbolo para entre otras cosas dar una patada a quien se veía responsable de la obligatoriedad del voto. Se les obligó a participar en los términos de la élite y no en los propios, cuáles sean. Quien rechazó no fue la derecha, sino los pueblos inquietos de Chile que no se conforman con nada menos de lo que desean.
Se rechazó la rápida cooptación de las y los convencionales por parte de la élite, la ausencia de escucha a la gente organizada y no organizada, así como a la falta de solución a sus problemas concretos, que fue la demanda origen de todo este proceso revolucionario (eso significaban los “30 pesos”). Obligados a votar, los pueblos de Chile dijeron no a todo, un todo que no sintieron suyo. Lamentablemente, la derecha ahora se beneficia de esto, tal como la izquierda se benefició en el plebiscito de entrada.
En términos históricos está claro que la constitución es un medio para hablar de otras cosas, a las que se rechazaron, porque desde el inicio de la revuelta la exigencia de nueva constitución vino más de bien de los sectores progresistas cercanos a la élite y clasemedieros, sintetizado en que en los barrios progres surgieron los cabildos y en los sectores populares las asambleas territoriales. En este plebiscito de salida se rechazó el cabildismo[10] que había acabado con el asambleísmo[11] En octubre de 2019, en Chile la Constitución no era un tema de la revuelta. Eso lo dejé plasmado posteriormente en un texto publicado en Clacso: «El hecho fundamental es que la élite política dio prioridad a un tema que era secundario o terciario para la revuelta, porque las demandas y rabias no estaban enfocadas en la constitución sino en la vida»[12].
El voto popular no fue contra sí mismo, al igual que para el plebiscito de entrada fue contra la élite, que usualmente asocia con el gobierno y el Congreso, y esta vez el gobierno es la izquierda y el congreso se llamaba Convención. El solo hecho de leer el texto constitucional propuesto no aseguraba que lo aprobaran. Era un tema de comunicación política, que por parte del Apruebo estuvo mal hecha. Es simple: no se convenció a la gente, y para convencer a la gente lo de leer el texto ayudaba, pero no era fundamental. Se argumenta que el Rechazo corresponde a fakes news y falacias, escondiendo que uno cree las mentiras que le hacen sentido, que respaldan algo que ya piensas, así funcionan por ejemplo las estafas, se aprovechan de algo que estás dispuesto a creer. Sí, creyeron fakes, pero esas fakes reforzaban cosas que ya creían. Y contra esa estrategia del Rechazo la dirección política del Apruebo no tuvo respuesta, pese a todos los recursos con los que contaba.
Por cierto, la derrota del octubrismo[13] en el proceso constituyente, buscada por el Gobierno y las oposiciones, fue otro de los ladrillos en el muro de la derrota. La búsqueda permanente de domesticar la revuelta llevándola a la Convención Constitucional (CC) para allí anularla mediante la ampliación de la alianza de gobierno que permitió controlar las mesas y las votaciones de la CC le quitó fondo, picardía y profundidad a la propuesta constitucional que quedó apenas en una muy interesante renovación cultural y poco más. Una bonita cáscara roja, verde y morada para un vacío estructural que los pueblos leyeron bien (la constitución no acababa con el capitalismo, al contrario).
Esa estrategia para acabar con el proceso revolucionario y su representación antipartidaria en la CC (las bancadas de independientes radicales) apuntaló el descrédito de todo el proceso, que tiene un profundo sentido anti y apartidario, antieleccionario y antielitista[14]. Sentidos que fueron atacados mediante su inclusión para cooptar y excluir finalmente: las bancadas independientes radicales se fueron disgregando, achicando y deshaciendo en una CC manejada por una triada de partidos progresistas.
El anti y apartidismo es piedra de escándalo para el poder establecido y por ello el primer reclamo surgido de quienes se adueñan del triunfo del Rechazo es la eliminación definitiva de las listas de independientes (y de la paridad y los escaños reservados). El antielectoralismo[15] fue más fácil de resolver: el Congreso chileno abolió el derecho humano de participar en las elecciones absteniéndose para obligar al voto. El antielitismo se resolvió al viejo modo: la cooptación, vista y contemplada por todas las bases que vieron cómo sus compañeros/as representantes iban siendo cada vez menos compañerxs y cada vez más convencionales.
Los sectores rebeldes y revolucionarios, leyendo atentamente el proceso, tomaron dos vías. La primera fue sumarse al Apruebo, para dejar impreso el nuevo estado de cosas surgido en el proceso revolucionario iniciado en octubre de 2019, sin que eso significara un acuerdo total con el proceso constituyente ni con su resultado en texto. Estos sectores hicieron más por el Apruebo que la campaña oficial y oficialista que se autoboicoteaba para mantener el control del proceso en las cúpulas, incluso si esa cúpula incluye al extremismo racista, xenófobo, misógino y antiderechos del Partido Republicano. Hay una derrota entonces del Apruebo a favor de la extinción completa del proceso revolucionario y todas las demandas que conlleva.
El otro camino de los sectores rebeldes y revolucionarios fue llamar a anular, tal como hicieron algunes anarquistas, posición en extremo difícil por las dificultades técnicas para deducir la efectividad del llamado y por las condiciones de obligatoriedad del momento electoral. Incluso esta posición fue derrotada: apenas un uno y medio por ciento de anulación en total, sin siquiera saber si esa anulación era antisistema, antiestatista o un simple error al votar. El anarquismo no se sumó al Rechazo.
El Rechazo estuvo direccionado por una derecha que renovó sus cuadros con los remanentes progres viudos de los “30 años”[16], los cuales desaparecieron rápidamente tras el triunfo del Rechazo: los Warkenes, las Paradas, quedaron en silencio y ahora solo habla la dirigencia de la derecha oficial.
El proceso revolucionario aún no se detiene, como tampoco los esfuerzos de las élites para acabar con él. El más grande de esos esfuerzos ha sido esta derrota de un texto constitucional que había traducido aspectos de ese proceso revolucionario y que, por tanto, pese a lo minoritario de esos aspectos en el texto final, la reacción no lo iba a dejar prosperar, coincidiendo en lo práctico con la estrategia progre de contener y eliminar al octubrismo. Ahora, para los sectores rebeldes, para los pueblos de Chile, la lucha es contra una reacción que lleva la iniciativa y que se debate entre su práctica institucionalista y su herencia golpista.
Por Pelao Carvallo
7 de septiembre de 2022
Integrante del Grupo de Trabajo Clacso ‘Memorias colectivas y prácticas de resistencia’
[1] https://www.nytimes.com/es/2022/09/04/espanol/chile-plebiscito-rechazo.html
[2] (Frente Amplio, Partido Comunista y partido Socialista)
[3] https://www.eldesconcierto.cl/reportajes/2022/09/07/ganadores-perdedores-y-las-dudas-que-dejo-el-primer-cambio-de-gabinete-de-boric.html
[4] https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/07/31/los-partidos-retoman-el-timon-en-la-campana-del-apruebo-los-secretos-de-la-llegada-de-cariola-y-mirosevic-y-su-rol-en-el-plan-las-dos-millones-de-casas-por-el-apruebo/
[5] https://www.elciudadano.com/columnas/derrocar-a-pinera/07/19/
[6] https://www.senado.cl/noticias/voto/luz-verde-a-idea-de-legislar-del-proyecto-que-restablece-el-voto
[7] https://noticias.adventistas.org/es/convencion-constituyente-comision-rechaza-iniciativa-popular-por-la-libertad-de-conciencia-y-religion/, un ejemplo.
[8] https://www.ciperchile.cl/2022/09/05/los-cuatro-dias-clave-que-llevaron-al-rechazo-al-tope-de-las-encuestas-y-los-cinco-meses-de-campana-para-mantener-esa-ventaja/
[9] https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20211121-chile-elecciones-generales-presidente-boric-kast
[10] http://sociologia.uahurtado.cl/wp-content/uploads/sites/16/2019/12/Informe-1-Analisis-de-cabildos-1.pdf
[11] Katia Valenzuela: Asambleas Territoriales. Reinventando lo político en el Chile post revuelta, pg. 107 de El Despertar Chileno, disponible en: https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2022/03/El-despertar-chileno.pdf
[12] https://www.clacso.org/la-influencia-anarquista-en-constituyente-en-chile-analisis-con-ojos-acratas/ .
[13] https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/05/12/un-analisis-de-la-situacion-politica-del-pais-evidente-retroceso-del-octubrismo/
[14] https://www.clacso.org/la-influencia-anarquista-en-constituyente-en-chile-analisis-con-ojos-acratas/
[15] https://www.elciudadano.com/columnas/chile-contra-la-rebeldia-antielectoral-el-voto-obligatorio/06/18/
[16] De la consigna “No son 30 pesos, son 30 años”.