Al interior de una "toma" con 700 familias

Primer aniversario de la ‘Escuelita Dignidad’ en campamento de La Florida

El pasado 18 de octubre se cumplió un año de funcionamiento del proyecto educativo autogestionado "Escuelita Dignidad", que beneficia a niños, jóvenes y adultos del campamento 'Dignidad', situado en la ribera norte de la Quebrada de Macul, en Santiago de Chile.

Por Wari

01/11/2021

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Hace un año, con dos taburetes y a pleno sol, partió sin previo aviso la Escuelita Dignidad. Así como se crean las efemérides populares, con hitos que alertan de su importancia en el momento o en el posterior movimiento de voluntades que buscan continuarlo, los días en torno al 18 de octubre se tornaron claves para el proyecto educativo en la toma Dignidad de La Florida. Fue así como empezó la construcción de dos salas, la realización de una encuesta para focalizar el apoyo a la enseñanza en tiempos de plena pandemia y con la realidad de un sistema educativo ineficiente, inequitativo y despiadado. Niños, niñas y jóvenes empezaron a llegar de a poco, movidos por sus deseos de recibir apoyo en tareas escolares.

¿Por qué la fundación de esta escuela amerita socializar este relato? Ciertamente, no sólo por compartir la fecha con uno de los hitos populares más relevantes de nuestra historia reciente.

En los últimos años ha existido un explosivo aumento de campamentos a lo largo de nuestro territorio, que, según cifras del Catastro Nacional realizado por TECHO y Fundación Vivienda, alcanzan los 969 asentamientos en todo Chile. La búsqueda por solución habitacional y la precarización de la vida en todos sus aspectos ha empujado a un amplio número de personas a construir con sus propias manos una alternativa. En un contexto donde el Estado ha limitado considerablemente su producción de viviendas sociales, en contraste con el crecimiento de un mercado inmobiliario que ha propiciado el aumento del precio del suelo.

La crisis habitacional ha pasado a ser uno de los tantos vectores claves que configuran el malestar social en Chile.

El macro campamento en el que se sitúa nuestra escuela alberga un total aproximado de 700 familias. Ubicado en la ribera norte de la quebrada de Macul, el asentamiento se encuentra en una zona de riesgo por remoción de tierra. La mayoría de sus habitante provienen de Peñalolén, muchos originarios del campamento Nasur que existió durante 20 años y a raíz del cual surgieron las famosas casas “chubi” como solución habitacional. Los hijos e hijas de quienes fueron “beneficiados” con dichas viviendas sociales, hoy repiten la experiencia ante la misma necesidad que atravesaron sus padres. En el baúl de recuerdos también están los voluntarios y las escuelas populares, desarrolladas en la toma que hoy es un ecoparque y de las cuales participaron algunos cuando aún eran niñes.

Parte de estos relatos son los que han ido surgiendo en cada conversación de sobremesa, durante talleres, onces, actividades o pausas. La posibilidad de un relato propio y a la vez colectivo, anegado tantas veces por el abordaje tecnócrata de expertos y representantes políticos, guarda en su interior una potencia muchas veces ignorada.

En teoría este campamento no existe, puesto que aún no está catastrado oficialmente por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Pero nadie puede negar que, entre Avenida Tobalaba y Las Perdices, paralelo a Avenida Departamental, yergue la Toma Dignidad.

Precisamente porque cuesta tanto tener un espacio donde las experiencias de les niñes y pobladores sean reconocidas, en la voz de sus protagonistas, es que desde la escuela nos hemos propuesto la construcción de un espacio que supere la rigidez académica y permita la socialización de experiencias, emociones e identidades. Muchas de las actividades que se han gestado parten de esa premisa; abrir espacios para reflexionar, aprender y compartir.

Entre las iniciativas está el taller de teatro, que ha facilitado la creación de un lugar seguro donde cada niño y niña pueda expresarse. Otro de los desafíos ha sido la nivelación de contenidos, particularmente en el ámbito de lecto escritura. El equipo de voluntaries que trabaja en esa área, se ha dedicado a pensar dinámicas que, a partir de la experiencia de cada niñe, se pueda acercar más el hábito y amor por la lectura.

Una de las actividades educativas realizadas es la creación de un mural pintado en una de las salas, diseñado por cada niño y niña donde a partir de sus dibujos, representan el lugar que habitan, sueñan y valoran. Crear y luego observar su obra colectiva, plasmada en la muralla de un espacio que ha adquirido una importancia sustantiva al interior del campamento, es transformar desde el imaginario el lugar físico habitado. En la simpleza de ese ejercicio, se condensan parte de los objetivos que mueven la escuela.

Sin embargo, el trabajo con les niñes supone varios desafíos más, entre esos, cómo se aborda la violenta realidad que viven las infancias en nuestro país.

Otro motor clave de la escuela ha sido facilitar experiencias significativas y de riqueza educativa como la visita al MIM, el paseo a la Quebrada de Macul, la creación de un eco huerto y la celebración de Navidad y Día de la Niñez con payasos, regalo de libros, batucadas y carros alegóricos.

La infancia popular ha sido fuertemente golpeada en Chile; los casos ampliamente conocidos sobre el maltrato y abuso en los centros del Sename; los 1.314 menores que según la Defensoría de la Niñez durante el estallido social fueron víctimas de vulneración a sus derechos humanos, la reaparición de la desnutrición infantil en los quintiles más bajos o el aumento alarmante de la obesidad que revelan los datos consignados en el Mapa Nutricional de la Junaeb.

Aspectos que el proyecto no puede sino abordar desde la complejidad interseccional del campamento, donde la realidad socioeconómica, las carencias en materia  educativa, de salud y desigualdades urbanas permean inevitablemente los procesos que ocurren al interior de la escuela. Es más, podríamos afirmar que no hay murallas que separen, ni tampoco buscamos ignorar como otros lo han hecho, las vivencias de la comunidad. Todo lo contrario, gran parte de los esfuerzos colocados en el proyecto escuela, han girado también sobre la resolución colectiva de otras problemáticas que atingen a la comunidad.

Una de nuestras voluntarias junto a las pobladoras que participan de la escuela, impulsaron las ollas comunas en el período de las protestas por el hambre, plena cuarentena del año 2020. La alimentación, el contar con colaciones suficientes para cada niño o niña, en un contexto donde los colegios, mediante la Junaeb, no son capaces de asegurarlo, se ha transformado en una de las tareas indispensables para sustentar el proyecto.

Según el INTA, en conjunto a organismos internacionales dedicados al tema, los niveles de inseguridad alimentaria en Chile han aumentado, por el costo de la vida y el aumento del desempleo, escenarios que fueron agudizados durante la pandemia y las precarias medidas adoptadas por las autoridades responsables para enfrentarla. Los efectos principales se observan en la modificación de las canastas básicas, reemplazando productos u optando por algunos más baratos. Esto ocurre en la medida que no existe un ingreso mínimo que cubra las necesidades de cada núcleo familiar o que el endeudamiento crediticio para suplir gastos domésticos llega a un límite crítico.

Esta perspectiva multidimensional da cuenta de que ya no se trata sólo de evidenciar o reconocer una realidad que ha sido propiciada por el abandono del Estado, sino que de construir herramientas que permitan enfrentarlas sin depender de soluciones aletargadas.

Alguna de las iniciativas que han surgido al interior de la escuela, es el taller de orfebrería liderado por un colectivo de personas dedicadas a este oficio. Alrededor de 20 pobladoras participan del taller y se vocifera como posibilidad la creación de una cooperativa; oportunidad de ingresos pero también desde una perspectiva distinta sobre el trabajo, donde la solidaridad y la capacidad creativa de cada pobladora sea el eje motor.

La entrega de conocimientos para facilitar la independencia económica, particularmente de las mujeres en el campamento, ha sido eje clave en el trabajo con adultes. Por ejemplo, las clases para quienes quieren egresar de la enseñanza básica y media, no son únicamente impulsadas para obtener un cartón que permita estar mejor calificadas para el mercado laboral, también han pasado a cumplir un segundo objetivo, muchas veces menos visible y que aborda un conflicto central que suele impedir la finalización de los estudios en adultes: La autoestima. Abrir la posibilidad de un desarrollo integral a través de los estudios, considerando que la mayoría son mujeres y madres, el contar con este espacio permite mirar más allá de la identidad asignada, de los roles domésticos y de crianza.

Situación similar en el caso de las clases de español para pobladoras haitianas. En un contexto donde los discursos de racismo y xenofobia han acrecentado en respuesta a las oleadas migratorias, consecuencia de la inestabilidad económica y política que viven algunos países de la región, los espacios de encuentro entre la diversidad de comunidades al interior del campamento han sido también tensionadas. En particular para el caso de aquellas comunidades racializadas.

La cartografía social que navegamos en este artículo, es la razón fundamental por la que hablar de proyectos como nuestra Escuelita Dignidad se hace clave en el período actual. Es cierto que una escuela o un espacio comunitario por sí solo no puede transformar las condiciones estructurales que marcan una sociedad completa, ni tampoco reconstruir de un soplo la humanidad fracturada por las inequidades sociales. Pero las experiencias significativas -que siempre requieren de un otro- al igual que con los momentos de alza en la organización social, van formando aprendizajes que se cobijan en la memoria colectiva, dando pie a personas que se propongan la transformación de su realidad material y social.

La escuelita es más que un conjunto de voluntades en marcha; es un proyecto que ha logrado reconstruir, aunque en parte y de manera incipiente, la disposición colectiva que necesitamos para transformar nuestra realidad. Y así como nuestra experiencia necesita ser relato compartido, las otras escuelas, cooperativas o los diversos ejercicios organizativos, también necesitan con urgencia un espacio de difusión. Para que proliferen y se multipliquen en cada territorio y comunidad.

Por Eloísa González

Voluntaria, estudiante de la Universidad de Chile.

ANTECEDENTES BIBLIOGRÁFICOS

Aumento exponencial de campamentos: 81.643 familias en 969 asentamientos autoconstruidos.

Malnutrición infantil: inseguridad alimentaria, que es la incapacidad de solventar en forma correcta las necesidades alimentarias de la población y en eso entra la carencia de alimentos, en el caso de que sean deficitarios, o malos alimentos, con productos ultra procesados que van a potenciar la obesidad en los grupos que los consumen. (Entrevista) (Nota Ciper), (Mapa Nutricional), (Declaración Pública).

Abandono o retiro escolar.

Desempleo (Casen)

DDHH niñez (Informe Defensoría) (Noticia)

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