2024: Un año más de guerra que de paz 

El 47% del total de los conflictos armados fueron de alta intensidad, caracterizados por elevados niveles de mortalidad –por encima del millar de víctimas mortales anuales–, además de graves impactos en la población, masivos desplazamientos forzados y severas consecuencias en el territorio.

2024: Un año más de guerra que de paz 

Autor: Wari

Por Sergio Salinas Cañas 

El historiador Heródoto de Halicarnaso señaló que “ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz, pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba; en la guerra, son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba”. Lamentablemente, la frase refleja el complejo y dramático escenario que se vive en el mundo actual.

Recordemos que en el libro “Guerra y paz”, que León Tolstoi presentaba no como una novela, aún menos un poema y aún menos una crónica histórica, que pese a la maldad que existe en el mundo, la humanidad va dejando atrás, poco a poco, lo peor que ella arrastra. En esta visión optimista que entrega este libro se sostiene que tanto la vida humana individual como el curso colectivo de la historia avanzan no por el “camino del pensamiento lógico” sino por “un camino distinto, directo y misterioso” que tal vez se encuentre únicamente cuando no se busca.

Según el anuario de la Escuela de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, titulado ¡Alerta 2024! Informe sobre conflictos, derechos humanos y construcción de paz, en el año 2023 se contabilizaron 36 contextos de conflicto, la cifra más alta desde 2014. De ellos, el año pasado, cinco de los nuevos casos pasaron a ser considerados como conflictos armados: Etiopía (Amhara), Somalia (Somalilandia–SSC Khatumo), RDC (oeste), Sudán e IsraelHezbollah.

En cuanto a su ubicación, la gran mayoría de casos continuaron concentrándose en África (18) y Asia Pacífico (nueve), seguidas por Oriente Medio (seis), Europa (dos) y América (uno). El 47% del total de los conflictos armados fueron de alta intensidad, caracterizados por elevados niveles de mortalidad –por encima del millar de víctimas mortales anuales–, además de graves impactos en la población, masivos desplazamientos forzados y severas consecuencias en el territorio.

Los 17 conflictos armados de alta intensidad en 2023 fueron: Etiopía (Amhara), Etiopía (Oromiya), Malí, Región Lago Chad (Boko Haram), Región Sahel Occidental, RDC (este), RDC (oeste), Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Myanmar, Pakistán, Rusia-Ucrania, Iraq, Israel-Palestina, Siria y Yemen.

En cuanto a la evolución de los conflictos armados en 2023, en un 42% de los casos se observó un deterioro de la situación. Según ACNUR, en el primer semestre de 2023 la cifra global del desplazamiento forzado ascendía a 110 millones de personas. De este total, 36,4 millones de personas eran refugiadas; 62,5 millones eran desplazadas internas; 6,1 millones se contabilizaban como solicitantes de asilo y otras 5,3 se encontraban en la categoría de personas necesitadas de protección internacional.

Respecto a la población refugiada y en necesidad de protección internacional, a mediados de 2023 más de la mitad (52%) procedía de tan solo tres países afectados por conflictos armados: Siria (6,5 millones de personas), Afganistán (6,1 millones) y Ucrania (5,9 millones).

En 2023, los conflictos y violencia habrían motivado movimientos internos de población de más de 20 millones de personas en 45 países y territorios. Sudán, RDC y Palestina representan casi dos tercios de este total. Además, durante 2023 se identificaron 114 escenarios de tensión en todo el mundo, seis más que en 2022, en línea con la tendencia al alza en el número de crisis sociopolíticas que se ha registrado en los últimos años.

África y Asia – Pacífico fueron las regiones del mundo con mayor número de tensiones (38 y 33 respectivamente), seguidas de América (20), Europa (13) y Oriente Medio (10). La mitad de los casos de tensión en 2023 (49%) se agravaron respecto del año anterior.

Aproximadamente casi una cuarta parte de las tensiones (23%) fueron internacionales: Eritrea-Etiopía; RDC-Rwanda; VenezuelaGuayana; Afganistán-Pakistán; ChinaJapón; China-Taiwán; China-Filipinas; Corea del NorteEEUU, Japón, Corea del Sur; Corea del Norte-Corea del Sur; India-China; ArmeniaAzerbaiyán (Nagorno Karabaj); e Irán-EEUU, Israel.

23 de los 36 conflictos armados que tuvieron lugar a lo largo de 2023 se dieron en países donde existían niveles bajos o medio-bajos de igualdad de género. Además, 46 de las 108 tensiones activas durante el año 2023 transcurrieron en países en los que existían niveles bajos o medio-bajos de igualdad.

En este escenario del año 2024, es bueno recordar a Tolstoi cuando sostuvo que “la conciencia es la fuente de un autoconocimiento completamente aislado e independiente de la razón. A través de la razón el hombre se observa a sí mismo; pero se conoce a sí mismo a través de la conciencia”.

Sergio Salinas C.

A lo que podemos agregar en el campo de la investigación para la paz, la definición de civilización de la antropóloga norteamericana Margaret Mead. Ella contaba que el primer signo de civilización en las culturas antiguas fue un fémur fracturado y luego sanado. La investigadora explicaba que en el reino animal, si te rompes una pierna, irremediablemente mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a beber, ni buscar comida, y te conviertes en una presa fácil. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane. Por ello, un fémur roto, que se ha curado, es la prueba de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con la persona accidentada, le ha vendado la herida, la ha llevado a un lugar seguro y la ha ayudado a recuperarse. Ayudar y cuidar una persona cuando tiene dificultades es el momento en que comienza la civilización.

Por Sergio Salinas Cañas

Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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