Crisis climática y decrecimiento: hablemos sin miedo

El decrecimiento sería entonces el proceso de colocar a la actividad humana dentro de los límites de la naturaleza, puesto que el crecimiento económico sobrepasa dichos límites que permiten mantener la vida en el planeta.

Por Manuel Baquedano

En materia de crisis climática se dice que “el miedo sólo paraliza si no sabes hacia dónde correr”. En Chile a esta lección la hemos aprendido por ser un país sísmico y por la persistente labor del Estado a la hora de preparar a las personas y los territorios para enfrentar desastres naturales. Sin embargo, esto mismo no ocurre en todas partes. En relación a la crisis climática, para no afectar la “tranquilidad” de las personas y de los negocios, la élite económica y política que gobierna en el mundo oculta la verdad; entendida la misma como el “conjunto de interpretaciones y macro visiones que hacen posible un panorama global y entero de todos los hechos”.

Hoy, para enfrentar la crisis climática, ya no sirve con conocer sólo su aspecto dominante y “crecentista”. Es necesario conocerla en toda su magnitud. Si no fuera por los científicos responsables no tendríamos conciencia de los “avisos” que cada vez más con más frecuencia nos envía la naturaleza. Esto es así porque, para la élite que gobierna en el mundo, todo parece estar bien y en calma.

Como muchos sabrán, el Acuerdo de París firmado en 2015 establece que el planeta no debería superar los 1,5 grados de sobrecalentamiento para el 2030 y los dos grados para el 2100. Siempre hemos sostenido que estas metas no se van a poder cumplir por la inacción que demuestran los países. Debido a esta inacción, es muy probable que los 1,5 grados de aumento en la temperatura normal se alcancen tempranamente (entre 2025 y 2026) y los dos grados en la década de 2030, es decir, 60 años antes de lo estipulado.

Hace pocos días se conocieron los resultados de un importante estudio encargado por la ONU a los principales científicos dedicados a las ciencias del clima. Para este estudio se les solicitó que analizaran qué pasaría si las metas del Acuerdo de París no pudieran cumplirse. Las conclusiones a las que arribaron son muy preocupantes: afirman que es probable que ocurran o que ya estén ocurriendo con una alta probabilidad fenómenos climáticos irreversibles y se mencionan, entre ellos, las siguientes situaciones climáticas en curso: desaparición de glaciares, del permafrost boreal, del hielo marino ártico, del bosque amazónico, del hielo continental en la Antártica y Groenlandia y el debilitamiento de la corriente meridional del Atlántico (AMOC).

Según estos científicos, si continúa la inacción climática vamos a establecer un aumento de la temperatura media en el planeta de entre dos y tres grados. Y, aunque se cumplieran todos los acuerdos firmados en las conferencias climáticas, esta tendencia ya no podría cambiar. Aumentar la temperatura del planeta en dos grados equivale a aumentar la temperatura del cuerpo humano en cinco grados: con estos dos grados de sobrecalentamiento de la tierra, la estabilidad climática sería imposible y muchas especies podrían desaparecer, entre ellas, la especie humana.

Los científicos de todo el mundo, reunidos por la ONU en torno al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), ya lo habían mencionado en el importante informe que, al momento de ser difundido en 2021, remeció al globo por sus alarmantes conclusiones. Sin embargo, dos meses después, se filtró un capítulo que habían ocultado. En este capítulo (que era un borrador dirigido a los políticos) los científicos por primera vez utilizaban el concepto de decrecimiento como clave para enfrentar el cambio climático, ya que planteaban que las soluciones a la crisis climática no eran compatibles con el crecimiento económico.

El decrecimiento sería entonces el proceso de colocar a la actividad humana dentro de los límites de la naturaleza, puesto que el crecimiento económico sobrepasa dichos límites que permiten mantener la vida en el planeta. Lo cierto es que, nos guste o no el concepto, al decrecimiento de la actividad humana ya lo está haciendo la propia naturaleza. Sólo resta saber si este proceso será planificado (con la participación de los seres humanos) o será caótico para nosotros.

Los detractores del concepto dirán que esto equivale a retornar a la vida en las cavernas, pero somos ocho mil millones de seres humanos y ya no hay suficientes cavernas para todos. Decrecer significa eliminar lo superfluo (que constituye cerca del 50 por ciento de las mercancías existentes en la sociedad de consumo) y concentrarse en implementar un modo de vida más austero y más integral, tratando de vivir mejor con menos.

Es el momento de familiarizarse con estos conceptos que responden a una nueva mirada (centrada en la verdad científica) con el objetivo de comprender en toda su magnitud la crisis climática. Hagámoslo desde ahora porque se nos termina el tiempo.

Por Manuel Baquedano

Presidente del Instituto de Ecología Política

Columna publicada originalmente el 15 de septiembre de 2022 en Poder y Liderazgo.

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