Recesión, crisis sistémica o derrumbe neo-liberal

Cuando Donald Trump afirma que China está pagando el costo de los aranceles que ha impuesto, el  presidente de Kuhn North America, una empresa que emplea unas 600 personas en su fábrica de equipos agrícolas en Wisconsin, señala que eso, «Es simplemente una mentira, y él lo sabe»

Por Wari

15/09/2019

Publicado en

Columnas

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Cuando Donald Trump afirma que China está pagando el costo de los aranceles que ha impuesto, el  presidente de Kuhn North America, una empresa que emplea unas 600 personas en su fábrica de equipos agrícolas en Wisconsin, señala que eso, «Es simplemente una mentira, y él lo sabe».  Los empresarios de medianas y pequeñas empresas están reduciendo costos y reduciendo la producción a medida que los gerentes observan una economía estadounidense que se ve mucho más sombría en el corazón del estado swing (bisagra electoral), que en la Casa Blanca o en Wall Street.

Una planta que hace solo cuatro años estaba funcionando a un récord de US$ 400 millones en ventas junto con una planta hermana en Kansas está funcionando al 50% de su capacidad, escribe Shawn Donnan en Bloomberg.  En efecto, la población estadounidense vive mayoritariamente en pequeños pueblos, más que en las grandes ciudades. Y continúa Shawn, “Después de dos años de auge, la situación ha cambiado para las fábricas de Estados Unidos. Maltratada por la creciente incertidumbre y el freno que ha puesto en los gastos de capital, la desaceleración de los mercados de exportación, un dólar más fuerte y los mayores costos de los insumos debido a los aranceles. Los fabricantes estadounidenses están ganando menos que hace un año”.

La pregunta que podemos hacernos hoy es, ¿está el mundo en recesión, en otra crisis financiera  o se avecina el derrumbe del neoliberalismo?  La respuesta es muy compleja y eso nos obliga a revisar las pequeñas señales que van surgiendo en diversos ámbitos. A Donald Trump se le erizan los pelos cuando debe confrontar, la idea de avanzar con la guerra comercial contra China, una lucha que cree indispensable para detener a un creciente y poderoso rival económico, porque junto con ella compromete su reelección como presidente de EE.UU. En su respuesta al hablar con los periodistas el 4 de septiembre podemos encontrar esa señal que Trump la devela con la  siguiente frase,  «Para mí, esto es mucho más importante que la economía». «Alguien tenía que hacer esto». Cuando un personaje como Donald Trump, egocéntrico y pleno en ambiciones de riqueza y poder, pone en juego la posibilidad de no ser reelegido, debido a los efectos de su decisión de guerra comercial con China, es porque sabe conscientemente que él y toda la extrema derecha norteamericana tienen un problema geopolítico fenomenal que está desmoronando a los Estados Unidos y arrastrando al sistema neoliberal de Occidente a su fin.

El discurso y la actitud de Donald Trump de eliminar las regulaciones, están dejando de lado los grandes objetivos ecológicos que fueron objeto de la atención del gobierno de Barack Obama, permitiendo que las poderosas transnacionales sigan depredando el planeta y aumentando la explotación de los recursos naturales. Es en esos pequeños detalles donde vamos encontrando respuestas, en asuntos que parecen marginales como cuando dice a los periodistas que el Departamento de Energía canceló la eliminación gradual pendiente de los focos incandescentes porque «lo que se ahorra no vale la pena», y luego el Departamento de Energía en un comunicado sobre el cambio de reglas, señala, «asegurará que la elección de cómo iluminar hogares y negocios se deje al pueblo estadounidense, no al gobierno federal». Es el salvavidas al modelo de consumo neo liberal, que se desliza a una nueva recesión lentamente.

Este tipo de decisiones no solo da cuenta de cómo re-impulsar el consumo de energía y de los negocios de gran volumen asociados a ella. Es la matriz que los guía en todo. También ocurre en el negocio de la venta de armas a particulares, no obstante de ser un asunto que está por sobre la vida de quienes mueren baleados día tras día en los Estados Unidos. Arrasar con la Amazonía en Brasil, o crear más tanques de relave y desechos mineros en Chile, son versiones locales que no solo van a seguir avanzando con la destrucción del planeta, sino además, es el principal recurso que tienen  para re-impulsar la política neoliberal, cueste lo que cueste, dentro de un mercado que asigna los recursos como lo ordena la elite.

Esta forma de actuar entrega señales de cómo opera la mentalidad de la extrema derecha que gobierna en Estados Unidos, en Brasil o en Chile. Se convierte  en una arrogancia que los hace sentirse superiores, a tal punto, que han perdido la noción del riesgo de desequilibrio ecológico que está afectando peligrosamente a la humanidad, impulsado por su rol supremacista. La extrema derecha norteamericana, brasileña, chilena y muchas otras, considerando las proporciones en magnitud, son tan groseramente ricas, que no pueden dimensionar lo que significa para un trabajador perder los ahorros de toda una vida de trabajo. Para ellos son solo valores marginales. Por ejemplo, un mega yate de 147 metros de un costo superior a los 400 millones de euros, en pesos chilenos son $ 312.000.000.000, que comparados con el fondo que logra ahorrar un trabajador en previsión de $ 190 a $ 200 millones, equivale a 1.560 veces el ahorro del trabajador y eso, solamente para diversión.

Por eso, para los multimillonarios no tiene sentido cambiar las viejas ampolletas por otras que economizan energía. Les limita el diseño de sus fastuosas propiedades, que deben relucir muy iluminadas y distinguidas por ser los “elegidos por la divinidad”. Son los mismos que llegaron para formar las primeras colonias en EE.UU., arrasando luego con los territorios indígenas. No debemos olvidar que son los continuadores de la doctrina calvinista y de la cultura inglesa, que sostiene, “la mejoría en el nivel del bienestar no es para la humanidad en su conjunto”. Es solamente para un reducido y selecto grupo de los “elegidos” dentro de cada país y de ciertos países. Los textos de Hill, Macperson y Tawn (1945 y 1959) (Reforma e Ilustración, A. Monares) exponen la radical concepción clasista que históricamente ha tenido la burguesía y la aristocracia inglesa, que luego desembarcó formando las colonias en Norteamérica, respecto de un modelo de vida que ha sacrificado cientos de millones de vidas humanas.

Examinemos algunos aspectos de la crisis que tiene relación con las tasas y las deudas. El interés del crédito en las tarjetas de crédito de EE.UU., han aumentado a las más altas desde 2001. Los políticos en Washington DC, tienen poca preocupación por el déficit anual, que se acerca peligrosamente a $ 1 billón de dólares. Parte de la razón de porqué las personas tienen problemas para comprender el tamaño de la deuda, es porque se compara con el tamaño del PIB. Para dimensionar la realidad de la deuda, es muy ilustrativa la propuesta que hace Ryan McMaken del Instituto Mises. Normalmente se utiliza la relación entre Deuda/PIB, que es de aproximadamente de 105%. ¿Qué significa eso? Muy poco, porque nadie, en el caso de la deuda personal, realiza el pago de su deuda calculada sobre la base del PIB de su hogar.  La real capacidad de pago de las deudas la determina el ingreso.

En la actual circunstancia, la deuda de los Estados Unidos en relación con los ingresos federales anuales es de once veces, una cifra que ha quebrado todos los records. Considere que la deuda de EEUU, en 1945, cuando terminó la II G.M., era de US$ 251 mil millones y los ingresos fiscales eran de US$ 45 mil millones, es decir, una relación de 5,6% veces mayor que los ingresos fiscales. Hoy esa relación es de 11 veces, por eso se dice que es una deuda impagable.

La economía estadounidense tiene al 59% de los norteamericanos viviendo con el sueldo mes a mes y no sobra nada o casi nada. Son personas de la clase media que han bajado en el escalón del consumo. En el caso de los norteamericanos, son casi 50 millones los que viven en la pobreza. Los jubilados que trabajaron en los 60´s o 70´s y que tenían buenos empleos, pudieron comprar sus casas. Las crisis posteriores los obligaron a venderlas y tuvieron que comprar una casa rodante para deambular por los Estados Unidos trabajando en actividades temporales a US$ 10 la hora, sirviendo mesas para poder vivir. Esta forma de vida está en la dirección de la flexibilidad que plantea el neo-liberalismo al trabajador en todas partes. Son personas que no tienen a quién recurrir, generalmente parejas de ancianos que ya perdieron las raíces donde nacieron y se criaron. Hoy deben deambular hasta que se extinga su vida para ser enterrados en un pueblo olvidado, donde también serán olvidados para siempre, porque a nadie le importa nada.

La sugerencia del presidente Trump de sumarse a la reducción de las tasas de interés a cero o menos, plantea el problema de las tasas negativas profundas que explicamos meses atrás, con efectos desastrosos, porque desvaloriza el ahorro de las jubilaciones y de los que van a jubilar. El propósito de las tasas negativas es “quemar dólares”. Los medios y las estadísticas oficiales hablan de un auge en la economía. La base que sostiene la economía de servicios de los Estados Unidos es muy frágil, porque descansa en los consumidores, los que a su vez están ligados fuertemente al endeudamiento. El monto de los préstamos estudiantiles alcanzó un nuevo récord de US$ 1,6 billones y los préstamos para automóviles alcanzaron otro récord, US$ 1,17 billones. El gobierno federal tiene una deuda de más de 22 billones de dólares. Las quiebras han aumentado y según las últimas cifras, el número de solicitudes de quiebra subió otro 5% en julio.

Son cinco millones de personas en Nueva York las que son alimentadas por los bancos de alimentos. La cadena de tiendas Walgreens planea cerrar aproximadamente 200 tiendas en EE.UU., según anunció la compañía ante la SEC.  A’Gaci, un minorista de moda para mujeres jóvenes de Texas liquidará sus  54 tiendas en siete estados, incluidas las de  Puerto Rico. Party City está aumentando a 55 la cantidad de tiendas que espera cerrar este año. La clase media está ahogada por completo en las deudas y son quienes están sosteniendo la economía de Estados Unidos, sin embargo, muchos personas creen que los Estados Unidos está en auge.

La represión financiera consiste en bajar las tasas de interés a tasas cero o negativas, para afectar a US$ 40 billones. Estas decisiones las toman los bancos centrales y son difundidas como de “carácter técnico”, que es una forma de eludir la ideología política implícita que sustentan estas decisiones. Pagan cero interés o menos intereses que la tasa de inflación, es decir, se desvaloriza el dinero. Las instituciones como los fondos de pensiones, que invierten los ahorros del trabajo, tendrán que pagar por hacer estas inversiones lo que significa sacrificar el ahorro de los trabajadores. La otra opción es perseverar con la inflación, pero el resultado sigue el mismo camino, desvalorizar el dinero.

Actualmente ya existen US$ 16 billones en deuda con rendimientos negativos y el aumento no es bueno para los administradores de fondos ni para las aseguradoras. Las tasas negativas suponen un estímulo, “castigar” el dinero para forzar a las personas e inversionistas a consumir o invertir. No existe mayor capacidad de consumo de las personas que no sea a base de crédito, y como inversión, los favorecidos son los especuladores con capital financiero apostado en Wall Street, con precios que suben por la escandalosa especulación bursátil.  Los países con políticas de tasas de interés negativas, como Japón, y los países de la Eurozona ahora están siendo perseguidos por un crecimiento económico bajo y un declive que tiende a perpetuarse.

Un estudio realizado por Bloomberg señala que Norteamérica es mucho más dependiente de la gran máquina de creación de deuda, de lo que la mayoría cree o se aventura a imaginar.  La investigación realizada descubrió que «el producto interno bruto per cápita se hundiría en territorio negativo», si la capacidad de endeudamiento se eliminara repentinamente”, y que en cifras significa que, “el ingreso per cápita de los Estados Unidos colapsaría de US$ 66.900 al año a un valor “negativo de US$ – 4.857“.  Agregan que “los EE. UU., caerían casi al final de una clasificación de 114 economías por PIB per cápita, donde solo a Italia, Grecia y Japón les iría peor”.

¿Qué sucederá si surge una crisis severa e importante, que acentuara la desconfianza en el dólar de Estados Unidos y se frena el interés de  prestarle dinero? Se generaría una mega crisis, equivalente casi a una guerra mundial, porque son cientos de billones las deudas activas que aumentan cada día en una tendencia que parece no tener fin. Y como guinda de la torta, más de la mitad de los cerca de US$ 60 billones de deuda global, la suma de US$30 billones ofrece rentabilidad inferior a la inflación» La deuda de rendimiento negativo se ha convertido en la gran plaga del Siglo XXI. Y puede ser letal», dice el economista José María L.

Entonces, lo único que  impide el colapso económico total es el hecho de que la deuda sigue aumentando, pero finalmente la crisis sistémica vendrá cuando los inversores y los consumidores se den cuenta de que la deuda es impagable y terminará con la fe en el dólar, que aún lo sostiene los actos de fe de las elites y de los inversores.

Finalmente el economista francés, Thomas Piketty, en su reciente libro “Capital e ideología” de 1.200 páginas, le pone la lápida a las narrativas del liberalismo, cuando expresa,  “Las desigualdades jamás son ‘naturales’ sino edificadas por una ideología”,…. “la desigualdad es ideológica y política” y no “económica o tecnológica”, “edificadas por una ideología que crea las categorías divisorias: mercado, salarios, capital, deuda, trabajadores más o menos capacitados, cotizaciones bursátiles, paraísos fiscales, ricos, pobres, clérigo, nobleza, competencia nacional o internacional”. En efecto, estar frente a un descalabro del neo liberalismo, no significa el fin del mundo, sino como fue en el pasado, un paso para las “diversas rupturas y procesos revolucionarios y políticos que permitieron reducir y transformar las desigualdades del pasado que fueron un inmenso éxito, al tiempo que desembocaron en la creación de nuestras instituciones más valiosas, aquellas que, precisamente, permitieron que la idea de progreso humano se volviera una realidad”.

Por Mario Briones R.

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