Comunidades colla quieren evitar que Maricunga se transforme en el nuevo Salar de Atacama

El Salar de Maricunga ha sido presentado por Codelco como el segundo yacimiento con mayores concentraciones de litio reconocido a la fecha a nivel mundial. Sin embargo, ambientalistas, comunidades y científicas temen que pese a las promesas de protección quede expuesto o sufra daños irreversibles como ha pasado más al norte de Chile.

Por Yasna Mussa

La entrada a la ciudad de Copiapó tiene esa bienvenida que dan los pueblos mineros, con colinas de relaves que rodean la urbe y se mezclan con los cerros grises y marrones del desierto de Atacama. A medida que se interna en la precordillera el paisaje se vuelve un alivio: la naturaleza se abre paso y el paisaje andino se intensifica acercándose a la frontera con Argentina, por el paso San Francisco.

Allí, a 160 kilómetros al noreste, se ubica esta cuenca endorreica y salar de Maricunga, a más de 3700 metros sobre el nivel del mar. Durante febrero de 2022 y junio de 2023 Codelco realizó la primera campaña de exploración en sus propiedades, lo que incluyó  10 pozos con un total de 2.368 m, cuyas concentraciones promedio de litio de las 132 muestras analizadas es de 1.073 mg/l.

Cuando el gobierno del presidente Gabriel Boric anunció la Estrategia Nacional del Litio (ENL), a fines de abril de 2023, que incluye la explotación de este salar, las comunidades colla manifestaron su rechazo, pues reclamaron que no habían sido consultadas al respecto. Ya en 2022 habían logrado por vía judicial paralizar el proceso de licitación del litio realizado por el gobierno de Sebastián Piñera, advirtiendo el riesgo que significaba para el Salar de Maricunga.

Los collas, un pueblo indígena trashumante que habita desde hace cientos de años la zona entre el desierto de Atacama y la cordillera de los Andes, manifestó su molestia al no haber sido considerada antes de anunciar cualquier decisión que implica que ese extenso territorio por donde solían moverse sin más apuro que el ritmo que acostumbraban se encontrara de pronto bajo amenaza. Para ellos es un sitio sagrado donde no sólo están sus recuerdos y sus ritos, sino también donde descansan sus seres queridos. Un espacio del que se sienten parte aunque su naturaleza haya sido estar en constante movimiento.  Por lo mismo, ya han llevado ante la justicia a dos empresas privadas y no han dudado en poner un alto a las intenciones del gobierno de turno.

El Salar de Maricunga ha sido presentado por la Empresa Nacional del Cobre (Codelco) como el segundo yacimiento con mayores concentraciones de litio reconocido a la fecha a nivel mundial, solo superado por el cercano de Atacama, explotado hace décadas. Ambientalistas, comunidades y científicas temen que pese a las promesas de protección quede expuesto o sufra daños irreversibles como ha pasado más al norte de Chile.

Ya existen antecedentes que hacen temer las consecuencias de la contaminación o el daño irreparable en el territorio producto de la actividad minera. Fue en 2018 cuando la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) ordenó la clausura de las instalaciones de extracción de agua del yacimiento aurífero de la Minera Maricunga S.A, cuya responsable era la transnacional canadienese Kinross Gold, pues 70 hjectáreas sufrieron desecamiento en el Complejo Lacustre Laguna del Negro Francisco y Laguna Santa Rosa.

Además, según un reporte presentado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) el 2 de febrero pasado, justo en la conmemoración del Día Mundial de los Humedales, se ratificó la presencia de al menos 1500 flamencos altoandinos. La presencia de estas aves, en especial en la Gran Laguna del Salar de Maricunga ocurre en una de las zonas de mayor concentración y nidificación de flamencos en el país. Un ecosistema clave donde se ubican flamencos andinos, chilenos y de James en etapa de construcción de nidos y nidificación justo en el borde del salar.

Cristina Dorador, doctora en Ciencias Naturales e investigadora en microbiología cree que hay una gran diferencia entre ambos salares. “El salar de Maricunga es altoandino, a diferencia de Atacama, y los regímenes de pluviosidad y de evaporación son distintos. Por lo mismo, los salares altoandinos son muy frágiles,  justamente por estos equilibrios que son tan delicados”, dice Dorador.

La ex convencional aclara desde Antofagasta que depende mucho del método de extracción que se vaya a utilizar. Como ejemplo, Dorador señala las experiencias en salares a gran altura como Uyuni, en Bolivia, y otros en Argentina, pero explica que hay poca información de cómo ha sido el comportamiento de los salares desde el punto de vista ambiental.

“Ya se ha descrito en el caso de algunos salares de que existen cambios climáticos locales al afectar los balances hídricos de las cuencas. Las lagunas terminan evaporándose más rápido de lo que normalmente lo hacen. Entonces hay un montón de tópicos y temas que  hay que analizar”, dice la científica.

A Dorador le llama la atención que, aunque la mayoría tiene asumido de que hay un riesgo, porque son salares muy frágiles, “todavía en algunas columnas de opinión sobre el litio se pone en duda o se dice que aún no han sido comprobado científicamente los efectos ambientales en los salares, cuando eso sí está reportado varias veces. Entonces acá se tiene que incorporar el principio precautorio, considerando lo que ha pasado ya en otros salares”.

La lucha por el reconocimiento

Isabel Godoy es una ex convencional que fue la única representante del pueblo colla en esa instancia que buscaba escribir una nueva Constitución. Esta tarde de jueves acaba de salir de una reunión con dirigentes locales y junto a su prima, Sandra Rojas, presidenta del Consejo Nacional del Pueblo Colla, conversan en un café donde definen su línea con respecto a las negociaciones y lo que esperan del gobierno y las autoridades. 

–Nosotros creemos que tenemos que ser parte de cualquier acción que se haga en el salar– dice de entrada Isabel Godoy. Es decir, si se va a crear el Instituto Nacional del Litio, nosotros tenemos que tener presencia. A lo mejor nosotros no somos expertos, pero si tenemos ONGs que son nuestro respaldo y que pueden ser los que nos apoyen en ir a ver la afectación y la intervención que está en el salar.

La ex convencional dice con firmeza que su pueblo quiere ser un actor importante en este proceso y que no es un tema de cuánta plata entra a las comunidades sino que se trata de la protección del medio ambiente. “Porque estamos hablando de ecosistemas frágiles, con una flora y una fauna única en el planeta. Entonces, si vamos a destruir eso, cómo nos va a afectar el territorio más de lo que ya está, porque ya nos metieron la minería y los resultados han sido nefastos”, dice con seguridad.

Aunque el proceso de la convención constitucional terminó, Isabel Godoy sigue tan activa como antes. Acusa que las mineras solo han dejado destrucción a su alrededor y su presencia no es sinónimo de trabajo, como suelen argumentar quienes promueven su producción.

–Nos dejan con el cartel de zona minera y vivimos como mineros ganando sueldos distintos. Tampoco nos dejan desarrollo, porque se va impulsado hacia otras regiones, dice Godoy.

Sandra Rojas tampoco ve el beneficio. Concuerda con Godoy y cree que lo que ha pasado en el salar de Atacama es una gran lección que no se debe ignorar: “Entonces nosotros no tenemos que cometer los mismos errores, sino que ir aprendiendo de la experiencia que ya vemos alrededor nuestro y no cerrarnos solamente al tema de negociar lucas”, dice Rojas.  Se refiere, principalmente, a la afectación que ha padece el salar, que en su interior contiene miles de años de procesos geológicos y cuya explotación ha generado un daño ambiental acumulativo e irreparable para el ecosistema, según determinó una demanda de reparación interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado (CDE) en contra de la Minera Zaldívar SPA, Albemarle y Minera Escondida.

Elena Rivera Cardozo, de la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó,  también se opone a la extracción del salar y ha llevado adelante distintas instancias judiciales. “En el fondo lo que nos interesa es defender una mirada medioambiental”, dice. Y añade que como pueblo originario están ubicados en lugares estratégicos que son de interés de las grandes mineras y del Estado, pero ellos –los collas–  seguirán defendiendo la riqueza natural que los rodea.

Máximo Pacheco, presidente del directorio de Codelco, reconoció en una exposición ante la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados que el Salar de Maricunga limita un área de protección prioritaria, como el Parque Nacional Tres Cruces y está cercano a varias comunidades colla. Pacheco ha prometido que el Estado se hará cargo del impacto en el medio ambiente y de mantener una buena convivencia con las comunidades indígenas. Sin embargo, hasta el momento no ha dado respuesta a las solicitudes de reunión presentadas por el Consejo Nacional del pueblo Colla, el cual tampoco tiene el reconocimiento de todos sus pares por tratarse de comunidades urbanas que viven en la ciudad.

“No hay respuesta ni disposición. Igual seguiremos dando la lucha hasta que el pueblo sea considerado”, dice Rojas. Desde el área de comunicaciones de Codelco señalaron que no están disponibles para entrevistas pues la ENL aún está en proceso.

El ejecutivo ha insistido en que la estatal se encargará de los desafíos tecnológicos que se necesitan para desarrollar la cadena de valor en torno al litio.  “No tengo ninguna duda de que el cobre y el litio van de la mano. Seríamos una empresa extraordinariamente miope si, como la mayor productora de cobre del mundo, dejáramos pasar la oportunidad que significa el litio”, dijo Pacheco en septiembre de 2023, frente a la Comisión de Minería y Energía del Senado, a propósito del rol de la compañía en la ENL.

En ese mismo encuentro el presidente del directorio de Codelco destacó sus reuniones con representantes de las comunidades colla de Maricunga, prometiendo próxima visita, planteando “su intención de corregir las cosas que se hayan hecho mal en el pasado”

“Todos los estudios de imagen dicen que Codelco es por lejos la empresa más valorada y respetada por la opinión pública. Pero algo pasa que eso no es lo que sienten las comunidades donde estamos. Perciben que hay mucha deuda pendiente, que no hemos hecho bien ese trabajo, y eso tenemos que corregirlo y lo vamos a corregir, porque lo merecen ellos y también Codelco. Esta es una oportunidad para hacer una minería distinta, con respeto al medioambiente y amigable con las comunidades”, dijo Pacheco. Y agregó que “no calificaría la relación con las comunidades en Maricunga como una relación conflictiva, pues existe una relación de diálogo abierta”.

*Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de la Fundación Tanti

Yasna Mussa

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