El último salar del Altiplano sur:

La fiebre del litio en el Salar de Maricunga: Gobierno de Piñera apuró aprobación de proyecto Salar Blanco sin consulta indígena

Tras el reciente anuncio de Codelco de comprar el Proyecto Salar Blanco a la australiana Lithium Power International, se esconde una iniciativa que está en medio de un pleito legal al no realizar la Consulta Indígena con la comunidad colla Pai'ote, habitantes de la zona. Todo en medios de un Parque Nacional protegido por el convenio Rasmar sobre humedales y las polémicas sobre los métodos de extracción del litio que contempla evaporar agua en un nicho ecológico con emergencia hídrica.

Si en los últimos años hubo una frenética oleada de inversiones en minas de oro en Atacama, ahora es la fiebre del litio contenido en el Salar de Maricunga la que ha aumentado la temperatura, expresada en anuncios de compras por parte de Codelco, unas faenas paralizadas al no haberse realizado una consulta indígena y una amenaza ecológica que se cierne sobre el ecosistema del último salar del Altiplano sur.

Según las últimas cifras reportadas por Cochilco (2021) la Región de Atacama es la segunda con mayor inversión en minería, con una cifra estimada de 11.922,4 millones de dólares, lo que equivale al 31,6% del total nacional, siendo superada sólo por Antofagasta. Si bien el cobre es el principal mineral de explotación, la búsqueda de oro se ha incrementado en los últimos años.

En torno del Parque Nevado Tres Cruces, localizado al interior de Copiapó en la Región de Atacama, hay ya una faena minera de envergadura y se proyectan otras cinco más, la mayoría en torno del oro y del litio. La minera canadiense Kinross opera la Mina La Coipa, próxima a la Aduana de la Región de Atacama y con permisos obtenidos antes de la declaración de Parque Nacional. La compañía canadiense antes extrajo oro de la mina de Maricunga, abierta en 1996 y cerrada temporalmente en 2016.

También Kinross planea iniciar en 2025, la extracción de oro en el proyecto Lobo Marte, depósito aurífero localizado entre el Salar de Maricunga y la Laguna Negro Francisco. Otra minera canadiense, Rio2, anunció para este año presentar un nuevo estudio de factibilidad tras haberse rechazado su anterior estudio de impacto ambiental para echar a andar el proyecto Fenix Gold, destinado a sacar oro en el sector de Siete Hermanas y próximo al volcán de Maricunga.

Otro proyecto, por ahora paralizado es el de la mina de oro a tajo abierto Cerro Casale, de Barrick Gold en Tierra Amarilla, que pretende extraer unos 900 litros de agua de la cuenca de Piedra del Río Lamas.

Además del oro, el litio ha provocado la fiebre por emprendimientos mineros, particularmente en el Salar de Maricunga. En un evento dedicado al litio y los pueblos indígenas, realizado en la Universidad de Atacama, el docente y doctor en Ciencias de la Ingeniería, Jonathan Castillo, comentó que en cada exploración realizada en dicho acuífero se han encontrado tentadoras proporciones de litio.

Esto ha producido intrincadas disputas por los derechos de explotación del Salar de Maricunga que involucran a tres mineras. Una primera tentativa fue del empresario Francisco Javier Errázuriz, quien en julio de 2018 presentó el proyecto Simco ante el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), iniciativa que fue paralizada por la comunidad colla Pai’ote, que reclamó la ausencia de la necesaria Consulta Indígena en el proceso del SEA, fallando la Corte Suprema a su favor en 2022.

La comunidad colla Pai’ote reside en la Quebrada de Paipote, localizada al oriente de Copiapó, entre los valles y vegas que por el norte tienen a la Cordillera de Claudio Gay y al sur la Cordillera de Domeyko. Está integrada por unas 60 familias, las que habitan en invierno los valles que se forman entre las serpenteantes montañas. Su dirigente, Ercilia Araya, junto a su familia crían ovejas, chivas, alpacas y llamas, animales que entre noviembre y enero de cada año, son llevados hacia las vegas. Se trata de un proceso de trashumancia que, según nos cuenta Gilberto Pastén Quispe, también miembro de la comunidad, repite las rutas señaladas por sus antepasados.

Ganado caprino de la comunidad colla Pai’ote en el espacio de la invernada

Todas esas rutas se verían afectadas en caso de concretarse el proyecto Salar Blanco, sobre todo con la construcción de las piscinas para la evaporación del agua contenida en la salmuera.

Una segunda arremetida para la explotación del salar fue el Proyecto Blanco para la extracción de litio, controlado entre otros accionistas menores por la australiana de Lithium Power International (LPI), que tiene el 51% de la compañía, y por la Minera Salar Blanco S.p.A. con un 31%, ligada al empresario Martín Borda.

Borda hizo fortuna en la industria salmonera y tras vender sus negocios, fue a Londres para adquirir la representación de los autos Aston Martin. De vuelta, se interesó por el negocio del litio, comprando las concesiones en el Salar de Maricunga.

La minera pretende producir 20.000 toneladas anuales de carbonato de litio de la más alta ley y 58.000 toneladas de cloruro de potasio durante los próximos 20 años.

Ercilia comenta que “cuando las mineras llegaron no tomaban en cuenta a la comunidad. Además, llegaron haciendo tira caminos, bofedales, yaretas, sitios sagrados, además de que desviaban los ríos o tiraban estériles en estos”. Sin embargo, la presentación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), por parte del Proyecto Salar Blanco dio cuenta de otro nivel en la vulneración de los derechos de las comunidades indígenas.

Salar Blanco presentó una propuesta de compensación por el impacto vial producido por el paso de camiones a las comunidades indígenas de Diego de Almagro con un compromiso de reparto equitativo de beneficios. Este sería una compensación anual de 300 mil dólares, pese a que en comparación con las ganancias que generaría, es un monto irrisorio. Sin embargo, la comunidades del valle de Paipote, que sufriría un impacto hídrico directo en caso de desarrollarse el proyecto de extracción de litio, no fue consultada. Es más, un levantamiento de información efectuado en 2012, fue presentado como un proceso de consulta.

“El proyecto Salar Blanco afecta nuestras rutas de trashumancia -comenta Ercilia- y la empresa consultó con otras comunidades, cuyos territorios no se corresponden con el salar, usando incluso un hermano aymara para el engaño. Por suerte al establecer el reclamo se logró paralizarlas momentáneamente”.

La tramitación de los permisos ambientales fue iniciada el 26 de septiembre de 2018, obteniendo una resolución favorable el 4 de febrero de 2020, bajo el gobierno de Sebastián Piñera, administración que realizó una tramitación expedita en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA).

Fuentes ligadas al proceso comentan que se trató de una vía rápida para la aprobación de proyectos extractivistas que comprometió la segunda administración de Piñera. “El gobierno de la época operó en diversos espacios, tanto locales como nacionales, para la aprobación del proyecto Salar Blanco. Se trató así de operaciones a última hora y desesperadas, como lo fue la fallida licitación del litio realizada al fin de su gobierno. Querían aprobar todo rápido”- comentan.

De esta forma, en el proceso de evaluación no se consideró que la comunidad indígena más próxima al proyecto no había sido consultada. Según Ercilia Araya “todo fue muy rápido porque hubo intereses políticos. Dentro de la región hicieron seminarios informativos, pero hubo manos detrás que empujaban el proyecto. Nosotros pensamos que hubo manos políticas porque todo fue muy rápido”.

Cuando en enero de 2023 el proyecto fue aprobado por el Comité de Ministros para la Sustentabilidad, la comunidad colla Pai’ote presentó un recurso judicial que logró la paralización de las faenas extractivas. Para este jueves 26 de Octubre se espera la revisión del caso de parte del Tribunal Ambiental. A juicio del abogado que representa a la comunidad pai’ote, Ariel León, “nuestra demanda espera que este proyecto en su impacto hídrico debió ser consultado con las comunidades collas que viven en el sector adyacente al salar de Maricunga. No se explica de qué manera se pueden evaluar los efectos ambientales de estos proyectos en sus territorios”

En la cosmovisión de Ercilia “el valle depende del salar, lo que incluye la quebrada Paipote y la de San Miguel. Todo el ecosistema verde que hay, los bofedales que nosotros llamamos vegas, se perderán. No habrá así agua para el consumo humano y de los animales. También afectará los animales silvestres, como los guanacos, vicuñas y flamencos”.

Tampoco han sido consideradas las tradiciones religiosas de los collas. Ercilia cuenta que “para nosotros el salar es sagrado, realizamos allí nuestras ceremonias, vamos a buscar la sal que usamos de alimento. Junto al cerro Huaca Chica hacemos una ceremonia de limpieza junto al yastay, que es el guanaco blanco que protege toda la manada. Es una ceremonia que se realiza en febrero, en la que se trae agua del mar, donde se lleva agua dulce a la vez”.

En la visita que efectuó El Ciudadano, a comienzos del mes de Octubre, pudimos observar neumáticos de camiones, tambores metálicos, bolsas plásticas, estanques de fibra de vidrio, latones y palets de madera, entre otros desechos dispersos a los pies del cerro ceremonial Huaca Chica.

Roberto Salinas, presidente de la comunidad colla Río Jorquera, comentó en el evento realizado en la UDA, que los impactos ambientales de las mineras no son pocos, lo que incluye el derrame de hidrocarburos, la diseminación de basura industrial, los relaves mineros en torno del río Copiapó o la instalación de altas torres de electricidad en la Laguna Negro Francisco.

La tercera minera interesada es Codelco, compañía que ya ha realizado exploraciones mineras, como la construcción de un camino que cruza por la parte oriental del salar. Recientemente Codelco concretó un acuerdo con Lithium Power para la adquisición de la totalidad del cuestionado proyecto durante el primer trimestre de 2024, pese a los juicios pendientes. El costo para Codelco del 100 por ciento accionario de Salar Blanco es de 85 millones de dólares australianos (equivalente a unos US$ 244 millones).

Según León, “el proyecto Salar Blanco jamás debió haber sido autorizado. Es una iniciativa que extrae litio mediante evaporación, lo que lo hace contrario a las políticas propuestas sobre la industrialización del litio. Es todo lo contrario, que es la evaporación del agua en desierto de Atacama, con una declaración de emergencia hídrica reciente donde existe un Parque Nacional habitado por comunidades collas, las que están afectadas por el cambio climático. Es un crimen ambiental plantear un proyecto de esas características”.

EVAPORACIÓN O REINYECCIÓN DE LA SALMUERA

Salar Blanco contempla extraer litio del Salar de Maricunga por el método de evaporación, lo que implica la creación de grandes piscinas en torno del salar y la pérdida de miles de litros de agua. En la Estrategia Nacional del Litio (ENL), presentada por el presidente Gabriel Boric, se asume como un objetivo el cambio en las formas de extracción del litio, realizado hasta el momento por el método de bombeo y evaporación en grandes piscinas colocadas en torno de los salares.

La imagen la pinta el abogado León, para quien es insostenible “estar evaporando agua de un salar frágil en el desierto más árido del mundo y en un contexto de emergencia hídrica”.

El método de extracción lo explica la bióloga y Doctora en Ciencias, Cristina Dorador, quien ha desarrollado varias investigaciones en el Salar de Atacama. Cuenta así que “la costra sur es muy gruesa, de decenas de metros de profundidad, y en el fondo se puede encontrar salmuera. Es agua con alta concentración de sal. Esta salmuera está dominada por cloruro de sodio, teniendo concentraciones de otras sales. Para la extracción de litio se bombea esta salmuera a la superficie del salar, en donde se construyen piscinas de evaporación”.

Sales del Salar de Maricunga

Luego de extraer la cobertura, se deposita la salmuera en piscinas de poca profundidad y se espera que se vaya concentrando la sal. Posteriormente las sales de litio se comienzan a ver por la coloración. Dorador advierte que “esto cambia según los salares, porque tienen concentraciones de sales diferentes. El tipo de sal también cambia, algunas están dominadas por sulfatos, otras por cationes e iones, eso es muy variable”.

La evaporación posterior del agua contenida en las sales constituye un problema ambiental. “Para producir una tonelada de litio, se estima que es necesario evaporar alrededor de 500 mil litros de agua, lo que representa un problema crítico, ya que los salares donde se extrae el litio son ecosistemas frágiles y con una biodiversidad única” comenta Mauricio Lorca, antropólogo integrante del proyecto The Global Political Ecology, GPELI – La ecología política global del litio, que integra investigadores europeos, argentinos y bolivianos.

Piscina de secado por evaporación en Salar de Maricunga

Lorca se aproximó al tema del litio en 2017, cuando se vinculó a una investigación internacional promovida por la Universidad de Ginebra y el investigador Marc Hufty, quien se propuso desarrollar el proyecto Lithium desde la ecología política global.

“Imaginemos esto en un escenario de cambio climático, en donde las precipitaciones a escala global están disminuyendo – agrega Lorca-. Por ello la minería del litio requiere transformaciones sociales y culturales”.

El antropólogo destaca que la temática tiene tres capas: una global, “en la que hay intereses de diferentes bloques, respecto a este mineral crítico estratégico: por su implicancia en la descarbonización de la matriz energética global, el reemplazo de los combustibles fósiles por energías renovables. El litio adquiere su valor en sí no por ser energía, sino que por su capacidad de almacenamiento”.

Piscina de secado de agua en Salar de Maricunga

Agrega que el litio es escaso, por lo que “los salares de Argentina, Bolivia y Chile representan la fuente más barata y sostenible para acceder al litio porque está en salmuera. De igual forma, Chile tiene ventajas comparativos en relación a Bolivia y Argentina. El Salar de Atacama está a baja altura, tiene alta radiación solar y, a diferencia del Salar de Uyuni, llueve poco. Su explotación es de algún modo verde porque no se utiliza energía de fuente fósil, sino que solar. Lo que sí reviste una paradoja que se están derrochando miles de litros de agua en desierto, en zona de escasez hídrica”.

Una segunda dimensión es a escala nacional, representando el litio un problema de gobernanza relacionado con sus formas de explotación, ya sea estatal o privada. Finalmente, Lorca apunta un factor local, el que es definido en el territorio mismo, dando cuenta así de los conflictos ambientales y sociales que implican la minería del litio en los espacios geográficos.

El desafío de la Estrategia Nacional del Litio es reemplazar el sistema de evaporación por métodos de extracción directa (DLE) que contemplen la reinyección en el salar del agua. “El enfoque principal es corregir el método de explotación para ser más amigables con el medio ambiente, especialmente en términos de uso y derroche del recurso hídrico”- advierte Lorca.

La misma opinión ha expresado Gonzalo Gutiérrez, doctor en Física y académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y asesor de litio y salares del Ministerio de Minería, quien considera que esta forma de extracción es un “método muy intensivo en el uso de agua, produce un gran impacto en el salar como lo han determinado los estudios porque cambia las propiedades hidrogeológicas, cambia el nivel freático del agua, cambian propiedades físico- químicas. Ha tenido impacto también, según algunos estudios, en la flora, en la fauna”.

Sin embargo, Lorca es cauteloso respecto de la tecnología DLE, debido a que “no está comprobada industrialmente, sólo en pilotos, los que consideran instalar tubos en los puntos de mayor concentración del litio, desde donde se extrae. Luego, el resto de la salmuera es reinyectado al salar. Pero, como insisto, no hay antecedentes a escala industrial, por lo que aún no se conocen con certeza sus efectos”.

El método de extracción directa requiere de energía, por lo que el consumo de agua dulce es más grande- destaca Lorca, quien también se pregunta respecto de dónde sacarás esta energía, que serán los combustibles fósiles, lo que contradice el esfuerzo ambiental en torno del litio.

También resalta que en contexto de cambio climático, se requiere mucho más agua dulce para sus procesos, los que son la extracción de la salmuera a través de un tubo en donde están las mayores concentraciones de litio; y luego tener un sistema de membrana que atrape el litio, las que requieren ser lavadas con agua dulce. “Esto requiere energía y agua dulce, lo que muchas veces se traduce en la desposesión del recurso hídrico a las poblaciones locales”- resalta Lorca.

LA EXPERIENCIA DEL SALAR DE ATACAMA

En Chile se sabe muy poco sobre los salares y su explotación. De hecho el Estado no tiene modelos hidrogeológicos desarrollados sobre los mismos salares. Según ha sostenido en un medio de la Universidad de Chile, el físico Gutiérrez, “hoy en los salares ni siquiera existe un modelo hidrogeológico. No sabemos cómo funcionan”.

El Salar de Maricunga es extremadamente vulnerable y no hay estudios independientes recientes, concluyó la Comisión Nacional del Litio, creada durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Los dos únicos informes en la mesa fueron los presentados en los procesos de evaluación ambiental por el grupo Errázuriz y el proyecto Salar Blanco. Frente a ese vacío de información, la experiencia que se tiene con la explotación del Salar de Atacama puede proporcionar un modelo comparativo.

Dorador resalta que la hidrología del Salar de Atacama ha sido investigada, siendo del que más se conoce, lo que permite apreciar el efecto de la intervención minera por décadas operando en la zona.

“Las investigaciones han sido estudiados en base a datos y modelos, que están aún en discusión- comenta la bióloga- y las investigaciones independientes han querido explicar efectos en relación a intervenciones futuras. Sin embargo, no hay modelos únicos para salares, cada uno es un ecosistema particular. Cualquier intervención, como la extracción de agua, puede causar efectos graves. Es el caso del salar de Pedernales, en donde ya hay daños irreversibles”.

Según la investigadora, los efectos ambientales reportados son variados: “desde punto de vista de comunidades indígenas que viven en zona sur del salar, han visto deteriorarse los árboles nativos de la zona por la sequedad y esto se puede relacionar con la extracción excesiva de agua. También hay un juicio en curso contra 3 mineras que afectan las vegas de Tilopozo”.

Además se ha visto afectada la zona sur del salar, en donde están las lagunas La Punta y la Brava y en donde opera la minera Albemarle. “La gran disputa es que las mineras señalan que extraen poca agua dulce, sino que salmuera. Es una diferencia antojadiza, porque el agua es agua. Lo que reportan los artículos publicados que analizaron imágenes satelitales del Salar de Atacama en 20 años, demostrando el aumento de la cobertura espacial de las pozas de evaporación de litio está afectando la cuenca completa del salar. Además se evidenció una disminución de la cobertura vegetacional, aumento de la temperatura del suelo y la baja en la humedad del suelo. Todo esto está relacionado con extracción de salmuera”.

Mauricio Becerra R.

El Ciudadano

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