La muerte de la ex-Concertación:

El fin del partido del orden

En sólo un día cayeron 3 candidatos presidenciales de la ex-Concertación y la que quedó se fue para participar en las primarias del pacto Frente Amplio-PC, pero no fue aceptada. Es un síntoma más del cambio de ciclo histórico. El conglomerado de partidos que administró Chile durante décadas con el discurso de la gobernabilidad y la estabilidad institucional fue junto con la derecha uno de los grandes derrotados de la constituyente. Uno de sus próceres, Heraldo Muñoz, reconoció que “la ex Concertación murió y se enterró hace tiempo”.

No se había disipado la amarga derrota propinada en las urnas el fin de semana, cuando en apenas un día el principal conglomerado de gobierno de la post-dictadura vio bajarse una a una sus opciones presidenciales. En la mañana las caídas se iniciaron con la renuncia de la pre candidatura presidencial de Pablo Vidal, quien acusando la “’izquierdización del Frente Amplio” se había arrimado al viejo árbol de la ex-Concertación meses atrás. A las pocas horas fue el turno Heraldo Muñoz, pre candidato del PPD, ex-Canciller de Michelle Bachelet y principal promotor del TPP-11, quien presionado por la derrota electoral tiró la esponja y anunció su respaldo a la candidata del Partido Socialista, Paula Narváez. Mientras tanto, Ximena Rincón aceptaba las presiones recibidas para bajar su pre candidatura como representante de la Democracia Cristiana (DC), lo que de igual forma no pudo evitar que sus socios de pacto abandonaran el barco concertacionista. Ya durante la noche, el PS y el PPD notificaron que irían a primarias con el Frente Amplio y el Partido Comunista (PC). Al rato se desdijeron, pero de igual forma la DC se quedó sola, quebrándose así un matrimonio de 33 años.

La presencia de la ex-Concertación se redujo a 25 escaños, es decir, un 16% del total. En términos de votos los partidos que fueron en el pacto Unidad Constituyente en su conjunto recibieron un 14,46% de apoyo del electorado

El fin abrupto de la primaria presidencial en la ex-Concertación fue uno de los efectos de la debacle electoral propinada en la elección constituyente. Junto con el gobierno de Piñera, la principal derrotada en la elección constituyente fue la coalición que detentó la mayoría de los gobiernos de la post-dictadura. El pacto que integra al Partido Socialista (PS), la Democracia Cristiana (DC), el Partido Radical (PR), el PPD y el PRO no serán el sector mayoritario de la Convención Constituyente, como se habían acostumbrado durante los decenios de binominalismo en que compartieron el poder legislativo con la derecha.

En la Convención la presencia de la ex-Concertación se redujo a 25 escaños, es decir, un 16% del total. En términos de votos los partidos que fueron en el pacto Unidad Constituyente en su conjunto recibieron un 14,46% (824.812) de apoyo del electorado. La cifra está muy lejos de los 45 proyectados por las encuestadoras y difundidas por la industria mediática, como el diario La Tercera, que le auguraba 44 escaños.

La izquierda de la coalición (si es que se puede llamar a la socialdemocracia de ese modo), será el sector mayoritario. El PS tendrá 15 representantes, en tanto que el PPD sólo consiguió elegir 3, en tanto que la DC, el PR y el PRO, uno cada uno.

Viejas figuras del concertacionismo fueron derrotadas en la elección. Así ocurrió en el distrito 6, en donde el ex-ministro y ex-senador, Carlos Ominami (PPD Independiente); junto al ex subsecretario del Interior de Lagos, Jorge Correa Sutil (DC), tuvieron respaldos de poco más de un 2 por ciento. El mismo Heraldo Muñoz reconoció que “hay un cuestionamiento severo a la clase política. La ex Concertación murió y se enterró hace tiempo y eso ha quedado muy claro en esta elección. La gente quiere cambios y visiones nuevas”.

EL DILEMA DEL PARTIDO SOCIALISTA

Un hecho histórico producido por las elecciones fue el quiebre del pacto estratégico entre el socialismo y la DC, principales partidos aglutinadores y columna vertebral de la ex-Concertación, unidos desde que enfrentaron a Pinochet en el Plebiscito de 1988 y, por sobre todo, compartiendo el poder ejecutivo durante décadas. El PS tenía hasta hace pocas horas la opción de seguir en adelante como uno de los partidos más grandes de la coalición que se hundía o mirar hacia la izquierda y sumarse al pacto entre el Frente Amplio y el PC. En las siguientes horas optó por la sobrevivencia, pero al rato cambió de opinión.

Ya antes la Comisión Política del PS había desechado las primarias sólo con el pacto Unidad Constituyente (ex-Concertación) y el presidente de la colectividad, Álvaro Elizalde, daba las primeras señales de viraje hacia el pacto de izquierda.

Sin embargo, gran parte de la militancia del PS pertenece al partido del orden y habían privilegiado hasta ahora el matrimonio con la ex-Concertación y la defensa del modelo neoliberal. Están en la memoria los codazos de Camilo Escalona al candidato radical José Antonio Gómez, porque quiso ir a primarias para competir contra Eduardo Frei (DC); o ya más reciente, el apoyo explícito del senador José Miguel Insulza a la represión de los estudiantes que se saltaron los torniquetes e iniciaron el Octubre de 2019. Al mismo tiempo, el PS fue uno de los partidos claves en mantener la institucionalidad económica heredada de la dictadura, lo que se expresó de forma contundente en los gobiernos de sus militantes, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, dedicados a administrar y perfeccionar la obra de Pinochet.

En horas de la mañana del miércoles posterior a las elecciones, las palabras de Daniel Jadue, precandidato presidencial comunista, fueron elocuentes en delimitar quienes eran bienvenidos en el pacto: “Si bien la invitación sigue siendo abierta, créame que no puedo imaginarme una primaria con Heraldo (Muñoz) y con Ximena. Paula ha sido muy respetuosa, el PS ha sido muy respetuoso. Ese pacto sería una pésima señal para Chile”.

La principal aludida, la nominada por Bachelet, Paula Narváez, ya había afirmado en las horas previas que “nosotros hemos planteado desde siempre unas primarias lo más amplias posibles” y luego agregó la necesidad de una “máxima unidad de las oposiciones”.

Narváez hubiera llegado a la alianza de izquierda como la candidata del PPD, el PS y el partido de Vidal (Nuevo Trato), ampliando la base electoral de apoyo de quien será nominado como abanderado del pacto. Sin embargo, pese a la unción dada a su postulación por la ex presidenta Bachelet, su opción presidencial no ha prendido, siendo una completa desconocida para la ciudadanía, teniendo además un magro desempeño en las encuestas, las que le otorgan apenas un 2% de apoyo.

La llegada del PS y el PPD al pacto FA-PC no es una visita grata al nuevo conglomerado político. No contribuye mucho a la imagen proyectada por la alianza de izquierda de separar aguas de la vieja política, fotografía en la cual los socialistas han aparecido sonrientes. Los desdibujaría ante la ciudadanía el tener que hacer campaña al lado de los representantes de la vieja política. Esto explica la reticencia del pacto de izquierda a ir en una lista parlamentaria en conjunto con el PS y PPD, lo que se mantendría bajo cuerdas separadas. En cambio, para el socialismo sumarse al pacto de izquierda además de reconectarlos con una vieja tradición de la época de la Unidad Popular, era la opción más viable para su sobrevivencia.

LA DEBACLE ELECTORAL DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA

Si el panorama se presenta complejo para el PS-PPD, para sus históricos socios de la DC el resultado de la elección convencional fue desolador. El que fuera el partido más grande de la Concertación y cuyas figuras son las más reconocidas militantes del partido del orden fue el gran derrotado junto al presidente en las elecciones. La Democracia Cristiana (DC) sacó apenas un constituyente, Fuad Chahin, presidente de la falange hasta pocas horas después de la elección, cuando se vio obligado a renunciar al cargo.

El partido de la flecha roja quedó así sin candidata y sin primarias, aferrándose a la carta de la presidenta del Senado, Yasna Provoste, fiel representante del partido del orden, quien en las siguientes semanas veremos como será colocada como gran favorita por las encuestadoras aterradas con en avance de la izquierda

El magro resultado de apenas un 3,65% del total de votos que recibieron los 48 candidatos de la DC fue una señal que se sumó al escaso apoyo en las encuestas de la que fuera su candidata presidencial, la senadora Ximena Rincón, quien fue presionada a renunciar a su postulación por senadores del mismo partido aterrados porque su candidatura con despierta gran respaldo.

El abandono de la primaria presidencial de parte de sus socios de pacto dejó a la DC sola en la vieja casona de la ex-Concertación con la misión de cerrar la puerta por fuera. De este modo, la DC no inscribirá candidatura del partido en las primarias de la oposición (de hacerlo hubiese concurrido sola). El partido de la flecha roja quedó así sin candidata y sin primarias, aferrándose a la carta de la presidenta del Senado, Yasna Provoste, fiel representante del partido del orden, quien en las siguientes semanas veremos como será colocada como gran favorita por las encuestadoras aterradas con en avance de la izquierda. La fábrica de sondeos por encargo cuyo principal cliente es Piñera, Cadem, ya colocó en semanas recientes a Provoste como la política mejor evaluada del país.

La catástrofe electoral demócratacristiana fue el resultado de la política tomada por Chahin en la conducción del partido, cuya estrategia ha sido distanciarse de la izquierda y negociar en secreto con el gobierno el apoyo de proyectos puntuales. Pero por sobre todo ha sido la distancia con las multitudes que hoy tienen a la DC en fase terminal, debido a su incapacidad de leer a la sociedad chilena de las últimas décadas y las demandas que emergieron tras el estallido social. La miopía de la falange se evidenció el día después de su derrota electoral, cuando tenían todo preparado para proclamar a Ximena Rincón, debido a que los cálculos que hasta ahora habían funcionado para pasar máquina en las elecciones, hecha funcionar en las primarias de los candidatos de la coalición a la constituyente, les hicieron creer que ganarían aplicando la calculadora electoral de Chahin y movilizando sus viejos votantes.

Si desde fines de la dictadura y la primera década del periodo posterior, la DC fue el principal partido político (en 1989 llegaron a tener 38 diputados y 1,8 millones de votos), la historia les está pasando encima. Además de su nula presencia en organizaciones sociales, estudiantiles y otros colectivos, su adherentes en las elecciones no van sino a la baja. Tal vez se están muriendo quienes adulaban el sol de su juventud, quienes ya en la senectud no encantan a ningún electorado ni renuevan los cuadros del partido. Quien sabe. Lo cierto es que desde las elecciones de 2001 sólo pierden electores, tendencia refrendada en las últimas presidenciales, en las que optaron por llevar una candidata propia, Carolina Goic, por fuera del pacto con sus tradicionales socios, logrando reunir apenas 387.780 votos, es decir, apenas un 5,88 % del electorado de esa elección.

Por fuera de la DC, quienes fueron activos militantes y ejercieron importantes cargos en las administraciones concertacionistas tampoco recibieron el apoyo del electorado. Fue el caso del ex-ministro de Aylwin, René Cortázar, quien fue el candidato que recibió más aportes de privados ($141 millones), puestos por el grupo naviero Von Appen, la administradora de fondos Moneda Asset (que manejó el fideicomiso ciego de Piñera) y de gerentes de AFPs, del retail y de la banca. Cortázar, quien censuró programas de reportajes y despidió periodistas incómodos cuando fue presidente de TVN, apenas obtuvo el 1,55% de los votos en el Distrito 8 (Maipú, Estación Central, Quilicura, Pudahuel). Otro personaje DC que mordió la derrota fue la ex-ministra de Educación, Mariana Aylwin, quien encabezando una lista de independientes de cuño conservador perdió en el distrito 11, alcanzando un magro 2,78%. La señal fue fatídica para el viejo partido del orden: fueron derrotados la hija del presidente que condujo la post-dictadura y uno de sus ministros. Cortázar y Aylwin son fieles representantes del partido del orden, siendo entrevistados habituales de los medios, que los consultan en calidad de representantes de un sector de ex-demócratacristianos, cuyo peso electoral es de unos fantasmas.

De la misma forma como el resultado electoral selló la suerte definitiva del neoliberalismo, en la caída también son arrastrados los principales partidos políticos que administraron la post-dictadura. Es el fin de la ex-Concertación y el descalabro de la derecha neoliberal conservadora (RN-UDI). La llamada democracia de los acuerdos (tras bambalinas cierto), convocatoria repetida como mantra durante el periodo llega a su fin, arrastrando consigo al más grande partido que articuló y administró la transición. El partido de la flecha roja se quedó solo cerrando el boliche de la ex-Concertación. No tiene con quien ir a primarias presidenciales y corre el riesgo de no tener aliados de pacto en las próximas parlamentarias, lo que reduce fuertemente sus posibilidades de tener algún congresista. Es decir, todo indica que el ciclo político en curso que reemplazará inevitablemente la constitución de Pinochet e inicia el desmantelamiento del modelo neoliberal, trae como bonus track el fin de la Democracia Cristiana

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Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

LEA ADEMÁS: El gobierno de Piñera en el suelo o el fin del neoliberalismo (I)

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