Crimen e inseguridad en América Latina, la mirada de expertos

Un reciente libro que integra el análisis de criminólogos, abogados y sociólogos da nuevas luces para entender el fenómeno de la inseguridad social, cuyas soluciones distan mucho de la manoseada ‘mano dura’ o endurecer las penas


Un reciente libro que integra el análisis de criminólogos, abogados y sociólogos da nuevas luces para entender el fenómeno de la inseguridad social, cuyas soluciones distan mucho de la manoseada ‘mano dura’ o endurecer las penas.

Pese a que desde que Sebastián Piñera se sentó en La Moneda, los canales de televisión lentamente dejan de abrir los noticiarios con el último asalto a una panadería de barrio o el alunizaje en alguna tienda deportiva, el problema de la delincuencia e inseguridad sigue siendo un dolor de cabezas para nuestras sociedades.

Y no es sólo por la descomposición del tejido social que la delincuencia conlleva, sino que también el tema ha demostrado ser un poderoso caballo de batalla para asediar a los gobiernos y trampolín para caudillismos políticos de soluciones fáciles.

Para entregar más antecedentes a esta discusión, la socióloga y directora del Programa Seguridad y Ciudadanía de Flacso, Lucía Dammert (en la fotografía), editó el libro Crimen e inseguridad. Políticas, temas y problemas en las Américas (Catalonia), un esfuerzo que busca aportar respecto de la violencia e inseguridad con una conversación “más informada de la perspectiva teórico conceptual, así como de las iniciativas de política más relevantes con sus éxitos y sus fracasos”- según señala Damert.

“La inseguridad es uno de los principales problemas que enfrenta América Latina hoy. El aumento del uso de la violencia, la cotidianeidad de los delitos y la percepción de carencia de protección son algunos de los hechos que atraviesan la región y preocupan a sus ciudadanos”- parte reflexionando el texto, que integra una colección de artículos sobre el crimen, ley y gobernabilidad del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida, lo que permite “una mirada comparada entre América Latina y los Estados Unidos que permite establecer algunos rasgos transversales sobre las perspectivas y acciones desarrolladas para enfrentar la violencia, la inseguridad y el crimen en el hemisferio”.

Dammert se incluye en el texto con un análisis de la función policial, el que señala como “un indicador de la calidad del proceso democrático así como del proceso modernizador del Estado”. Para ello revisa la división de labores entre militares y policías, el abuso de la fuerza, accountability y transparencia, y las recientes estrategias de policías comunitarias.

En otro texto rubricado por la editora, que analiza globalmente el fenómeno de la violencia, el crimen y la inseguridad como desafíos para la región, destaca que “la preocupación por la inseguridad puede potenciar el renacimiento de discursos autoritarios, así como generar supuestas justificaciones para la segregación y exclusión  social”.

También destacan en el libro el artículo de Ricardo Salvatore y Máximo Sozzo que revisa la Criminología moderna en América Latina y EEUU entre 1880 y 1940; y el de Christopher   Birkbeck, que compara los establecimientos penales de EUU y Latinoamérica.

La publicación no deja de lado las recientes reformas a la justicia procesal penal y la justicia criminal en el continente, en interesantes exposiciones de los abogados Mauricio Duce y Luis Pasara.

Otros artículos dan cuenta de experiencias y problemáticas de países latinoamericanos, como uno referido al proceso mexicano en el que adquieren relevancia los orígenes políticos y económicos de la violencia en dicho contexto; otro dedicado a las instituciones policiales en Argentina y a la sociedad civil organizada en el marco de un gobierno de tipo federal.

Dammert ha entregado en diversas ocasiones sus opiniones a El Ciudadano, sobre todo referidas a las continuas demandas de más mano dura o las ofertas de campaña de aumentar el contingente policial. Frente al tema de abrir más cárceles y endurecer las penas, nos ha señalado que “las políticas debe ser repensadas, porque los estudios señalan hace tiempo que no es solución al problema de la delincuencia meter más y más gente presa. En vez de rehabilitarlos, se termina por generar una hipersocialización en un ambiente de criminalidad de muchas personas que delinquieron”.

El Ciudadano

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