Food Inc: «Si todos comiéramos como estadounidenses, necesitaríamos 5 planetas Tierra»

Uno de los asuntos más importantes de esta historia es cómo dejamos sin empleo a la gente en un país y luego la usamos para que se vuelva parte de la maquinaria industrial de otro, dice el realizador Robert Kenner postulado a un Óscar por su documental «Food Inc»

Uno de los asuntos más importantes de esta historia es cómo dejamos sin empleo a la gente en un país y luego la usamos para que se vuelva parte de la maquinaria industrial de otro, dice el realizador Robert Kenner postulado a un Óscar por su documental «Food Inc».

Hoy, la gente no sabe de dónde proviene lo que está en su plato, quién lo cosechó, en qué condiciones se crió. Y las grandes empresas que dominan la industria alimentaria hacen todo para que no se entere. El documental Food Inc (2008) abre las puertas de la cocina para mostrar cómo se elaboran los alimentos que buena parte de la humanidad come. La cinta, postulada al Óscar como mejor documental, retrata una industria alimentaria dominada por pocas empresas, regida por la lógica de la mayor ganancia y no la calidad, y en la cual se abusa por igual de los trabajadores, los animales y el ambiente.

Si bien Food Inc (www.foodincmovie.com), que llegó a ser el devedé más vendido en Amazon de Estados Unidos, está centrado en ese país, es algo que concierne al mundo entero. «Es sobre unas cuantas corporaciones que controlan el sistema alimentario. No les importan las fronteras o los países, son capaces de influenciar a gobiernos de todo el mundo». A final de cuentas «están más interesados en sus ganancias que en los consumidores», dijo el director Robert Kenner en videoconferencia.

También muestra el efecto de una industria en la que se conecta el abandono del campo en países como México con la migración y la explotación laboral en Estados Unidos. “Fui a la Universidad Estatal de Iowa, una universidad agrícola, les pregunté qué era lo más importante para ser granjero, y seis estudiantes güeritos me dijeron: ‘aprender a hablar español’”, dijo Kenner. «Para mí, uno de los asuntos más importantes de esta historia es cómo dejamos sin empleo a la gente en un país y luego la usamos para que se vuelva parte de la maquinaria industrial en otro lugar.»

Explicó: «Este sistema depende de mano de obra que no puede defender sus derechos. Estos empleos son muy peligrosos, muy mal pagados, y la gente con derechos no los quiere. Muchos de estos trabajadores fueron campesinos (en México) que (cuando se puso en marcha el TLCAN) ya no pudieron subsistir porque no podían competir con los bajos precios del maíz y la soya subsidiados en Estados Unidos. No pueden trabajar en su país y tienen que venir a Estados Unidos a tomar estos muy peligrosos empleos (se refiere a la industria carnícola). Estos trabajadores pagan el precio, no las compañías que se benefician de su trabajo».

Por donde se la vea, la cinta podría ser catalogada de terror: el trato de criminales que reciben los pequeños granjeros que se rebelan a los dictados de las multinacionales y los trabajadores inmigrantes; el maltrato a los animales; el deterioro del ambiente; los efectos en la salud de los consumidores, y la aparente omnipotencia de las grandes empresas.

Kenner recordó que Michael Pollan, autor de The Omnivore’s Dilemma: A Natural History of Four Meals (El dilema del omnívoro: historia natural de cuatro alimentos), dice en la cinta: «La misma cosa que causa obesidad y diabetes en Estados Unidos causa hambruna en otras partes del mundo porque estamos subsidiando el maíz y la soya. Bajamos el precio y dejamos sin subsistencia a los agricultores del tercer mundo y hacemos que los estadunidenses sean obesos al darles comida que ya se probó que no es sana».

Y peor: ahora la primera causa de muerte en México es la diabetes.

Además de Pollan, en la cinta también es un referente Eric Schlosser, autor de Fast Food Nation, obra fundamental sobre estos temas.

En Food Inc también se habla sobre las patentes a las semillas y los transgénicos. Pone especial énfasis en las condiciones en que se crían pollos, cerdos y vacas. Y llega a la conclusión de que la comida barata tiene muy altos costos ocultos.

Continuó: «Si toda la gente del mundo come como los estadunidenses, necesitamos cinco planetas para mantenernos».

El director dijo que ve con optimismo la administración de Barack Obama: «Los estándares de lo orgánico son más sólidos, se discuten demandas legales contra grandes corporaciones, mejora el etiquetado para que la gente sepa qué está comiendo, y Michele Obama plantó un jardín orgánico». Pero «aún nos enfrentamos a poderosas corporaciones. Los cambios vendrán muy lentamente».

COSTO DE LA DIABETES

Siguió: «Obama habla sobre una reforma al sistema de salud, pero no podremos costearnos esta reforma hasta que arreglemos el sistema alimentario», debido al costo enorme de los enfermos de diabetes y males relacionados con la alimentación.

Opinó que un país como México debe luchar por la soberanía alimentaria y recordó que se asombró de la maravilla de alimentos en Oaxaca, donde estuvo invitado por la gira de documentales Ambulante, hace un par de meses.

«¿Cómo desarrolla sistemas regionales y locales en todo el mundo que no estén enfrentados a los alimentos subsidiados de otros países?», planteó.

«Tengo esperanza en que hay un creciente movimiento alimentario que enfrentará estas corporaciones, y en que habrá consumidores que tengan el poder de cambiar el sistema», concluyó.

Por Tania Molina Ramírez

Periódico La Jornada

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones