Luego de RIO+20 el mundo sigue en peligro

Presidentes, funcionarios de la ONU y representantes de los pueblos coincidieron en que la Cumbre fue un fracaso e insuficiente para abordar los temas de defensa y promoción medioambiental

Presidentes, funcionarios de la ONU y representantes de los pueblos coincidieron en que la Cumbre fue un fracaso e insuficiente para abordar los temas de defensa y promoción medioambiental.. Hubo fuerte cuestionamiento a la tesis de las “economías verdes” que levantan los neoliberales. Este tema se seguirá abordando en cumbre de jefes de Estado en enero, en Chile.

(Río de Janeiro. Brasil) Esta ciudad, sede de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable y la Cumbre de los Pueblos, realizadas entre el 15 y el 22 de junio- se presenta como el escenario ideal para analizar las contradicciones derivadas del desarrollo del capitalismo mundial.

La “ciudad maravillosa”, es con seguridad uno de esos espacios exotizados en que supuestamente conviven de forma armoniosa la exuberante naturaleza, el desarrollo urbano, el capital y el carnaval, donde las playas y las favelas son parte del contraste del circuito turístico con el de la desigualdad.

En esta ciudad, hace 20 años, se desarrolló la primera gran cumbre sobre Medio Ambiente, fue Eco 92’ donde surgió el concepto de “desarrollo sustentable” bajo el cual se estableció la Agenda 21, desde donde se iniciaron las campañas contra la desertificación, las propuestas de combate al cambio climático y las bases de la discusión que terminarían con el Protocolo de Kyoto suscrito en 1997 por casi todo el mundo, menos Estados Unidos.

De esta forma, Río+20 aspiraba a transformarse -bajo el criticado concepto de “economía verde”- en la continuación y profundización de los acuerdos mundiales sobre protección al medioambiente. Sin embargo, terminó siendo -como reconocieron todos sus participantes- nada más que el “punto de partida” hacia la definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que reemplazarán a los Objetivos del Milenio desde el 2015.

En paralelo se desarrolló la Cumbre de los Pueblos, espacio disidente y de resistencia en el que se reunieron organizaciones sociales, culturales, comunitarias y de la sociedad civil, quienes evaluaron como un rotundo fracaso el evento de la ONU, y quienes alertaron sobre las intenciones de las grandes corporaciones, en complicidad con los gobiernos, de volver rentable la protección del medioambiente, es decir, la consolidación de un “capitalismo pintado de verde”.

Esto continuará. La discusión sobre la relación desarrollo y medioambiente será uno de los principales temas de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea a realizarse el 26 y 27 de enero de 2013 en Santiago. Reunión presentada como una alianza estrategia para el desarrollo sustentable, y a la que los países europeos llegarán ofreciendo cielo a cambio de tierra.

¿CUÁL ES EL FUTURO QUE QUEREMOS?

Sin respuestas terminó Río+20. Quizás lo único claro es lo diferente de las propuestas y la dificultad para llegar al consenso que buscaban las potencias mundiales en torno al “progresista” concepto de economía verde. Finalmente, el documento reconoce, con sumo cuidado, que “existen diferentes abordajes para cada país, según sus circunstancias y prioridades nacionales, para alcanzar el desarrollo sostenible”. De todas formas, en el texto se alienta la aplicación de políticas de “economía verde”, reconociendo que cada Estado tiene la soberanía sobre sus recursos, y que deben tender a un desarrollo equilibrado considerando los tres pilares que han definido como fundamentales: económico, social y ambiental.

Si bien se incluyó en el texto la necesidad de que el desarrollo sustentable tenga como objetivo la erradicación de la pobreza, y otras declaraciones de carácter político, no se avanzó en las propuestas discutidas con anterioridad. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) no logró convertirse en una agencia especializada, y tampoco fue aceptado el fondo adicional de 30 mil millones de dólares anuales propuesto por los países más pobres.

Aun así, Sha Zukang, secretario general de la Conferencia, a la que asistieron cerca de 50 mil personas en el espacio de convenciones Ríocentro, evaluó el evento como un éxito. “La conferencia fue una conquista importante, estableciendo 705 compromisos voluntarios entre gobiernos, ONGs y mayor groups, incluyendo 500 empresas, industrias, universidades, entre otros. Fueron firmados 50 acuerdos entre gobiernos, 72 entre el sistema ONU y las ONGs, 226 entre las empresas y la industria, y otros 243 entre universidades y escuelas de todo el mundo”, señaló el diplomático chino.

Éxito también fue la palabra usada por Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, luego que, como trascendiera en la prensa, la anfitriona mandataria brasilera, Dilma Rousseff, le pidiera apoyo y no críticas en cuanto a los resultados del evento, el que no tuvo incidentes que lamentar y que sirvió como preparación en términos logísticos para la visita del Papa Benedicto XVI en 2013 y el campeonato mundial de fútbol en 2014.

AMÉRICA LATINA EN DISPUTA

Alta notoriedad y expectación tuvieron los discursos de los mandatarios latinoamericanos. Sin duda sus diferencias muestran la diversidad de planteamientos, pero también reflejan que las luchas por la justicia ambiental dejaron de ser una disputa Norte-Sur. En los países de América Latina existen corporaciones transnacionales que influyen en el diseño de las políticas públicas sobre medio ambiente, bien se sabe en Chile y quedó claro en Paraguay.

De un lado, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia reclamó la nacionalización de los recursos naturales. Evo Morales comenzó parafraseando el famoso discurso de Fidel Castro en Río 92’, “acaben el hambre no al hombre”, para lanzarse directo contra el ambientalismo rentable que pregonan empresas y gobiernos. “El ambientalismo al medir la utilidad de la naturaleza en dinero, coloniza la misma naturaleza, nos convierte la fuente de vida de todas las generaciones en un bien privado”, dijo el Mandatario boliviano ante sus pares.

El presidente Sebastián Piñera, quien representó el sector político que gusta de la total apertura económica, como sus aliados del Pacífico (México, Colombia y Perú), indicó que “el desarrollo del futuro es sustentable, o simplemente no será”.

Caso aparte fue el de Pepe Mujica, jefe de Estado de Uruguay. Incomodó a muchos de los presentes cuando dijo con profunda franqueza: “¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada?, ¿hasta dónde llega nuestra fraternidad?”. Es que Mujica lo tiene claro, la crisis económica mundial “no es ecológica, es política”. Aseguró que es hora de luchar por otra cultura, una que se aleje de la sociedad de mercado creada por la economía globalizada, donde “pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea más y más”.

Con propuestas concretas se presentó el presidente ecuatoriano Rafael Correa: incluir la cultura como cuarto pilar fundamental, promover el paradigma del “buen vivir”, impulsar la Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza, y el compromiso a no explotar el yacimiento de petróleo Yasuní ITT a cambio de recursos para el desarrollo de la comunidad cercana.

RÍO+20 CON EL G-20 EN LA SOMBRA

Las negociaciones respecto al documento final que suscribieron 193 países, denominado “El futuro que queremos”, se extendieron hasta un día antes de la inauguración de la Conferencia en que más de 50 mandatarios expresaron sus mejores intenciones para salvar el planeta Tierra. Sin embargo, ya estaba todo definido. El documento había sido enviado a Los Cabos (México) para que las potencias mundiales reunidas en el G-20 lo aprobaran o rechazaran.

Como se había anunciado, en Río+20 se notaron las ausencias de Barack Obama (Estados Unidos), James Cameron (Reino Unido) y Ángela Merkel (Alemania). Pese a que estos se encargaron de aclarar que era una cita de la mayor importancia, el evento perdió peso con esas faltas que, por lo demás, reflejaron una falta de compromiso con las enormes tares de protección del Medio Ambiente.

Los números son claros: el PIB de los Estados representados en Río+20 no superó el 45% del PIB mundial, a diferencia del 70% representado en Eco ‘92. Las connotadas ausencias se interpretaron como falta de compromiso por parte de quienes intentan resolver la recesión económica del primer mundo y esto derivó en un documento sin fuerza, avances concretos ni definiciones -buenas o malas – del desarrollo futuro.

Un texto con “falta de ambición”, como dijo el mismo secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que quedaría traducido en los 283 párrafos que componen “El futuro que queremos”, texto que también el presidente francés Françoise Hollande calificó de “insuficiente”, pero que servirá de “punto de partida”. Igual discurso adoptaron la anfitriona Dilma Rousseff y el secretario general de la Conferencia, Sha Zukang, ante el inminente fracaso de la cita mundial.

LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS: CONTRA LA MERCANTILIZACIÓN DE LA VIDA

Paralelamente al evento oficial Río+20 se desarrolló el encuentro de organizaciones comunitarias, activistas ambientales, representantes de ONG’s, principalmente de Brasil, y de diversos países que llegaron a debatir sobre las propuestas que se discutían en Río+20. Una semana de más de 1.000 actividades en las numerosas carpas y stands que visitaron unas 30 mil personas diariamente, según los organizadores. La Cumbre que llegó a su clímax durante la movilización del 20 de junio, a la que asistieron más de 80 mil personas para protestar en las principales avenidas de Río de Janeiro contra la mercantilización de la vida.

Cinco temas transversales fueron definidos como prioritarios y trabajados en plenarias y asambleas abiertas para generar una declaración que representara la respuesta de los pueblos. Derechos y justicia social, libertad de expresión, soberanía alimentaria, contra la mercantilización y los agro negocios, degradación ambiental y explotación laboral fueron temas fundamentales a discutir en cada una de las mesas.

Mientras Dilma Rousseff buscaba un acuerdo que dejara tranquilos a los anfitriones y representantes de la ONU, el ministro de Desarrollo Agrario de Brasil, Pepe Vargas, participaba en la Arena Socioambiental, planteando un discurso contra las políticas neoliberales y a favor de una mayor participación de los Estados en estas materias. “Afirmación de las políticas públicas, afirmación del Estado, de un Estado democratizante, un Estado que permita que la sociedad se organice, que participe del diseño y evaluación de las políticas públicas”, defendió Vargas.

En otra plenaria participaba el reconocido teólogo de la liberación, Leonardo Boff, donde señaló su rechazo al desarrollo denominado sustentable, ya que en su opinión produce más injusticias y más degradación de la naturaleza. «Tenemos que abandonar ese concepto y seguir. Hay que implementar en la Tierra un modo sustentable de vida, centrado en la humanidad del planeta y la economía como la estructura de ese proyecto”, plantea Boff, quien además dice: «Yo estoy feliz de que la crisis llegó al corazón del imperio, a Grecia, a Italia, a España, de a poco está llegando a Alemania, ha destruido los Estados Unidos. La humanidad está en riesgo, pero las alternativas existen, la economía del bien vivir, la economía solidaria».

Héctor Moncayo, vocero de Recalca (Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio) considera que la Cumbre de los Pueblos cumplió con su objetivo, mostrar una cara disidente a la de los gobiernos, sin embargo, critica la no decisión de adelantarse a los procesos y la dependencia de los debates respecto a lo que sucedía en la Conferencia. “Yo tendría algunas cosas que lamentar, me parece que falta profundidad, que el mecanismo que se adoptó lleva a privilegiar la declaración política, la posición sobre el análisis, entonces eso le hace perder peso al debate» dijo el también representante de la Alianza Social Continental.

Moncayo agrega que si bien los representantes oficiales de los países han señalado que serán consideradas las conclusiones de la Cumbre de los Pueblos en posteriores debates, “nadie nos ha preguntado qué opinamos de las conclusiones de ellos».

Para Ivanir dos Santos, vocero de la Comisión de Combate a la Tolerancia Religiosa en Brasil se mostró bastante optimista respecto a la Cumbre, sin embargo es autocrítico “no es mucha la influencia que hacemos desde acá», planteando que si bien son muchos los movimientos sociales y populares, “las personas deben aumentar cada vez más, aumentar las posibilidades de articulación”.

En la Cumbre se destacó la numerosa presencia de integrantes de la organización mundial Vía Campesina quienes promueven principalmente la soberanía alimentaria y la agricultura familiar. Además, se destacaron quienes protestan en Brasil contra el proyecto hidroeléctrico Belo Monte (su propio Hidroaysén). Todos rechazaron el concepto “economía verde” porque buscaría rescatar a los países en crisis mediante la negociación de activos ambientales en las bolsas de valores, estableciendo títulos de propiedad sobre bienes comunes como los bosques y el agua.

Graciela Rodríguez, del comité que organizó la Cumbre de los Pueblos insiste en el fracaso de Río+20, principalmente porque el documento final no está referido a un marco de derechos humanos, y porque deja la agenda en manos de la iniciativa privada ante la ausencia de políticas públicas. Más que sorprendida, porque se podían prever los resultados del evento señala, se encuentra decepcionada. “Es lamentable que se inviertan tantos recursos para traer a más de 100 presidentes y se obtengan resultados inexpresivos”. La socióloga resaltó el éxito de la Cumbre de los Pueblos realizada en el Aterro de Flamengo, extenso parque cercano al centro histórico de Río de Janeiro, de donde surge otro documento en que se propone una agenda paralela para las organizaciones comunitarias, principalmente buscando aumentar la articulación entre éstas.

“Regresemos a nuestros territorios, regiones, países, animados para construir las convergencias necesarias para seguir en lucha, resistiendo y avanzando contra el sistema capitalista y sus viejas y renovadas formas de reproducción”, finaliza el documento.

Por Cristian Pacheco

El Ciudadano

Publicado en El Ciudadano 128, primera quincena julio 2012

 

 

 

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