Valle de Aconcagua en pie de guerra contra embalse Puntilla del Viento

La comunidad Arriba Aconcagua, que agrupa a más de 30 juntas de vecinos y comunidades mapuche del sector, lleva más de tres años luchando contra la construcción del embalse Puntilla del Viento, que desplazará a más de 600 familias y atentará contra el entorno natural de la cuenca del río Aconcagua

Valle de Aconcagua en pie de guerra contra embalse Puntilla del Viento

Autor: Wari

La comunidad Arriba Aconcagua, que agrupa a más de 30 juntas de vecinos y comunidades mapuche del sector, lleva más de tres años luchando contra la construcción del embalse Puntilla del Viento, que desplazará a más de 600 familias y atentará contra el entorno natural de la cuenca del río Aconcagua. El proyecto, que desde diciembre de 2006 está en Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Seia), en la Conama de Valparaíso, pronto tendrá resultados ya que para el 27 de agosto próximo (ahora se extendió hasta el 14 de octubre de 2010) está programado el cese de los plazos de evaluación.

Enclavada a más de 12 kilómetros de la ciudad de Los Andes hacia la Cordillera, vive la familia de Juan Calquín Lemún. Por más de 300 años, sus antepasados han habitado el sector de Primera Quebrada, en las faldas del río Aconcagua, principal afluente de los valles de la Región de Valparaíso.

Desde hace tres años su vida se ha visto alterada, tras el interés del Ministro de Obras Públicas (MOP) en instalar, a pocos metros de su casa, un embalse con capacidad de 85 millones de metros cúbicos de agua y que abarcará más de 450 hectáreas de superficie inundada. El proyecto, llamado Puntilla del Viento, pretende favorecer productivamente la 1ª y 2ª sección de riego del río Aconcagua que incluye a las comunas de Catemu, Panquehue, San Felipe, Santa María, San Esteban, Rinconada, Los Andes y Calle Larga.

Sin embargo, el impacto por su instalación hará que más de 600 familias -incluída la de Juan Calquín- tengan que abandonar sus territorios. A su vez, implicará la desaparición de once sitios arqueológicos, la pérdida de la vegetación y suelos, y el desvío de la ruta internacional CH-60.

Juan y los muchos comuneros y vecinos que se verán afectados por la aprobación del embalse están indignados por la desprotección que sienten de las autoridades, quienes minimizan los efectos que tienen su desplazamiento y la destrucción de su hábitat. “Aquí han venido muchos técnicos y autoridades del MOP a indicarnos que nos darán nuevos terrenos y sobre los beneficios que tendremos para nuestras cosechas con la construcción del embalse. Nosotros no somos tontos y sabemos que hay muchos intereses económicos detrás de todo esto y por sobre todo de Codelco Andina, quienes son los más beneficiados con el embalse”.

LAS BASES DEL PROYECTO

Según el informe del Ministerio de Obras Públicas, entregado a la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) de Valparaíso, la construcción del embalse tiene como fin “mejorar la seguridad de riesgo de la zona”. Dentro de los fundamentos del proyecto, el MOP señala que dado los fenómenos climáticos, más la alta producción frutícola y minera de la zona, “hacen necesario la construcción del embalse”.

Para su construcción, al proyecto se le ha destinado una inversión de 115 millones de dólares, los que ya fueron aprobados por la Contraloría General de la República y solo resta esperar la resolución del Seia.

A su vez, dentro de su plan de mitigación, el informe presenta una serie de medidas tendientes a “aminorar, restaurar y compensar los impactos provocados por la construcción y operación de las obras”. Entre éstas se cuenta un “Plan de Mejoramiento Social, que incluye un programa de relocalización de las familias a dos nuevos villorrios, con apoyo psicológico y de adaptación en el proceso de expropiación de los terrenos, generación de nuevas fuentes laborales” y, por sobre todo, “un plan de desarrollo cultural que promueva la reidentificación territorial y reintegración de las familias como comunidad”.

COMUNIDADES Y SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Para el lonko Miguel Antilef la situación se pondrá muy seria si aprueban el proyecto, ya que la comunidad completa de Arriba Aconcagua no dará un pie atrás en la lucha contra el embalse. “Para nosotros, en especial para nuestra gente mapuche, esto no nos hará aminorarnos frente a las autoridades chilenas, quienes quieren nuestras tierras ancestrales para lucrar con intereses privados en desmedro de nosotros. Si es aprobado el proyecto nos iremos a la lucha al igual que nuestros hermanos en el sur. ¡Pelearemos por nuestras tierras!”, aseguró.

La misma postura muestra María Enriqueta Morales, quien llegó a la zona a mediados de los años ochenta en busca de un lugar apacible y acogedor en la precordillera de Los Andes. “Aquí ninguna autoridad se ha preocupado por el valor emocional y el cariño que le tenemos a esta tierra. Sabemos que es importante contar con el agua para nuestros cultivos y consumo básico, pero no a cualquier costo. Hemos alzado nuestras voces en contra de este proyecto y tenemos la confianza que será rechazado una vez más por el grave impacto que tendrá en la gente, nuestro entorno natural y el valor patrimonial que hay aquí”.

Y es este último punto el que Morales dice que es lo que hace que el proyecto de construcción esté todavía en evaluación. En la zona existe un centenar de rocas (ver fotografía) que contienen petroglifos mapuches (Kuifique Puwirin), los que con el embalse quedarán bajo el agua. Tanto en el Consejo de Monumentos Nacionales como en la Municipalidad de Los Andes desean que estos sitios arqueológicos sean protegidos, sin embargo, todo está sujeto a la resolución del estudio de impacto ambiental.

Para las autoridades locales, tanto para los municipios afectados como para la gobernación provincial y parlamentarios de la zona, el tema aún no es debatible ya que se encuentra en proceso de estudio. Según la última resolución de la Conama de Valparaíso, el 27 de agosto (ahora será el 14 de octubre de 2010) habrá novedades sobre la evaluación de impacto ambiental del proyecto y se podrá entrar en debate. Un debate que para los mapuche de la zona no tiene sentido puesto que desde su cosmovisión no hay nada que debatir.

Por Claudia Pedreros Saá

El Ciudadano N°86, segunda quincena agosto 2010


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