El garrote de Rusia y China contra EE. UU.

Los sistemas antiaéreos de defensa rusos S-400, en Turquía y el aviso de China de sancionar a las empresas de norteamericanas que le vendan armas a Taiwán, constituyen dos golpes de garrote contra los intereses geopolíticos de Washington

El arribo a Turquía de los sistemas antiaéreos de defensa rusos S-400, y el aviso de China de sancionar a las empresas norteamericanas que le vendan armas a Taiwán constituyen dos golpes de garrote contra los intereses geopolíticos de Washington. Medio Oriente y Asia se convierten en arenas movedizas para la presencia cada vez más residual de los Estados Unidos (EE. UU.).

EE. UU. no tuvo que poner la otra mejilla, ambas fueron golpeadas simultáneamente por Rusia y China. Por un lado, los sistemas de defensa antiaéreos rusos S-400 arriban a Turquía tal cual lo planificado, pese a las ingentes amenazas de Washington.

Las fortalezas y ventajas del armamento ruso, sumado a un precio mucho más conveniente, resultó en un ejercicio lógico-matemático de muy fácil resolución para Turquía: los números cierran por todos lados, desde donde se mire, y se convirtieron en sus razones para cerrar el asunto.

«Aquí no hay un problema económico, hay un problema político de primer orden»

Eduardo Luque, Analista Internacional

En este sentido, el analista internacional Eduardo Luque insiste en que «los sistemas de misiles norteamericanos Patriot son bastante ineficaces, suelen ser mucho más caros que los S-400».

Declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu: «los sistemas de misiles de defensa antiaérea S-400 que compramos no amenazan a la OTAN, ni tampoco a los aviones de combate F-35». Y ello vale ante el desasosiego que invadió a EE. UU. y demás miembros de la OTAN.

«Hay un problema en el que efectivamente Turquía se está alejando paso a paso del control de EE. UU. No sabemos si eso llevará finalmente a una ruptura de la OTAN ―eso es todavía prematuro de analizar― aunque hay líneas de tendencia y de fractura que apuntan a esa línea», expresa Luque.

Por otro lado, China reaccionó duramente contra EE. UU., cuyo Congreso aprobó la venta de armas a Taiwán por valor de 2.000 millones de dólares.

El ministro de Exteriores del gigante asiático, Wang Yi, exigió a Washington no jugar con fuego si se trata de Taiwán. Unas palabras que fueron precedidas por una amenaza del portavoz de Exteriores chino, Geng Suang, quien amenazó con sanciones a todas las empresas estadounidenses que participen en la venta de armas a Taiwán.

A pesar de la rigidez de la Corporación industrial militar que es EE. UU. el presidente Trump parece que no tiene una política exterior y una estrategia definida, funciona más por impulsos, que analizando objetivamente.

Con sus estrategias, el inquilino de la Casa Blanca pone en peligro la paz mundial, precisamente porque no es capaz de calcular realmente qué puede ocurrir. Para China, Taiwán es una línea roja que no puede ser tocada de ninguna forma sin una reacción sumamente enérgica por su parte. El Gobierno chino reivindica que Taiwán es parte de China, que no es un Estado independiente.

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