Imperio Británico causó hambruna que mató a más de 8 millones de iraníes

Entre 1917 y 1919

Por Leonardo Buitrago

24/06/2019

Publicado en

Oriente Medio

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Los británicos impidieron la importación de trigo y otros granos alimenticios en Irán, lo que causó la hambruna de 1917-1919.

El mayor genocidio del siglo XX, y uno de los capítulos poco conocidos de la historia, fue la hambruna generalizada en Irán durante la Primera Guerra Mundial, ocasionada por la presencia británica en la nación persa.

 Después de la Revolución rusa de 1917, Gran Bretaña se convirtió en la principal potencia extranjera en Irán y esta hambruna o, con más precisión, “genocidio” fue cometido por los británicos.

Los documentos rescatados por  los Archivos Americanos revelan que  el hambre y la propagación generalizada de enfermedades epidémicas en Irán, dejaron un saldo de  8 a 10 millones de personas muertas durante los años 1917 y 1919, lo que lo convierte en el mayor genocidio del siglo XX, y ubica a Irán la mayor víctima de la Primera Guerra Mundial.

A principios del siglo XX  Irán era conocido como uno de los principales proveedores de granos alimenticios para las fuerzas británicas localizadas en las colonias del imperio al sur de Asia.  Sin embargo, entre 1917 y 1919 se registró una  mala cosecha,  pero esta situación  no originó la gran hambruna en Irán.

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El profesor Gholi Majd, de la Universidad de Princeton, planteó en su libro The Great Famine and Genocide in Persia (Gran hambruna y genocidio en Persia), que los documentos estadounidenses muestran que los británicos impidieron la importación de trigo y otros granos alimenticios en Irán desde Mesopotamia, Asia y los Estados Unidos, y que a los barcos cargados con trigo no se les permitió descargar en el puerto de Bushehr en el Golfo Pérsico.

 Majd indicó que Gran Bretaña creó intencionalmente las condiciones de genocidio para destruir a Irán y controlar efectivamente el país para sus propios fines.

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Crímenes del Imperio Británico

“Gran Bretaña tiene un largo historial de intentos de ocultar la historia y reescribirla en su propio favor. Las páginas están llenas de conspiraciones que fueron encubiertas por el gobierno británico para ocultar su participación en diferentes episodios que empañarían la imagen del país”, dijo Majd citado en un artículo publicado por el portal Mente Alternativa.

Uno ejemplo es el caso “Jameson Raid”; un golpe de Estado fallido contra el gobierno de Paul Kruger en Sudáfrica.

Esta intentona golpista  fue planeada y ejecutada directamente por el gobierno británico de Joseph Chamberlain bajo las órdenes de la reina Victoria.

En 2002, las memorias de Sir Graham Bower se publicaron en Sudáfrica, y revelaron que este plan que se había cubierto durante más de un siglo, centrando la atención en Bower como chivo expiatorio del incidente.

Según el artículo de  Mente Alternativa, los registros de las conspiraciones y crímenes del imperio británico en todo el mundo se destruyeron para encubrirloso se guardaron en archivos secretos del Ministerio de Relaciones Exteriores, para no solo proteger la reputación del Reino Unido, sino también para evitar posibles litigios.

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Operación Malaya. 1950. Foto web.

Otros documentos que salieron a la luz, y que demuestran las conspiraciones británicas son los informes sobre la “eliminación” de los enemigos de la autoridad colonial en Malaya en la década de 1950.

Los registros también muestran que los ministros en Londres sabían de la tortura y el asesinato de los insurgentes de Mau Mau en Kenia , que fueron quemados vivos .

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Un hecho que se trató de ocultar para no dañar la imagen de la corona británica, fue la hambruna que se desató en Irlanda desde 1845 hasta 1852, y  que mató a una cuarta parte de la población de ese país.

 Esta hambruna fue causada por las políticas británicas y la corona de culpar a las “papas”. Incluso hoy en día, es famosa en el mundo como la “hambruna de papa” cuando, en realidad, fue el resultado de una escasez de alimentos planificada y, por lo tanto, un genocidio deliberado por parte del gobierno británico.

El historiador Tim Pat Coogan  relató en su libro The Famine Plot: Rol de Inglaterra en la tragedia más grande de Irlanda,  la verdad sobre este suceso, e incluso se planificó un evento en Estados Unidos para presentar su libro, pero la embajada estadounidense en Dublín le negó una visa para acceder al país norteamericano.

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Encubrimiento de la hambruna

Aunque la acción injerencista de Gran Bretaña ocasionó la gran hambruna de Irán, que causó la muerte de casi la mitad de la población persa, los documentos publicados por el gobierno británico pasan por alto el genocidio para tratar de encubrir esta tragedia.

Incluso el  “manual sobre Irán” de la Oficina de Relaciones Exteriores de 1919 no menciona nada relacionado con la gran hambruna.

Gholi Majd  señaló que Julian Bharier, un erudito que estudió la sociedad iraní, y construyó su estimación de “proyección hacia atrás”  en su obra  «Nota sobre la población de Irán 1900-1966«,  se basó en los informes de este “manual”  por lo que pasó por alto el fenómeno de la gran hambruna.

Asimismo, otros autores utilizaron las estimaciones de Bharier para negar que esta tragedia dentro de la historia iraní o para subestimar su impacto.

El trabajo de Bharier, publicado en 1968, enfrenta varias deficiencias científicas. En primer lugar no consideró la pérdida de población causada por la hambruna en sus cálculos, reseñó Mente Alternativa en su artículo.

También ignoró las tasas de crecimiento oficiales y utilizó sus suposiciones personales a este respecto, que son mucho más bajas que otras estimaciones.

Aunque Bharier cita con frecuencia las estimaciones de otros autores como es el caso de Mehdi Amani,  decidió contradecir sus estadísticas en materia poblacional.  

De hecho, planteó que para 1911 la población de la nación persa se ubicaba en  12,19 millones de habitantes, mientras que Amani calcu esta cifra en 10,94 millones.

Gholi Majd no fue el primer autor en refutar las cifras de Bharier, el analista Gad G. Gilbar, en su artículo de 1976 sobre desarrollos demográficos durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del siglo XX, también advirtió  que las estimaciones de Bharier son inexactas para el período.

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