¿Qué pasó en Ecuador: una insurrección popular o un intento de golpe de Estado?

Estado de Excepción y toque de queda es la receta del presidente Lenín Moreno

El nicaragüense Carlos Fonseca Terán, militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), decidió responder a Lenín Moreno y explicarle las razones por las cuales la insurrección popular ecuatoriana no es ninguna intentona golpista


El pueblo ecuatoriano se rebeló contra el presidente de su país, Lenín Moreno, y su paquete de medidas neoliberales. Se trata del mismo pueblo que lo llevó hasta la jefatura de Estado, así como también se trata del mismo político que en campaña electoral les prometió que daría continuidad a la Revolución Ciudadana y que jamás aplicaría un “paquetazo” económico que los empobreciera.

La reacción popular ha sido tan aplastante que el Mandatario decidió trasladar la sede de su Gobierno de Quito a Guayaquil, tras el arribo de miles de indígenas a la ciudad capital y previo al cerco que se le impuso al Palacio de Carondelet y a la Asamblea Nacional.

La respuesta de Moreno ha sido decretar Estado de Excepción y toque de queda, sacando al Ejército a las calles para reprimir la protesta social, con la orden de utilizar, incluso, armas letales contra los ciudadanos desarmados.

Ante el caos que generó su “paquetazo”, Lenín Moreno se ha dedicado, en primer lugar, a ratificar que las medidas neoliberales para complacer al Fondo Monetario Internacional (FMI) sí van; y en segunda instancia a denunciar una supuesta intentona de golpe de Estado en su contra.

Para ello, alega que detrás de esa acción se encuentran el expresidente Rafael Correa, el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, migrantes venezolanos que a su juicio agitan las protestas y hasta militantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) infiltrados. Todo ello sin presentar una sola prueba de sus denuncias.

Carlos Fonseca Terán, militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua. Foto: Web

Ante tanta irresponsabilidad, el nicaragüense Carlos Fonseca Terán, militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en su país, decidió responder a Moreno y explicarle las razones por las cuales la insurrección popular en Ecuador no es ninguna intentona de golpe de Estado como lo quieren presentar los grandes medios y los gobiernos del Grupo de Lima.

En un artículo titulado “Diferencias entre un intento de golpe de Estado y una insurrección cívica popular”, Fonseca compara la crisis ecuatoriana y lo vivido en Nicaragua en 2018, cuando el Gobierno de Estados Unidos financió a grupos irregulares para desestabilizar la gestión del presidente Daniel Ortega, después de las impopulares propuestas del Mandatario en contra de los adultos mayores secundadas por algunos universitarios.

El FMI siempre en el tapete

En Nicaragua, el detonante de la crisis de 2018 fueron unas reformas a la seguridad social opuestas a las que quería imponer el FMI, contrarias a los intereses de los grandes empresarios, y favorables al bienestar social del pueblo trabajador.

En Ecuador la crisis actual tuvo como detonante la aplicación obediente, por parte del gobierno de Moreno, de las políticas neoliberales dictadas por el FMI, las cuales van en perjuicio del pueblo y en beneficio de los grandes empresarios.

Lenín Moreno cerrando el acuerdo con Christine Lagarde, ex directora general del Fondo Monetario Internacional. Foto. Agencias

Los grupos armados financiados

En Nicaragua, los disturbios contaron con la participación de grupos armados financiados desde EE. UU. Para atacar a las fuerzas policiales y a partidarios del proceso revolucionario. De allí se generaron muertos en ambos bandos, aunque fue superior la cantidad de víctimas entre los sandinistas que entre los opositores. Además, cientos de miles de ciudadanos se manifestaron en defensa del gobierno y su proyecto revolucionario.

En Ecuador, las protestas las protagonizan las clases más pobres, indígenas, estudiantes y mujeres, sin el uso de armas y sin atacar a partidarios del gobierno de Moreno, quienes, curiosamente, no han salido a manifestarse en defensa de las políticas del FMI, ni de un Gobierno que responde a los intereses de las élites.

La respuesta del Gobierno

En Nicaragua, el Gobierno de Ortega llamó al diálogo desde el primer momento de la crisis y repitió el llamado siempre como estrategia, con la participación d ella Iglesia y de voceros extranjeros. Además, en aras de crear un ambiente propicio, derogó provisionalmente las reformas a la seguridad social.

En Ecuador, lo primero que hizo el presidente Moreno fue decretar estado de Excepción por 60 días para limitar las garantías individuales de los ciudadanos, además de imponer un toque de queda nacional por las noches y de ratificar una y otra vez que el “Paquetazo” económico sí va, arbitrariamente y sin dar explicaciones.

La represión de los cuerpos de seguridad contra el pueblo ecuatoriano que protesta ha ido en aumento con el pasar de los días. Foto: AFP

La seguridad versus la represión

En Nicaragua, como muestra de buena voluntad, el Gobierno acuarteló a la Policía, que aún así fue víctima de asedio por parte de los grupos armados violentos. Es por ello que se incrementó la cantidad de muertos por día, demostrándose así que estos no eran producto de represión alguna.

En Ecuador, en medio del Estado de Excepción, Moreno sacó a las Fuerzas Armadas a la calle para reprimir las protestas sociales. El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, confesó en televisión pública nacional que el Ejército tenía la orden de utilizar armas letales en los caso que considerara conveniente. Todo ello origino, incluso, enfrentamientos entre la Policía Nacional y el Ejército.

Los ataques contra civiles

En Nicaragua, los grupos armados, aprovechando el acuartelamiento policial y confabulados con el crimen organizado, tomaron posesión de ciudades enteras, secuestrando a civiles, capturando a militantes sandinistas, torturándolos y asesinándolos. Hubo más fallecidos en los enfrentamientos callejeros que en la ofensiva posterior de las autoridades para recuperar las ciudades.

En Ecuador no se han reportado represalias de los manifestantes contra partidarios del gobierno, ni tampoco ha habido control territorial armado. Las tomas de ciudades e instituciones clave del Gobierno han sido sin armas.

Las Fuerzas Armadas han recibido la orden de disparar con armas letales contra los manifestantes, si así lo consideran necesario. Foto: Agencias

Las reivindicaciones sociales

En Nicaragua, tras derogarse las reformas a la seguridad social, la oposición no levantó ninguna reivindicación social, debido a que es el sandinismo el que ha defendido esas reivindicaciones y las ha atendido a través de políticas públicas. En los gobiernos de derecha, esas reivindicaciones eran ignoradas y los derechos del pueblo pisoteados.

En Ecuador ocurre lo contrario, los manifestantes defienden reivindicaciones sociales afectadas por el paquete neoliberal de Moreno, que incluye la eliminación del subsidio al combustible y de impuestos y aranceles a grandes empresas; reducción del periodo vacacional de los empleados públicos y del 20 % del salario para las nuevos contratos, además de la “donación” al Estado de un día mensual de salario.

El financiamiento extranjero

En Nicaragua, las acciones de la oposición fueron financiadas por agencias extranjeras, entre ellas la USAID y la NED, usadas por EE. UU. para desestabilizar gobiernos no afines a sus intereses. A ellos se sumaron empresas privadas, medios de comunicación, políticos tradicionales de la derecha y la cúpula de la Iglesia Católica.

En Ecuador, las protestas son impulsadas por organizaciones sociales, sindicales, indígenas y demás sectores organizados de la sociedad, así como por la militancia política revolucionaria identificada con los intereses del pueblo. En tanto, la empresa privada, los medios, los políticos de derecha y la cúpula eclesiástica repudian a los manifestantes.

Ante la autocensura de los grandes medios, las redes sociales son el canal más utilizado para denunciar las violaciones de derechos humanos. Foto: Web

El papel de los medios

En Nicaragua, las acciones desestabilizadoras contaron con intensas campañas de manipulación mediática y por numerosos montajes y noticias falsas difundidas ampliamente por redes sociales.

En Ecuador, la insurrección popular no es producto de la realidad virtual, sino de los efectos de las políticas reales de Moreno que han encarecido el costo de la vida, y lamentablemente son satanizadas por los grandes medios, mientras que quienes se atreven a difundir los hechos son censurados y hasta allanados y cerrados.

Las elecciones generales

En Nicaragua no hubo una situación que justificara el adelanto de elecciones, pues el Gobierno apostó desde el principio por un diálogo abierto y sincero, que era boicoteado por la oposición. Además, la Constitución de ese país no contempla esa opción política.

En Ecuador la Constitución sí contempla el adelanto de elecciones ante situaciones de “conmoción nacional” y hasta establece los procedimientos correspondientes. Sin embargo, el Gobierno se niega a dialogar y mucho más a adelantar elecciones.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, en un encuentro reciente que sostuvo con el presidente Lenín Moreno, en Quito. Foto. Agencias

La injerencia extranjera

En Nicaragua, las potencias imperialistas encabezadas por Estados Unidos, y organismos lacayos como la Organización de los Estados Americanos (OEA), respaldaron públicamente a la oposición en su intento por derrocar al gobierno sandinista por vías inconstitucionales.

En Ecuador sucede lo contrario: los poderosos del mundo, sumisos a Washington, apoyan al gobierno y sus medidas neoliberales, y rechazan las acciones de los sectores populares que reivindican sus derechos alcanzados en Revolución Ciudadana.

Así, Fonseca Terán expone unas diferencias que considera “abismales” entre dos realidades distintas. En Nicaragua se vivió “un intento de derrocamiento de un gobierno legítimo que defiende los intereses del pueblo frente a las pretensiones del imperialismo, que pretende imponer su voluntad e intervenir en los asuntos internos de países soberanos”.

En tanto, argumenta cómo en Ecuador se evidencia hoy “una rebelión popular no armada, en demanda de derechos cercenados por un gobierno que defiende los intereses de la oligarquía y responde a los dictados del imperialismo a través de organismos como el FMI”.

Igualmente, recuerda que casi todos los gobiernos de izquierda en América Latina desde 1999, tras el triunfo de la Revolución Bolivariana en Venezuela, surgieron de la lucha popular, para luego afianzarse en procesos electorales.

“Es imposible la conquista del poder por el pueblo y echar a andar un proceso revolucionario si no es a través de la lucha popular, independientemente de que ésta tenga luego expresiones políticas de tipo electoral”, defiende.

Miles de indígenas tomaron la ciudad de Quito para exigir la derogación del «Paquetazo» económico de Lenín Moreno. Foto: Web.

Fonseca también recuerda que en Nicaragua “jamás habría regresado el sandinismo al poder sin el acumulado de las luchas populares libradas contra el neoliberalismo en los diecisiete años en que la derecha desgobernó a nuestro país”, aunque nunca se planteó una vía que no fuera pacífica y electoral.

“Cuando nos levantábamos en contra de políticas neoliberales, se negociaba para alcanzar, al menos parcialmente, las reivindicaciones populares que motivaban aquellas protestas. Así, nos desmovilizábamos temporalmente por voluntad propia y disciplina política, contrario a lo que ocurrió con las fuerzas golpistas en 2018, cuyo único objetivo era derrocar al Gobierno sandinista”, detalla el nicaragüense.

En ese contexto, Fonseca evoca un lema inspirado en aquel de la época de la lucha guerrillera en El Salvador, que decía: ‘Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá’. “Este nuevo lema de ahora es: ‘Si Nicaragua venció, Ecuador vencerá’”.

“Si Nicaragua venció a las fuerzas tenebrosas dirigidas por el imperialismo norteamericano y logró impedir que éstas derrocaran a nuestro Gobierno revolucionario, Ecuador vencerá a esas mismas fuerzas, pero que en su caso están en el Gobierno, de igual manera que lo hicimos nosotros: mediante la lucha popular organizada”, enfatizó.

Al final, sostiene que los ecuatorianos lo que exigen son transformaciones sociales que garanticen una mejor calidad de vida al pueblo, mediante una justa distribución de la riqueza y el ejercicio del poder político y económico por parte de las fuerzas populares organizadas.

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