La esperanza de los japoneses en un puñado de trabajadores

Verdaderos kamikazes son los 180 operarios que intentan evitar la fusión de los reactores de la central Fukushima, en las cercanías de Tokio

Verdaderos kamikazes son los 180 operarios que intentan evitar la fusión de los reactores de la central Fukushima, en las cercanías de Tokio. Ya son cinco los operarios muertos y 43 los heridos desde que se inició la crisis nuclear.

Las autoridades niponas elevaron a 180 el número de técnicos para estabilizar los reactores de la planta nuclear de Fukushima, situada 220 kilómetros al norte de Tokio.

Se trata de rotar a los funcionarios y exponerlos a menos tiempo de radiación, cuya última medición alcanza los 3,754 milisievert (mSv) por hora. La exposición a más de 1.000 mSv al año puede causar cáncer, según la Asociación Nuclear Mundial.

Los técnicos son la última oportunidad que tiene Japón para evitar una catástrofe nuclear provocada por el terremoto y tsunami del viernes pasado que inutilizó  los sistemas de refrigeración de la planta.

Este miércoles las autoridades japonesas reportaron una fuga de hidrógeno en el reactor 4 de la central nuclear de Fukushima. Otros tres reactores del complejo fueron dañados luego de la catástrofe que agrietó la fama respecto de los niveles de seguridad nipones en el manejo de energía nuclear.

Los técnicos intentan bombear agua de mar a los reactores fuera de control, mientras que por aire helicópteros bimotor CH-47 arrojan agua para evitar la fusión de los reactores. Pese a que este jueves arrojaron 30 toneladas de agua sobre el reactor 3 de la planta de Fukushima, no han logrado un descenso significativo del nivel de radiación.

La presencia de fuertes vientos en la zona impide que las grandes cantidades de agua arrojadas por los aparatos lleguen a los reactores siniestrados. En la labor ayudan cinco camiones cisterna facilitados por el Ejército estadounidense.

Los esfuerzos se concentran en el reactor 3, el que es el más peligroso porque contiene plutonio en lugar de uranio. Sandor Mulsow, académico de la Universidad Austral, especialista en radioquímica y ex miembro de la Agencia Internacional de Energía Atómica, comenta que el plutonio “es más complicado desde el punto de vista radiológico, ya que libera isótopos de Pu y Americio que entran muy rápido en la cadena alimenticia”.

Pese a los recursos invertidos, después de la operación con helicópteros el nivel de radiación solo había bajado de 3,782 a 3,754 mSv   por hora, informó la emisora nipona NHK.

Otro grupo de operarios de Tepco trabaja a contrarreloj para devolver la electricidad a la central y así poder reactivar su sistema de refrigeración junto con el de las piscinas, usadas para guardar el combustible ya utilizado. Se ocupa para ello agua y así se evita el sobrecalentamiento. Si el nivel del agua baja, la subida de temperatura puede llegar a provocar el fuego y, por tanto, nubes de material radiactivo.

El ministro de Defensa, Toshimi Kitazawa, reconoció que “no hay más tiempo que perder”.

Además se contempla ampliar el área de evacuación más allá del radio establecido de 20 kilómetros alrededor de la planta de Fukushima.

RIESGOS DE UNA FUSIÓN DEL NÚCLEO DE LOS REACTORES

Las últimas informaciones difundidas por la Agencia de Energía Atómica japonesa dicen que el reactor 4 sigue en «serias complicaciones».

La información oficial dada por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) confirmó que están dañados los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de la central de Fukushima. El Nº 1 fue el primero que sufrió una explosión, ocurrida el sábado; el  Reactor 2 sufrió la suya el martes y se teme que el estallido haya dañado el sistema de contención; el Reactor 3 tuvo una explosión el lunes y se observó humo o vapor emanando el miércoles, en tanto que el Reactor 4 registró dos grandes estallidos el martes y el miércoles.

El mayor riesgo del calentamiento de las instalaciones es la posibilidad de una fusión generalizada del núcleo de los reactores, lo que implica la emisión de catastróficos índices de radiación.

Aún no hay claridad respecto de los lugares de la central en donde ocurre la fuga radioactiva, aunque se cree que podría provenir de los reactores 2 y 3.

La protección de cada reactor es un contenedor primario de acero reforzado, seguido de  otra capa de acero y concreto. La ruptura de estas dos capas permite la liberación de radiación a la atmósfera.

Gráfica de la central de Fukushima. Fuente: BBC

LOS EFECTOS SOBRE LOS KAMIKAZE

Este jueves se reportó la desaparición de dos trabajadores que intentan evitar la catástrofe. Como ha sido la política de la empresa Tokyo Electric Power (Tepco), no se han divulgado datos sobre la identidad de estas personas. Se sabe si que cinco operarios han muerto y otros 43 han sido heridos o afectados por la radiación desde el terremoto del viernes pasado.

Los operarios enfrentan no sólo altos niveles de radiación, sino que explosiones, fuego y vapor. Usan para ello trajes especiales que los protegen, pero que no contienen los altos  índices de radiactividad al que están expuestos. Para moderar ello trabajan cambiando constantemente de turnos.

Entrevistado por la BBC, el profesor de epidemiología de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.), David Richardson, quien ha pesquisado los riesgos que enfrentan los empleados de plantas nucleares en el largo plazo, dijo que los técnicos de la central de Fukushima están expuestos a radiación gamma, capaz de penetrar el cuerpo como lo hacen los rayos X.

Richardson advierte que las dosis de radiación recibidas en una hora podrían ser más altas que las que reciben, en general, los trabajadores estadounidenses en el curso de toda su carrera. “En mi opinión, después de ser expuestos a semejante nivel de radiación, no hay forma de proteger a alguien de los riesgos subsecuentes de desarrollar cáncer”-sostuvo el experto.

Como la legislación nipona no permite mantener a personas a tan altos índices de radiación, el ministro de Salud de Japón, Ritsuo Hosokawa, anunció que se elevaría el límite legal de exposición a la radiación de los trabajadores de 1.000 a 2.500 mSv, con el fin de que puedan quedarse más tiempo en la central.

Un sacrificio es el que se exige a los operarios de las plantas. El presidente de la Comisión Reguladora de la Energía Nuclear de EE.UU., Gregory Jaczko, cree que la  radiactividad en torno de la central nuclear japonesa puede suponer una “dosis mortal” para dichos técnicos. Un harakiri de honor para impedir una catástrofe nuclear.

APAGÓN ANUNCIADO

Expectante y aún recuperándose del shock post terremoto, que ya eleva a 5.429 los muertos, se encuentra la población nipona. Sobre todo porque crecen las sospechas de que no están recibiendo información transparente ni del gobierno ni de la empresa Tepco.

“No confiamos en ellos. Quieren que permanezcamos en calma para que puedan tapar la verdad. Tenemos miedo” -dijo a la BBC una joven madre en Tokio.

Además la ciudadanía enfrenta el anuncio del gobierno japonés de la ocurrencia de un gran apagón a última hora de hoy en el área de Tokio provocado por los problemas de suministro de electricidad en un país cuya matriz energética depende de centrales nucleares.

Los 15 millones de habitantes de Tokio deberán hacer a temperaturas que han caído a cerca de cero grados. En tanto que en el norte del país, la zona más devastada por el terremoto y tsunami, ha nevado y unos 850.000 hogares aún están sin electricidad. El gobierno calcula que al menos 1,5 millones de viviendas no tienen agua potable.

Por M. B. R.

El Ciudadano

LINK CON EL RELATO DE UN CHILENO QUE VIVE EN JAPON SOBRE LA DESCONFIANZA EN LAS AUTORIDADES JAPONESAS

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