«Soy Nerón incendiando el Amazonas», así se burló Bolsonaro de la tragedia ecológica mundial

El pulmón vegetal del mundo vive un desastre ambiental irreversible

Por Leonardo Buitrago

22/08/2019

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La respuesta a los crecientes incendios en Brasil apunta en una sola dirección: la deforestación para fines comerciales, la  falta de planes ambientales para proteger los bosques y la “política de desarrollo” para la agricultura y la minería impulsada por un Gobierno ultraderechista


Después de dieciséis días en llamas,  Brasil decretó estado de emergencia por los incendios forestales  registrados en la Amazonía, la mayor reserva forestal del mundo y considerado el pulmón vegetal del planeta.

El desastre medioambiental parece irreversible en esta zona natural que se extiende a lo largo de 7,4 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales el 60 % se encuentra en territorio brasileño y el resto abarca Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

La situación es tan grave que el gigante suramericano superó este año los registros de incendios en su selva amazónica, ya que entre enero y la fecha actual se han contabilizado 72.843 focos detectados por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).

La respuesta a los crecientes incendios apunta en una sola dirección: la deforestación para fines comerciales, la  falta de planes ambientales para proteger la Amazonía, y la “política de desarrollo” para la agricultura y la minería impulsada por el presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

Brasil ha batido este año los registros de incendios en su selva amazónica. Entre enero y agosto se cuentan 72.843 focos. Foto: Getty Images.

Aunque las ONG ambientalistas han hecho un llamado a Bolsonaro en las redes sociales por la gravedad  que supone las miles las hectáreas de bosques que están siendo arrasadas, con la etiqueta #PrayForAmazonia (reza por el amazonas), la respuesta del ultraderechista ha sido burlarse de la tragedia.

«Me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas. Pero si es la temporada de incendios», expresó el Mandatario para defenderse de las críticas de las organizaciones. 

Bolsonaro fue más allá y desmintió los informes provistos por el INPE, en los que, de acuerdo con registros satelitales, se alerta que los incendios en la selva amazónica han aumentado este año en 83 %, respecto al mismo periodo de 2018 y que la cifra es la más alta desde 2013.

Desde el pasado jueves, las imágenes satelitales del instituto detectaron casi 10.000 nuevos incendios forestales, principalmente en la cuenca del Amazonas, donde han afectado 68 reservas protegidas por motivos ambientales o por los indígenas que allí moran.

Como consecuencia, el director del INPE, Ricardo Galvão, fue despedido bajo la acusación de fomentar una imagen «pésima» de Brasil en el exterior y con datos «falsos», pese a que los registros de esta institución tienen una precisión del 95 %.

En un intento por salvar su responsabilidad, el Gobierno brasileño planteó la hipótesis de que el aumento de los incendios se debe a los efectos de la temporada de sequía.

El clima seco, el viento y el calor hicieron que los incendios aumentaran considerablemente en todo el país. Los miembros de la brigada de ICMBIO e IBAMA, equipos y aviones están totalmente disponibles para los Estados y ya están en uso”, indicó en  su cuenta de Twitter el abogado derechista y ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles.

Incendios provocados por la mano del hombre

Alberto Setzer, investigador de INPE, negó que se pueda echar la culpa a la estación seca o a los fenómenos naturales por sí solos.

“No hay nada raro en el clima este año ni en los niveles de lluvia en la región amazónica, pues sólo están un poco por debajo del promedio. La estación seca crea las condiciones favorables para la propagación del fuego, pero su inicio es obra de los humanos, ya sea deliberadamente o por accidente”, dijo.

Las ONG brasileñas responsabilizan de los incendios a los agricultores que hacen quemas ilegales para liberar tierras. Foto: BBC Mundo.

Asimismo,  el director del Programa para la Amazonía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés), Ricardo Mello, aseguró que en la región de la Amazonía no existen procesos naturales que provoquen incendios, por lo que el incremento es por la acción directa del ser humano. 

También, la directora de ciencias del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM, por su sigla en inglés), Ane Alencar, coincidió en que los incendios se deben al aumento en la deforestación, provocada por granjeros para obtener tierras de cultivo.

«En 2019 no tenemos sucesos climáticos que influyan en las sequías como El Niño, o éstos no están ocurriendo con fuerza. Por consiguiente, el clima no puede explicar el incremento de los incendios”, explicó, citada por Telesur.

Mientras que organizaciones defensoras del medio ambiente responsabilizan directamente a agricultores que hacen quemas ilegales para liberar tierras y desarrollar sus negocios, amparados por la falta de control estatal y las políticas de Bolsonaro a favor de los terratenientes.

Sin embargo, el llamado “Trump del Trópico”, Bolsonaro, señaló a los activistas de estar detrás de los incendios, como venganza por el recorte de los fondos que el Gobierno les entregaba.

«Podría haber, no lo estoy afirmando, acciones criminales de estas ‘ONG’ para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil. Esta es la guerra que estamos enfrentando», expresó este miércoles en una transmisión de Facebook Live.

El Mandatario se ha hecho la vista gorda frente a las prácticas de deforestación que ocasionan los incendios forestales. Foto: Getty Images.

Bolsonaro favorece a terratenientes y mineros

El Presidente fue apoyado desde el principio de su campaña por empresarios agrícolas y mineros, y desde que tomó el poder ha aplicado políticas que los favorecen, a pesar de que atentan contra el Amazonía, el pulmón vegetal más importante del mundo.

Incluso, se ha hecho la vista gorda frente a las prácticas de deforestación que ocasionan los incendios. El diario británico The Guardian asegura que el ultraderechista “ha dado luz verde a la invasión ilegal de tierras, la tala y la quema”.

Asimismo, recordó que el Mandatario debilitó a las agencias medioambientales supeditándolas al Ministerio de Agricultura, “que ahora está en manos de un líder del lobby agricultor que quiere enriquecerse a base de usar la selva como tierra de cultivo”.

También reseña que el Ministro de Exteriores ha negado la existencia del cambio climático, y su gabinete está en contra del INPE por multar la deforestación ilegal, la cual vincula con altos cargos del Gobierno y sus socios económicos.

Según The Guardian, estas políticas “han envalentonado a aquellos que quieren invadir el bosque y deforestarlo con fines comerciales, principalmente con la expectativa especulativa de que aumentará su valor, pero también para tener pastos para ganado, más espacio para campos de soja y abrir minas.

De hecho, la administración de Bolsonaro ha reducido las inspecciones favoreciendo la explotación minera y agropecuaria, así como se ha propuesto duplicar la producción de soja en los próximos diez años.

Los entes ambientales culpan al Mandatario de permitir que la problemática aumente por el desarrollo de actividades ilegales que, como lo menciona él, son “sostenibles”.

La ONG Climate Observatory señala a Bolsonaro y a su ministro de Agricultura, Ricardo Salles, como responsables de planear políticas para erradicar los protocolos de protección selvática y la reducción del 70 % de persecución de crímenes climáticos (tala y minería ilegal) en Brasil.

“Están desmantelando todo lo que se ha hecho estos últimos años”, añadió la ONG, recordando que la deforestación se había reducido en 80 % desde la década pasada, pero hoy las cifras están volviendo a subir a las peores cuotas de tala de las dos últimas décadas.

Por su parte, una investigación del The New York Times reveló que el actual Gobierno redujo en 20 % la imposición de multas y el decomiso de material a los garimpeiros, ganaderos y madereros que operan sin licencia en la Amazonia.

Bajo la administración de Bolsonaro los bosques se queman y se talan para crear pastos y plantaciones. Foto La Izquierda Diario.

Medidas antiambientales

Jair Bolsonaro está dispuesto a revertir las políticas medioambientales aplicadas por los gobiernos anteriores. Asegura que el crecimiento económico de Brasil depende en gran medida de la exportaciones agrícolas, especialmente de carne y soja, productos que aceleran la deforestación, ya que los bosques se queman y talan para crear pastos y plantaciones.

Esta postura no sorprende a nadie, ya que desde su campaña presidencial dejó claro que la protección ambiental no iba a ser una prioridad para su gestión.

Una de las primeras acciones que tomó al llegar a la presidencia fue fusionar dos ministerios contrapuestos, Agricultura y Medioambiente.

También se propuso frenar la demarcación de tierras indígenas al decretar que esas decisiones pasen por el Ministerio de Agricultura, y considerar que   “el indio ya tiene demasiada tierra»

Aunque las tierras indígenas y su derecho a ellas están garantizadas por el artículo 231 de la constitución brasileña,  Bolsonaro ha prometido destinarlas a  la explotación minera y forestal, con la excusa de que los indígenas podrán vivir de esas regalías. 

Asimismo, planea completar la construcción de Angra 3, una planta nuclear en la costa, entre las regiones de Sao Paulo y Río de Janeiro.

Desde su campaña, Bolsonaro ha amenazado con seguir el ejemplo de su admirado Donald Trump y retirar a Brasil del Acuerdo de París contra el cambio climático. No obstante, ha condicionado continuar en el tratado siempre y cuando la soberanía de Brasil en la Amazonía no se vea amenazada o desafiada.

Las medidas antiambientalistas de Bolsonaro ocasionaron que Noruega y Alemania suspendieran los fondos destinados a preservar la Amazonía, ante el aumento de la deforestación con la aprobación del gobierno brasileño. Se trata de 33 millones de dólares que eran para el pulmón del planeta

Selva amazónica junto a tierra talada y preparada para la plantación de soya en Mato Grosso, Brasil
La Amazonía es considerada el ‘púlmon del planeta’ y está en peligro por la deforestación y los incendios. Foto: Reuters.

Peligro para la humanidad

La Amazonía es una reserva vital de carbono que ralentiza el ritmo del calentamiento global, ya que absorbe 1.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, evitando la concentración de gases de efecto invernadero.

Por tal motivo, expertos advierten que de seguir el ritmo de la deforestación y los incendios, esta selva podría perder su capa vegetal.

Según los últimos datos del Gobierno brasileño, la selva amazónica se está desforestando a un alarmante ritmo de tres campos de fútbol por minuto.

Solo en julio se destruyó una superficie de bosque equivalente al área metropolitana de Londres, la cifra más alta de la última década, y 13 % más alta que en años anteriores.

Según los registros del INPE,  en julio se talaron 2.254,8 kilómetros cuadrados de bosques, es decir, 278 % más que en julio del año pasado.

La comunidad internacional reclama la poca acción de las autoridades de Brasil con la etiqueta #PrayForAmazonia. Foto: Web.

De este modo, la Amazonía está en riesgo de convertirse en una sabana, perdiendo la capacidad de absorber el dióxido de carbono, cuyas consecuencias afectarán a todo el planeta.

Esta situación es alarmante, “al borde del punto de no retorno”, prácticamente “irrecuperable”, señalaron varios científicos que consultados por The Guardian.

Mientras tanto, Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña, oscureció el lunes alrededor de las tres de la tarde, un horario inusual para anochecer. La razón de este extraño fenómeno se debió a la llegada de una fuerte nebulosidad y los incendios forestales registrados  a miles de kilómetros de esta urbe.

Antes las críticas y las voces nacionales e internacionales que reclaman la poca acción de las autoridades gubernamentales, con la etiqueta #PrayForAmazonia, que acompañan con imágenes y videos del fuego arrasando con árboles y animales, Jair Bolsonaro responde que esta preocupación es fruto de  “una psicosis medioambientalista”.

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