Entrevista | Pedro Pardo

“Todo reportero gráfico busca, a partir de imágenes fijas, incidir en cambios sociales”

De su primera asignación, que fue cubrir una rueda de prensa, a ganar en el World Press Photo

Por MV Valtierra

08/10/2021

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Por Gabriela Hernández

Puebla, 8 de octubre de 2021. La aspiración de todo fotoperiodista es generar, a partir de imágenes, reflexiones que lleven a cambios y a construir mejores sociedades, explica Pedro Pardo, artista visual poblano que este viernes inaugura su exposición “Corazón Norte” en la Casa de Cultura de Puebla.

La primera colección fotográfica individual que presenta en ésta, su ciudad natal, gira en torno de la migración, un fenómeno que el dos veces ganador del World Press Photo (2012 y 2019) considera ha existido en el pasado, en el presente y existirá en el futuro y al cual no debemos temer, sino entender como parte de la naturaleza humana.

A través de las imágenes captadas por su lente, el también corresponsal de la Agencia France Presse (AFP) dice que busca generar “reflexiones”. El fotoperiodismo, agrega en entrevista, puede ser una herramienta para que los espectadores tengan un “simulacro” sobre algo que no han vivido o no entienden, para que cuando estén frente una situación que en este caso es la migración, tengan una reflexión o construcción previa.

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Advierte que ante fenómenos como las caravanas de centroamericanos o de haitianos, en la sociedad mexicana se están desarrollando dos polos: uno hacia el humanismo que ayuda, que apoya y que recibe, y la contraparte que es gente muy racista, que al primer contacto con la migración tiene posturas muy duras e inhumanas.

“Yo creo que esto último es porque no lo entendemos y no nos preparamos para ese tipo de cosas. Es como si tiembla, si tuviste un simulacro, tú sabes qué hacer. Y si ya tuviste un acercamiento con estas temáticas, cuando te enfrentas con la situación ya tienes algo atrás, una reflexión diferente de las cosas”

Eso, añade, es lo que busca todo reportero gráfico: a partir de imágenes fijas provocar reflexiones que incidan en cambios sociales, en construir mejores sociedades. “Serán o no serán, pero eso es lo que nos mantiene haciendo esto”, recalca.

En México, agrega, hoy se presenta una migración que se puede llamar atípica, porque es diferente a lo que se había visto en el pasado, y se caracteriza por estos grupos de personas que se organizan para transitar en multitud por el país.

Esta forma de migrar, no es gratuita, señala, tiene razones como la violencia que han padecido los migrantes en territorio mexicano y que los orilla a protegerse en masa, pero también se deriva de las condiciones económicas que tienen las familias en sus países de origen y las que radican en Estados Unidos, que no tienen ya la posibilidad de pagar a los polleros.

Otros factores que igual cuentan son las condiciones políticas de los países emisores y las que generó el gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump con su proyecto de construir un muro en la frontera con México, puntualiza el poblano.

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“Yo creo que no debemos temer a la migración. Así está construido nuestro presente con las migraciones. Nuestras tribus originarias venían de muchos lados y no creo que haya poder que pueda controlar esta naturaleza del ser humano de querer moverse por “n” cantidad de condiciones, desde económicas, de seguridad, aspiracionales, de todo tipo”, sostiene.

Como parte de su trabajo con la AFP, Pardo ha acompañado a este tipo de caravanas de sur a norte del país, incluso hace apenas unos días estaba en Coahuila para captar con su cámara la crisis migratoria haitiana. Justo el reconocimiento World Press Photo que recibió en 2019 es por esta temática, pues captó el momento cuando un bebé es sostenido entre una mujer que está arriba del muro fronterizo y un hombre que está al otro lado.

En la exposición fotográfica que estará en la Casa de Cultura desde el 8 al 31 de octubre y que forma parte del Festival “Vías Alternas”, indica que habrá un espacio para que los asistentes expresen su reflexión sobre el tema.

Exponer en casa

Exponer en la Casa de la Cultura para Pardo tiene una significación muy particular. En ese lugar pasó muchas tardes de su niñez y adolescencia: cursó talleres, vio películas, la recorrió por todos sus rincones.

“Esa Casa tiene para mí más importancia que lo que se pudiera pensar”, dice. Este, explica, fue un ingrediente muy especial para poner todo su empeño para que esta exposición fuera una realidad, pese a la complicada agenda que tiene como fotógrafo de AFP.

Otro ingrediente, refiere, son justo esas calles del Centro Histórico, igual, llenas de recuerdos para él, de sus primeros años como reportero gráfico, cuando, cámara en mano, las caminaba día a día.

“Esas calles del centro que en algún momento los fotoperiodistas sentimos ser parte de ellas y ellas ser parte de nosotros”, rememora Pardo, “yo cuando vuelvo a Puebla y las camino, siento esa nostalgia y me vuelve la imaginación de todas esas mañanas buscando fotonoticias”

Fue en ésta, su ciudad natal, donde el fotógrafo francés Alain Cordier, esposo de una amiga de su madre, lo invita un día al cuarto oscuro. Tenía ocho años cuando vio surgir por primera vez la imagen a partir del químico y el papel y esto se convierte en una experiencia lúdica que dejará una huella indeleble en su vida.

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Su madre tenía una cámara que usaba para sus actividades académicas. “Yo crecí jugando a tomar fotos imaginarias con esa cámara”, recuerda.

En la escuela de Artes Visuales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) es donde toma clases de fotografía y entiende que dedicarse a esto no era tan sencillo: había que pagar rollos, revelados y “la economía en casa no daba para eso”.

Esta circunstancia lo lleva a buscar dónde tomar fotos sin que le costara dinero y es cuando recorre varios periódicos de la ciudad pidiendo una oportunidad para colaborar. Así es como llega a El Universal de Puebla, donde tuvo la fortuna de toparse con el fotógrafo Rodolfo Pérez, quien, sin más, saca unos rollos de su mochila y le dice: “sí, mañana empiezas”.

Pardo relata que su primera asignación fue ir al Centro Universitario a cubrir una rueda de prensa de Protección Civil, pero cuando iba de camino en su bicicleta, por la 14 Sur, vio a un hombre que tenía un rifle de diábolos disparando de lado a lado de la calle.

Me detengo y le pregunto si le puedo tomar fotos y me dice que sí, le tomo las fotos y sigo mi camino”. No creía que esas fotos podrían interesar al periódico, pero cuando revela el material de la rueda de prensa a Pérez le llaman la atención las imágenes y le pide que también se las pase.

Al día siguiente, la foto del hombre disparando estaba en primera plana de El Universal. Era su primer día y se llevaba la portada.

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Al terminar la quincena, cuando creyó que su colaboración voluntaria en ese medio había concluido, Rodolfo Pérez le anuncia que estaba contratado.

Eso fue algo fabuloso: me daban mis rollos, pagaban los revelados y además tenía sueldo. Pensé: es el trabajo perfecto para mí. De aquí soy”, relata.

Y pronto se dio cuenta que el fotoperiodismo respondía a otra de sus necesidades o gustos que era conocer otros lugares, personas y culturas. “No sabía qué era eso, pero lo fue”, dice.

Para comprarse un buen equipo, que en ese entonces costaba 30 mil pesos, impagables con su sueldo de 3 mil en el periódico, decide irse a trabajar y juntar dinero a Chihuahua, donde su familia lo apoya para lograr su objetivo.

Luego, anduvo en Europa y Canadá, para después regresar de nueva cuenta a trabajar en periódicos de Puebla, Tlaxcala, Guerrero y otra vez Puebla.

Hasta que su instinto periodístico lo lleva devuelta a Guerrero, un estado al que llega a trabajar con La Jornada, con el interés de abordar temas sociales, como la guerrilla, pero se encuentra con problemáticas más fuertes, pues es cuando de la nota roja se pasó a la narcoviolencia y las fotografías de lo que ahí ocurría se convirtieron en interés de medios nacionales e internacionales.

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Pardo empieza a colaborar entonces con la AFP y a obtener premios, hasta que en 2012 recibe el reconocimiento World Press Photo por las escenas que daban cuenta de la ola sangrienta en la que estaba sumido Acapulco, otrora destino turístico.

Después, la AFP lo invita a trabajar en la Ciudad de México para cubrir todo tipo de temáticas desde política, problemática social y deportes, de acuerdo con lo que pasa en el país. También lo invitan a formar parte del grupo de fotógrafos que cubre Mundiales y Olimpiadas, lo que le abre otras posibilidades.

El poblano opina que dos ingredientes son claves para un buen fotoperiodista. Con uno se nace que es la pasión, que sólo pueden entender sus colegas.

“Los periodistas, y más en México que en otras partes, trabajamos con pasión porque las condiciones son tan adversas en todos los sentidos: en lo económico, en el peligro, en las condiciones laborales, que cualquier mente cuerda dirá ¿por qué estás ahí?”

El otro ingrediente, apunta, es el que se cultiva con la cultura visual, se va desarrollando a partir de la experiencia, del trabajo ajeno, de mucha lectura, de imaginar cosas, fotos, que cuando se encuentran en la realidad tienes una respuesta casi inmediata: “¡Esta es la foto que yo había imaginado!”.

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